EL ESCRITOR VALENCIANO. RAFAEL CHIRBES - EN LOS JARDINES DEL MUSEO MUVIM- Valencia. 20/2/2013 FOTO. JESUS CISCAR.

EL ESCRITOR VALENCIANO. RAFAEL CHIRBES – EN LOS JARDINES DEL MUSEO MUVIM-
Valencia. 20/2/2013 FOTO. JESUS CISCAR.

 

Por Iñaki Urdanibia.

 

El día 15 falleció el que sin dudar fue uno de los más grandes novelistas del panorama hispano.

El día de la mare de Déu fallecía, a causa de un cáncer de pulmón, este gran escritor valenciano que sin lugar a dudas era una de las plumas más comprometidas del panorama de la literatura en castellano. Al menos se pudo ir seguro de que su intención de «provocar acidez de estómago » la logró , y con sobradas creces.

Comenzaré recurriendo al tan socorrido dicho de que bien nacidos es ser agradecidos. Con ocasión de una reseña que realicé a la que fuese, tal vez, su primera novela y si no recuerdo es debido al paso del tiempo –hace ya más de veinte años- y a que la verdad es que no he dejado de leer y reseñar las novelas, y ensayos, del escritor nacido en 1949 en Tavernes de Valldigna [ sin obviar que en aquella época servidor escribía con la olivetti y de aquellas críticas no queda ni ripio, además de que no tengo a mano mi ordenador, posterior, en el que seguro que algo hallaría, tampoco sus libros , pero bueno…no continuaré deteniéndome en limitaciones o acabaré mojando la moqueta con el llanto]. A lo que iba, recuerdo que la reseña de la que hablo – tal vez por la temática «En la lucha final » – finalizaba diciendo que Chirbes tenía el corazón en la izquierda y la sangre roja…al poco a través de unos amigos valencianos comunes que me llegó un agradecimiento en el que Rafael confirmaba su inclinaciones por la zurda y la rojez. Por mi parte, he de agradecerle a él su consistentes novelas y ensayos literarios que tantas horas agradables me han hecho pasar, manteniéndome en estado de permanente combatividad.

Rafael Chirbes nunca se ha andando con zarandajas ni se ha ido por las ramas nebulosas del estilismo, sino que su quehacer se asemeja más al de una apisonadora que se mueve a ras de suelo, pisándolo fuerte : así desde su «Mimoun » – herencia, lo digo por el escenario y por el personaje que bien puede tomarse como el alter ego de Chirbes, de su trabajo como profesor en tierras marroquíes, hasta la última entrega de su trilogía sobre la chusca actualidad hispana, «En la orilla » ( que completaba su retrato en «Los viejos amigos » y « Crematorio ») Sí que se ha ido no obstante por las aguas, a lo largo y ancho del Mare Nostrum como deja explicitado- a lo Chatwin o Theroux- en su « Mediterráneos ».

Podría aplicarse a su travesía aquel dicho latino de homo sum; humani nihil a me alienum puto (soy hombre; nada de lo humano me es ajeno, pues las páginas , cargadas de repleta prosa, centran su mirada en los tiempos de esperanza en la lucha contra el franquismo y la resaca posterior que dio paso al desencanto de los perdedores y al asentamiento de la clase dominante que en las nuevas condiciones, democráticas, veía crecer opíparamente sus negocios implantada ya la cultura del pelotazo ( ¿ sea acuerdan de Mario Conde, vendido desde los ámbitos comerciales como ejemplo de joven emprendedor que a sus treinta años era capaz de jamarse el mundo…y, luego se vio, el perteneciente a los demás. « La larga marcha », obra con título de resonancias maoístas, supone una exploración de hondura en lo que hace a la génesis, larga y sinuosa, del presente.

En sus historias, por boca de sus distintos personajes, nos habla de lo divino y de lo humano: del amor, del matrimonio, de la familia, del arte, de la comida, de asuntos ecológicos, de literatura, etc., etc., etc. Así en el pedazo novela ( y no me refiero a la paginación que tampoco era moco de pavo: 420) que es « Crematorio » que posteriormente según creo fue llevada a la televisión. Muy en concreto en las últimas entregas se toman como objeto de crítica los uno y mil chanchullos urdidos, de la mano (sucia hasta la guarrería), por empresarios de la construcción, en comandita con mafiosos, políticos y lacayos varios. El escenario la costa mediterránea, los personajes: miembros de familias -con su creciente ampliación de matrimonios y los resultados descendientes de estos- y asalariados fieles.

