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Por Iñaki Urbanibia.

El pasado día 2 fallecía uno de los más sobresaleintes epistemólogos del panorama científico-filosófico hexagonal.

La muerte se ha llevado a este filósofo- además de médico- que hace tiempo vivía retirado en Borgogne, y que había nacido en la misma ciudad que Denis Diderot; del que parece habérsele contagiado su amor por el saber enciclopédico; Dagognet ( Langres, 1924) era un pensador que se movía lejos de modas y los focos del mundillo intelectual, un pensador hecho a sí mismo y que en las condiciones más adversas ascendió desde los más humildes ambientes familiares vividos en su infancia hasta las más altas cotas del mundo del saber y la enseñanza.

Próximo de los epistemólogos Gaston Bachelard y George Canguilhem-del que fue alumno-, este trabajador incansable se había labrado un lugar de honor en el campo de la metodología y de la historia de las ciencias : si en 1949 obtuvo la agregaduría de filosofía, ocho años después era doctor en medicina( profesión que ejerció durante un tiempo), sin dejar por ello de explorar incansablemente otros campos: criminología, neuropsiquiatría, química y biología hasta 1968. Esta amplitud de conocimientos hizo que su mirada sobre las ciencias fuera especialmente lúcida y que no se basase en huecas hipótesis imaginadas sino en los datos que extraía de las ciencias mentadas. Durante largos años desempeñó su labor docente en la facultad de letras de Lyon para finalizar enseñando en la Sorbona.

Ya en sus inicios su atención se centró en la diferencia establecida por Platón entre el uno y lo múltiple; cómo aislar un fenómeno sin castrarlo, al separarlo de otros con los que mantiene relación, ni disolverlo, al integrarlo en una unidad confusa e indeterminada. Separar los fenómenos para tratar de aprehenderlos mejor y facilitar los medios de experimentar, tiene como contrapartida que no se llega a captar las cosas más que de manera segmentaria; sin embargo, si se tiende a hallar la totalidad se corre el peligro de sumergirse en lo indeterminado . Huyendo permanentemente de la composición que desembocaría como ya señalase Bachelard en un mero sustancialismo.

No eran buenos tiempos para no seguir las tendencias de la época en que la lucha contra el encierro (asilos, manicomios, hospitales) que en aquellos tiempos hacían furor, él sin embargo alzaba la bandera de que tales establecimientos podían jugar un papel esencial de cara al avance de la ciencia: en el sentido de facilitar la posibilidad de clasificar y, en consecuencia, ampliar el saber en especial en el campo de la anatomía-patológica , subrayando el papel jugado por estos establecimientos en lo que hace a la experimentación por medio de comparaciones, teste y otros medios. Tales posturas le llevaban a impulsar las conexiones entre diferentes disciplinas y a los centros unificadores , como las bibliotecas y las mismas ciudades, como nexos de resistencia a la anorexia reinante, en el campo del saber.

Frente a las visiones especulares que ven la ciencia como reflejo exacto de lo que en el mundos se da, Dagognet mantiene que la ciencia somete a la realidad estudiada a diferentes transformaciones y metamorfosis varias. El acto de conocer-según su visión- supone que el sujeto ejerce violencia sobre el objeto , y en cierto sentido por medio de sus técnicas y recursos metodológicos la ciencia amputa en cierto sentido la realidad Su propuesta toma como eje el establecimiento de redes en los que se crucen flujos, se ubique la genealogía de los fenómenos, y se tengan en cuenta las líneas y las trazas que les atraviesan. Su pretensión era señalar la importancia del encabalgamiento de diferentes disciplinas de modo y manera que pudiese establecerse una especie de meta-disciplina o disciplina general de las interacciones e interrelaciones que se pueden constatar en todos los cuadros de la naturaleza.

Más adelante pondría me atrevo a decir patas arriba algunos de los postulados cuyo origen pueden datarse del platonismo: la primacía del origen sobre la copia, el ser al parecer con lo que la imagen, la copia, el pastiche quedarían expulsados del ámbito de conocimiento, posturas que han dominado toda la historia de la metafísica occidental . Al mirar, no obstante, el presente y la presencia creciente de nuevas tecnologías ( fotográficas, holográficas, escanográficas, numéricas, etc.) la ciencia ha llegado a reconciliarse con la imagen; y hasta podría afirmarse que esta ha tomado un puesto realmente relevante. Con lo que esta pude impulsar, estimular y hasta ampliar el conocimiento de lo real.

Sus últimas averiguaciones, al menos en lo que yo alcanzo, siempre atraído por el objeto y la materia, se centraron en el estudio de los residuos, las basuras, los plásticos, las peladuras de diferentes frutos…que funcionan a modo de secreciones de la propia sociedad, observación que le conducía a considerar tal acumulación de deshechos como metáfora de nuestra modernidad.

