Category: JONATHAN SWIFT


Por Iñaki Urdanibia

La más significativa obra del escritor irlandés.

«De este libro, nuevo y profundo, la humanidad ha querido hacer un libro de lectura amena, un libro para niños. No en vano las páginas que hacen reír a los niños son, con frecuencia, las mismas que deberían hacer llorar a los mayores»

Giovanni Papini

«Los viajes de Gulliver es una sátira salida de madre y sigue siendo incomprensible que el primero y el segundo viajes, a la tierra de Liliput y a Brobdingnag, hayan perdurado como libros para niños»

Harold Bloom

«El genio de Swift ha hecho de un cuento de hadas una novela no comparable co ninguna otra por el arte del relato y el verdadero espíritu de su sátira»

Walter Scott

A lo largo de la historia los viajes han ido unidos al conocimiento del Otro, con sus diferencias; tampoco han faltado la búsqueda de Eldorados varios o de ejemplos de vida que sirviesen de modelo o de contra-modelo a los hábitos asentados en los lugares de los que partían los viajeros y exploradores; sin obviar los intereses económicos, claro está. Desde la Odisea, los viajes tanto los reales como los literarios no han cesado de producirse, implantándose de manera especial con el conocimiento de tierras hasta entonces ignotas, lo que supuso el hallazgo de materias primas, mano de obra barata (por no decirlo más claramente: esclava) amén de ampliación de los conocimientos del arte de la navegación. Unidos a los viajes florecieron las utopías, que proponían sociedades perfectas o al menos más armoniosas que las conocidas: ahí están Tomás Moro o Campanella, por nombrar dos de los precursores, sin obviar en lo que hace al carácter viajero a su coetáneo Daniel Defoe… esta ola se extendería más tarde, en una búsqueda de otros lugares y costumbres que, en cierto sentido como señalase Montaigne fortaleciesen la imagen propia en contraste con las otras, espíritu viajero que haría furor en los tiempos ilustrados como lo dejan ver las obras de Diderot, Montesquieu, etc. en una exploración de la alteridad radical que hacía exclamar las más de las veces: «vaya costumbres más extrañas que tienen estas gentes…».

Podría afirmarse que heredero de este espíritu viajero son Los viajes de Gulliver de Swift, precisando, no obstante, que con él se deja de soñar en maravillosa utopías al proponer unas islas que vienen a ser utopías invertidas o si se quiere mero espejo de la sociedad propia, observada de manera poliédrica…de ahí la visita a diferentes islas en las que sobresalen diferentes aspectos de la estupidez de los humanos (Balnibarbi, Blefuscu, Brobdingnac, Glubbdubdrib, la tierra de los Houyhnhmas, Laputa, Liliput y Luggnagg; los nombro por orden alfabético).

Contaba Walter Scott que se contaba que el librero Motte recibió el manuscrito, que le fue arrojado desde un coche de alquiler, dentro de su negocio, el mes de agosto. No tardó mucho en publicar la obra, en noviembre, sometiéndola, eso sí, a ciertos cambios y recortes, cosa que provocaría un serio disgusto al autor que a partir de entonces hizo acompañar las futuras ediciones de una aclaratoria Carta de Gulliver a su primo Sympson. La obra causó atracción en lectores de todos los niveles sociales, provocando en algunos, está claro, un disgusto de calado.

