Category: PATRICIA HIGHSMITH


Por Iñaki Urdanibia

El día 19 de enero de 1921 nacía esta enigmática escritora.

Cien años del nacimiento de esta inquietante escritora, cuyas novelas deberían ser poco menos que libros de texto en las facultades de criminología. La lectura de sus obras arrastran al lector irremediablemente a posicionarse en posturas que a poco, que reflexione, serían condenables con respecto a sus propias valoraciones morales. Ese terreno en el que reina cierta ambigüedad que convierten a uno en asesino, y si no tanto, en un ser que apoya comportamientos poco presentables desde una óptica ética o penal, hasta las suyas propias; los garbeos de Patricia Hishsmith, por los recovecos oscuros de la mente, provoca, vellis nolis, este descoloque del que hablo. Estas cuestiones las he señalado en más de una ocasión en esta misma red*, y en otros medios. Con motivo de la efeméride que señalo, me conformaré con enviar a los artículos publicados que tratan con amplitud la figura y el quehacer de la escritora, a los que añadiré un par de artículos rescatados de la prensa escrita.

No cabe duda de que los textos de la mujer originan desasosiego, duda, titubeos, constituyendo sin lugar a dudas, obras, que con pleno derecho, deben estar presentes en los anaqueles de la gran literatura, más allá de quedar circunscritas a un género determinado.

Patricia Highsmith, la escritora araña

Patricia Highsmith

Pájaros a punto de volar

Anagrama, Barcelona, 2002

301 páginas / 16 euros

Ficha

Fecha y lugar de nacimiento: 19 de enero de 1921 en Fort Worth, Texas.

ObrasExtraños en un trenMar de fondoEl grito de la lechuzaEl diario de EdithEl cuchilloEse dulce mal,… además de la serie de Ripley

También ha escrito relatos y muchas de sus obras han sido llevadas al cine (Hitchcoch, Clément, Wenders,…)

Premios: Grand Prix de literatura policíaca…

Fecha y lugar de fallecimiento: 4 de febrero de 1995 en Tegna (Suiza)

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Quienquiera que se haya acercado, o se acerque, a la prosa de esta dama no habrá salido indemne, la indiferencia no es reacción posible ante la inquietante literatura de esta mujer a la que creo le casa a las mil maravillas la comparación arácnida; así funciona ella con sus lectores, les atrapa sin remisión, les lleva a sentimientos que en principio pudieran parecer inauditos para el mismo que los padece. Uno se siente atrapado en la tela, de situaciones y personajes, tejida por la escritora como una mosca lo haría en la de esos seres hiladores. Es más, muchas veces a lo largo de la lectura de sus libros, ciertas pasiones asoman con fuerza en el lector convirtiéndole en potencial asesino o justificador de tales comportamientos ante los callejones aquejados de inseparables ataques de simpatía.

Esta capacidad de lograr la inevitable tendencia empática hacia ciertos personajes es conseguida por la autora, las más de las veces, al mostrar crímenes que suceden o son cometidos por seres, de partida, normalitos y no por psicópatas de libro; tal normalidad acerca a los lectores a tales protagonistas que sufren, se sienten chuleados o desbordados por inesperadas situaciones. Esto es lo que hace que el lector se sienta tocado y lo que muestra igualmente los tenues y borrosos límites que separan el comportamiento común del delictivo. Nos sitúa así la escritora en un terreno de la ambigüedad, nos lleva a un cierto amoralismo justificativo…características que hacen que Patricia Highsmith – sus obras, vamos – debería ser utilizada como inexcusable libro de texto en las facultades de criminología, de psicología, etc.

Si, de todos modos, se suele emparejar a esta escritora con la literatura de crímenes… siempre se da un trasfondo psicológico en su escritura, siendo cierto que las más de la veces las muertes asoman por las páginas de los libros a ella debidos. No obstante, hay algunas – contadas – obras en las que tales acontecimientos luctuosos no aparecen; recuerdo así una verdadera obra maestra suya que quizá haya pasado desapercibida, al menos más ignorada que otras, en su abundante producción – El diario de Edith – en la que lo que describe, con una sutileza genial, son ciertas problemáticas relaciones familiares. El tipo de desasosiego que surge de su lectura se adueña también del lector con los relatos que ahora se nos presentan, relatos que son los primeros pinitos como escritora de la autora, realizados entre 1938 y 1949. Ha de tenerse en cuenta que su primera novela, Strangers on a Train, ve la luz en 1950.

