Archive for noviembre, 2023


Por Iñaki Urdanibia

En nuestro hoy es la información, o tal vez la desinformación, la que vence en detrimento de la narración; el triunfo del storitelling del que habla Byung-Chul Han en su La crisis de la narración, es lo que domina. Leyendo a Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) en su «La naturaleza secreta de las cosas de este mundo», editado por Anagrama, seremos llevados a gozar de las historias que se van encabalgando, e introduciéndose en las páginas, en diferentes derivas que acompañan a los protagonistas de la novela: Olivia Byrne y su madre, Emma O., y el padre, Edward Byrne.

Leo en la faja que acompaña al libro algunas referencias a Walter Benjamin y a W.G.Sebald, y no me parecen desencaminada las alusiones, ya que el primero en su El narrador, recuerda con añoranza, ya entonces, el arte de narrar que estaba en declive al ser marginado por la información, y con respecto al segundo baste leer me atrevería a decir, casi, la totalidad de sus singulares novelas, por calificarlas así, y por señalar una: Los anillos de Saturno, para ver que en las páginas de libro del que pretendo hablar, se respiran ciertos aires de familia.

La primera parte de la obra está dedicada a Olivia mientras que la segunda a Edward. Tanto la una como el otro, añádase la madre, se dedican a actividades artísticas: su madre al vaciado de edificios históricos de especial significación, ella al arte textil, y el padre era artista visual. Este último había desaparecido sin dejar rastro, dándole algunos por muerto aunque no se halló cadáver alguno en la marisma que en su momento había servido para sumergir mujeres, construyéndose más tarde encima un asilo; no es extraño que Olivia, cual Penélope rediviva, se dedicase a tejer esperando la posible vuelta de su padre. Con respecto a la desaparición, la policía citó en diferentes ocasiones a la madre y a la hija para tratar de aclarar el paradero de su padre y/o las motivaciones que le llevaron a desaparecer sin dejar ninguna pista. Las reflexiones de los agente de policía son francamente ocurrentes y esclarecedores a la hora de relacionar pistas con relatos, más o menos verosímiles, y hasta osan establecer alguna incursión en la caracterización del género novelístico; obviamente algunos pasos habituales de la policía en el caso de desapariciones, y sus distintas motivaciones, se exponen con cierto detalle.

No había mucha comunicación que se diga entre madre e hija; silenciando su madre, como si fuera un trabajo secreto y clandestino, los proyectos en los que se embarcaba o trataba de hacerlo. Olivia es un ser herido y, precisamente, para sentirse viva recurre a provocarse cortes en su cuerpo; la joven rememora igualmente la fría e indiferente relación con su padrastro y algunas exposiciones con obras de su padre, que organiza su madre. A lo largo del paso de las hojas y las cavilaciones de Olivia, van asomando algunos hechos singulares como varios casos de seres ferales, niñas abandonadas en el bosque y criadas por animales varios, algún caso de una mujer sometida a una lobotomía; irrumpen igualmente algunos edificios del pasado en cuyo interior la madre trata de dar forma a sus experiencias artísticas, y así vemos , un asilo en Piccadilly Gardens, erigido, como queda señalado líneas arriba, en el mismo lugar en el que algunas mujeres eran castigadas sumergiéndoles en las aguas, una sede policial en la que se había torturado a militantes del IRA irlandés, etc. No se priva el narrador de volver la vista atrás, al siglo XIII y XVIII, para recordar algunos hechos que reafirman algunos episodios narrados en las páginas.

La moviola funciona, mirando para atrás, señalando los cierres en falso, y las relaciones y situaciones que van conformando lo que se es, o al manos lo que cada cual cree ser; y asoman con intensidad las rumias y reflexiones que ofrecen una hondura que hace bueno aquello de que lo importante no son las respuestas sino las preguntas, lo que a su vez parece reafirmar aquella afirmación que hiciese el otro: la interrogación es el signo más sabio que ha inventado el ser humano. Este mirar hacia el pasado también se da en la segunda parte del libro dedicado a Edward que revisa los veinte años desde que abandonó el hogar aunque el motivo de su decisión no lo aclara en momento alguno. El artista más se centra en los objetos y enfoques de sus obras, al tiempo que salpica su discurso con la referencia a algunas obras literarias; su descenso al aislamiento y la soledad, libremente elegidas, no impiden que establezca algunas relaciones con un par de inmigrantes nigerianos con los que establece una familiaridad notoria.

La capacidad de Pron a la hora de entrelazar pensamientos e historias hace que la lectura se deslice no habiendo momentos de relleno, ya que siempre, hallamos noticias de acontecimientos varios que se entreveran con las cuitas de Olivia y su mente en permanente tensión, lo que ya aparece desde la primera página cuando la joven va a sufrir un accidente de coche… en las cercanías de Ransbottom, de donde se marchó Edward que posteriormente, como queda dicho, relata sus años de ausencia.

