Por Iñaki Urdanibia
Entre un que se sepa quién manda, que le declara el padre de la novia, Georges, a Amin Belhach, con ocasión de su unión conyugal, con su hija, Mathilde, en Milhouse, al las cosas aquí son así, que le espeta el marido a su esposa al poco de llegar a Meknès, en Marruecos, el tono está marcado, la mujer ha de obedecer a su marido y a las normas imperantes allá a donde va. Es la tensión entre lo mismo y lo otro, la identidad y la diferencia con la cantinela, de la copla de Decibelios, de que el mejor siempre será el equipo local. La historia de una serie de seres desterritorializados, fuera de su lugar y las costumbres y hábitos que en él se dan, que se sienten desubicados con respecto a las ideas mamadas en su niñez, un marroquí, sirviendo en el ejército francés, luchando contra los alemanes en la segunda guerra mundial, una alsaciana en tierras marroquíes, y otra serie de personajes que padecen las imposiciones a las que es sometido su pueblo bajo la bota del colonialismo galo, que impone su lengua, sus costumbres, sus centros de educación y que discrimina a los nativos, lo que supone una división de las poblaciones entre la ciudad moderna, para disfrute de los franceses, y la medida en la que viven , o malviven los marroquíes. Este es el telón de fondo de la novela de Leila Slimani (Rabat, 1981), «El país de los otros», editada por Cabaret Voltaire y premiada con el XXII Libreter de Catalunya 2021 y el del Gremio de los librerías de Madrid este mismo año como mejor obra de ficción del mismo.
La novela adopta la forma de un cruce de historias que se asemejan a un trabajo de campo al aprehender el pulso del país magrebí en aquellos revueltos años en los que las ansias por lograr la independencia por parte de los nacionalistas marroquíes conduce a un enfrentamiento abierto entre estos y las fuerzas que mantienen al país en la condición de protectorado francés; ha de tenerse en cuenta que fue en 1956 cuando se dio la declaración franco-marroquí que ponía fin a la subordinación de los segundos con respecto a los primeros. Eran los años posteriores a la segunda guerra mundial y la ola de descolonización se extendía como una plaga. El eje del libro gira en torno al matrimonio mentado, a las madre y hermanas, y hermanos de él, a los que se han de sumar los sirvientes y los hijos fruto de la pareja, Aicha y Selim, ampliando el retrato a las relaciones que la pareja establece con diferentes personajes: ya sean compradores de los animales o las frutas y verduras que ellos venden, y que producen en su granja, y con algunos otros miembros extranjeros afincados allá, un médico, Dragan Palosi de origen húngaro y un afamado y poderoso hombre de negocios, Mariani.
No cabe duda de que Leila Slimani pisa fuerte el territorio que transita y aquello que ella no alcanza por biografía, obviamente, lo llena con los relatos escuchados en el seno de su familia, y con las consultas a profesores, historiadores y otros que sí que vivieron aquellos revueltos años de los cincuenta en el país cuya capital es Rabat. Dos luchas se entrecruzan a lo largo de las páginas: la de lograr la independencia del país y la de alcanzar la independencia y autosuficiencia de las mujeres que tratan de sacudirse el yugo de sus maridos, hermanos, etc.
