Por Iñaki Urdanibia.
Si en el anterior artículo presentaba al escritor polaco y me centraba en una de sus novelas, en el presente recurro a varios artículos que sobre él he publicado.
Reseñas publicadas de otros títulos del autor
Stanislaw Lem, pisando otros planetas
+ Stanislaw Lem
«El invencible»
Minotauro, 1986.
El polaco es un escritor que nos traslada a otros mundos, imaginados en base a su interés en los últimos avances de la ciencia, como deja ver en la puesta en escena de nanorobots, las redes que tejen la inteligencia y sus derivas por los pagos de los desarrollos artificiales… y en la presente ocasión máquinas por doquier, muchas máquinas, combinado el acercamiento cibernético con el orgánico.
Si en esta ocasión deja ver estos avanzados aspectos que nombro, convirtiéndole en un verdadero adelantado a su tiempo (téngase en cuenta que la novela fue publicada originalmente en 1964), la aventura se lanza en torno a una nave de guerra de gran potencia, cuya misión va a ser hallar cuál ha sido el destino de una desaparecida nave, gemela de ella, de nombre Cóndor. Para realizar tales averiguaciones ha de dirigirse a un planeta de reciente descubrimiento, Regis III. Parece ser que las diferencias ente este planeta y la tierra son abismales, ya que en él no existe vida orgánica por lo que parece, lo que no quita para que el océano dé sobradas muestras de poseer una destacada sensibilidad y reacciona ante las ondas electromagnéticas, dándose en su superficie un enjambre de vida de diferentes insectos, que parece haber sido creada por alguna máquina, también creada y en cuya fabricación se le han otorgado altos grados de autonomía que hace que ella – cual Frankenstein redivivo – haya sido capaz de utilizarla mostrando su capacidad reproductora. En medio de estos sorprendentes descubrimientos no deja de resultar más sorprendente si cabe el que acaban hallando a los tripulantes de la nave perdida que han fallecido de hambre y sed, cuando cerca de sus restos había abundante agua y alimentos.
Los recién llegados tratan de explicarse aquel insólito cúmulo de hechos y seres inexplicables desde sus criterios racionales, llegando a la conclusión de que ha debido existir alguna civilización que ha creado las máquinas nombradas, repitiendo el modelo del desarrollo evolutivo conocido, y seguido, entre los humanos, abocando a una forma de vida que se traduce en un enjambre de pequeñas máquinas voladoras al modo de minúsculos insectos. No parece que tales engendros supongan peligro alguno, pero sí que acaba demostrándose que reaccionan de manera colectiva en el momento en que son molestados, con una pasmosa capacidad de difundir fuerzas que acaban con el debido funcionamiento de las máquinas de los viajeros y hasta llegan a anular su memoria y cu capacidad motriz, originando unos síntomas de parálisis que explica el hallazgo de los tripulantes de la nave Cóndor en las condiciones sorprendentes y misteriosas en que han sido encontrados.
En tal desnortada situación que les desborda, por su carácter incomprensible e inaudito, y como tal inexplicable, la furia vence en los tripulantes que deciden hacer frente a estos minúsculos pero numerosos enemigos, mas con rapidez toman conciencia de la imposibilidad de llevar adelante la empresa con mínimos visos de éxito, ya que los enjambres están compuestos de numerosos integrantes lo que convierte el combate en algo desigual debido a la correlación de fuerzas, además de que los nanorobots están absolutamente hechos a la vida y las condiciones del planeta Regis III, cosa que no sucede con los que acaban de llegar, que ven que la única posibilidad de alcanzar una victoria, aunque sea pírrica no puede ser otras que la aniquilación del planeta en su totalidad. La decisión final será abandonar el planeta y establecer un distanciamiento y aislamiento con respecto al de Regis III, mas antes de ejecutar la decisión les queda la tarea de recuperar a algunos de los exploradores que han desaparecido en la confusa acción; en tal tesitura uno de los tripulantes se ofrece como voluntario, suicida, para emprender la búsqueda, en la que acaba descubriendo que los buscados están muertos… tras el hallazgo logra volver a la nace Invencible que parte hacia el lugar del que han partido.