Los personajes de estos tempranos cuentos son seres extraños, ajenos a la comunidad, o en general a los lugares, en los que aterrizan: o bien son seres que se mueven entre la ubicación, la desubicación y la reubicación, o… entre el encuentro, el reencuentro y el desencuentro… sometidos a la atracción de las carambolas producidas por distintos objetos y situaciones, etc. Por una parte, están sus peculiaridades, en abundancia; por otra, y en especial, está la incomodidad que genera su presencia entre los apacibles seres que se ven sorprendidos por la presencia de un extraño, de un ser ajeno a su cuerpo social… la inquietud, la desconfianza, la zozobra, el temor a lo inesperado, el vértigo, la tensión que hace agarrase a las páginas que se leen al tiempo que se desea pasar inmediatamente a las siguientes para desvelar el misterio que se va cerniendo sobre la espesa atmósfera creada por la narradora… todo esto está presente en los catorce cuentos que están dominados por cargados ambientes que invaden lo que antes había sido normalidad absoluta, rutina y repetición de lo mismo. Estos textos de la joven escritora guardan ya muchas de las características que brillarán en la autora consagrada… ¡Patricia Highsmith asomando ya a su estado puro¡

Maestra del suspense

A veces cierto afán simplificador ha solido unir bajo la etiqueta de “reinas del crimen” a señoras como Ágata Christie, Ruth Rendell (o Barbara Vine, tanto monta), P.D. James o a la misma autora de la que hablamos. No es el lugar para indicar las señas de identidad de cada una de ellas y sus consiguientes diferencias, lo que sí es claro, no obstante, es que Highsmith nunca recurre ni a policías, ni a detectives privados que resuelvan los enigmas planteados… su elemento natural es el suspense, el enigma, los abismos, las atmósferas envolventes y opresivas, los climas de pesadilla, siempre bajo la sombra de una “lógica loca “… y no cualquier forma o búsqueda de justicia.

Cuando se abre un libro de esta solitaria escritora se ha de decir adiós al humor, pues desde la primera página, y hasta desde la primera frase – tal y como ella lo explica en ese “manual” para escribir novelas de intriga que lleva por título Suspense – son el temor, el temblor, la angustia, el desasosiego, y… hasta el mal cuerpo diría, quienes campan por sus respetos, involucrando al lector como ha quedado dicho, en la prosa de esta «Poetisa de la aprensión más que del miedo», tal y como la calificase ese gran escritor, explorador de infiernos, llamado Graham Greene.

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El talento de Highsmith

+ Joan Schenkar

Patricia Highsmith

Circe, 2010.

768 págs. + 16 ilustraciones / 29 €.

Si entre las damas del crimen hay una mujer enigmática e inquietante, hasta el temblor, esta es Patricia Highsmith (1921-1995). La señora resultaba tan distante y su mirada tan gatuna como sus amados mininos. Esa distancia era reforzada por la escritora americana, afincada en Europa, por su aislamiento, las dificultades que ponía de cara a aparecer en público o someterse a las preguntas y los flashes de los periodistas; el celo con que guardaba su intimidad reforzaba el misterio en torno a ella y la unía, en cierto sentido, a sus misteriosos personajes.