Las tensiones se dejan ver en el ejército francés en el que combate Amin, entre los franceses de pure souce y los que componen los batallones de marroquíes, cuya diferencia comienza por el mismo color de la piel, sin entrar en las diferentes costumbres y modos de vida. Cuando llega la Liberación y casados los nombrados, Amin y Mathilde, se trasladan a Marruecos en donde el padre del primero tiene unas tierras que Amin va a intentar sacar adelante; no obstante habrá de esperar a que se finalice el contrato de quien ocupa las tierras, y luego habrá de trabajar duro para extraer algo de unas tierras que resultan ser un secarral. Mientras esto llega, van a vivir a casa de la madre de Amin, Muilala, junto a la que viven sus hijos, y algunas sirvientas. Mathilde es mirada y tratada con extrañeza y distancia por parte de los demás, es diferente en lo físico y en lo que hace amanera de vestir; a ella, desde el principio le rebota el modo en que son tratadas las mujeres que parecen meras servidoras de los hombres, no sentándose a la mesa hasta que los hombres hubiesen acabado… Sus protestas eran acalladas por Amin que le decía que debía aceptar las normas que allá regían. No está de más señalar que Amin eran recibido por unos como un héroe y por otros, los nacionalistas marroquíes, como un traidor que había colaborado con el enemigo colonizador; unos le desprecian por haberse casada con una francesa, y a ésta la desprecian por ser extranjera, haberse casado con un marroquí y además por inmiscuirse en los asuntos locales. En el colegio de monjas al que empieza a acudir, a regañadientes, la pequeña Aicha se respiran igualmente diferencias importantes entre unas, las alumnas de la ciudad, y las que procedían de zonas agrícolas… las maneras, los modales, las formas de vestir y de habar eran motivo de discriminación; también entre las monjas hay diversidad ya que mientras la directora no ve con buenos ojos a la chiquilla, hay otra religiosa, sor Marie-Solange que la valoraba sobremanera; tales diferencias entre las alumnas van a hacer que Aicha tienda a la soledad al tiempo que se refugia en las creencias religiosa, en la oración y el sacrificio de a la vez que use ciertos mecanismos de defensa, que consisten en poner cara de buenecita a la vez que gasta faenas a las compañeras, francesas y ricas, que se hacen las chulitas.
Hay otras tensiones: unas se dan en el seno de la familia, al tener Selma, una de las hermanas de Amin, un comportamiento díscolo, lo que la ha llevado a abandonar a los estudios a andar de picos pardos en ambientes poco recomendables; si Amin no se entera en exceso de estos devaneos, su hermano Omar, que está absolutamente entregado, con ciego fanatismo, a la liberación de Marruecos por los medios que sea, vigila y castiga a su hermana por su comportamiento pecaminoso; al final también Amin intervendrá obligando a su hermana a casarse con un compañero de armas de Amin en las trincheras de la guerra, Murad que, habiendo aparecido por allá de manera sorpresiva, y siendo nombrado de inmediato capataz de la finca, que pretendía dirigir a los trabajadores manu militari, logrando el profundo malestar entre ellos; se había evitado con tal matrimonio de la joven se casarse con un francés, sospechoso de no tener una moralidad contrastada… la pareja no obstante va a vivir en una casucha parte de la casa familiar.
El rechazo e incomodidad, de los que antes he hablado, que suponían ciertos comportamientos de marginación y desprecio hacia las mujeres, a las vez que ciertos pensamientos y remedios mágicos que allá se aplicaban, Mathilde va a entregas en cuerpo y alma al cuidado de las mujeres y sus hijos que acuden a su consulta para buscar remedio a sus enfermedades, actividad que, al principio, es mal mirada por su marido y nada digamos por algún empresario, colono él, que piensa que a los nativos del lugar hay que tratarles con mano dura ya que si les trata con cariño se pueden subir a la chepa y poner en peligro el negocio y la sumisión necesaria para que éste marche comme il faut. Vemos el desánimo de Mathilde que silencia a sus amigas alsacianas y a su hermana Irène la mala vida que lleva, ocultándola y dejando creer que aquello es una maravilla llena de exotismo… Con ocasión de la muerte de su padre, muerte que le fue notificada tarde y mal por su hermana, vuelve a Milhouse y se sincera con su hermana, y duda por momentos si ha de quedarse allá o volver… los hijos que allá tiene son el lazo que hace que se vea obligada a volver.
Ña saga familiar avanza y el telón de fondo es el ambiente cada vez más violento que vive el país, con asesinatos, saqueos, incendios que atentan contra los bienes y personas de los colonos; acciones que son respondidas a sangre y fuego por algunos batallones de castigo organizados por los colonizadores.
Leila Slimani tiene la habilidad de hacernos entrar en el corazón de la situación de la familia retratada, en el mar de dudas por el que navegan, y de paso en el corazón de las tinieblas que crece a pasos agigantados en aquellos años de luchas cruzadas, con los retratos logrados del resto de personajes que asoman por las páginas del libro.
Si esta entrega abarca los años que van de 1945 a 1955, parece ser la que la escritora tiene la intención de ampliar la mirada, en posteriores entregas, a los años que van de 1971 a 1981, y a los que abarcan de 2005 a 2015.