Por Iñaki Urdanibia.

Una significativa recopilación de reportajes y artículos del escritor y activista vienés.

En los tiempos de la República de Weimar se ensayaron algunas formas nuevas de narrativa, el caso quizá más significativo fue el de Alfred Döblin que hubo de soportar un aluvión de críticas por la atomización de sus historias, de manera muy concreta en su novela-insignia: Berlin Alexanderplatz (1929), que retomaban en cierto modo las técnicas asociativas y de montajes ya empleados con anterioridad en el Ulises (1922) de James Joyce o en Manhattan Transfer (1925) de John Dos Passos, lo cual no quita para que la originalidad de la obra del alemán sea absolutamente destacable ya que además de los aspectos de composición mentados, utilizaba referencias psicoanalíticas y procedimientos cinematográficos para construir su obra; únicamente Walter Benjamín valoró a Döblin a pesar de algunas críticas acerca de los tonos pequeño-burgueses de su personaje central.

Otros escritores de la república nombrada también recurrieron a técnicas similares al juzgar que las formas que debía adoptar la nueva narrativa – la novela ya no casaba con los tiempos – debía adecuarse a los nuevos aires introduciendo para ello algunos elementos documentales, terreno en el que Egon Erwin Kisch con sus reportajes ejerció una indudable y amplia influencia, era en su carácter especular (de speculum = espejo) que reflejaba al instante lo sucedido dando a lo escrito un carácter de inmediatez y autenticidad que fueron del gusto de los escritores de la época.

El hilo conductor del quehacer de este hombre comprometido con las luchas populares es la realidad vivida y eso da una cercanía a sus escritos que por lo general reflejan momentos cruciales de su biografía. Si anteriormente había deambulado como un avezado flâneur por las noches de Praga y lo había relatado en el periódico Bohemia, en el suplemento dominical bajo el título general de Correrías por Praga, recopilando material en sus visitas a tabernas y cafés, y a lugares menos lucidos, como comedores populares o asilos, sitios en los que entablaba conversaciones con los allá reunidos,… ofreciendo el pulso de las sombras de Praga, en la presente ocasión se publica un libro que apuesta por la verdad – que nos hará libre que decía el otro, que es lo único revolucionario según el de más allá – en plena línea con la parreshía griega, que se deja ver desde el propio título: «Nada es más asombroso que la verdad» (Minúscula, 2017). Un abanico de artículos y reportajes que van desde aspectos cotidianos a otros que se detienen en las características que ha de tener un buen reportaje, como arma de arte y combate. Ciertamente en los textos recopilados se aúnan estas dos características: por una parte, se dicen verdades como puños sin tapujos, mas se plasman con un cuidado estilo y una dosificada narración que nos lleva a penetrar en las historias a la carrera.

Una pluma afilada que acompaña a las dotes de observación que le acompañaban. Nos introduce en un asilo de excombatientes, nos narra cómo desveló a un espía, y nos hace conocer la vida de reportero en la gran guerra y su dedicación posterior que le lleva, y nos arrastra, a san Petersburgo, y a lugares señalados de Estados Unidos, al igual que nos hace entrar en unas inquietantes páginas de sucesos. No faltan las páginas dedicadas propiamente la lucha contra el fascismo y a su estancia en las mazmorras de Spandau. También nos presenta su condición de exiliado y sus experiencias indias… para concluir con una serie de lecciones sobre el oficio de periodista y la necesidad del compromiso con la verdad, postura que , según su modo de ver, era mejor hacerlo con el género del reportaje que con el novelístico… El arco siempre bien apuntado para que las flechas fueran certeras en el corazón de la realidad, sin pelos en la lengua y arriesgándose su vida sin achantarse ni sin adornar la dura realidad. No se puede, ni debe, obviarse el ubicador posfacio que cierra el libro a cargo de Francisco Uzcanga Meinecke.

Responde su escritura – como ya queda apuntado al pasar – a la furia y rabia que le producían las experiencias que le tocaron vivir a ese ser que nació en Praga el 29 de abril de 1885 y que falleció en la misma ciudad el 31 de marzo de 1948. Toda su existencia fue un mirar sin cesar todo lo que le rodeaba sin temor a inmiscuirse en los asuntos que, según su modo de pensar, exigían su entrega. Tras cursar sus estudios de periodismo y colaborar con Bohemia, el más importante periódico en lengua alemana de Praga, luchó en la primera guerra en el ejército imperial austriaco del que desertó tras haber sido sancionado en repetidas ocasiones por criticar los modos de vida en los cuarteles. Participó activamente en la creación de los consejos obreros y de soldados en Viena, ocupando puestos de responsabilidad de los guardias rojos . A partir de tal experiencia comenzaron sus viajes como reportero: Berlín, y posteriormente Unión Soviética, Estados Unidos China y Australia. En 1933 con ocasión del incendio del Reichstag fue detenido y trasladado a la prisión de Spandau, siendo posteriormente deportado a su ciudad natal, no sin antes haber sido expulsado de Inglaterra por ser considerado un peligroso subversivo como lo había sido también de Australia por el mismo motivo. Luego se trasladó a la capital del Sena y de allá fueron varias las escapadas que hizo a España en los momentos de la guerra civil. Al comienzo de la segunda guerra mundial, y siendo consciente de los peligros que corría de caer otra vez en manos de la Gestapo, debido a su condición de judío y rojo, eligió como destino los EEUU y finalmente se instaló en México hasta que finalizada la contienda volvió a Praga.

Egon Erwin Kisch, Der rasender Reporter…el reportero rabioso.