Cualquiera que haya leído los libros de la autora de El diario de Edith habrá observado su ambigüedad que se confunde entre el bien y el mal, haciendo los límites entre ambos algo francamente borroso y hasta intercambiable por momentos; hay situaciones en que el lector se siente invadido por un impulso criminal irrefrenable ante los vomitivos chantajes a los que son sometidos algunos de los personajes que en sus novelas aparecen, y no me refiero en especial a las de la serie Ripley sino más en concreto a El grito de la lechuzaLa celda de cristal o Ese dulce mal. Estas oscuridades, estas situaciones desasosegantes, estas incomodidades se contagian a la autora – o viceversa – de las historias y se transparenta en su propia figura: solitaria y aislada, viviendo con cierta incomodidad su homosexualidad y mostrando un claro desprecio hacia sus amantes, hacia los seres de su mismo sexo (ahí están además de sus declaraciones, sus Cuentos misóginos) e igualmente hacia los del otro; podría afirmarse que en el caso de Patricia Highsmith todo lo humano le era ajeno, o al menos lo miraba con fría distancia, la propia de una consumada misántropa. La autora de este detallado libro nos presenta estos aspectos al igual que los problemas que la escritora tenía con el alcohol, etc. La escritora americana Joan Schenkar entra al fondo de la vida de esa desconocida recurriendo a una abundante – y hasta ahora desconocida – cantidad de anotaciones personales de la escritora y desvela sus secretos, sus silencios, sus soledades y nos introduce en la psicología de esta especialista de las profundidades turbulentas de la psique humana. Indudablemente estamos ante la biografía más completa de la escritora americana, en la “biografía definitiva” si bien también es verdad que la mirada de la biógrafa busca explicaciones causales en la mente de la biografiada, tomando base en su vida atormentada: nace con sus padres recién separados, vida con su abuela, abandonada por su madre, más tarde con esta y su segundo marido, con quienes las relaciones no resultaban muy fluidas que digamos; sus estudios le hacen establecer ciertas relaciones sociales pero su vocación literaria se ve frustrada lo que no le lleva a desistir, y sigue escribiendo hasta que en la década de los cincuenta salta a la palestra de las letras con Extraños en un tren. No fue baladí que algunas de sus obras fueran llevadas a la pantalla lo que supuso, obviamente, una ampliación de su fama, de sus ventas, que iban acompañadas de unas críticas positivas. Posteriormente vendrá el salto, en los ochenta, al viejo continente y su definitiva instalación en él.

La vida, el carácter forjado a través de ella, son puestos en estrecha relación con la obra, estableciéndose – según Joan Schenkar – una relación indisoluble que hace que los traumas personales de la escritora se traduzcan en las movedizas historias que escribió.

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Advierto que a pesar de la coincidencia de títulos con los artículos que presento y éstos, no suponen mera repetición en lo que hace al contenido

Patricia Highsmith, el talento de una escritora-araña – Kaos en la red

Las máscaras de Patricia Highsmith – Kaos en la red

                                                                                                            19 de enero

GREZ, FRANCE - APRIL 21: American writer Patricia Highsmith poses during a portrait session held on April 21, 1978 in Grez sur Loing, France. (Photo by Ulf Andersen/Getty Images)

Por Iñaki Urdanibia.

Se cumplen cuarenta años de la publicación de quizá la mejor novela de la escritora tejana: « El diario de Edith ». Sirva la efeméride para acercarnos a la singular personalidad de la escritora.

« Yo me dedico a crear debido al aburrimiento que me producen la realidad y la monotonía de la rutina y de los objetos que me rodean »

Decir el nombre de la escritora estadounidense y relacionarla con su personaje de Ripley, y con otras historias de intrigas, todo es uno. Dos cosas quisiera señalar de entrada, sin pretensiones mayores, ni menores, de establecer un hit-parade de sus obras: 1) dentro de las novelas que he nombrado, como más significativas de su quehacer, hay algunas que considero más potentes que las de la saga de Ripley, así «Mar de fondo» , «La celda de cristal», «El grito de la lechuza» o «El cuchillo», por ejemplo; y 2) me inclino a pensar que quizá su mejor novela « El diario de Edith», es ajena a la temática que le ha llevado a la celebridad (en su Suspense se puede leer: «no soy una escritora de crimen y misterio porque ni el suspense ni el misterio me interesan. Pero me fascina el desarrollo de un criminal accidental, algo que todos somos potencialmente. Sus motivaciones y reacciones me subyugan. De hecho, una persona normal me empieza a interesar cuando adquiere conciencia de sus instintos. Ese es el motor de todas mis novelas» ); en esta ocasión, como indico, se mueve por otros derroteros que los recién señalados, en terrenos más íntimos al igual que lo hacía en su «Carol», publicada inicialmente con seudónimo, Claire Morgan, debido a que en ella se narraba una relación lésbica, que la escritora quería evitar que se identificase con su persona, o en sus «Pequeños cuentos misóginos», lo cual no quiere decir que dichos textos carezcan de tensión y magnetismo…¡faltaría más!

