Por Iñaki Urdanibia.

El día 11 de abril de 1977 dejó de latir la vida de este multifacético poeta.

«Soy como soy

estoy hecho así

Cuando tengo ganas de reír

Río a carcajadas

/ …/ …

Soy como soy

Estoy hecho así

Qué más queréis

Qué queréis de mí.»

«La poesía, es lo que se sueña, lo que se

imagina, lo que se desea y lo que sucede,

a menudo. La poesía es uno de los más

verdaderos, uno de los más útiles apodos de la vida»

«Los terratenientes del dominio de las ideas se muestran perplejos ante los graffitis de los vagabundos del pensamiento»

Poeta y… muchas otras cosas más (guionista de cine, creador de diálogos de películas y telefilmes, dramaturgo, dibujante, realizador de imaginativos collages, orador brillante y ocurrente…)…¡ una fiesta en ebullición creativa, un humor disparado y corrosivo! De sus obras de teatro profetizaba Antonin Artaud que «con su feroz humor, el teatro de Jacques Prévert es un teatro de las tinieblas… El teatro ha nacido de las tinieblas como la luz del caos, y, como ella, emerge para vencer las tinieblas del caos […] El humor de Jacques Prévert señala que nuestra época está enferma». ¿Qué no hizo este hombre? ¿En qué actividad cívica no participó? ¿Cuántos amigos no tuvo entre lo más granado del arte: pintores, fotógrafos, escritores? La vida, la libertad, el amor, la amistad, su ciudad – París – un amplio bestiario, la paz, fueron los ejes de su existencia, y…siempre la infancia en el corazón, convertida en importante destinataria de muchos de sus textos e inundando el espíritu todo de su quehacer… con una mirada espontánea e inocente.

Un cáncer de pulmón se llevó el 11 de abril de 1977, al «único hombre al que no soportaría ver morir» que dijese su amigo André Breton en la dedicatoria de uno de sus libros. Se fue pero su sombra sigue encarnada en los cánticos infantiles, entonados o recitados en las escuelas, o vertidos en los vinilos (o Cds), que continúan las versiones iniciales y originales de Yves Montand, Juliette Greco (que de él dijese: «era nuestra voz, era quien traducía nuestros amores, nuestros disgustos, nuestra política y nuestras elecciones»), los Frères Jacques, Marianne Oswald, Catherine Sauvage… hasta el rap, musicaron sus versos, sin obviar la inolvidable chanson, a él dedicada, de Serge Gainsbourg.

Allá, en aquel 11 de abril, acababa la vida del sujeto que se había estrenado a la vida el 4 de febrero de 1900 en Neuilly-sur-Seine, en la banlieue parisina. Nacido en el ambiente propio de una familia burguesa, su infancia (su paraíso perdido y reencontrado) transcurrió entre el aburrimiento de la escuela («Dice no con la cabeza / pero dice sí con el corazón / dice sí a lo que quiere / dice no al profesor»; otra muestra de su postura: «De niño, tenía a menudo 0 en conducta/ pero si, sonriendo, les decía / «¡ Ah, tengo 0 en conducta!»/ se ponían furiosos y gritaban : «No es 0, es cero!…»» ) y el acompañamiento de su padre en las visitas de inspección – trabajaba en la Oficina central de los Pobres – «para saber si merecían las ayudas que recibían» que le marcaron, ya que no cabe duda de que en tales visitas, el pequeño Jacques descubrió miserias que él no podía ni imaginar en su acomodada vida familiar. Si en los estudios se aburría hasta los topes, sus lecturas, sin embargo, abundaban (Las mil y una noches, David Copperfield, Los tres mosqueteros, La cabaña del tío Tom, …), siendo el descubrimiento del cine igualmente temprano.

A los quince años abandona los estudios y comienza a ganarse la vida con todo tipo de trabajos – unos legales y otros inconfesables -; entre los primeros, dependiente en diferentes grandes almacenes comerciales (Grand Bazar, Bon Marché…). Cumpliendo el servicio militar conoce a quien llegaría a ser destacado pintor surrealista Yves Tanguy y también a Marcel Duhamel que con el paso del tiempo se convertiría en director de una inaugural colección de novelas, bajo la etiqueta de «Série Noire», título que le fue inspirado por Jacques; en tal época tuvo sus más y sus menos con la policía ya que algún texto suyo alentaba la huelga a las armas. Tras la mili, entra a trabajar en Courrier de la Presse, lo que le supone una familiarización con todo tipo de periódicos y noticias que le servirán para su posterior creación y sus posicionamientos públicos. Una existencia que ya comenzaba a ser una permanente búsqueda de sí, asombrado ante « un mundo sobrio y ebrio / un mundo triste y alegre/ tierno y cruel / real y surreal / terrorífico y divertido / nocturno y diurno / usual e insólito / …». Y del mismo modo que la estupefacción era el comienzo de la filosofía según aseveraba Platón, la mirada de Prévert, propia de la continua sorpresa ante la sorpresa del mundo («La tierra mira la tierra, todo el mundo mira a todo el mundo, nadie comprende nada»), es la que provocó el ciclón de creatividad, la búsqueda de distintos instrumentos de expresión , sin hacer ascos a las novedades tecnológicas, etc.