En la obra Swift deja ver su espíritu satírico de polemista y panfletista, cuyo afilado humor le emparenta con Sterne o Rabelais. Como decía líneas más arriba en la obra se da un cruce entre el relato de viajes, el cuento filosófico y el panfleto, más absolutamente pegado al suelo y a los problemas que acuciaban a su país; Swift sitúa sus visitas como si el viajero, Gulliver, fuese la tabula rasa propia de los empiristas, sobre la que se iban a ir inscribiendo las novedades halladas. En los cuatro viajes de que consta el libro se van analizando aspectos de la vida en Inglaterra; más en concreto su primer viaje de Gulliver, médico de a bordo, llega a las isla de Liliput retrata la política inglesa, el parlamentarismo, las intrigas y privilegios de la corte; las luchas entre los partidos, los tramenksans y los slamecksans – torys y whigs – cebándose especialmente en estos últimos. Las situaciones jocosas no faltan como las diferencias a la hora de cascar los huevos por la parte ancha o por la estrecha, o en lo referente al uso de diferente tamaño de tacones en el calzado. Allá los seres minúsculos , alrededor de los quince centímetros (seis pulgadas), combinan su pequeñez con la idea que de sí mismos, y de su modo de organización, tienen. No está de más señalar que las variaciones entre la visión microscópica y telescópica que adopta el escritor son deudoras de as reflexiones y descubrimientos explorados por aquella época por el filósofo Berkeley. [Quisiera anotar que Michel Onfray en el libro que consta en la bibliografía, en las páginas finales ( 97-98) trae a colación al personaje de Swift: «todo el mundo conoce la historia del gigante Gulliver narrada por Swift: nadie ignora tampoco la existencia de los liliputienses. Si el gigante puede ser arrestado, reducido e inmovilizado en el suelo, no es por el poder macrológico de uno solo sino por la multiplicación micrológica de los pequeños lazos. La suma de pequeñas fuerzas constituye finalmente un formidable potencia. En caso de que haya revolución, no se hará más desde arriba, por medio de la violencia, con la sangre y el terror, impuesta por el brazo armado de una vanguardia sin fe ni ley…», en esta adopción ad hoc de las ideas de Deleuze y Guattari, acerca de la revolución molecular y rizomática, y de los postulados de la microfísica del poder de Foucault, el normando toma únicamente una de las caras del personaje de Swift, la más conocida, la del viaje a Liliput].

En el siguiente viaje, el segundo, Gulliver se sitúa al otro lado del telescopio; esta inversión supone que Gulliver llegue a ver el rostro del rey como un paisaje lleno de cráteres… los actos de los habitantes de Brobdignac resultan deformados, desfigurados e inarmónicos… Allá viven los gigantes y Gulliver es un liliputense; el relato que hace el recién llegado al rey sobre el sistema de partidos de su país, origina estupefacción en el monarca; él representa el humanismo inglés que Swift ve encarnado en los tories, que representan una combinación de virtudes romanas, vida campestre y compromiso político con el bien común. En este lugar se desvela con fuerza la repugnancia hacia el cuerpo humano, sus sudores y otros fluidos, al modo de Hamlet, como el olor que desprende las glándulas mamarias de una dama de honor de la reina. Gulliver está asqueado y detalla el repugnante modo en que pulgas gigantes hozan en las carnes de mendigos. Como efecto de una mirada surrealista, avant la lettre, inicia una peregrinación hacia las profundidades del mal, ateniéndose a un aparente realismo, dirigiéndose hacia la constatación de la perversión intrínseca de la naturaleza humana que culminará en el cuarto viaje.

En el tercero, el el que se desplaza a varios lugares (Laputa / Balnibarbi, Luggnagg, Glubbdubdrib y Japón) se da una situación contradictoria y paradójica, criticando de forma sarcástica a los sabios, a los científicos y matemáticos, penando en la prestigiosa Royal Society de Londres que eran quien dominaban tal institución, dedicándose a proyectos absurdos: así, en la Academia visitada se estudia eliminar las diferencias políticas por medio de operaciones cerebrales, evitar conspiraciones analizando los excrementos de los políticos… El despelleje llega hasta hacer vislumbrar como un de sus objetos de crítica a Isaac Newton. Laputa es una isla que amenaza con hacer caer todo su peso sobre la dominada Balnibarbi, acción paralela a la que Inglaterra realiza con Irlanda. En su viaje a Glubbdubdrib conoce a los grandes héroes de la historia que en realidad han sido los mayores canallas que ha habido; en Luggnagg se topa con los struldbruggs, hombres inmortales y se desengaña de la inmortalidad, ya que el paso del tiempo no hace otra cosa que provocar demencia senil.

Si el tono de burla está presente en todos los retratos anteriores, el el cuarto, llega a los más altos límites, más explícitos y más desesperanzados. A lo largo del periplo lector, éste ha ido perdiendo las ganas de vacilar al verse enfrentado al horror de la condición humana, rechazando el escritor las teorías acerca de la bondad de los humanos, y presentando a los seres racionales y virtuosos con forma de caballo, los houyhnms, seres nobles e inocentes a los que les cuesta dios y ayuda entender las historias que les cuenta Gulliver sobre las guerras de sus país, las mentiras y la corrupción de los políticos, frente los yahoo, que son hombres como ejemplo logrado de perversión, pura bajeza y de carácter realmente repulsivo. El colmo es que en sus reflexiones Gulliver se ve a sí mismo como perteneciente a esa especie degenerada lo que le empuja al odio hacía sí mismo y a sumergirse en una honda misantropía. Planea sobre el discurso, el enfrentamiento entre Loche y Hobbes: los yahoos representando el estado animal y la guerra de todos contra todos, chapados bajo el prisma del cristaianismo, mientas que los houyhnms, autónomos, como seres capaces de vivir adaptándose a leyes racionales, en libertad sin necesidad de un príncipe, dándose entre ellos un estado en el que leyes cívicas y naturaleza coinciden. Si en el viaje parece adivinarse el paso del pesimismo del siglo XVII al optimismo del XVIII… al final lo que triunfa en la visión pesimista y desesperanzada