El autor en su Epílogo desvela sus fuentes bibliográficas y otras, e invita a quien quiera conocer el fin real de la historia a acceder a su página web… Cosa que dicho sea de paso no convierte la novela en incompleta o inacabada como el título de la sinfonía, nº 8, de Schubert.

Por Iñaki Urdanibia

La verdad es que no me resulta fácil comentar los vuelos de altura, mas pegados al suelo, que presenta la escritora, nacida en Zaldibia en 1961, en su libro recién traducido del euskera y editado por Olifante:«Son nueve, los pájaros», y no resulta tarea fácil no por defecto de contenido sino por su exceso, dulce exceso y poliédrico, ya que en las páginas del libro afloran flechas indicativas, sugerencias, notas, informaciones, relatos, poemas, y no seguiré ya que como en botica hay de todo pero delicatessen. No le falta razón a Vicente Huici Urmeneta al afirmar sobre el libro que «se puede abrir por cualquier página porque siempre se encontrará una reflexión, una cita, una rememoración una etimología, un verso que articulará una deriva, encadenando lo descriptivo con lo narrativo, lo exterior con lo interior, la mirada hacia el yo, el tú y los otros y otras, y también hacia lo Otro, eso que suele quedar más allá y más acá de las palabras», y es que cierto es que se lea de manera lineal o azarosa, al bies, al derecho o al revés, verso o reverso, siempre se encuentra sustancia, ya que en las páginas de la poliédrica obra se constata que la palabra comienza con pe como pensamiento, píldoras (mejor sería tal vez decir perlas), paladear, poesía, prosa, preguntas, o…profesora y poeta que es la dedicación de Tere Irastortza Garmendia. Tal es así que, salvando las debidas distancias, asoma aquella afirmación de Friedrich Nietzsche, en su Ecce homo: «¿Cuánta verdad puede soportar un hombre, a cuánta verdad puede atreverse? Ésta se ha convertido para mí en la auténtica unidad de medida, cada vez más… Cualquier resultado, cualquier paso hacia adelante en el conocimiento es una consecuencia del valor, de la dureza con uno mismo, de la exigencia con uno mismo…?»… aplicado al caso, el asombro invade la mente lectora al ver la enorme cantidad de historias, referencias, informaciones filológicas, lexicográficos, juegos de lenguaje, y transferencias entre lenguas, en especial con términos del euskera, idioma en el que se escribió originalmente el libro (Txoriak dira bederatzi); la pregunta brota: ¿pero qué no ha leído esta mujer?, y las dieciséis páginas de la bibliografía dan cuenta de la amplitud lectora. Se ofrecen palabras aladas que nos hacen volar mas no alhiperouranos platónico, sino a la vida y a los rituales mortuorios, al mundo y a sus cuatro elementos, tierra en la que habitamos, y hasta al centro de nosotros mismos nos envían, pues el libro puede ser considerado como dinamizador del pensamiento, de la reflexión, de la rumia; libro-catapulta, libro-trampolín, libro-artefacto, que nos hace viajar por diferentes pagos abriéndonos caminos, en lo que hace a lecturas, asociaciones y otras yerbas. Mirada de águila la que acompaña a la autora, que muestra una finura destacable, sin que ello quiera decir, de ninguna de las maneras, que ella se mueva por las nubes alejadas de la realidad circundante, ya que, como al otro, nada de lo humano le es ajeno, y ello le empuja a bordear los límites llegando a, y perdóneseme el uso oportunista del dictum wittgensteiniano, no callar acerca de lo que no se puede hablar sino, al contrario, hablar más, otorgando el poder a la palabra como creadora de espacios y travesías nuevas.

Este libro no es de los que se ha de leer, sino releer, ya que la rumia es el efecto que provocan las palabras y frases de la poeta, lo que hace que, despojando cualquier sentido eclesial, estemos ante un breviario que propicia la meditación acerca de la vida, de las relaciones sociales, de la escritura y la lectura; y ello se debe, entre otras cosas, a que el libro puede considerarse como una especie de cuaderno de bitácora de la navegación de Irastortza, por el mar de las letras, de la escritura, de la lectura y de las experiencias existenciales, siempre cerca la naturaleza, pudiendo darse por bueno aquello del Tractatus, de que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo… y el mundo de la autora queda demostrado que es amplio, atreviéndose a balizar las fronteras del sentido, hasta los bordes del otro lado como la Alicia de Lewis Carroll… límites borrosos que en ocasiones como la crisálida se transforma en coloridas mariposas, que nutren en bestiario particular de Tere Irastortza Garmendia, con sus ratas, serpientes, abejas, gusanos, y… abundantes pájaros. Me apresuro a añadir que si, creo recordar que era Graham Greene, éste decía que antes de acostarse leía todos los días una entrada de la Enciclopedia Británica, sin llegar a proponer tal deber o tarea, servidor considera el libro comentado como libro de cabecera apropiado para tenerlo a mano para el paladeo, como ejercicio espiritual de indudable interés; tómese la expresión en el uso, pre-cristiano, que practicaban algunas escuelas del helenismo, cuestión estudiada por Pierre Hadot y el último Michel Foucault..