De todos modos, la explosión creativa se inició de manera abierta a sus veintitrés años, fecha en la que su nombre comienza a asomar en las películas de Marcel Duhamel – lo cual supone el inicio de su celebridad -, a lo que se ha de sumar la coincidencia, feliz, de ser albergado en un domicilio junto a Yves Tanguy (momentáneamente también con Boris Vian) en la rue de Château, lugar que se convertirá en centro de reunión de Louis Aragon, André Breton, Benjamin Péret, Robert Desnos, Michel Leiris, Raymond Queneau y muchos más. Él que era reacio a cualquier tipo de –ismo, hizo una excepción con el surrealismo («de todas las palabras en ismo, era el mejor. Ha habido películas surrealistas, ha habido cuadros surrealistas, poemas surrealistas, una revista surrealista, es eso lo que resulta interesante: no era un movimiento limitado a un solo género de actividad»). En tal plural movimiento participó plenamente, si bien en tal época no llegó a escribir / publicar nada, entregado como estaba a los happenings y a sus peroratas admiradas por unos y por otros por su originalidad, su retórica potente y sus afilado espíritu crítico que ya apuntaba, con potencia cercana al dadá, a los tonos pacifistas , polemistas, internacionalistas y anticapitalistas. Su papel de perejil – y pimienta – de todas las salsas -, se extendió al ser convocado para formar parte del Colegio de Patafísica («Los que creen creer / los que croa-croa»)…Con respecto a Breton, a pesar de las críticas contra él vertidas, colaborando en un corrosivo texto que ponía a caldo al gurú –  Cadavre – siguieron manteniendo la amistad hasta más allá de su participación en el movimiento .

Entre 1932 y 1936 su entrega a la redacción de numerosos textos para un grupo teatral que tomaba inspiración y nombre, Octubre, en la revolución rusa, fue plena; la actividad de tal grupo – en el que se unían comunistas, trotskistas, anarquistas y gente “sin partido”- se centraba en la búsqueda de llegar a sectores populares, llevando a cabo sus representaciones en fábricas o almacenes en huelga. Lo fundamental para ellos era la expresión directa , volcando su temática en torno a asuntos de rabiosa actualidad política, y encaminados a provocar acciones de protesta. Posteriormente llegó su total, o casi, entrega al séptimo arte, realizando guiones y escribiendo diálogos con las más brillantes luminarias del panorama cinematográfico hexagonal .

Siendo ya célebre, la publicación en 1945 de una primera recopilación de sus textos, Paroles, obtuvo un grandísimo éxito lo cual fue más dimensionado todavía por las versiones musicales de muchos de sus poemas… luego abundaron sus cuentos para niños, otras recopilaciones poéticas, y su relación y amistad con pintores (Braque, Picasso, Calder, Miró, Max Ernst…) y fotógrafos (Brassaï, Ylla, Izis, André Villiers, Robert Doisneau…) que colaboraron ilustrando muchas de sus obras; muchos de entre ellos le invitaron a que se dedicase con mayor entrega a la elaboración de sus collages, especialmente admirados por Pablo Picasso que le decía: «tú no sabes dibujar, no sabes pintar, eres un pintor». (Las muestras de tal actividad puede verse en sus Fatras – 1966 – e Imaginaires de 1970; verdaderas muestras de su arte, que rebosan erotismo, anti-clericalismo, anti-militarismo, etc. y algunas imágenes fantasmales cercanas a la pintura metafísica de George de Chirico ).