El libro avanza por acumulación, en un crescendo que nos va hundiendo en el abismo de la abominación de los humanos, no es descabellado así la opinión que vertía Papini: «el libro de Swoft no sube hacia la redención, ni concede nada al optimismo, sino que parece que la despiadada animosidad contra los miserables humanos va creciendo de capítulo en capítulo, hasta llegar a la suprema y máxima ofensa. A lo largo del camino, todo ha sido negado y deshojado: política, religión, costumbres, valor militar, ciencia, pensamientos, historia, civilización. Al final solo queda el pobre yahoo, desnudo y desenmascarado, que nos enseña cómo somos en realidad: monos salvajes, estúpidos y malos. Así termina ese maravilloso y doloroso desahogo de uno de los espíritus con menos prejuicios que ha sufrido el mundo».

Bibliografía utilizada

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Bloom, Harold, El canon occidental, Anagrama, 1995.

Bloom, Harold, Genios. Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares, Anagrama, 2005; pp. 352-359.

Casanova, Pascale, La República mundial de las Letras, Anagrama, 2001.

Johnson, Samuel, Vidas de los poetas ingleses, Cátedra, 1988; pp. 245-291.

Llovet, Jordi (Ed.), Lecciones de Literatura Universal, Cátedra, 1995.

Manguel, Alberto / Guadalupi, Gianni, Breve guía de lugares imaginarios, Alianza, 1992.

Miller, William Ian, Anatomía del asco, Taurus, 1998.

Onfray, Michel, Le Postanarchisme expliqué à ma grande.mère. Le principe de Gulliver, Galilée, 2012.

Orwell, George, Ensayos, Debate, 2013; Entrevista imaginaria: George Orwell y Jonathan Swift y Política frente a literatura: un análisis de Los viajes de Gulliver; pp. 431- 437 / pp. 790- 809.

Papini, Giovanni, Retratos, Caralt, 1958.

Penguin / Alianza, Diccionario de literatura. 1. Literaturas anglosajonas, Alianza, 1979.

Pinto, Eveline ( sous la direction de), L´écrivain, le savant et le philosophe, Publications de La Sorbonne, 2003.

Said, Edward W., El mundo, el texto y el crítico, Debate, 2004; La anarquía tory de Swift y Swift como intelectual, pp. 79-125.

Schwanitz, Dietrich, La cultura. Todo lo que hay que saber, Taurus, 2002.

Stromberg, Roland N., Historia intelectual europea desde 1789. Debate, 1990.

Swift, Jonathan, Historia de una barrica, seguido de La batalla entre libros antiguos y modernos, Labor, 1976.

Swift, Jonathan, Meditaciones sobre un palo de escoba / La cuestión irlandesa, Legasa, 1981.

Swift, Jonathan, La cuestión de Irlanda, Bosch, 1982.

Swift, Jonathan, Los viajes de Gulliver, Alianza Editorial, 1987.

Swift, Jonathan, El arte de la mentira política, Público, 2010.

Trousson, Raymond, Historia de la literatura utópica. Viajes a países inexistentes, Península, 1995.

Por Iñaki Urdanibia

«Cuando en el mundo aparece un verdadero genio se le puede identificar por este signo: todos los necios se conjuran contra él»

Toda la vida y la obra de este personaje fue la lucha irredenta contra la estupidez humana en sus diferentes facetas: políticas, religiosa, moral, etc. Tal combate contra la irracionalidad rampante y la libertad limitada fue emprendida por Swift con furia y con amplias dosis de espíritu satírico y con una visión escéptica que empapaba su visión, y en consecuencia, sus escritos.

Salta a la vista que sus escritos se inscriben en la época que le tocó vivi y en la que participó terciando sobre los problemas que la acuciaban. Esto no se ha de tomar como que sus obras tengan un sentido referido a tal tiempo y a los asuntos de tal, ya que sus críticas se amplían, desplegándose por cuestiones más generales y generalizables, y así traspasables a otros tiempos, ya que las muestras de la estupidez, con diferentes máscaras, asoman en todos los tiempos: en los que escribió el irlandés, antes, y después. Su furia hasta los bordes, por no decir hasta el corazón, de la misantropía quedan claros en su obra y en sus declaraciones: «de año en año, e incluso de mes en mes, me siento impulsado cada vez más al odio y a la venganza; y mi inteligencia es tan intensa que me obliga a desenmascarar la locura y la cobardía de este pueblo esclavo en cuyo seno vivo».

