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Por Iñaki Urdanibia.

Oportuna publicación de un libro-bomba que hace años que estaba agotado, descatalogado…fuera del alcance lector. Eros versus Thanatos.

Wilhem Reich ( 1897-1957), qué duda cabe de que fue un ser intempestivo, que no temía marchar contracorriente y que, en consecuencia, se buscó enemigos entre tirios y troyanos, entre moros y cristianos, y… entre todo cristo. Desde el psicoanálisis y las filas del fascismo se le consideró como « comunista y agente de Moscú», los comunistas le acusaban de ser « un contrarrevolucionario y agente de la burguesía»; los nazis lo clasificaron entre los enemigos « comunistas y judíos»; algunos desde los pagos de la ciencia le tachaban de mantener un « materialismo grosero», otros le consideraban como « un místico vitalista»; los estados demócratas-burgueses le trataron como « un elemento sospechoso, dañino para el orden público», hasta tal punto que en los USA se quemaron sus obras-como antes habían hecho los nacionalsocialistas- antes de dejarle morir en prisión.

Ciertamente su vida fue la propia de un « pensador nómada de la pradera» que señalase con lirismo Roger Dadoun en sus « cien flores» dedicadas al que fue considerado como fundador del « freudo-marxismo»: desde su Galizia natal -a la sazón formando parte del imperio austro-húngaro, hoy perteneciente a Ucrania- a Austria, Alemania, Dinamarca, Noruega y Estados Unidos; Reich fue extranjero, extraño, el Otro en todos lados, y en todas las geografías   intelectuales y políticas. Nómada en el terreno geográfico y también teórico, siempre corriendo riesgos y sin temor a crearse enemigos, pues en su comportamiento parecía dar por buena la elección propuesta por John Stuart Mill: más vale Sócrates atormentado que cerdo satisfecho.

En los aspectos señalados no le faltaba razón al propio pensador cuando en su « Pasión de juventud. Una autobiografía, 1897-1922» ( Paidós, 1990) afirmaba : « ¡ Mi vida es una revolución – desde dentro y desde fuera- y una comedia! ¿ Quién podrá reunir las piezas de tan enorme confusión?».

El libro, catalogado como « panfleto punk » por uno de los que presentan el texto editado oportunamente por La Linterna Sorda: « ¡ Escucha hombrecillo! Discurso sobre la mediocridad», hace tiempo-prácticamente treinta años- que estaba agotado y la publicación de la obra, amén de por la nueva y acertada traducción ( indudablemente más atinada que la que en su momento fuese publicada en Bruguera, en 1978, con la traducción de Robert Bein), a lo que se ha de añadir las ilustraciones de William Steig y las fotos que acompañan al texto que fue escrito en 1945 y publicado tres años después en inglés. El rescate del libro es digno de aplauso ya que la radicalidad de sus planteamientos no han perdido nada de su fuerza que fue aprovechada por no pocos seguidores al menos en algunos de los aspectos innovadores que planteaba Reich: ahí están los miembros de la conocida como escuela de Frankfurt ( Adorno a la cabeza) y derivaciones como las de Erich Fromm ( « el miedo a la libertad»), Herbert Marcuse y su « unidimensionalidad»; tampoco le ahorraron elogios Hannah Arendt o Simone Weil, y el mismo Michel Foucault y su visión « microfísica»-y algunas salpicaduras en sus textos dedicados a la asexualidad- tiene aires de familia indudables con las posturas del autor de « Psicología de masas del fascismo », sin obviar la rizomática embestida a los dogmas psicoanalíticos de Gilles Deleuze et Félix Guattari . Tampoco el campo de la literatura restó impermeable a su influencia, con especial implantación en los postulados de la contracultura ( Ginsberg, Kerouac, Burroughs, Mailer, Salinger, Goodman…), y su sombra permaneció alargada en los lares de la revuelta de los años sesenta, como pionero de las comunas hippies, y de no pocas consignas del situacionismo y de Mayo del 68 y las comunas berlinesas…¡ y no sigo! Conste que no por falta de más ejemplos sino por no abusar en el listado( libertarismo, feminismo, ecologismo, naturismo, …). Siempre firmemente guiado por el lema de «ni Dios, ni amo »

Las convenciones sociales convirtieron a Reich, como a muchos otros innovadores a lo largo de la historia, en víctima propiciatoria del espíritu purificador del pensamiento debido: así, convertido en objeto de la ira pasó a presentársele como «loco », « tramposo » , « farsante», « estafador» , «pornógrafo judío» , «charlatán», «impostor ». «obseso sexual», y otra amplia retahíla de descalificaciones…El libro del que se ocupan estas líneas da cuenta de ellas y ,como si el autor estuviese sentado en el banquillo de los acusados, desmonta tales calificaciones falaces y el continúo linchamiento al que se vio sometido por el formateado « hombrecillo» ( y « mujercilla»). Este ajuste de cuentas y certeras puntualizaciones sirven a un tiempo para hablar al hombre común que todos llevamos dentro y que viene a ser como una esponja que acumula todas las sandeces-vestidas de verdades- que repite el karaoke ambiente difundido por los altavoces dominantes ( escuela, familia, iglesias, prensa…).