La prosa inquieta y multidireccional de sus libros hace que nada quede fuera del ángulo de tiro del escritor, y en consecuencia de los lectores. Hay momentos en que si uno no es lector fiel-y hasta combativo, lo digo simplemente en lo de dedicarse a leer- puede sentirse groggy como un boxeador contra las cuerdas; la prueba, no obstante, bien merece la pena; servidor al menos ha disfrutado cantidad en la borbotonescas lecturas, en ese ir y venir por las opiniones que en el mundo son con respecto a cantidad de asuntos-como queda dicho- y que resultan de una sagacidad indudable al menos para el menda [ sea dicho al pasar cómo afirmaba Kafka -y cito de memoria- « un libro que merece la pena es aquel que te sienta como un puñetazo en toda la boca », o por decirlo con palabras de otros gran escritor contemporáneo, el luso Antonio Lobo Antunes: «…en el acto de escribir hay mucho de combate de boxeo. Los malos libros son aquellos que nos dejan la cara y el estómago intactos. En general venden más por eso mismo, pero no nos tiran a la lona. Cualquier gran libro nos tira a la lona y le quedamos agradecidos por eso, puesto que vivimos a ras de tierra y no logramos levantarnos del suelo sin ayuda ».]

. Una escritura siempre empeñada en la labor incesante de desmontar las coartadas de quienes habiendo cambiado « de chaqueta » han de justificar sus incoherencias, para mantener en pie su privilegiada, y contradictoria con respecto a las ideas defendidas en el pasado, situación actual que han de embellecer-como digo- de algún modo(siempre embarcados en el oficio de triunfar) etc. Siempre arriba como la espuma. ¿ Ay « Los viejos amigos »!

Creando la sensación, en el lector, de hallarse ante un desatado lienzo de George Grosz u Otto Dix, Rafael Chirbes, como un incontenible torrente, iba dejando correr sus palabras, sus descripciones paisajísticas y de los escenarios en los que se mueven sus agitados personajes. El retrato se va componiendo de las certeras pinceladas que van dejando constancia de unos ambientes y de unas formas de pensar y de vivir, que desvelan el pulso de una época, digamos que, de resaca. Las discusiones no faltan y las opiniones tampoco, al unísono con la carencia absoluta de puntos y aparte; y Rafael Chirbes no era de los que daba descanso a sus lectores. Como queda señalado: en él era hábito dejar en sus libros constancia clara de una radical huella política, de honda crítica con el presente y con el pasado pues el primero descansa de algún modo en el segundo, además de que muchas de las posturas actuales de muchos personajes públicos-o no- hunden sus raíces en un travestismo sin cuento con respecto a su pasado, con respecto a sus sueños juveniles, que se esfumaron como aquéllos placenteros de una noche de verano… Seriedad temática cuyo acercamiento facilitaba su tono desenfadado, pertrechado de un corrosivo sarcasmo, que hacía que la entrega de sus ideas vayan siendo entregadas como quien ya está de vuelta, pero habiendo ido realmente al lugar del que vuelve, pues no hace falta ser muy sagaz ni haberse caído de un pino para oler que el escritor-como cantidad de gente de su generación- trató de cerca al personal como el que describe, y cuyas trayectorias van siendo desmenuzadas sin piedad, y hasta destripadas con afilado bisturí.

Una obra premiada por todas las esquinas con todo merecimiento ( Herralde, premio de la Crítica, Nacional de narrativa…) y que es un premio en ella misma para los aficionados a la lectura… notario d´un temps, d´un país, que al final no fue el « nostre » – que cantase el de Xátiva- ni se realizó como el que se soñó, y que supuso una absoluta frustraron, tras los tiempos transitorios, echando por tierra ciertas esperanzas luminosas que brotaban en los tiempos de lucha

Como las llamas del fuego -del « Crematorio »- que no cesan y se mueven imprevisiblemente y sin cesar, así se comporta la prosa de Rafael Chirbes que nos mantiene en tensión en todo momento, llevándonos de un lado para otro en un movimiento perpetuo de gentes que deambulan en sus variopintos, y a veces sucios, quehaceres; entre ladrillos (que no respetan ni la costa, ni los restos arqueológicos del pasado), drogas y sexo, con sus respectivas mafias y trabajos sucios. Y… nos deja un regusto profundo de. rebeldía que nos hace más humanos y probos con los tiempos que vivimos.

Con Rafael Chirbes se ha callado la intempestiva voz que ha servido para levantar acta de los tiempos del tardofranquismo y los posteriores, siguiendo aunque con un estilo y unas historias absolutamente diferentes la sena de Manolo Vázquez Montalbán y abriendo camino a posteriores escritores « sociales » como Belén Gopegui, Isaac Rosa o Marta Sanz, y…no paso lista.

Por asociación, me suena la canción de Luis Pastor dedicada a otro Rafael…« Te recuerdo Rafael…»

¡ Que la tierra te sea leve, amigo, !