Su furia llegaba hasta tal punto que era consideraba como un verdadero loco, no en sentido metafórico sino en el clínico: así los afirmaban George Orwell o Harold Bloom a pesar de que ambos combinaban tal calificación con una desbordante admiración. El primero que elogiaba el libro de Gulliver: «en un sentido político y moral, tal y como yo entiendo a Swift, estoy en su contra. Sin embargo, curiosamente, es uno de los escritores que admiro con menos reservas, y Los viajes de Gulliver en particular es un libro del que al parecer nunca me canso. Lo leí por primera vez a los ocho años – un día antes de cumplir ocho años, para ser exactos, puesto que robé y lei furtivamente el ejemplar que me iban a regalar al día siguiente – y, ciertamente, lo he leído no menos que una docena de veces desde entonces. Su fascinación es inagotable. Si tuviera que confeccionar una lista de seis libros destinados a ser preservados mientras todos los demás son destruidos, ciertamente incluiría Los viajes de Gulliver entre ellos». El autor del canon, por su parte, muestra su predilección por Historia de una barrica, que afirmaba leerlo seis veces al año.

Es claro que el escritor no dejaba indiferente a nadie, su sarcasmo, dirigido sin límites sin obviar lo más sagrado, enfurecía a unos y a otros, a tirios y troyanos, a lo que se ha de sumar los cambios de rumbo del propio escritor y clérigo que lo mismo se posicionaba personalmente del lado de los torys, como a continuación de los whigs, o viceversa, lo que hacía que en algunos momentos la admiración o descalificación variasen al ritmo de las variaciones del propio Swift [los tories en su mayoría eran grandes propietarios de la tierra, tradicionales y miembros del clero anglicano, ligados a la nobleza antigua y obedientes a los reyes católicos; el término tory significaba bandido irlandés. Los whigs reclutaban fundamentalmente en algunos ricos e influyentes familias aristocrática, hombres de negocios y los protestantes que no eran anglicanos; defensores acérrimos del parlamento y partidarios de la innovación frente a la tradición; el termino con el que se les conocía significaba ladrón escocés. En este orden de cosas, críticos comprometidos como el mentado Orwell lo consideraban como un anarquista tory – opinión compartida por el palestino Said -, lo que suponía considerarlo como un ser opuesto a la autoridad, pero a la vez conservador y buscando en la tradición la solución a los desmanes de su presente: conservadurismo que se traducía en lo referente a sus furibundas críticas a la ciencia y al saber (realizadas por él desde los pagos del saber, obviamente), o su repugnancia hacia el cuerpo humano y, en consecuencia, a las cuestiones sexuales.

No han faltado quienes han incluido al personaje en el conjunto de los ilustrados, movimiento que se dio fundamentalmente en el siglo XVIII unido al ascenso de la clase burguesa y poniendo en bancarrota los privilegios detentados por la aristocracia; en este sentido no cabe duda de que este clérigo comprometido en los asuntos políticos podía contarse en el seno de esta clase burguesa. Dicho esto, tampoco se puede negar que su contradictoria personalidad y sus vaivenes hacen difícil encasillarle tal cual en el ideario ilustrado ya que si éste propugnaba la razón y el saber, muy en especial el científico, como determinantes a la hora de dirigir y hacer progresar a los humanos hacia mejor, Swift no comulgaba con esta visión al considerar válidas aquellos saberes que tenían su directa traducción el la práctica, no doliéndole prendas a la hora de criticar a aquellos que él consideraba como meros diletantes, entre ellos al propio Newton en torno al que echaba pestes, también difiere o al menos no casa como un guante con las ideas tan propias de las Luces, como la tolerancia (cierto es en este aspecto sus críticas a la intolerancia religiosa en el caso inglés), la libertad y el progreso.