En la aventura narrada por Lem puede verse el dominio que éste posee en los temas relacionados con la evolución, la inteligencia, y deja ver, una vez más, su escepticismo con respecto a la capacidad de conocer de los humanos, y la falta de fe en que el destino ineludible de la evolución esté ligado de manera ineluctable con la inteligencia y la complejidad biológica, desconfianza reforzada por el descubrimiento de los nanorobots que no poseyendo las características mentadas se convierten, sin embargo, en los enemigos más dotados a los que se han enfrentado los humanos.
En la novela no hay final feliz, ni vencen los buenos sino que se subrayan los problemas de la comunicación del conocimiento, y en vez de como suele ser habitual en las películas de indios y vaqueros y también en las de ciencia-ficción del otro lado del charco, los seres locales no son monstruos malvados sino que resultan poderosos, lo que supone, o ha de suponer, una cura de humildad para los humanos al hacerles conscientes de sus limitaciones. Si rizar rizo alguna, los resabios pesimistas permanecen tras la lectura, frente a cualquier guiño a futuros luminosos, lo que indica las circunstancias de escritura de la novela; y para muestra un botón final: «el hombre no se ha elevado aún al pináculo que cree haber alcanzado; no ha merecido aún acceder a la posición presuntamente llamada cosmocéntrica. Esta idea acariciada desde la antigüedad, que no consiste sólo en buscar criaturas semejantes al hombre y en aprehenderlas, sino más bien en abstenerse a interferir en todo aquello que no concierne al hombre, en todo cuanto le es ajeno. Conquistar el espacio, sí, ¿por qué no?, mas no atacar lo que ya tiene existencia propia, aquello que en el transcurso de millones de años ha creado su propio equilibrio, que no es tributario de nada ni de nadie, excepto de las fuerzas de la radicación y de la materia».
Balanceo entre lo Uno y lo Múltiple, entre el Mismo y el Otro, como ya se ve en otras de sus obras (por ejemplo en Solaris), y la honda sospecha, por no decir convicción, de que exista una imposibilidad de llegar a conocer la alteridad, que bajando a la tierra podría interpretarse en clave de condena del etnocentrismo y otros centrismos que alejan cualquier forma de comprensión y, en consecuencia, de comunicación.
Paseando por las estrellas
+ Stanislaw Lem
«Diarios de las estrellas»
I. Viajes
II. Viajes y memorias
Edhasa, 1988
Vaya por delante que el que escribe no es mayormente inclinado a las lecturas de la denominada ciencia-ficción; a algunos textos de contados autores sí que me he acercado (Assimov, Phillip van Dick, Ursula K. Le Guin, Ballard o Ray Bradbury; los pioneros H.G. Wells o Jules Verne son otra historia) más por su carga crítica con respecto al presente encarnado en un futuro que no hace sino llevar al extremo, degenerado, lo dado.
En la medida en que nos embarcamos en las aventuras del protagonista, cosmonauta él, podemos ver que, más allá de su formación académica en medicina, el escritor polaco mantiene cierta familiaridad con algunos célebres científicos como Darwin, Einstein, Heinsenberg o Wierner, y lo señalo ya que la pretensión del cosmonauta nombrado por explorar y modificar las estructuras cosmológicas y cronológicas, muestran ciertos aires de familia con la relatividad, la incertidumbre, la reversibilidad, o la cibernética.
El protagonista de este periplo por el espacio es Ijon Tichy y por medio de sus hazañas el escritor nos conduce más allá de los hechos narrados, pues en la recámara planean la desconfianza, o al menos las serias dudas, acerca del alcance del conocimiento y los inventos humanos enfocados a la ampliación de éste, los fracasos de la orgullosa humanidad en sus empeños prometeícos que desembocan en el rostro frankensteiniano.