Al acercarse a la figura de la singular escritora cabe el peligro, difícil de esquivar, de centrarse en sus rarezas, verdadero pozo sin fondo, que puede conducir vía directa al mundo de lo patológico, cosa que aun no siendo lo fundamental del asunto, sí que tiene su sentido ya que es verdad que la singularidad de su prosa y sus historias algo, mucho, tienen que ver (y se deben a) con las atmósferas crecientes en el campo de la asfixia que provocan sus novelas y relatos. Así pues, aun ateniéndose al “conoce la poesía no conozcas al poeta”, sí que la empresa, al menos a nivel anecdótico, de conocer un poquillo su visión del mundo y sus comportamientos ante él sí que resultan de interés para conocer su resultado: sus novelas y cuentos. Aun a riesgo de cogerle manía y así entorpecer la lectura al partir con un bagaje negativo, en aquellos que no conozcan las novelas y cuentos de esta escritora, lo cual resulta imperdonable sea dicho al pasar. ( * )

Sin ignorar absolutamente lo anterior, y con el fin de evitar que tal sea el centro de gravedad del acercamiento a la autora, me limitaré a dar algunos datos biográficos, con alguna referencia tangencial a sus manías y comportamientos, pasando a continuación a detenerme, al menos un poco, en el difícil encasillamiento de la señora dentro de los géneros literarios; lo que sí que es claro es que habitualmente se incluye a PH en el conjunto de las « damas del crimen », etiqueta bajo la que se suele incluir , pêle-mêle a Ágatha Christie, P.D.James, Barbara Vine (Ruth Rendell, tanto monta), Ingrid Noll , Sue Grafton o Fred Vargas por nombrar a algunas de las más destacadas. Muchas veces, las más, generalizar es mentir y así esta etiqueta incluye un revoltijo de tendencias y particularidades bajo un supuesto denominador común que une a las incluidas. ( ** )

El diario de Edith ( 1977)

Tras alguna negativa de su editor de cara a publicar el libro debido a que su temática no se inscribía en la línea habitual, al no tratarse de una novela policiaca, a pesar de que sí que hay intriga y suspense… ella reaccionó ante este rechazo de la novela en la que la escritora había depositado mucha confianza – y que en sus listas personales consideraba como su mejor novela-, diciendo que el problema no era suyo sino del editor. El libro, dedicado-tal y como le había solicitado- a Marion (Aboudaram), escritora y pareja suya durante una temporada, apareció finalmente en otra editorial estadounidense, siendo recibida con unánime entusiasmo por la crítica y los lectores.

La novela presenta la historia de una mujer ,digamos que, “normal”, que trata de espantar el aburrimiento, los problemas y la vacuidad de su existencia escribiendo un diario en el que se crea una vida imaginaria, que desde luego mejora su problemática existencia; reflejo, en la visión de la escritora, de la familia de clase media americana. El choque entre la realidad y la ficción hace que todo se vaya desmoronando. En una lectura apresurada quizá se vea una vida gris sin más, si bien a poco que se mire, también puede conducir a detectar algunos de los temas omnipresentes en la escritora: el balanceo entre realidad y fantasmas, el problema de la identidad, las frágiles y borrosas fronteras entre razón y locura, siempre manteniendo un tono calmo, frío , clínico, que hace que la tensión vaya creciendo en la medida que pasan las páginas, alcanzando los bordes del malestar mental, y casi físico. Como en todas sus novelas, hay en esta algo que desasosiega, algo que hiere, que desorienta…y que produce dolor al lector.

Estamos en una pequeña casa de Pensylvania en la que vive la tal Edith, su marido Brett su desbrujulado y malévolo hijo Cliffie, más tarde se añadirá al domicilio el anciano en decadencia, tío del marido, George. Entre los personajes, además de los citados que son los principales, aparece la tía abuela Melanie con la que Edith hace buenas migas y de la que recibe afectos y buenos consejos; sin olvidar se de la presencia de algunos matrimonios amigos.

El hijo no hace una a derechas, siempre hay alguna historia problemática: ya desde su tierna infancia que se arroja al río desde el puente, pasando por algún accidente de tráfico o algunas copias en los exámenes de entrada a la universidad, los problemas siempre acompañan al sujeto, que además mantiene una actitud pasiva y contra cualquier sentido común, tanto en su comportamiento como en sus reacciones ante los hechos…Una vida de vagancia( que alterna con algunos trabajos temporales), de desapariciones fugaces, de apariciones inesperadas, de risas indebidas, una existencia fuera de cualquier norma.

