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Por Iñaki Urdanibia.

Conste que no es un ensayo de signo localista, sino que anclado en el caso particular de la localidad guipuzcoana se abre a horizontes más amplios; del mismo modo que se abre de lo individual a lo colectivo.

« He aquí condenados a vivir en el mundo en el cual vivimos »

( François Furet )

Hay libros, bastantes, que si no se hubiesen publicado nada se habría perdido; tienen menos peso que una pluma. No es el caso del libro de Juan Gorostidi, Zazpigarren heriotza ( Siete veces muerto), publicado recientemente por Erein, y que realmente no tiene desperdicio si bien tiene momentos desiguales, cosa habitual en cualquier travesía que se precie, esto último que digo, y que más tarde trataré de aclarar, no significa de ninguna de las maneras que el libro divague en el vacío, que chapotee en los turbios charcos de la nada como consecuencia de una de estructuración deficiente, no, sino que me refiero -quizá, advierto que sea una sensación personal- a la narración de diversas películas ( que nadie malinterprete, me refiero a producciones cinematográficas) que aun viniendo al caso interrumpen el discurso general; tal vez no hubiera estado mal que tales películas narradas, y analizadas, hubiesen ido en un apéndice; sin hacer perder el hilo como digo, estas narraciones al igual que el detenimiento y seguimiento que al autor realiza de algunos libros hace que por momentos la sensación de estar ante un collage asome con fuerza. Pero bueno…

Si en la última tesis sobre Feuerbach se decía aquello de que los filósofos sólo habían interpretado el mundo y de que lo que se trataba era de transformarlo, Juan Gorostidi, como unos cuantos de su generación, se sumergieron en la lucha por la emancipación, tratando de transformar este injusto mundo, dejando de lado otros aspectos de la vida, y posteriormente en tiempos-llamémosles- de resaca- se vuelca en interpretar , ajustando las mecanicistas, y desmadradas, interpretaciones que en aquellos tiempos se hacían y se mantenían, muchas veces, sin tener en cuenta los cambios que se iban sucediendo en la realidad pura y dura. Es tiempo de preguntas y Juan Gorostidi, sin pelos en la lengua, se pone a la tarea con sinceridad y valentía, entregándonos unas vivencias que entrecruzan lo personal con lo colectivo…¿ Cómo se llegó a la situación que vivimos durante casi una cincuentena de años, y cuyos rastros todavía colean…? Pregunta que conduce, inevitablemente, a otra serie de interrogantes y rastreos sobre el pasado, sobre el presente y , si se me apura, sobre el futuro.

Dos partes componen el sugerente ensayo: la primera se escribe en primera persona y se centra en las luchas del tardofranquismo, muy en especial en Rentería, y la segunda notas para un duelo, analiza los tiempos posteriores y la necesaria reflexión acerca de lo sucedido y de las responsabilidades contraídas en tal combate.

Ocurrió en Rentería

El ensayista da cuenta de sus orígenes, sus abuelos y sus padres , baserritarras, mas ellos trabajando en una fábrica de la zona, aquella Manchester que al cabo de los años crecería una enormidad debido a la emigración que venía de otros lugares del estado en busca de trabajo. El peso de la guerra – a la que su padre hubo de ir al ser enrolado por los franquistas, aunque debido a sus conocimientos pudo pasarla en posiciones alejadas del peligro bélico; luego cinco años fue destinado a Marruecos-. El peso de la religión, católica por supuesto, condujo al muchacho a una seminario lugar en el que no duró mucho. A la vuelta al hogar decidió dejar los estudios y ponerse a trabajar en una fábrica, a pesar del disgusto familiar; el contacto con los trabajadores fue su universidad, y al poco completó sus estudios marchándose de su casa y poniéndose a vivir en un apartamento con otros compañeros, algunos de ellos estudiantes, que fueron siendo desplazados por otros inquilinos trabajadores.

El compromiso es cada vez más fuerte, y la puesta en funcionamiento de la Asamblea de la localidad, en la que los partidos la verdad es que no rascaban bola, que funcionaba en base a los comités de los diferentes barrios, coincide con la ideología de Gorostidi, y sus amigos, que no es otra que la propia de la autonomía ( ¿ no decía Marx que la liberación de la clase obrera sería obra de ella misma ?) . Se nos retratan los intentos, en especial de ciertos partidos de corte leninista, por hacerse con el control de la Asamblea que en aquellos tiempos era el punto de discusión y decisión -en sesiones continuas- acerca del futuro de la lucha.