Los viajes de Tichy son un tanto delirantes en su impenitente exploración de las estructuras espaciales y temporales, con el propósito de modificarlas. Si en el primer volumen se presentan sus viajes, en el segundo el centro de atención son las memorias, y el denominador común podría cifrarse en la agria crítica que Lem dirige, arrojada como un potente dardo, al antropocentrismo. Con tal fin somos invitados a seguir unos dislocados periplos, empapados de reducciones al absurdo, que se contagian igualmente al lenguaje, con la creación de un léxico ad hoc. Facilita la lectura que la obra esté integrada por diferentes entradas a modo de relatos en los que el humor y la sátira se dan la mano, haciendo que tras las aventuras se abra con amplitud la aventura del pensar ya que es difícil quedarse en la superficie, pues Lem da mucho que pensar y sus historias no diré que tiene moraleja pero sí que encierran potentes píldoras para la reflexión y la rumia.
Leyendo estos libros, repletos de dispares historias, surge la pregunta de ¿quién ha dicho que la ciencia-ficción es un muermo? Viajes a distintos planetas con las extravagantes manías de sus singulares habitantes, u otros en los que se aplican medidas para evitar los desmanes de la corrupción, solicitudes a organismos universales para que se introduzca a la humanidad en su entorno; o seres extraños que no responde de ninguna de las maneras al prototipo de los seres humanos… dominando la página, o lo no escrito en ella, un espíritu contra la autosuficiencia de los humanos que no soportan la diversidad, comportándose como los únicos ; las averiguaciones interestelares de Tilich echarán por tierra tales convicciones abriendo las puertas a otras formas de existencia, realmente extrañas para la visión humana.
En las memorias, el viajero centra su mirada en el planeta Tierra y aquí nos lleva a pisar más fuerte ya que nos las tenemos con seres humanos, y es una mirada humana la que observa las máquinas, robots y los objetos con óptica diferente, no sin antes relatarnos sus seis últimos viajes en los que halla seres en otras estrellas, en el siglo XXVII, en las que han sustituido a Dios por Satán para contrarrestar lo mal hecho que está todo lo creado, derivando por cuestiones relacionadas con la fe, las creencias; en otro, encuentra plazas vacías en donde asoman alguno animales hominiformes y su división desde tiempos ancestrales en spiritas, ilustres y pencales;… facilitándonos diferentes apuntes en los que se constata la falta del principio de gravedad y otras constantes extrañas, alertándosenos ante la posible rebelión de estas creaciones, como tales artificiales, ante la pelmada atosigante que les puede suponer un incordio permanente, repaso por los bordes del alucine que concluye con una carta en la que se solicita la prohibición del turismo, para que no se produzca lo que se da en algunos espacios que eran vírgenes y que en la actualidad son pasto del plástico, de los chillones domingueros y de los caprichos de consentidos chiquillos… provocado la furia de los objetos y la flora contra los molestos visitantes. También asistimos con el a un Congreso de Cibernética y conocemos un curioso centro psiquiátrico, el sanatorio del doctor Vliperdius en donde conocemos los métodos nuevos que allá se emplean y entramos en contacto con seres que sienten que han sido falsificados en su ser, ya que les han robado el cuerpo, otros que luchan contra la naturaleza con el fin de invertirla influidos por las armonías de Fourier, o todavía un filósofo que ha creado una ontología de la nada o neoontología que postulaba que nada existía, ni él mismo, pues todo era un sueño… la locura de este pensador residía en que había dejado de creer en su propia doctrina, cerebros electrónicos averiados, seres enamorados de las máquinas que han creado… Y nos narra Tilich las campañas de lucha contra alienígenas varios… mas siempre guiado por el comportamiento de Arquíloco que en cuanto veía el peligro se abría a lugares más sosegados.
Lo variopinto de los viajes y de las memorias en las que relata sus exploraciones y hallazgos suponen una carga de profundidad contra algunas verdades heredadas, en especial en lugares bajo el dominio del totalitarismo, en localizaciones tan igualitarias que la identidad de cada cual se desvanece dando lugar a una intercambiabilidad de seres, lo que hace que no haya que forzar las cosas para encontrar similitudes con los viajes de Gulliver… mas en este caso, con las sorprendentes variaciones espacio-temporales que hacen que el orden cronológico no funcione como estamos habituados a que funcione y conocemos a sabios amigos, como Taratoga, que ostentan cátedras de disciplinas nuevas y altisonantes por lo decir rarisonantes… Y un humor que retuerce el sentido hasta el envés… ¡Así, Stanislaw Lem!