El padre no le aguanta, ni le pasa una. En un momento éste se abre de casa al haber conocido a una jovencita con la que se va a vivir, y se casa, trasladándose a otro Estado. Entre tanto a la casa había ido, con el propósito de pasar una corta temporada, un tío del marido ; estancia provisional que se convierte en permanente y problemática ya que la incapacidad , y la falta de voluntad, de moverse le convierte en un ser dependiente en todos los aspectos: hay que subirle la comida a su habitación, hay que limpiar su cuarto y a él, se ha de suministrarle la medicación que ha de tomar para evitar los permanentes dolores…Si, en especial a la madre, le supone preocupación y trabajo, su presencia tampoco es que agrade al desagradable hijo, que cada vez va subiendo el tono con respecto al anciano y la carga que supone.

Desde que el marido desaparece de la casa, y se desentiende de su tío, se comporta con una apariencia de comprensión y de agradecimiento formal con respecto a la abandonada Edith. Parece, por momentos, que trata de solucionar los problemas o comprar el silencio por medio del envío de dinero…mientras se muestra inaccesible por estar siempre ocupado al tiempo que da señales de una vida feliz con su nueva mujercita y con el hijo de ambos.

La atmósfera avanza en un in crescendo galopante, en su dosificada lentitud, y la mujer acepta algunos trabajillos para subsistir, al tiempo que escribe con esmero un diario en el que describe unas ensoñaciones de un mundo feliz…que le sirve como modo de sobrellevar la dura existencia, como si de una medicina se tratara.

La muerte, digamos que, extraña del anciano que ya tenía , todo sea dicho, más de ochenta años, va a provocar en el ausente marido un persistente interés para que se le realice la autopsia al difunto. Va a remover Roma con Santiago por lograr apoyo en el médico de familia, además de influir en las amistades de Edith, en una orientación que apunta a señalar que la mujer padece serios problemas mentales…De la noche a la mañana, el absoluto desinterés del exmarido se va a convertir en unas exigencias excesivas y permanentes por la salud de su exesposa…

Los dos personajes más relevantes son Edith y su hijo y ambos son los narradores de las historias que se suceden: Edith construye una vida ficticia, y maravillosa, de su hijo que desde joven había decidido vivir ausente de la realidad con la compañía del alcohol. Es de todo modos el pasivo e impresentable hijo quien se enfrente a la dureza de los hechos y las decisiones, mientras que la madre se convierte en víctima pasiva, al tiempo que en cómplice, ante los abusos que se ciernen a su alrededor, urdidos por un maniobrero exmarido.

La escritura y la vida

La idea inicial de la escritora al emprender la escritura de esta novela fue la de escribir un libro sobre una intelectual moderna, que no estaba contenta con la vida de familia , que crea en su diario una idealizada, y ensalzada, imagen del falaz suelo americano. No está de más, ante semejante tesitura, interrogarse, en paralelo, acerca del papel que los diarios jugaban en la vida de Patricia Highsmith, más si se acepta la afirmación de la escritora de que «en parte, las ideas de Edith son las mías ». El final de Edith responde con precisión a una de las pesadillas recurrentes de la propia escritora.

En las páginas de la novela asoma el nombre de Erich Fromm; pues bien, recuerdo que uno de los ejes del pensador es que en las relaciones de pareja se da una complementariedad entre el sadismo-o carácter dominante- en una de las partes de la pareja , mientras que el masoquismo-o aceptación de ser dominado- asoma en la otra parte. En la presente ocasión este mecanismo funciona solamente en parte, ya que además de que la pareja se rompe, una de las partes domina, o trata de hacerlo, hasta la absoluta anulación de la otra…hasta el punto de conducirla a los bordes de la confusión de razones, entre la realidad y la interpretación de ella; lo cual supone que la relación de complementariedad señalada sea desbordada por todas las esquinas…convirtiendo a uno en martillo y a la otra en receptivo yunque, por usar la figura goetheana. Tal relación parece confirmar, por otra parte, la visión que ella tenía sobre las mujeres: «me cuesta ver a las mujeres valiéndose como sí mismas. De alguna manera, las sigo viendo definidas por su relación con un hombre».

Sin buscar causalismos facilones. sí que Edith Howland había carecido de afectos por parte de sus padres que la trataban con absoluta indiferencia, mientras que era su tía Melanie la que le aportaba cariño casi maternal.