Él mismo se consideraba a sí mismo un «materiólogo» y como tal se dedicaba a escrutar la materia, los objetos y fijarse en aspectos aparentemente banales pero sustanciales con respecto a nuestro mundo moderno tanto en los restos del consumo como en las obras del arte contemporáneo; de uno u otro modo éste fue el centro de gravedad de todo que quehacer…hasta que a los noventa y un años su vida ha dejado de latir.« El mundo de los objetos, que es inmenso, es más revelador del espíritu que el espíritu mismo. Para saber lo que somos, no hemos de mirarnos a nosotros mismos. Los filósofos, a lo largo de la historia, han permanecido demasiado a menudo girados hacia la subjetividad, sin comprender que al contrario es en las cosas en donde el espíritu se hace patente de manera más clara. Hay que operar pues una verdadera revolución, dándose cuenta que es del lado de los objetos en donde se halla el espíritu, de manera mucho más explícita que del lado del sujeto ».

Addenda.

Decía un filósofo francés,, en tautológica tautología, que « la tarea del pensar es pensar» ; antes orto había propuesto en su última tesis sobre Feuerbach que « los filósofos habían interpretado el mundo que lo que debían hacer es transformarlo», pues bien, de Dagognet sí que se puede afirmar que se encerró en la torre de marfil académica e indudablemente se convirtió en un poliédrico sabio, un estudioso de la ciencia, de su historia y de otros aspectos epistemológico.

Su postura fue durante toda su existencia acorde con el zapatero a tus zapatos, y en su « torre de marfil» se enclaustró mostrando un conocimiento exhaustivo en diferentes campos del saber, que dominó en abundancia.

Como profesor perteneció, a lo largo de toda su brillante carrera, en un «mandarín» de los que dominaban la disciplina sobre la que impartía: primero en Lyon y más tarde en la Sorbona, a la vez que ocupaba cargos de responsabilidad académica que se traducía en dos vertientes: a) nada que ver con las tendencias dominantes de la época, críticas y deconstructoras, que ligaban el saber con el poder, y en ese orden de cosa se oponían a los sistemas institucionales como mecanismos de represión/ clasificación/ domesticación…como podían ser las posturas foucaultianas por poner un ejemplo sobresalientes, manteniéndose en la eficacia de las técnicas hospitalarias y otras; b) del mismo modo, sus posicionamientos chocaban contra quienes criticaban los abusos de la sociedad de consumo, dedicándose él a criticar tales críticas, con lo cual, nolis volis, no hacía otra cosa que mantener el statu quo, sin tratar de ninguna de las maneras de cambiarlo a no ser que se tome en el sentido de proporcionar nuevos enfoques epistemológicos que, ciertamente, rompían con la tradición heredada; desde ese punto de vista su filosofía sí que supone una revisión y hasta un rupturismo con respecto con las concepciones al uso, y al abuso; por último , c) depende cómo se interprete no se puede negar que su carrera fue en todo momento-como queda reflejado- como una travesía « contracorriente» que frente a la singularidad, el pudor, y la fragmentariedad que se imponía en el terreno de la filosofía( Adorno decía que el Todo es la no-verdad), Dagognet mantenía, contra viento y marea, una visión totalizadora y sistemática, que tenía aires de familia con las tendencias megalómanas hegelianas…cosa explicable si se tiene en cuenta su amplitud de conocimientos y su múltiple especialización, cosa que nadie podrá osar negarle..

Este conformismo con las jerarquías y con los métodos de la universidad napoleónica( el maestro dicta y el alumno obedece y aprende sin más) quedaba claramente presente en su trato con los alumnos; él iba a su bola: impartir su saber. Decía un alumno y admirador suyo que « que disfrutaba defendiendo las instituciones atrayendo las furias contestatarias, multiplicando los actos de autoridad en las instancias oficiales; era la encarnación simbólica de la norma…entraba en el anfiteatro como un fugitivo apresurado, algo inquieto, e interpelaba a los allí presentes con una fórmula perentoria: “ digan , ustedes no están de acuerdo, no pueden estar de acuerdo, no deben estar de acuerdo, pero yo les repito no obstante…» y soltaba su discurso absolutamente contrario a las ideas de los que se apuntaban a la revuelta.

. Totalmente alejado del compromiso cívico a no ser que este se entienda como colaborar con la «reproducción» y la «distinción« de las que hablase Pierre Bourdieu , y en se terreno su posición fue inequívoca: el maestro ha de enseñar con rigor..y eso sí que lo hizo él con abundancia…

Así las cosas , y volviendo a las citas iniciales: él cumplió de manera cabal la tarea de pensar( y sería injusto no añadir que: dio mucho que pensar), y con respecto a la segunda cierto es que cambió, y ofreció innúmeras pistas, para pensar de otro modo al que hasta entonces estaban establecidas en el campo de la especialización. Leer cualquiera de su obras, digo cualquiera en lo que alcanzo, es zambullirse en un pozo de sabiduría ad abusum.

Así, François Dagognet.

  

N.B..: son estos últimos aspectos señalados los que me han hecho dudar y , tras deshojar todas las margaritas de mi jardín, me deciden a dedicarle estas líneas.