Afirmaba un destacado filósofo hexagonal, paladín del posmodenismo filosófico, en tautológica tautología que la tarea del pensar es pensar… la poeta se dedica con afán, y tino, a la tarea, y entrega sus anotaciones a quien penetre en las hojas de su libro, que no se mueve por los pagos del individualismo, y menos del solipsismo sino que transita por los problemas de su hoy, que es el nuestro y que, en muchas ocasiones son perennes, no dudando en rastrear los caminos que no llevan a ninguna parte, los holzwege, de los que hablase Martin Heidegger; por esos lares laberínticos avanzamos con una guía que hace bueno aquello que dijese el bueno de José Bergamín, y cito de memoria, si pretendemos buscar la salida del laberinto no lo conoceremos.

Entre vuelos, revuelos, desvelos, avanzamos, volamos, podría decirse, haciendo honor a la presencia de las aves voladoras desde el propio título del volumen, cuyo número deudor del curandero de Goizueta, según señala Irastorza Garmendia, es un nueve que deviene otro… y ya que hablamos de aves, no me resisto a recurrir a un hermoso pasaje de los Cantos de Maldoror de Lautréamont – que tomó directamente del conde de Buffon -, suponiendo que su belleza excusará la amplitud de la cita, y señalando igualmente que no pretendo con ello poner en solfa el título del libro, Perifante me libre, ya que él mismo libro lo ha aceptado, sino simplemente subrayar los aires de familia de la descripción de la cita con el quehacer-enjambre del libro comentado: (las abejas, erleak, pican y producen dulce, como el pharmakon griego que cura y mata) «Las bandadas de estorninos tiene un modo de volar que les es propio y parece regirse por tácticas uniformes y regulares, como ocurriría con un regimiento disciplinado obedeciendo con precisión la voz de un único líder. Los estorninos obedecen la voz del instinto, y su instinto los lleva a agruparse en el centro del escuadrón, mientras que la velocidad de su vuelo los lleva constantemente más allá; de modo que esta multitud de aves así unidas por una tendencia común hacia el mismo punto magnético, que van y vienen incesantemente, circulando y entrecruzándose en todas direcciones, forma una especie de agitado remolino cuya masa completa, sin seguir un curso fijado, parece tener un movimiento general de giro sobre sí misma como resultado de los movimientos circulatorios particulares propios de cada una de sus partes, y cuyo centro, que tiende perpetuamente a expandirse pero que se comprime continuamente, empujado hacia atrás por el esfuerzo contrario de las líneas circundantes que lo sustentan, se vuelve constantemente más denso que cualquiera de esas líneas, que a su vez son más densas cuanto más cerca están del centro». Así, Tere Irastortza Garmendia reúne a los pájaros en sus páginas que no son jaula sino signo de lo abierto al mundo y a los demás; se lee en los Sonetos de Orfeo de Rainer Maria Rilke: «Todo es distancia, y en ninguna parte se cierra el círculo», idea que Heidegger convirtió en base a su interpretación del poeta («[…] la existencia de lo Abierto se desvela solamente a aquel que piensa el mismo ser tal como se destina al pensamiento occidental bajo el nombre de aletheía»), y… no sigo que me voy; tocan a la puerta los claros del bosque de María Zambrando a la par de los cromlechs, y el lichtung, recorridos por Oteiza, y ciertos aires de familia de Giorgio Agamben (hoy no tocan, que bastante están tocando ya). Se muestra la autora, firme y ajena en lo que hace al karaoke dominante, plagado de ideas recibidas y lugares comunes – que tanto combatió Gustave Flaubert -, comulgando con lo que dijese René Char: «Somos transeúntes aplicados en transitar, en sembrar la inquietud, en infligir nuestro calor, en afirmar exuberancia. ¡He ahí por qué intervenimos! ¡He ahí por qué somos intempestivos e insólitos!».Y…mucho amor, sentimientos, y una firme apuesta en pro de las mujeres y del valor de la lengua, y en pos de un horizonte social en que prime la solidaridad y no imperen los pretendidos valores productivistas y económicos, dichosa eficacia, como es el caso de la sociedad de hoy.

