Por Iñaki Urdanibia

25 de junio fallece el artista, no diré pintor ya que sus obras experimentales van más allá de la pintura, José Antonio Sistiaga.

Pues bien, comentando la noticia con el miloficios, eficaz, que se dedica a las labores de mantenimiento de la casa en la que habito, hablamos de la muerte nombrada. Él estaba pintando unas rayas frente a la puerta del portal con el fin de evitar que la gente aparque en dicho lugar… le comento, que está hecho un artista y me responde diciendo que no llega su obra, unas rayas amarillas, al nivel del fallecido… le comento que más vale ya que cada cosa en su sitio, pues si en el suelo pintase una obra como las de Sistiaga la gente no entendería de qué iba la cosa… Divagando sobre la comprensión de las obras de arte y su interpretación, me viene a la cabeza, y le comento, aquel episodio de la desaparición de una enorme obra de Richard Serra del Reina Sofía al pensar los empleados del almacén que aquellos hierros, 38 toneladas, eran material para la chatarrería (?)… Azares de la vida, al llegar a casa ojeo Le Monde del 30 de junio, y en concreto en las páginas del suplemento Le Monde des livres, veo la breve recesión de un libro, Chef d´oeuvre (Obra maestra) de Juan Tallón, editada por Le Bruit du monde, y leo que está traducido del español, la obra trata precisamente del tema del que acabo de hablar con el trabajador ¡Cáspita! Consigo el libro y lo leo: «Obra maestra», editado por Anagrama; el libro ya va por la quinta edición. Realmente se me había pasado y es que a todo no se puede estar. Señalaré que he optado por titular este artículo con el de una obra de Georges Perec, La Disparition, en la que había desaparecido la letra “e”, la vocal más utilizada en la lengua francesa, y es que algo de juego, muy serio, al estilo perequiano o oulipiano, tiene la obra de Juan Tallón, si bien en esta ocasión lo desaparecido es una gigantesca escultura, y si se quiere, hablando de letras, en esta ocasión serían la letras de cambio por medio de las que pagaron el pastizal que se cobró por la obra, unos 30 millones de pesetas.

La novela de Juan Tallón (Viladervós, Ourense, 1976) es una muestra de desbocada imaginación y humor, una novela coral, cuyo desenfado despliega una red, de personajes que tomando como centro de gravedad la desaparición misteriosa de la obra de acero del famoso escultor cercan el misterio desde diferentes puntos de vista, de gente puesta en el terreno del arte, la arquitectura, los museos y exposiciones, ofreciendo una mirada caleidoscópica del asunto inconcebible. Prácticamente ochenta entradas en las que el director de orquesta, Juan Tallón, presta su voz a diferentes personajes, que responden a nombres reales del mundo real del arte, que van desde el propio escultor y el músico Philip Glass, ayudante una época del artista, además de artistas, arquitectos, pintores, políticos, galeristas, jueces, funcionarios, chatarreros, empresarios, taxistas, camioneros, directoras de museo, policías locales e internacionales, críticos de arte, vigilantes jurados, e [entre pitos y flautas casi ochenta personas implicadas de uno u otro modo con la dichosa escultura debiéndose añadir las explicaciones del propio autor sobre las dificultades para llevar adelante su proyecto, con momentos de desánimo hasta el punto de pensar en abandonarlo], lo que hace que, además de arrojar luz sobre el misterio, y conocer las trayectorias de varios de los personajes que asoman, irrumpan cuestiones relacionadas con el mundo del arte, de los marchantes, de los negocios relacionados con él, la realidad y su representación, etc., etc., etc.. Las historias que se presentan abarcan desde los años finales de los setenta hasta la primera veintena de este siglo, y proceden de ambos lados del charco.

La versión que presento en el primer párrafo, fruto de las noticias de prensa de la época u otras oídas por aquí y por allá, resulta falaz, leyenda urbana que se dice, si en cuenta se tienen todos los detalles que aporta el libro sobre las características de la obra desaparecida, obra que había sido encargada para la inauguración del museo Reina Sofía en 1986, trabajo realizado para la ocasión presentado con el título de Equal-Parallel-Guernica-Bengasi y que permaneció expuesta hasta 1990, fecha en la que a falta de espacio quien era a la sazón director del museo, instalado en el antiguo Hospital General de Madrid, la retiró encargando a una empresa de almacenaje de arte, su custodia; en el momento posterior, la nueva directora del museo decide que la obra de Serra ha de ser recuperada, quince años después, para su instalación en las salas del museo, surgió la liebre: la empresa de la que se habla, Macarrón S.A., había desaparecido en quiebra y sus instalaciones, una nave en Arganda del Rey, quedaron en mano del Ministerio de Trabajo…y de la obra, reitero, consistente en cuatro bloques independientes de acero con un peso total de 68 toneladas ni rastro. Cómo iba a librarse el empresario de la ruina si no se le pagaban las deudas del estado, millones y millones, desde la Expo de Sevilla o antes; «El Ministerio del Cultura acabó con nosotros porque nunca nos pagó los millones y millones de pesetas que nos debía […]. Cómo no íbamos a contraer deudas con la Seguridad Social»; al contrario, desde la Tesorería de la Seguridad Social se afirma que se dieron orden, a diferentes museos e instituciones artísticas, de que no desembolsasen ni un duro a la empresa ya que desde 1992 se la veía caer.