No pretende Reich impartir lecciones como el maestro que tiene el monopolio de la verdad sino señalar las trampas del la mediocridad y el conformismo ambiente que hicieron de él el capacillo de todo tipo de hostias.

El libro es un continuo grito de alerta contra la domesticación a que las instancias del poder siembran adueñándose de la mente de los individuos, y una propuesta a desobedecer los frenos que se imponen en diferentes terrenos: políticos, religiosos, científicos, ideológicos, sexuales, una llamada a sacudirse el almidón que atenaza los cuerpos y proponiendo , como reverso, el atrevimiento de ser uno mismo ( huyendo de las alienaciones varias y de la reificación que nos convierte en objetos en manos de los poderes), de gozar de la libertad, de tomar plena conciencia del derecho a la felicidad para la que estamos dotados, saliendo del fango en que estamos sumergidos, siendo capaces de escapar de las filas del gregarismo ordenadas por los diferentes führers de turno , abandonar la condición de esclavitud que tantos beneficios suponen a quienes mandan…y en vez de plegarse a las consignas de resignación sumisa de la Razón normalizadora apostar por la razón trágica, por el goce y la parresía ( el coraje de decir verdad, de la que hablasen los griegos), y si el otro decía que sólo un dios puede salvarnos, Wilhem Reich viene a afirmar que sólo tú mismo puedes salvarte del fango en que te hunde las tecnologías de domesticación, tomando conciencia de la situación dada y adueñándote de tu vida.

Todas estas sendas exigen valentía ya que la tendencia habitual suele ser dar primacía a la seguridad en vez de a la libertad, a la heteronomía en vez de la autonomía, y el camino propuesto por Reich es el de valorarse a sí mismo, ser capaces de avanzar sin barandillas seguras que brindan partout las diferentes tribus de sanadores sociales… En un par de ocasiones asoma el paralelismo con la propuesta nietzscheana del superhombre, el gran hombre frente al hombrecillo del rebaño, para lo cual hay que desprenderse de los consejos de fiscales, jueces, comisarios de distinta índole cuya inequívoca tendencia es la de mantener a la plebe en estado de ridiculez en todos los aspectos de la existencia, cosa que se traduce en las opiniones heredadas sobre la moral, sobre el sexo, sobre los judíos, los extranjeros, los negros, y los cánones que exigen las formas estandarizadas de religión ( las institucionalizadas), que se plasman en comportamientos como el matrimonio, la castidad, la educación y otras jaculatorias reguladoras.

La voz de Wilhem Reich clama por la libertad de que ha de gozar la creatividad y la libertad de la ciencia ( la sombra de su persecución, como la de otros genios-Sócrates, Galileo, Jesús o Karl Liebneck- planea a lo largo de la combativa obra), propiedades que hace extensivas al resto de los humanos, a quienes llama a cuidarse, a pensar correctamente sin fiarse de la voz de su amo, a ser uno mismo sin abandonar la debida responsabilidad social.

Este “ programa” supone construir sobre roca en vez de sobre insegura arena, con miradas de altura propias de las águilas, poniendo por encima de todo la verdad, la coincidencia de los fines y los medios, desprendiéndose del policía-tómese el término en el sentido que le da Jacques Rancière- que todos llevamos dentro( al modo de incordiante superego), e inclinándose por el dar más que por el tomar; todo ello en pos de una sociedad solidaria, cooperativa en la que funcione la «ayuda mutua» de la que hablase Kropotkin como respuesta a las sociedades de control que convierte a los individuos en miembros del rebaño satisfechos por vivir en la dorada jaula del consumo.

La voz de Reich es la de un pepitogrillo que   alcanza la conciencia personal de los individuos convertidos en meras correas de transmisión del reino de la estupidez, escorando su actitud hacia la horizontalidad versus la verticalidad que desde Platón ( el sol como representación de lo verdadero, lo bello y lo bueno) hasta pasado mañana impera en nuestro mundo, el mejor de los posibles que decía Leibniz… « El amor, el trabajo y el conocimiento son las fuentes de nuestra vida también deberían gobernarla», como única salida satisfactoria al triángulo formado por el placer y la angustia, y la emoción…entendiendo la «revolución sexual» -por la que tanto luchó y que tanto se malinterpretó reduciéndola a puro sexo, pornografía y otras falaces lindezas- como el desarrollo de los afectos , las emociones…

Un libro que se ha de leer y rumiar, en el que no hay ni una página en balde, y que supone una ráfaga, una sacudida de alto voltaje contra la «servidumbre voluntaria»( consciente o inconsciente) dominante, contra la « peste emocional» que domina nuestras sociedades, apostando siempre por Eros contraThanatos, el principio de placer contra el principio de muerte…unos contundentes postulados con unos aires de familia que dejan ver reflejos del ya nombrado Nietzsche, de Etienne de La Boétie, de Max Stirner o del elan vital del mismo Henri Bergson, como -al menos en este aspecto- señala con razón Michel Onfray ( « Contre-histoire de la philosohie, 8. Les freudiens hérétiques», Grasset, 2013; pp. 99 et ss.) y dejase constancia el propio Wilhem Reich en su autobiografía.

Leer este libro es un recomendable « ejercicio espiritual» para cualquiera que tenga tendencias rebeldes y no se conforme con plegarse sin más a los valores dominantes….abrirlo es poner en marcha el potente ventilador de la revuelta.