La escritora mantenía con respecto a los niños algunas ideas contradictorias: así por una parte era de la opinión de que se debía dar una cuidada educación a los pequeños, al mismo tiempo que no soportaba su cercanía. En lo que hace a sus planes educativos pensaba que se debía enviar a los niños de corta edad a vivir a otros lugares del mundo, postura que parece reproducir las vivencias que ella sufrió de niña ( entre el cuidado de su abuela y más tarde el de su madre y su marido en otra geografía absolutamente distinta del país)…En sus diarios hay unas anotaciones al respecto, que pensaba trasladar a la mente de Edith.

Para la creación del desagradable personaje de Cliffie, la escritora se inspiró en un joven al que ella despreciaba al tiempo que sentía celos hacia él; joven al que más tarde llegaría a comparar con un asesino caníbal.

La intempestiva visita de los inspectores de la Agencia tributaria a su casa de Moncourt, coincidió con la escritura del libro lo cual queda reflejado, a su modo y manera, en la visita del exmarido Brett, acompañado de un psiquiatra…que invaden su despacho, en donde guarda su diario, ante lo que Edith reacciona con fuerza. “ fuera los dos”…todo esto “me parece realmente horroroso”. Su despacho –tanto de Edith como de Pat- era como el sancta sanctorum, y de ahí que tuviesen costumbre de esconder el diario entre la ropa.

Los nombres propios de intelectuales que aparecen en la novela, dan cuenta de algunas lecturas de la escritora, trasladadas a sus personajes: Tom Paine, Daniel Bell (el de El fin de las ideologías o Las contradicciones cultuales de la modernidad), Erich Fromm (su madre le había regalado El arte de amar), o, que recuerde, George Orwell.

Patricia Highsmith ( 1921 – 1995)

1921: El 19 de enero nace en Fort Worth (Texas) Mary Patricia Plangman, en casa de huéspedes de sus abuelos maternos. Su madre es pintora e ilustradora, nueve días antes del nacimiento de Pat se divorcia; el padre desaparece de la vida familiar y Pat no llega a conocerle a los doce años.

1921-1926: los primeros años son de estrecha relación con su abuela Willie Mae, mujer de hondas – y cambiantes- convicciones religiosas. A sus tres años y medio conoce a Worth Stanley Highsmith, que contraerá matrimonio con su madre. Desde tal encuentro lo mira con mal ojo. En 1924 fue a vivir junto a ellos a la casa de los abuelos.

1927-1938: El matrimonio se traslada, con la hija, a Nueva York, en donde trabajan como diseñadores gráficos. Primeras lecturas de la pequeña Patsy. En 1929 vuelven a Fort Worth en donde la niña comienza su escolarización. En 1933 es enviada a un campamento de chicas ; desde allá envía numerosas cartas a casa, mostrando su sorpresa por ciertas costumbres de las monitoras y campistas: se bañan desnudas, se intercambian los vestidos, etc. Conoce a su padre. En el colegio es la única alumna que asiste a la clase de carpintería.

1934-1938: Vuelven a Nueva York, siendo matriculada en una instituto para chicas, de varias de las cuales se enamora. Comienza a acudir a los bares y cafés de Greenwich Village. Sus cuadernos (cahiers los llamaba ) comienzan a llenarse de notas describiendo sus relaciones y el ambiente en el que vive. De 1935 es el inicio de escritura de su primer relato, al que sigue algún otro que se publica en la revista del instituto.

1938-1942: : estudia en el Barnard College y forma parte del comité de redacción de la revista literaria de la facultad, practicando igualmente el atletismo. Se afilia a las juventudes comunistas, aunque su militancia no dura mucho. Conoce a cantidad de gente bien situada en los ambientes culturales neoyorkinos. En 1940, en uno de los numerosos cambios de domicilio, se instalan en una calle , repleta de piano-bares y de amplia tradición revolucionaria. Empieza su primer diario. Algunos relatos son rechazados mientras que algún otro es publicado. En 1942 acaba sus estudios y comienza a trabajar en una publicación judía.