Narrativa y ensayo, dos en uno
+ Stanislaw Lem
«Provocación»
Editorial Funambulista, 2004
Estamos ante un híbrido entre la ficción y el ensayo: por una parte están los análisis pormenorizados de algunas obras halladas, lo que es acompañado de un tono ensayístico que empuja a reflexionar sobre cuestiones ciertamente profundas sobre el genocidio de los judíos por parte del nacionalsocialismo, y en el segundo texto presentado la imposible tarea de narrar lo que sucede en el mismo instante en todos los lugares del globo.
En su Vacío perfecto, ya constaba que era un texto perteneciente a «La biblioteca del siglo XXI» en las que pretendía presentar reseñas de obras inventadas, y en las que, según palabras del propio escritor, le servía como entrenamiento de otros estilos, además de que le suponían un reposo para su imaginativa mente y sus impulsos inventores. La obra que ahora se presenta es el último de los textos pertenecientes a esta colección.
En el primero de los textos presentados (Der Völkermord. I. Die Endlösung als Erlösung / oo. Fremdköper Tod) Lem da cuenta de un par de escritos de un tal Horst Aspernicus que trata sobre la matanza de judíos por parte del nacionalsocialismo; en tales ensayos se hurga en los motivos que confluyeron para que los nazis optaron por la que denominaron solución final, con referencias al marqués de Sade, a la necesaria desnudez de las víctimas, las características del genocidio y su particularidad nazi con la desaparición debido a la fabricación industrial de la muerte de las nociones de culpa y responsabilidad, las dudas antes de poner en marcha la empresa de producción de muertos al por mayor y la opción final por el camino de la carnicería desechando cualquier sentido del beneficio …, relacionando esta empresa exterminadora ; en la segunda parte (Fremdkörper), se enfoca el reciclaje de la muerte y las diferentes maneras de llevarlo a cabo, en la antigüedad, en la Edad Media… todo eso sí, en nombre del bien, de la patria, de la vida y de la salvación…, se trata igualmente de indagar los puntos en común de tales procedimientos y mecanismos justificativos con el terrorismo actual, cifrados amén de en lo salvaje de sus comportamientos en la elección de una presa sobre la que volcar todos los golpes, por ser la representación de todos los males habidos y por haber, suponiendo su aniquilación la liberación de la sociedad, de la nación, del pueblo…
En el segundo ensayo del libro, Johnson&S.Johnson son los autores de un ensayo megalómano del que pretenden dar cuenta en One Human Minute (Un minuto humano); la empresa resulta delirante (la muerte y las diferentes causas de ella, los problemas y maneras diferentes de deshacerse de los cadáveres, la tortura, la pornografía y cantidad de otros aspectos, asistencia a obras teatrales y otras, enfermedades mentales, hasta los más banales, del quehacer humano); su megalomanía queda patente al tratar de abarcar la actividad simultánea de los humanos en el mundo, recurriendo a Dovstoievski y su Hombre del subsuelo elaborando para ello innumerables estadísticas que tratan de aprehender la realidad, y mostrarla a los potenciales lectores. Lem como crítico subraya que se puede ayudar a los humanos de muchas maneras pero que desde luego las estadísticas no son la manera, además de señalar la imposibilidad de abarcar el todo
Salvando las distancias debidas, subyace un regusto al personaje borgiano que trataba de realizar un mapa que respondiese al tamaño natural de lo representado. Los caminos que abre la lectura más que en los hechos mismos nombrados que en algunas, por no decir en todas, las ocasiones resultan realmente chirenes sirven además de para dar gusto al placer de leer, a las relaciones de las palabras con el conocimiento, el tema de las interpretaciones, y los modos de expresar los conocimientos o los datos recogidos.
No hace falta ni decir, tras lo ya dicho, que no estamos ante un texto frívolo y facilón, sino que es una literatura que invita a pensar, sobre temas importantes y el estilo escueto utilizado con numerosas derivaciones hace que la lectura, como digo, haya de ser abordada con atención, pero el esfuerzo no será en vano ya que las lecciones serán numerosas.
