Por Iñaki Urdanibia.

Una novela negra que nos planta ante el problema de la trata de mujeres y la explotación sexual.

Vaya por delante que la llamada novela negra es un género, muchas veces considerado menor, en el que los asuntos sociales ocupan el centro de atención de las páginas. Añadiré que no faltan mujeres que se hayan dedicado con brillantez a tal género o afines: ahí están las Patricia Highsmith, Barbara Vine/ Ruth Rendell (tanto monta), P.D.James, Carme Riera, Donna Leon, Camilla Läckberg, o… en la actualidad una escritora francesa, Fred Vargas, que causa furor entre los aficionados al género [conste que tal vez la inclusión de algunos nombres, y la falta de otros, suponga una floja delimitación de qué se entiende por novela negra, pero eso lo dejamos para otros día o para especialistas en el noir, en el polar que dirían de Pirineos arriba].

La novela que acabo de leer puede ser incluida con absoluto rigor en ambos conjuntos a los que he aludido: el de la novela negra y el de las mujeres que la escriben; hablo de «Sangre entre la hierba» de Maribel Medina (Pamplona, 1969), novela que acba de ser editada por Maeva.

No es la primera vez que la iruindarra pone en marcha a sus investigadores para adentrase en diferentes pesquisas y de paso adentrar a los lectores en las historias que se clavan, o mejor están clavadas en el corazón del presente. Si antes la forense Laura Terraux y el agente de la Interpol Thomas Connors investigaron en los pagos del siniestro mundo del dopaje deportivo y sus tenebrosos entresijos en su «Sangre de barro», luego tales personajes se trasladaron a las calles de Benarés, en donde una niña de nombre Tanika hubo de escapar ante la extraña muerte de sus progenitores, resultando que la investigación conduce a las brutales prácticas con los seres mas desprotegidos, los intocables, tema que centra su «Sangre intocable», ahora le toca el turno a otro tema de candente actualidad de los que pueblan la historia de la infamia: el de la trata de mujeres y la explotación sexual. Vamos que Maribel Medina no da puntada sin hilo. Vaya por delante que no estamos ante una trilogía que pudiera hacer pensar en la necesidad de leer una tras otra sino que la unidad que se establece entre ellas es que los protagonistas que se esfuerzan por aclarar los casos son los mismos, los ya nombrados.

Hace no mucho en la introducción de un libro escrito por una mujer se hablaba de mujeres-junco, para referirse a mujeres fuertes que ante los vientos se pueden inclinar pero no romperse, mujeres que plantan cara a la vida y que escapan al pasivo rol de floreros, por supuesto pasivos, que no pocas veces se les trata de asignar. Pues bien, en cuarenta y tres flashes – lo que indudablemente facilita la lectura tornándola veloz – se nos narra la historia, más bien las historias que completan el cuadro que recomponen los investigadores que ponen en contacto La Rinconada, en Perú, con Madrid.

Una mujer desesperada a la que hace ya dieciséis años le desapareció su hija, Ángela María, recibe un mensaje en el que se le comenta que su hija se halla en La Rinconada; sin dudarlo la madre se traslada al lugar con el fin de unirse con su hija. Se cruza con lo anterior una llamada que recibe el agente de la Interpol nombrado de la mujer de su amigo George informándole de que ha desaparecido su marido y que el rescate para su puesta en libertad es la entrega de una mujer: Dolores Menchero. Thomas Connors acude solicitando colaboración a su amiga Laura Terraux, y ambos parte para la localidad peruana; a partir de ahí somos sumergidos en unas atmósferas de pesadilla que reinan en el submundo de quienes se lucran con la desgracia y el dolor ajenos… sin el más mínimo asomo de empatía, compasión o similares; mundo oscuro y lleno de riesgos en el que penetrarán los dos investigadores. Mientras pasan las páginas y las indagaciones van aportando pistas acerca de la ligazón entre los diferente cabos sueltos que la investigación irá recomponiendo, algunas páginas del diario de la niña desaparecida dan cuenta de sus infames condiciones de encierro y trato. La trama se desliza, deslizando a los investigadores y a su vera a nosotros, los lectores, a unas geografías inhóspitas, por los pagos de la localidad más alta de Perú, en donde no hay ni hospitales, ni policía y donde reina la ley del más fuerte, de quien domina la vida de los (en especial, de las) y sus cuerpos; para penetrar igualmente en la selva peruana, en la zona minera de Madre de Dios en donde la vida no vale nada, o mejor mirado y dicho a la que se pone un precio y si es caso se la aniquila si en el mercadeo no se logra lo propuesto. El periplo se completa con la llegada a la capital del reino hispano, país, por cierto, al que le cabe el deshonor de ser el número uno entre los países del Viejo Continente en lo que hace a la prostitución… A lo largo de la travesía recorrida asoman algunos hilos, no diseminados, que empujan a enfrentarse a los problemas a la hora de encarar la maternidad en un balanceo que se mueve entre la entrega abnegada al arrepentimiento provocado por la impotencia ante los males padecidos.

Si se suele decir que la ficción supera a la realidad, en la presente ocasión Maribel Medina nos conduce al corazón de las tinieblas en donde se pisa fuerte en el principio de realidad, realidad, alejada de cualquier fantasía, ya que la escritora, y fundadora de la ONG Women´s Time, cuyo lema es Mujer + Educación = Desarrollo, se inspiró en un caso real y en las informaciones recabadas en las conversaciones mantenidas con especialistas e investigadores relacionados con el tema que dio lugar a la novela… como la vida misma, como la muerte.