Al tiempo que se da el relato, con las consecuentes reflexiones adheridas, se echa una rápida , pero certera y ubicadora, mirada hacia el ambiente internacional que se vivía, y las influencias de otras luchas, que por acá en no pocas ocasiones se trataban de calcar en una aplicación cuasi-automática. Por supuesto, la represión del estado franquista, y posteriormente los desmadres de las fuerzas del (des)orden público hacían que la cosa se hinchase, y que la lucha contra la represión se elevase a eje permanente del los combates callejeros que cada vez iban alcanzase cotas más altas. Tampoco se nos hurtan datos sobre los aspectos económicos, demográficos y urbanísticos que fueron cambiando de manera brutal la composición, y el número de habitantes, de la población el aspecto y los modos de producción habituales. No se ha de olvidar, obviamente, que mientras todo esto sucedía, la lucha armada de ETA, desde la muerte de Etxebarrieta en Benta-Haundi, en 1968, tras haber dado muerte a un guardia civil en Villabona, como salto hacia delante, se había ido incrementando, en una carrera impulsada por la espiral acción-represión-acción. Esta lucha, qué duda cabe, interfería en todas las demás formas de lucha, al marcar el calendario, gustase o no, de la lucha y de la represión, obstaculizando a quienes luchaban con otros medios más pacientes que intentaban concienciar a la gente, y que comenzaron, viendo el desarrollo e las cosas, a perder las esperanzas que hacían creer que todo era posible..La lucha antinuclear , contra la central de Lemoniz, también adquirió dimensiones grandes, desviadas en cierta medida por las intervenciones ajenas de ETA, y toma el espacio de las páginas.

Hechos decisivos, desde la óptica asamblearia y autónoma, como las jornadas de Vitoria-Gasteiz, en 1976 ( campanades a mort), o la experiencia de Numax ( con recuerdo a los dos reportajes- Numax presenta y Veinte años no son nada, realizados por Joaquin Jordá, sobre tal lucha y su posterior visita a los protagonistas y a las diferentes búsquedas de caminos individuales que habían adoptado).

Años francamente agitados y violentos, los de principios de los ochenta( y los anteriores), en los que desde la izquierda abertzale aplicaba su política de cuanto peor, mejor. Si tal sector, al menos, en lo que hace a organización no había tenido mayor presencia ni en los tajos de trabajo ni en las reuniones asamblearias de las que se habla, hubo-por utilizar un término coloquial- un auténtico robo de cartera , por parte de los sectores de la izquierda abertzale. La publicación del libro Orereta, suponía el lanzamiento de un intento por rebautizar la localidad, introducía en el ambiente una franja entre quienes apostaban por tal nombre -como sinónimo de complicidad con la lucha independentista y / o de izquierda consecuente- o los demás que de inmediato eran tratados de españolistas, etc., fue como la señal de salida para intentar reescribir la historia de las luchas, haciendo que todas, al fin y a la postre, parecían haber estado promovidas y dirigidas por el sector que promocionaba el libro y el cambio de nombre propuesto El repaso que Gorostidi da a la publicación nombrada es de no creer: es decir, se ve en sus textos-especialmente en los debidos a Elberdin- una operación en toda regla por ponerse a la cabeza de todas las luchas habidas en la localidad, y por extensión en Euskadi; el discurso empleado en el mentado texto es amén de panfletario escorado hasta las entretelas, como si tal sector de la izquierda fuera la vanguardia de todas las luchas…Mientras tanto, ya venía funcionando un gestora municipal, cuya esperpéntica actuación nos es relatada, que respondía a los resultados de las primeras elecciones municipales, con el añadido con algunos otros grupos de la localidad…[ No seré yo quien ponga en duda la visión de los hechos que da Gorostidi; es decir, no negaré las políticas maniobreras -hasta el límite del matonismo- y escisionistas-cuando las cosas se le escapaban de las manos en los movimientos sociales …se marchaban creando una organización propia. Dicho esto, también es verdad que el grado de radicalidad que se había alcanzado, provocada en gran medida por la provocadora violencia policial, era un humus propicio para que las posturas más radicales, al menos en apariencia, fueran acaparando a los sectores más inquietos que en las respuestas brutales veían , quizá , el camino más revolucionario…en aquellos años en que algún gastronómico periodista de Cambio16, calificaba a la población guipuzkoana como ETA city ].

