Por Guadi Calvo

«Ya sea usada para denigrar a cualquier mujer que se salga de los cánones establecidos por el sistema – las rebeldes, las independientes, aquellas que se vuelven respondonas o contestarias -, ya sea como reclamo erótico, o en contrapartida, ya sea reivindicada por los feminismos justo por su posición de mujer libre y antisistema; la bruja proyecta su larga sombra sobre la actualidad como enigma implacable del orden simbólico y arquetípico»

No cabe duda de que la brujería y las brujas han dado mucho que hablar, discutir, teorizar, elucubrar y ser representadas, su figura sigue planeando en los tiempos presentes. Las visiones acerca de ellas se abren en un arco realmente amplio en el que los bordes se oponen diametralmente: unos maldiciéndolas como figura de todos los males, aliadas de Satán, otras reivindicándolas como mujeres empoderadas y enfrentadas al poder patriarcal, sin obviar quienes han negado en redondo la existencia real de tales mujeres, en muchas ocasiones asociadas con la figura de las adivinas, sacerdotisas, o diosas. Las miradas sobre su figura se han dirigido desde diferentes disciplinas: etnología, antropología, historia, historia del arte, feminismo, etc. Como es natural sus representaciones varían dependiendo de la óptica moral, y valorativa, desde la que se las enfoca: así para unos será representada vestida de negro, subidas a su escoba y con una nariz aguileña llena de verrugas u otras fealdades, para otros será una figura de una belleza sublime y misteriosa que tienta pero que no puede ser aprehendida, los de más allá directamente las retratarán en las llamas del infierno compartiendo espacio con el mismísimo diablo, tramando alguna canallada.

Una obra acaba de ver la luz, editada por Shangrila: «La bruja. Una figura fascinante. Análisis de sus representaciones en la historia y al arte contemporáneos», coordinada por Montserrat Hormigos Vaquero y Carlos A. Cuéllar Alejandro. Diré de entrada que a pesar de lo largo del título con que se presenta la obra, éste se queda corto del mismo modo que corta se quedan las palabras de la nombrada Hormigos en su Presentación: «este estudio, desde la humildad de las que y los que saben que es un tema inagotable e inabarcable en su totalidad, se basa en desentrañar el modo en cómo se las ha representado en las expresiones artísticas a lo largo de la historia, ya que la bruja fue y es una especie de lienzo oscuro donde cada quien proyecta sus propios miedos, ansiedades, anhelos e intereses», aplíquese el cuento igualmente al título con el que encabezo este artículo, y lo digo ya que la obra ofrece mucho más de lo mencionado como trataré de aclarar en las líneas que siguen.

Si bien el centro de gravedad desde el que pivotan los once ensayos, precedidos de una presentación y un prólogo nada insustanciales ni circunstanciales, los once autores abren el abanico ampliando el foco a cuestiones ajenas a la estética propiamente dicha. Desde el primer artículo, Carlos Cuéllar nos pone en guardia acerca de la complejidad del tema, ya que las distintas miradas y testimonios hacen que varíen las ópticas dependiendo de qué lado se hallen las visiones: la de las víctimas o la de los victimarios…con la Iglesia y sus celosos funcionarios hemos topado, que además de poner en práctica el castigo hacia las acusadas metían mano en los testimonios de estas; dentro del catolicismo también se dieron variaciones en la consideración del fenómeno desde san Agustín a santo Tomás de Aquino. Luego llegaron los ilustrados y su postura desmitificadora sobre la cuestión, y otras cuestiones, sin obviar la posterior identificación de las brujas con las histéricas del psicoanálisis, las reivindicaciones de la figura de la bruja por los posicionamientos neopaganos, los estudios etnológicos de Julio Caro Baroja y las más actuales reivindicaciones de su figura relacionándola con las tesis de género o con el consumo de alucinógenos. De ahí se pasa, de la mano de Raúl Martín, a estudiar el asunto en los pagos de Grecia y Roma en donde la dominante es la figura de la hechicera, basándose en la mitología y en la literatura clásicas (la presencia de Homero y de Horacio y Luciano brillan con fuerza, y salen a la palestra las señeras figuras de Circe, Medea, Canidia o Erictio, Dido y Cleopatra, sin obviar la carga ideológica y las instrumentalizaciones, política, social y religiosa, que de las hechiceras se hizo. Somos trasladados a los pagos del terror y de la ficción por Luis Pérez Ochandio que toma la obra de H.P.Lovecraft para ver en ella, y en algunas de sus representaciones fílmicas, la presencia de la brujería emparentada con la visión cósmica, los mundos paralelos y con el vértigo de los tiempos de incertidumbre en el que vivimos.

