Por Iñaki Urdanibia

Según Naciones Unidas, en 2019, había casi 80 millones de seres humanos obligados a abandonar sus países a causa de la guerra, la violencia y la persecución; sin mentar la miseria y el hambre que esa es otra, o… la misma.

Dicho esto, la novela gráfica que traigo a este pagina es un caso entre muchos, pero que en su singularidad da cuenta del mal que afecta a muchos. «Cuando brillan las estrellas. Una historia inolvidable» de Victoria Jamieson y Omar Mohamed, publicada por Maeva / young. A esto último, sea dicho al pasar, le pondría ciertos reparos si en cuenta se tiene que ciertamente la historia que se presenta es realmente adecuada para jóvenes, por su carácter ejemplar y como tal edificante, mas también lo es para mayores, aunque estos no estén aquejados del síndrome de Peter Pan.

Dos hermanos, Omar y Hassán, huidos de Somalia, viven en Daadab, un campo instalado en Kenia por ACNUR. Allá no hay agua, ni electricidad, y para surtirse de la primera se ha de ir a buscarla; de la escasa comida que se les reparte también se habla, quedando claro que las cantidades – suministradas por medio de cartas de racionamiento – resultan a todas luces insuficientes. Los dos niños son los principales protagonistas de la historia, Omar cuenta con once años cuando comienza la narración, y su hermano pequeño, Hassán, tiene serios problemas de expresión ya que solamente dice hooyo (que en somalí significa madre) y al que periódicamente le sacuden ataques que le convulsionan. Fatuma es un señora que cuida de ellos comportándose como una verdadera madre. El mayor se toma muy en serio el cuidado de su hermano, lo que hace que ni se plantee ir a la escuela. Son varios los amigos – Jeri, que es conocido como el cojo, por razones obvias, es el mejor amigo de Omar -, y las amigas: Nimo y Maryan, que son las que mejores notas sacan en la escuela, viéndose la segunda obligada a abandonar la escuela ya que se le ha organizado un matrimonio con un señor mucho mayor que ella.

Aquello es como una sala de espera permanente, en la que de continuo se está a la expectativa de lo que pueda venir a continuación. Un buen día, un tal Salán comienza a frecuentar la tienda de los muchachos, tratando de convencer a Omar para que vaya a la escuela; éste se resiste ya que debe cuidar a su hermano por encima de todo, y le duele dejar a Hassán solo con Fatuma ya que piensa que le va a ocasionar una honda tristeza estar alejado de él durante parte del día. Al final, el muchacho es convencido a acudir a la escuela, a la que asiste temeroso, aumentando su temor al ver que las clases se imparten en inglés, ya que a la escuela acuden muchachos y muchachas de distintos países de la zona. Con serios esfuerzos, compaginando el cuidado de su hermano, cumpliendo con los encargos de abastecimiento de su hogar provisional, va asentándose en los estudios, y si en las primeras pruebas alcanza el puesto treinta y tres, más tarde irá ascendiendo en sus calificaciones hasta los primeros puestos, lo que supondrá que sea uno de los pocos elegidos para pasar a cursar la enseñanza secundaria. La aparición en el campo de una trabajadora social de Naciones Unidas, Susana Martínez, va a suponer un empujón en la vida de Omar, al ver que es un muchacho inteligente y responsable del cuidado de su hermano enfermo.

A través de las viñetas veremos la chulería y matonismo de algunos muchachos, el escepticismo de algunos padres que se pasan el día tumbados mascando algunas hojas de qat, que les adormecen, y despreciando la escolarización de sus hijos. Igualmente conoceremos los altibajos de Omar que más de una vez se desespera y duda de si continuar los estudios va a valer para algo, a lo que se ha de sumar la añoranza de su madre y las dudas acerca de si les abandonó y no piensa ir en su busca; solamente el sueño de volver a su tierra le acompaña. La desesperanza aumenta con motivo de las listas que publica Naciones Unidas, encaminadas a buscar el asentamiento de algunos refugiados en otros países. Omar se balancea entre el deseo de lograrlo al tiempo que teme que ello le pueda alejar de su soñada Somalia. Su deseo de aparecer en dichas listas crece y decrece lo que le provoca estados de un mal humor permanente que le hace que lo paguen sus seres cercanos, a los que responde con agresividad.

Por medio de la historia narrada conoceremos el modo de vida de los campos de refugiados y el significado de ser refugiado: «no tienes un hogar. Soy somalí, pero no puedo regresar a Somalia. Tampoco puedo quedarme en Kenia. Estoy atrapado en el medio […] no tener futuro…», escribe el muchacho en una redacción que le es pedida por su profesor de inglés. En las entrevistas que Omar mantiene con miembros de Naciones Unidas con el fin de valorar su caso, se nos dan a conocer los inicios de la guerra en Somalia, causa de la huida de él y su hermano, y obviamente de muchas personas más.

Al final el esfuerzo paga, y el muchacho junto a su hermano aparecen en las listas mentadas y su destino cambia al ser emplazados el otro lado del charco, en Pensilvania, en donde Omar prosiguió sus estudios, mientras que su hermano recibió el tratamiento médico del que hasta entonces había carecido. Omar se dedica a ayudar a otros refugiados a asentarse en EEUU, habiendo fundado por otra parte una ONG, Refugee Strong, que apoya y colabora con los estudiantes que viven en campos de refugiados; Hassán, por su parte, cuida a los hijos de Omar y su esposa.

En consonancia con el título de la novela, las estrellas brillan en las páginas: ya sea a través las lecciones del profesor Yussuf que recurre a la metáfora celestial para hacer imaginar a los alumnos que ellos también son como las estrellas «cuya luz es resplandeciente durante millones de años y a millones de kilómetros […]. A lo largo de vuestra vida, la gente podrá gritaros y deciros cosas horribles. Palabras como “¡vete a tu país, refugiado!” o “ no tienes derecho a estar aquí”. Cuando os encontréis gente así, decidles que miren las estrellas y cómo se desplazan por la cúpula celeste. Nadie puede decir a una estrella que se vaya a su país»; o, al final, con el recurso a un poema de Maryam Farah: «Aquellos que están perdidos buscan en las estrellas el camino que les lleve a casa…». Cantos de esperanza en un libro que supone una ayuda de cara a sensibilizar sobre la vida de los refugiados y darles voz. El libro ha recibido numerosos galardones como el National Book Award Finalist, TIME Best Book of the Year, School Library Journal Best Book of 2020, Kirkus Best Children´s Book of 2020, NYPL Best Book for Kids, Jane Addams Children´s Book Award Finalist, Charlotte Huck Award Honor Book.

La autora se hizo voluntaria tras ver por televisión las terribles circunstancias de los refugiados sirios, ejerciendo tal voluntariado conoció a Omar Mohamed, quien le relató su propia experiencia en el campo de refugiados de Kenia… y el libro la cuenta, la dibuja y la colorea.