El sabor con el que concluye esta parte del ensayo se balance entre la derrota y el sentimiento de usurpación ( añadiré que no sólo venía de la mano de la izquierda abertzale aunque sí en la barricada de la lucha,, sino también la de los partidos que durante el franquismo habían permanecido en un letargo invernal , prácticamente absoluto, ( desaparecidos como Wally )y a las primeras de cambio se alzaron a los puestos de mando municipal y otros).¡ Cosas! [ Que se me permita un inciso personal, que considero significativo: estando de vacaciones, yo estaba refugiado en París, en Donibane Lohintzune , me dijeron que un célebre periodista de Cambio 16 estaba tomando el pulso de la opinión de los diferentes partidos ante la perspectiva de unas hipotéticas elecciones…cuanfo hablando con él, me comentó que lo que yo le decía, en confianza, no daba en el clavo de ninguna de las maneras sino que los ganadores serían…quienes luego lo fueron en la realidad; puestos a, añadiré, que yo había estado un par de veces en la cárcel, de por acá, y nunca vi a ningún miembro del PSOE…y eso que había hasta algún carlista al que habían pillado pasando unas cintas con un discurso de Carlos Hugo para la celebración de Montejurra, y hasta un par de pardillos, con perdón, a quienes habían sorprendido repartiendo aquellos célebres calendarios de la época , en los que se veía el careto de Sabino Arana y la farse Euskadi es la patria de los vascos…¡ Terrible delito!]

Notas para un duelo

Si la primera parte de la que he dado cuenta resulta lineal al hacerse un seguimiento del compromiso del autor, y de las luchas en las que participó, en este segundo la cosa alcanza cotas de mayor complejidad no solo expositiva sino también personal; en las tentaciones por parte del autor-y de no pocos militantes- de recluirse en un exilio interior , pasando de todo, a la vez que . las preguntas se amontonaban en las mentes de quienes habían entregado sus años a la lucha -y se amontonan en el ensayo- para tratar de explicarse cómo se llegó a donde se llegó, y cuáles fueron los motivos que hicieron posible tal camino, que sin dudar a veces rozaba el puro delirio.

El ambiente de revuelta internacional y las luchas de liberación nacional, haciendo masa con la falta de libertades y demencia de la represión franquista, y su refuerzo en el terreno de las costumbres por parte del asfixiante catolicismo, fue el cóctel que facilitaron la deriva acontecida. Más adelante, en los tiempos transitorios, a pesar de que respirase un ambiente de proclamada secularización, el peso de los hábitos mamados permanecía interiorizada en las mentes, hasta de quienes supuestamente debían haber roto de manera más tajante con los valores antiguos, comportamientos que se traducían en la manera de entender la política, el compromiso, etc. Se daba así una especie de híbrido entre monje y soldado, dispuesto a entregarse sin pestañear, y con la audacia que fuese menester, a la lucha por alcanzar un mundo más justo, que había momentos en que parecía rozarse con la punta de los dedos.