Como decía el abanico es amplio y se despliega por diferentes épocas y direcciones estético-ideológicas, y así somos desplazados, por Pedro Ortega a la época victoriana y se visitan los museos y obras más significativas, dándose en aquella época un giro de la figura de la bruja hacia su embellecimiento, adoptando las formas de femme fatale o dominatrix, como se constata en las pinturas y la literatura de aquel tiempo; completando la visita con la ampliación a horizontes vecinos de la simbología hermética. Son dos, Mery Cuesta y Tania Pardo, las que precisamente centran su mirada en el ocultismo, relacionando las pinturas de las cavernas con la magia, observando el quehacer de algunas artistas-brujas contemporáneas, tanto hispanas como extrajeras, como ejemplo de lo señalado y como muestra de la creatividad femenina. El análisis cronológico y arquetípico en los filmes de Disney es abordado por Teresa Llácer Viel, dejando claro que la compañía ha sabido adaptarse a los cambios del tiempo, lo que hace que de las figuras malvadas se haya pasado a las seductoras, suponiendo estos cambios una nueva visión de las brujas en el imaginario infantil y de animación. En el artículo siguiente, Carlos Cuéllar presta atención, la que de Pirineos abajo ha pasado desapercibida, a algunos documentales reseñables sobre el concepto de brujería. Más adelante, Joyce Froome nos lleva de visita al Museo de Brujería y Magia de Boscastle. En el lugar se pueden ver objetos y materiales tomados de la brujería británica y del folklore popular… dejando constancia de que la magia y la brujería sigue estando presente en la cultura popular. El repaso de Montserrat Hormigos Vaquero es de hondura y rizomático ya que extiende su rastreo por el análisis fílmico, la historia del arte, los estudios culturales desde un óptica de género y feminista, abarcando desde los motivos de la caza de brujas hasta los tiempos posmodernos. La misoginia es desvelada en su afán de demonizar la brujería por parte del poder patriarcal. Trae a colación para ello un par de significativas películas, de Robert Eggers y de Lars von Trier, haciendo hincapié en las huellas del miedo a lo femenino, como otredad, que continua pesando en el presente. Y de la pantalla grande pasamos a la pequeña, y Áurea Ortiz Villeta, muestra los cambios que se han dado en el espacio de las series. De la candidez doméstica de Embrujada, se pasa a los tintes de hechicería y de vampirismos varios que han ido irrumpiendo en los discursos actuales, dándose resabios de tendencias sobrenaturales, a la vez que se ve una creciente carga contestataria por parte de las mujeres que se alzan frente a la violencia física y simbólica del sistema patriarcal. Por último, Carlos Arenas despliega su mirada hacia el estado de la cuestión en la actualidad: apoyándose en los ejemplos del arte contemporáneo, fotografía, mundo de la moda e ilustración fantástica, sin obviar los contagios que se dan en la música rock del ocultismos de los siglos XX y XXI: las vanguardias, el underground, el surrealismo… y las huellas en los tatuajes, en las vocalistas de la música pop y rock, que denotan la presencia de la figura de la bruja en nuestros días.

Se acercan a las sesenta las cuidadas ilustraciones que acompañan a los textos, imágenes de pinturas, películas, esculturas, etc., completando el contenido de los documentados ensayos, que por otra parte hacen gala de una rigurosa y amplia gamas de referencias literarias y ensayísticas, lo que da como resultado un verdadero manual sobre el tema y los asuntos afines de vecindad, un muestrario de indudable interés que avanza, como queda dicho, por diferentes terrenos disciplinares.