Vayan como conclusión a este somero retrato algunas opiniones elogiosas acerca del sarcástico escritor: «La obra de Swift es un perdurable milagro de cuántos comentarios puede encajar la obra de un autor y aun así continuar siendo problemática» (Edward W. Said); «Jonathan Swift es, en compañía de Shakespeare, de Carlyle y de un cuarto a escoger, el escritor más fuerte que se le ha concedido a Inglaterra» (Giovanni Papini), o, por no abundar ni abusar, doy la palabra a Harold Bloom: «El corazón de su genio es la ironía, con la cual se dice una cosa cuando se quiere decir otra. Swift nos perturba porque su ironía parece no tener límites […] En Swift la ironía anda suelta y alcanza una turbulencia desbocada»

Jonathan Swift (1667 – 1745)

«La vida de Swift es un tema interesante e instructivo para quienes les place meditar acerca de las vicisitudes que entraña el destino de los hombres célebres por su talento y renombre»

Walter Scott

El irlandés nació el 30 de noviembre, en Dublín en 1667 y murió en 1745, el 19 de octubre, bajo las sombras de la locura.

En 1682 entra a cursar los estudios en el Trinity College de su ciudad natal, anteriormente había cursado sus estudios primarios en Kilkenny School; en 1686 obtiene el Bacherlor of Arts. Siete años más tarde parte para Inglaterra, entrando como secretario de sir William Temple, en la residencia del caballero, Moor Park; la experiencia influirá profundamente en el futuro escritor ya que en aquella casa tenía acceso a una amplia y surtida biblioteca. Cuatro años después es ordenado clérigo en Irlanda. Encuentro con Varina, una de las mujeres con las tuvo cierta relación, como poco después entraría en su vida Stella. En 1694 vuelve a Irlanda , entrando a formar parte de la iglesia anglicana, asignándosele la parroquia de Kilrrot. Tras el periplo vuelve a casa de su protector.

En 1699 fallece su protector Temple, lo que le empuja a volver a Irlanda y retomar su actividad de clérigo, como capellán del presidente del Tribunal Supremo de Irlanda, conde de Berkeley. Entre 1700 y 1710 alterna su tiempo entre la nueva parroquia de Laracor que le fue concedida en 1701 y su trabajo con el presidente del Tribunal Supremo con quien viaja varias veces a Inglaterra. Escribe un panfleto político apoyando a los whigs. Cinco años después, en 1704, se publica su Historia de una barrica, que escandaliza a no pocos, y en especial a la reina Ana, lo que va a suponer que el libro no sea difundido lo que cabía esperar; al mismo tiempo publica La batalla de los libros. Encuentro con Addison y Stella; escribe varios panfletos. Ve rechazadas sus pretensiones a dos obispados en Inglaterra, Abandona a los whigs para pasarse a los torys, convirtiéndose en redactor del Examiner (hebdomadario tory), establece estrechos lazos de amistad con ciertos círculos de Oxford y Bolingbroke. Se le encarga la negociación de la dispensa para Irlanda de los impuestos conocidos como Queen Anne´s Bounty. Reencuentro con Vanessa, en el mismo momento escribe El diario de Stella; estrechos lazos de amistad con algunas luminarias, escritores, del partido whig (Pope, Gay…). Swift se traslada a Londres en verano de 1710 y se alía al partido conservador.

Es nombrado deán de la catedral San Patricio de Dublin; al año siguiente huye de Irlanda, al ver que las cosas venía mal dadas. En 1721 comienza la escritura de la que se convertiría en su obra más famosa: Los viajes de Gulliver, y que vería la luz cinco años más tardedos años fallece Vanessa lo que le provoca un profundo estado depresivo. La publicación de El trapero provoca las iras del gobierno. En 1727 se da su último viaje a Londres, dándose ese mismo año su encuentro con Voltaire que no ocultaba su admiración hacia a la filada pluma del irlandés; su amigo Pope reúne en cuatro volúmenes de Miscellanies (1727-1732), los escritos de los miembros del Scriblerus Club, predominando los escritos de Swift. Al año siguiente muere Stella. En 1729 se publica su Un modesto proyecto orientado a evitar que en Irlanda los hijos de los pobres sean una molestia para sus padres o para su paísy orientado a conseguir que se conviertan en un beneficio público; la obra, junto a otras relacionadas con las situación de la Irlanda dominada por los ingleses, le convierte, poco menos que, en un santón para unos y en un indeseable para los otros, señalando no obstante que sus posiciones eran netamente angloirlandesas. En 1731 escribe un Poema sobre su propia muerte. Seis años más tarde la enfermedad alcanza cotas de preocupante gravedad (enfermedad de Menière). En 1742 la sombra de la locura invade al escritor que fallecería tres años después. En su epitafio se lee: Ubi saeva indignatio ulterius cor lacerare nequit (la indignación salvaje ya no puede lacerar su corazón).