Un escritor pleno
+ Stanislaw Lem
«El hospital de la transfiguración»
Impedimenta, 2008.
+ Stanislaw Lem
«Vacío perfecto »
Impedimenta, 2008.
Vaya por delante que servidor no es muy aficionado a la llamada ciencia ficción. En su momento leí algunas cosas de Isaac Asimov, de Ursula K. Le Guin, de Roy Bradury, de Philip van Dyck, de Georges Ballard, y hasta algo del escritor polaco que traigo a esta página; después aparqué la lecturas pertenecientes a dicho género.
Lo de las etiquetas a veces sirve para orientarse grosso modo por la selva de la infinidad de libros, estilos y géneros, pero a veces también es verdad que desorientan al encasillar a alguien dentro de una cuadrícula y de este modo desinflarlo debido a la marca que sobre tal se graba, arrinconándolo en una esquina, reduciéndolo a los límites de un género o subgénero, como si de provincias alejadas dentro del mundo literario se tratase; lejos de la literatura con letras mayúsculas. Algo, mucho, de lo que digo me ha pasado a mí con Stanislaw Lem, manteniéndome alejado de sus libros y hasta habiéndome deshecho de algunos de ellos. ¡Craso error!
En estos últimos tiempos han caído en mis manos varios libros de este escritor polaco y la verdad es que es como para enviciarse con sus obras; sus libros son de los que crean adicción, y desde luego nada ver con los estereotipos de la ciencia-ficción, nada de otras galaxias, platillos, o futuros no sé como… Desde luego hay en su escritura ciencia y ficción, de las dos cosas, pero nada de futurología ni de prospectivismo alguno. En los libros que he leído se habla del pasado y del presente que hunde sus raíces en los horrendos hechos del siglo pasado. Téngase en cuenta que Lem vivió entre los años 1921 y 2006, y su país se vio invadido por los nazis y convertido en verdadero escenario espeluznante de la «solución final» de los judíos, los gitanos, etc… a cargo de los empresarios de la muerte, primero al por menor – manualmente – y luego al por mayor – trabajo en serie y tecnificado – a la hora de producir cadáveres. Mas no sólo se limita a tal fuente de inspiración sino que traspasa dichas barreras para adentrarnos en libros ficcionados, en escritos de una imaginación desbordante… más allá de la realidad pura y dura. En este redescubrimiento no juegan un papel desdeñable un par de pequeñas editoriales que apuestan por la gran literatura – que no por las muchas ventas – y por los autores de calidad, a veces olvidados; me refiero a Editorial Funambulista e Impedimenta.
Contra el horror
Sabía de qué hablaba en sus primeros pinitos como escritor el polaco – después también, claro – y lo digo ya que tanto él como su familia habían sufrido en propia carne la invasión de su patria por los nazis. Su primera obra, la primera de las que constan en las fichas de los libros reseñados, escrita en 1948, se sitúa en los momentos en que sucede lo dicho, en el año de 1939, la peste parda se dedica a limpiar todo lo que encuentra a su paso. La «solución final», puesta en marcha por las mentes nacionalsocialistas (y que se me perdone el oxímoron), intentaba evitar la reproducción de los judíos, gitanos, enfermos psíquicos, homosexuales, etc., para facilitar la gloria de la pura raza aria; todo un programa higienista. Para culminar con mayor éxito su extirpación de los parásitos del cuerpo social necesitaban encerrar y experimentar, con el fin de limpiar más y mejor. Qué mejor cobayas que los “locos”, en una sociedad “normal” en su patología asesina los manicomios eran la anormalidad admitida como lo patológico que se enfrentaba a la supuesta racionalidad, a la supuesta normalidad, que es lo que se ve en la novela… cuando un manicomio pretende ser tomado por los nazis con el fin de deshacerse de sus médicos y enfermos para imponer su orden..
Lem retuerce los límites de la razón, rizando el rizo de la racionalidad dominante – planificadora de la muerte -, al llevar la acción a las paredes de un psiquiátrico que ha de ser transformado en una hospital por los invasores. El protagonista – el escritor cursó estudios de medicina – asiste a un funeral en el que se notan las ausencias de detenidos por las nuevas autoridades, y allá es invitado a incorporarse al servició de psiquiatría de un hospital. En éste se va a ver la lucha entre la muerte y la vida, entre la barbarie y la humanidad.