Ya el título de la obra apunta al misterioso destino de la gigantesca obra de Serra, y la respuesta ante la noticia, del propio escultor que realizó una réplica de la obra dando a entender que esta era el original y la obra maestra y no la desaparecida, aunque no le falta razón a Tallón, poniendo en boca del artista Isidoro Valcárcel Medina, a la hora de afirmar que la verdadera obra de arte es el robo de la obra no su elaboración… y es que a pesar de las numerosas pesquisas, el paradero de la obra sigue siendo desconocido, un misterio. La re-elaboración del escultor conduce igualmente a cuestiones relacionadas con el valor de las copias con respecto al original. Abracadabra

Un balanceo entre las noticias extraídas de diferentes consultas y conversaciones, al modo detectivesco, y unas declaraciones e historias que aun siendo imaginadas en cantidad de ocasiones, dan cuenta fiel de diferentes retratos de personajes y de opiniones diversas; muy en concreto destaca por los análisis presentados los pasos anteriores y últimos del escultor Serra, al igual que sus relaciones un tanto tensas, por decirlo así, con el arquitecto Franz Gehry, creador del Guggenheim bilbaíno, y… ya de paso algunas declaraciones de una militante de ETA que narra los planes de voladura que tenían con respecto al museo nombrado, y otras historias. Cualquiera que haya visitado el museo bilbaíno habrá contemplado el pasillo de Serra, su Snake (Serpiente), y penetrado entre las dos paredes ondeantes en su paralelismo, y habrá sentido la sensación de desamparo, de vacío o de demasiado lleno en lo corporal… verdadera experimentación espacial que dice Richard Serra; del escultor americano se dan amplias informaciones acerca de sus concepciones del arte, del espacio, del peso, al igual que su admiración por Jorge Oteiza y las relaciones de amistad que con el escultor vasco tuvo.

Como queda señalado, el libro se abre a la reflexión, el debate y la rumia de cantidad de aspectos relacionados con el arte, el mercado y los negocios con él relacionado, pues más allá del caso inverosímil y misterioso de la desaparición de la que se habla, otras obras, valoradas en cifras millonarias, permanecen ajenas a la exposición pública debido a los vaivenes de la moda y/o las variaciones del gusto; así, reposan en almacenes varios a la espera de una posible vuelta a la cresta, o sirven para la degustación de coleccionistas privados más allá de los intereses colectivos; y la mención especial del Freeport de Ginebra, «el puerto franco de la capital suiza alberga la mayor parte del arte oculto del mundo…».

La obra se publicó en la colección de Narrativas hispánicas, y cierto es que narraciones hay a porrillo, siendo el lugar del crimen la capital del reino, entreverándose relatos con tonos de reportaje periodístico de investigación, y un cruce con el ensayo estético y otras yerbas. A nadie se le caerá el libro de las manos, y aunque se le cayese nunca tendría el problema, más de uno, que ha supuesto la caída de alguna obra de Serra en los momentos de su instalación; «el peso es para mí un valor esencial; no es que sea más atractivo que la ligereza, pero sencillamente sé más sobre él que sobre lo ligero, y, por tanto, tengo más que decir sobre el equilibrio del peso, la disminución, la adición y sustracción del peso, su concentración, su manipulación, su contención, su emplazamientos, su retención, los efectos psicológicos del peso, la desorientación, el desequilibrio, la rotación el movimiento, la direccionalidad y la forma del peso. […] Así que puede decirse que soy un artista del peso, que aspira a convertir lo pesado en ligero» sostiene el artista del acero, según Tallón.

En fin, una obra francamente lograda que se compone como un hojaldre en la que se superponen las diferentes capas de análisis, expresadas en monólogos de la pluralidad de personajes señalados.

Lectura entretenida donde las haya, que no interesará únicamente a los aficionados al arte y a los aficionados a detectar meteduras de pata de las administraciones («la Administración tiene sus propios trámites, y telarañas»), sino también, faltaría más, a los amantes de la literatura. Y, eso sí, al final aun presentándose todas las hipótesis (robo por parte de algún coleccionista, para fundir el hierro o entierro en el campo anexo al almacén en el que estuvo custodiada) y las correspondientes búsquedas… la pregunta sobre el paradero de la obra permanece como el caso de Wally.

                                          Hendaia, 7 de julio