Con algunos avezados guías, y en discusión con algunos de ellos ( Joseba Zulaika, Peter Sloterdijk, Jean Améry, Erri de Luca, Slavoj Zizek, Alain Badiou…) Gorostidi nos introduce en algunas claves interpretativas de lo sucedido y de la estructura mental ( deudora de ciertas tendencias psicológicas) que ha funcionado en el proceso. Con el horizonte como meta ( respondiendo a lo Real lacaniano, en delimitación con los simbólico y lo imaginario), despegado de la realidad pura y dura y de su sosegado análisis, surgieron los desbordamientos y la fijación de ciertos esquemas mentales sadomasoquistas que surgieron y que son los que provocan los interrogantes, las dudas y las derivas que pretender explicar las cosas( desde las infames, y exitosas, sombras de Grey o Histoie d´O., de la mano de Wilhem Reich se nos adentra en estos perfiles que se ponen en contacto con algunos perfiles concretos de la militancia armada; y buscan apoyo, y confirmación, igualmente en algunas novelas de Ramon Saizarbitoria y Bernardo Atxaga, destacando las diferencias entre los militantes dependiendo se si son hombres o mujeres)…Sin que me olvide, la banda sonora, no falta y la selección de Mikel Laboa, Xavier Lete, en especial, resulta acorde con los tiempos. Las idas y venidas que lleva a cabo Gorostidi, sin pontificar, suponen un verdadero revulsivo de cara a cualquier visión acomodaticia y/o cínica; el intento por adoptar una postura realmente consecuente es realizar la necesaria revisión y aceptación acerca de lo sucedido-y las responsabilidades de cada cual- como forma de duelo, de cerrar las heridas abiertas como es debido con el fin de evitar la posibilidad de que los desmanes pasados pudiera volver a repetirse; eso sí, huyendo de las huecas jaculatorias que se repiten una y otra vez para quedar guay con la galería. Analiza, con el fin de realizar la tarea que propone, algunos testimonios, recogidos de obras cinematográficas que recogen la visión de gente implicada en la lucha armada de ETA , del mismo modo que pone en paralelo otros filmes, de otros lares, en los que el par víctima / verdugo ocupa el centro de gravedad de las historias presentadas. Todo ello conduce al planteamiento de cuestiones relacionadas con la culpa y la vergüenza, y de las distintas maneras de enfrentarse al ejercicio de las violencias cometidas en el pasado ( la experiencia que se retrata en Indonesia, realmente de escalofrío). Tampoco les falta miga a las rumias sobre la violencia ( cuyo acto fundador se retrotrae a los bíblicos hermanos Caín y Abel), cuya presencia anida en el interior de todos los humanos ; con semejante fundación…. No está ausente de las páginas esa forma de violencia que anula, o deja heridas profundas, en quienes han sufrido tan nefasta experiencia, la tortura ( Jean Améry como guía de excepción, y algunas confesiones escalofriantes de algunas víctimas del maltrato en comisaría y de persistente persecución en sus vidas diarias). .. Daño, arrepentimiento, reparación, conversión ( el análisis del caso Txelis es de los de toma pan y unta).

Tras el cese de la violencia decretado hace cinco años por ETA, siguen existiendo algunos fetiches acerca del pasado , que ya funcionaban entonces, en lo que respecta a la violencia( encendidos debates que perduran acerca de la legitimidad o no del recurso a las armas), a la revolución( la cuestión del sujeto de ésta y sus modos de representación), a la nación ( ¿ el euskara como eje fundamental, y casi único, de la nación vasca?) etc. que parecen meros destellos de justificación y resistirse a la derrota. Las aclaraciones que da Gorostidi pretenden aclarar qué significaban tales palabras que con tanta frecuencia se utilizaban, como verdaderos fetiches o mantras que no pocas veces alcanzaban el carácter de los mots-valisses de las que hablase Roland Barthes: sirviendo para todo, y en consecuencia para casi nada.

Imposible entrar en mayores detalles y matizaciones en este espacio, además de que quien quiera conocerlos no tienen más que comprar el libro, amén de que la sutileza de los análisis solamente se pueden aprehender enfrentándose directamente con el texto que es de los que crea dudas, convulsiona las tendencias bienpensantes y acomodaticias, y que supone un exigente ejercicio de anamnesis, personal, que bien puede servir para quienes quieran hallar sosiego , ajustarse cuentas si es caso consigo mismo, con respecto a un pasado un tanto disparado. Verdadera invitación / incitación al ejercicio de examen de conciencia – que se excusen los resabios cristianos de la expresión- con respecto al pasado; se esté de acuerdo o no…el libro interpela, provoca emociones, y a algunos les provocará urticaria o un herpes en corona, para otros se quedará corto y resultará ambiguo; nadie podrá negar, no obstante, que el libro es valiente y ejemplar desde la óptica de que se enfrenta a cuestiones de las que a veces se habla poquito y por lo bajini, y bien puede servir para debatir ( por no recomendarlo, al menos, como dinámico manual para una terapia colectiva); él por su parte no se priva de discutir con ciertas visiones de Joseba Zulaika, de Marxelo Uranga, Joseba Sarrionandia o Alain Badiou…

Un libro cuya lectura exige esfuerzo, pero este bien merece la pena como sucede en las grandes ascensiones.

N.B.:Que yo sepa el libro está publicado en euskera; supongo, y deseo, que en breve sea traducido al castellano.

He de agradecer a Fernando Saiz que me ha facilitado la lectura de este libro, ya que sin él la verdad es, casi seguro, que nunca hubiese reparado en él. Mis lecturas habitualmente van por otros derroteros, más propios de quien, como el Cándido volteriano se dedica al cuidado del jardín propio, eso sí teniendo siempre presente la prescripción lyotardiana de seamos paganos, seamos justos, y en un estado permanente semejante al de aquel que oyendo a Sócrates decir : sólo sé que no sé nada, terciaba: pues yo ni eso.