Libros inexistentes
Decía el combativo poeta W.H.Auden que «reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter». ¿Qué diría el poeta acerca de la reseña de libros – buenos y/o malos – inexistentes?. Reseñas en el vacío o la mente llena en exceso de quien a ello se dedica con brillo. Pues en tal se empeña, y con qué sagacidad, el autor del que hablamos, refiriéndose de una quincena de libros no escritos y de uno suyo de propina, con su firma y con el nombre que da título a la fantástica (sic) obra; el firmado por él curiosamente está escrito en una tercera persona que «sirve para engañar al lector (y tal vez a sí mismo), ya que Vacío perfecto se compone de unas pseudo-reseñas que no son, tan sólo, un compendio de chistes…».
La variedad de géneros reseñados – desde el sexo duro hasta asuntos relacionados con la ciencia (terreno siempre presente en las obras del autor), sin olvidar ejemplos de literatura vanguardista y experimental – lo son con una sutileza y una pericia envidiables, a la vez que con una carga de ironía que hará tambalearse al más sesudo de los críticos dilettantes. El sarcasmo rasca cuando saca a relucir, utilizándolas con destreza, coletillas y tics apropiados en la jerga especializada de los especialistas en especialidades varias: así parodia le nouveau roman, presenta una robinsoniada, un libro que trata de hablar de todo, u otro cuyo contenido es la nada, la catastrófica desaparición del seso sexual en la humanidad, unos jerifaltes nazis que en Latinoamérica ponen en marcha una sociedad que pretende ser pura réplica del siglo XVII francés, una empresa que crea a sus clientes del modo que desean, etc., etc., etc.. No resulta pertinente ni aplicable al caso de Lem aquella boutadedel siempre ocurrente Oscar Wilde de que «no leo libros de los que tenga que hacer una crítica por temor a que me influyan», ya que el polaco se los inventaba directamente y se ponía, la labor crítica, a sí mismo a huevo para luego realizar la crítica pertinente, o impertinente.
No quisiera finalizar este elogioso comentario sin nombrar su «Provocación» (Funambulista), misil que el autor lanzaba contra la barbarie nazi basándose para ello en los supuestos análisis del supuesto estudioso del Holocausto Horst Aspenicus y su variopinto trabajo, y un curioso estudio – que basándose en datos estadísticos -, y por medio de ellos, intentaba captar con absoluta rigurosidad lo que sucedía en un minuto a toda la humanidad.
¡No hay tiempo que perder hazte con alguno de estos libros, o con los tres, me juego lo que quieras a que no te vas a aburrir, a que no te van a defraudar!
El Otro impenetrable
+ Stanislaw Lem
«Solaris»
Impedimenta, 2011
Es habitual considerar esta extraña novela como la más brillante del escritor polaco a lo que además de la novela en sí misma, las versiones cinematográficas sin duda han jugado un papel importante a la hora de popularizarla; André Tarkovski en 1972 y Steven Soderbergh en 2002 [acerca de las diferencias de la película de Tarkovski y la novela, achacando al cineasta hacer una versión comercial respondiendo a las demandas hollywoodienses; pueden verse las sagaces puntualizaciones de Slavoj Zizek en Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio (Debate, 206)].