Un hombre en el centro del torbellino de su tiempo, siempre en el epicentro, manteniendo a su vez su absoluta independencia. Reacio a aprender las concepciones que se repetían en la onda de domesticar al personal («no quiero aprender nada / No quiero comprender nada/ ni retener / de voz muerta / No quiero oír más / este estruendo sordo y mudo / de frases y cifras / de números e ideas…»), su aliada era la vida y ambos cantaban cercanos a la senda de los niños salvajes, de la cultura popular; perdóneseme la larga cita pero es que resulta meridiana como constatación de que el bagaje de Prévert estaba compuesto más de la lengua popular que del lenguaje del saber, académico y erudito: «el pueblo transforma la lengua, los grandes de este mundo la codifican. Al lenguaje del pueblo, se le debe casi todo. A un reptil, el pueblo le ha encontrado un nombre. Los sabios hallan motes, a veces útiles, pero a la serpiente o al reptil, se le oye, se le ve, es lo vivo, es la poesía, la verdadera, la única, la fuente. Una fuente es más bella que una charca. Mas el niño, en una charca, lanza una piedra que hace ondas. Estas ondas, en la charca de los pensamientos impuestos, fuerzas forzadas, se vuelven multiformes, forman imágenes. Imágenes que consuelan, que hacen reír a la gente, las gentes que hoy están formadas por esclavos como tanta gente, esclavos de ideas, esclavos de verdades, esclavos de libertades, esclavos de esclavitudes pretendidamente abolidas, nuevos esclavos a la moda de hoy». Quizá este afán por mantenerse en un nivel popular le llevó a alcanzar un notable éxito y amplia notoriedad en ambientes alejados de cualquier gusto por la poesía y el arte en general, lo que hizo que eclipsase a algunos de los poetas coetáneos suyos – Henri Michaux, Francis Ponge o Michel Leiris, … – popularidad que le supuso algún que otro calificativo despectivo: “ populista” (Louis Aragon a la sazón estalinista de pro, así lo etiquetó), “facilón” (Cocteau, exquisito él), etc. aunque también le valió elogios encendidos: «ningún otro poeta de este tiempo, excepción de Benjamin Péret, no ha mostrado de manera tan total y tan alegre, confianza en el poder liberador de la palabra humana, ninguno se ha desprendido tan lealmente de las exigencias más o menos confesadas de la estética tradicional, ninguno ha sabido, con tanta seguridad, conciliar las aparentes contradicciones de la inspiración gratuita y el mensaje social» (Léon Gabriel Gros).

Una implicación con las causas populares y una simpatía desbordante por quienes luchaban por la liberación de diferentes opresiones – siempre, reitero, manteniendo su independencia -: contra la guerra de Argelia, a favor de Charles Chaplin ante la persecución a que era sometido en EEUU, en pro de que se hiciese luz acerca de los procesos de Moscú… en fusión con los rebeldes del mayo del 68, etc., etc., etc.

Jacques Prévert una constante llamada en pos de la libertad, de la desobediencia, de la denuncia de los males de lo militar – que en palabras del otro era lo contrario de civil, y en consecuencia lo opuesto a civilizar -: «los criminales de paz, asesinos pequeños o grandes, irrisorios artesanos de diversos hechos cotidianos, no matan más que a su prójimo, los criminales de guerra masacran a sus lejanos y por todos los medios. Los más jóvenes de sus prójimos protestan, los otros, en su mayoría, no dicen nada», y los generales muriendo apaciblemente en sus calentitos lechos mientras que los jóvenes se desangran en los campos de batalla («Un hombre está caído y bañado en su sangre / Los recuerdos las flores las fuentes los jardines / Los sueños infantiles / Un hombre está caído como un bulto sangriento/…). Preguntándose si «¿moriremos de hambre si cesamos de fabricar máquinas de morir de guerra?», trayendo en su apoyo a los delfines que denuncian «la gilipollez de los primates evolucionados», o a las golondrinas de las que una sola no hace primavera a las que opone la bárbara potencia de un solo ingenio nuclear que puede dar al traste con todas las primaveras. Alertando a quien le quisiera oír: «Atención camaradas, atención,/ Morir por la patria, es morir por Renaut,/Por Renaut, por el papa, por Chiappe [ prefecto de policía cercano a Action Française ], /Por los mercaderes de carne,/ por los mercaderes de cañones…»

Un autodidacta interesado por todo lo humano, siempre dispuesto a luchar contra los «órganos de la Barbarie y del cuchillo», apoyados en los discursos que tras la palabra paz ocultan el dinero, y quienes los bendicen , reunidos en «el Santo Oficio de los muertos »…y él, rezando su particular oración: «Padre nuestro que estás en los cielos / Quédate allí / Y nosotros nos quedaremos en la tierra…»… un grito contra las manipulaciones, una incontenida rabia por expresarse, con el recurso a las palabras imágenes a las asociaciones de ellas, zancadilleando las opiniones recibidas, siempre dispuesto a dislocar las asociaciones de ideas consagradas y confortables…extrayendo de lo más sencillo los efectos más sabios en palabras del insustituible Maurice Nadeau. ¡Así, Jacques Prévert quien a sus treinta años decía de sí mismo: «escribe en mal francés para franceses malos»!