No quisiera dar por terminada esta recensión, pues sería injusto, sin destacar las sutiles ilustraciones de Iñaki Bastarrika Izagirre, que inspiran y que casan con el texto como guante en mano juguetona; igualmente quisiera indicar que si no he nombrado las amplias referencias (literarias, poéticas, filosóficas, filológicas, pictóricas, escultóricas, musicales, …) de autores de acá y de allá, es debido a que la enumeración resultaría cansina, además de que seguro que cometería injusticia con algunos de los citados.

Por Iñaki Urdanibia

Mucho se ha hablado de la habitación propia, de su angustiada vida, y por supuesto de sus brillantes novelas, que a veces conservan ciertos aires de familia con el ensayo debido a sus hondas reflexiones en las que irrumpen con fuerza, erigiéndose en centro de gravedad, sus convicciones feministas*.

Ahora, en una muy cuidada edición, Páginas de Espuma publica una obra que no debe pasar desapercibida de la autora de Orlando: «El estrecho puente del arte», puente que une la ficción y la biografía.

Los ensayos literarios, verdaderas lecciones, que se reúnen, en su gran mayoría inéditos en lengua castellana, son presentados en dos bloques que responden a El arte de la ficción y a El arte de la biografía. En el primero se incluyen veinticinco ensayos, mientras que en el segundo, treinta y cinco análisis de obras de diferentes autores: desde Sterne a Lewis Carroll pasando por Henry David Thoreau, Henry James, Antón Chéjov, Charles Dickens, Herman Melville, Fiódor Dostoievski, Geoge Eliot, León Tolstói, Jane Austen, Josef Conrad, Marcel Proust, James Joyce, y unos cuantos más que no nombro.

La obra editada al cuidado de Rafael Accorinti, que abre el volumen con un ubicadora introducción, lleva el mismo título que el que da nombre al volumen, en el que podemos ver la sagaz mirada de la escritora y crítica, que no se priva de dejar aflorar sus opiniones sin cortarse ni un pelo. En todos los acercamientos prima la fusión entre los dos polos, complementarios, ya mentados: la ficción y la vida, a la vez que se reivindica la marcha que cada cual dé a su escritura más allá de las opiniones de otros, críticos y lectores, característica que aplica con mayor fuerza, si cabe, al referirse a las escritoras, cuyas dificultades a la hora de expresarse y los obstáculos que salen en el camino son mayores, sin lugar a dudas, a los de sus pares, o impares, masculinos… la sombra planeando de una posible hermana de Shakespeare. La escritora no deja lugar a la duda al escribir estos ensayos pensando en sus lectoras femeninas, del mismo modo que puede verse en alguna de sus intervenciones el espíritu de su célebre obra: Un cuarto propio, léase su Mujeres y ficción. No supone esta última mención ningún tipo de escore de la escritura de la autora, hacia la cuestión femenina, que aun empapando su quehacer lo palidece la brillantez de la prosa y los valores literarios e innovadores de la autora de La señora Dalloway, con sus flujos de conciencia.

El abanico de temas y escritores tratados es amplio yendo desde cuestiones relacionadas con la travesía que supone la lectura a lo largo de la acumulación de la de diferentes obras, o sus relecturas, penetrando en diferentes ediciones, en el terreno de diferentes géneros, sirviéndole algunos escritores como inspiración como ejemplo para subrayar algunos aspectos relacionados con la ficción, con la poesía, con la novela, etc. y con los diferentes pasos que han ido produciendo en su propio quehacer. Si de lo dicho se ocupa la primera parte, en la segunda, su mirada se amplía, más allá de los escritores de habla inglesa, a otros horizontes: rusos, franceses, irlandeses estadounidenses, etc., entregando algunos análisis de diversas obras, no sin subrayar aspectos biográficos y su huella en las respectivas escrituras y en la suya propia; ya en tiempos de escritora consumada.

A lo largo de la lectura se nos hace partícipes del florido jardín de lecturas, variadas donde las haya, de escrituras de diferentes luminarias de las letras, que se entreveran con el propia marcha de Virginia Woolf… planeando los destellos psicológicos de Sigmund Freud o la durèe de Henri Bergson; y… una invitación a caminar en la lectura «entre las vastísimas flores literarias que nos dejó Virginia Woolf en esta verde pradera de la literatura. Las flores de Virginia Woolf siguen ahí, tan coloridas y frondosas como siempre, más de ochenta años después», como dice Rafael Accorinti.

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( * ) Algunas incursiones anteriores relacionadas con la escritora y algunas de sus obras:

El ojo crítico de Virginia Woolf – Kaos en la red

Y Virginia Woolf se fundió con el agua – Kaos en la red

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“AL FARO» CON VIRGINIA WOOLF | Cartel de las Artes y las Letras

«Orlando» de Virginia Woolf censurada •

VOCES FEMENINAS CON IMÁGENES | Cartel de las Artes y las Letras