En la novela se presenta la historia de un psicólogo, Kelvin, enviado en una nave espacial a un planeta recién catalogado. En tal lugar suceden cosas extrañas, quienes allá viajan acaban enloqueciendo, alucinando, suicidándose. Solaris tiene una superficie oceánica, nada de suelo firme, líquido elemento que parece tener vida propia en su continuo movimiento, imitando figuras geométricas y también humanas, en especial niños, sin faltar la representación exacta de grandes edificios. Los expertos tratan por todos los medios de establecer algún tipo de comunicación lo cual les resulta imposible, llevándoles a pensar que el planeta es un cerebro gigante con capacidad para leer las mentes de quienes allá arriban. La sorpresa mayúscula llega a Kelvin cuando al poco de llegar halla en su cama a su mujer que se había suicidado hace años en la Tierra, tras haberla abandonado él; ya anteriormente habían aparecido conocidos que no tenían por qué andar por allá. Harey, que así se llama la esposa, parece que tiene la capacidad de reaparecer de una u otra manera, agarrándose a él como a una lapa, y a pesar de los empeños desesperados de Kelvin por deshacerse de ella, observa para más inri que los tejidos de la mujer no están formados de átomos, sino que a ciertos niveles no se detecta más que el vacío. Tras darle vueltas y más vueltas a la estupefacción de todos los fenómenos y sucesos observados, Kelvin llega al convencimiento de que el cerebro gigante del planeta no hace sino reflejar sus fantasías que anidan en su deseo. Podría afirmarse así que el viaje de Kelvin al final resulta un viaje al corazón de sí mismo y el planeta hace que las preguntas se acumulen a una velocidad de vértigo, alcanzando lo más recóndito de la mente del protagonista; «si el problema de los visitantes es un índice del “pensamiento” de este océano dotado de sentir, es también una manera de separarse del problema de la ciencia-ficción “más duro”: introduce la cuestión de la significación personal o privada de las apariciones… ya que cuando imaginamos entrar en contacto con lo radicalmente Otro, en realidad no hacemos más que mirarnos en un espejo, “buscando una imagen ideal de nuestro propio mundo”», señala con lucidez Jameson.
La sensación que provoca la lectura es que nos las vemos con seres fantasmales, ahondando en las tendencias obsesivas de los humanos, y conmoviendo la psique del protagonista, y del lector, con una escritura austera que nos conduce a sintonizar con los bordes de la locura que invaden a Kelvin, al ser arrastrado a los secretos de su mente, secretos de los que no es consciente ni él mismo… dándose la paradoja que si uno mismo es incapaz de conocerse y ponerse de acuerdo consigo mismo, más difícil resultará todavía pensar en el horizonte de una comunidad humana mínimamente armoniosa, y los ejemplos irrumpen, a lo largo de la novela, de una absoluta capacidad de comunicación, entre los diferentes personajes… y en medio de la aridez que atravesamos no falta cierto lirismo que nos pasea por las pretensiones totalizadoras y omnicomprensivas de la ciencia, que se ve atacada sin embargo por profundas carencias e insuficiencias. Otra marca de la casa no se ausenta: los libros imaginarios y/o inexistentes, como el de Grattenstrom que resulta una abierta embestida contra la humanidad, acechada por el odio, la violencia, e incapaz de ponerse en la piel del Otro, haciendo que éste sea la medida de nuestros propios límites, de nuestras propias debilidades , de lo que se deduce una invitación a la humildad.
¿Si somos incapaces de entendernos entre nosotros mismos que usamos el mismo código, cómo vamos a conocer lo desconocido, aquello que no responde a nuestros cánones de comportamiento? Arrastrados a asistir, como lectores, a un juego de espejos en los que unos personajes no son sino proyecciones de otros, y la consecuencia de la mala conciencia, de los equívocos y las confusiones que en el caso de algunos de los protagonistas, acosados por síntomas de neurosis de libro, lleva a estos a la búsqueda de paraísos artificiales, en el alcohol, en las drogas, fármacos… y un sentimiento de profunda soledad al cerrar las páginas de la novela, o antes ya.
No le faltaba razón a Fredric Jameson al hablar del autor como ejemplo de una posición escéptica y negativa, temperada con un imperativo ético insoslayable (Archéologie du futur. Le désir nommé utopie. Max Millo, 2007; pp. 193 et ss.), añadiendo que «esta novela es una verdadera parábola metafísica sobre la relación epistemológica de la raza humana con su no-yo en general: allá donde ese no-yo no es simplemente naturaleza, sino otro ser vivo»… «el hombre no puede aprehender más que unas pocas cosas a la vez; vemos solamente lo que pasa delante de nosotros, aquí y ahora; no podemos representarnos simultáneamente una sucesión de procesos, aunque estén estrechamente ligados entre ellos, o por muy complementarios que sean los unos con los otros…».