1943: Respondiendo a un anuncio de prensa consigue un puesto para escribir guiones de diferentes cómics de super-héroes con alter-egos. Tal trabajo, para diferentes editoriales, le duraría más de seis años. En estos años que son la Edad Dorada del género, es la única mujer contratada como guionista. Inicia la escritura de su primera novela claramente influida por los personajes de los cómics…De estos trabajos eliminará todos los rastros en sus cuadernos y diarios. Varios fugaces enamoramientos de mujeres y comienza a salir igualmente con algunos hombres.

1943-1944: viaja a México con una modelo que acaba de abandonar a su pareja; la relación dura poco. Este viaje es el primero de los muchos viajes al extranjero que realizará y en aquellas tierras se dan algunas constantes que no le abandonarán: escribe cantidad de cartas, toma notas sin descanso, escribe y consume cantidades ingentes de alcohol.

1944: sigue probando en el campo de la novela, escribiendo alguna que, junto a un par de ellas más, quedarán inacabadas. Sigue escribiendo guiones de cómics, y mantiene varias aventuras amorosas simultaneas. Una de ellas con un joven alcohólica y rubia de la alta sociedad.

1945 : Observa a dos caracoles apareándose , lo que le resulta “relajante”. A partir de entonces acumulará caracoles como mascotas, llegando a tener trescientos, lo que le originó más de un problema a la hora de cruzar fronteras. En varias obras suyas se dará la presencia de estos animalillos: Mar de fondo, El observador de caracoles

1946: vuelve a ver a una mujer a la que había conocido en una fiesta, Virginia Kent Catherwood de la que se enamora Patricia; una de las historias que le inspirarán su novela Carol. La relación entre ambas no durará mucho tiempo debido a distintas infidelidades. La huella de Virginia perdurará como “tipo” en sus obras.

1947 : Amplía sus relaciones con gente del mundillo del arte y la cultura. Empieza a escribir Extraños en un tren; consigue que varios cuentos sean publicados.

1948 : conoce a Truman Capote que la recomienda a Yaddo, colonia de artistas de Saratoga Springs (Nueva York); allí pasa dos meses escribiendo y bebiendo sin parar. Se codea con diferentes escritores: Chester Himes, Flannery O´Connor…Ese mismo año empieza un periodo de tratamiento psicoanalítico, que le aporta nuevas ideas pero que le asquea al considerar que la doctora no hace sino replicar el comportamiento dominante de su madre. Patricia Highsmith comenta el atractivo hacia las mujeres casadas. En su trabajo como dependienta en unos grandes almacenes , la esposa de un rico ejecutivo le compra una muñeca ; el fugaz encuentro le va a impulsar a escribir de una tirada el argumento de Carol. A pesar de varios viajes de “espionaje” no vuelve a ver a tal señora en su vida.

1949: Viaja en barco a Europa: Londres, Marsella, París…Italia. Al año siguiente conoce a Arthur Koestler con quien establecerá sólidos lazos de amistad. Ese mismo año publica Extraños en un tren.

1951: Tras el rechazo de una editorial, publica Carol. Nuevo viaje a Europa: París, Londres, Roma, Venecia. Alfred Hitchcock finaliza su película Extraños en un tren; había comprado el libro por 6.800 dólares más un pago extra de 700. Ese mismo año se enamora de Ellen Blumenthal en Munich, y el romance dura cuatro años; viajan juntas por Europa, Estados Unidos y México… La amistad, con constantes peleas, se mantiene no obstante hasta 1988. Resulta significativo que Patricia se trasladara a Suiza a principios de los ochenta para estar cerca de dicha mujer.

1952: la mujer se intenta suicidar al conocer las opiniones que sobre ella había vertido Pat, en su diario. Jenny Bradley se convierte en su agente. Se vuelve a publicar Carol y se sigue haciendo bajo el seudónimo de Claire Morgan. Una mañana , en Italia, desde el balcón de su habitación ve a un joven moreno, que se convertirá en uno de los “gérmenes” de Tom Ripley. Visita, no llegando a congeniar, al poeta W.H. Auden, quien habiendo recibido un ejemplar de Extraños en un tren escribe una crítica no muy positiva. Al año siguiente se separa de Ellen Hill que había intentado suicidarse nuevamente. Encuentra varias novias en Nueva York, que le van a servir para aumentar su particular “tipología” de mujeres. Trabaja en El cuchillo.

1954-1955 : alquila una casa de campo en Lenox (Massachussets) en donde empieza a escribir su primer Ripley. Vuelve con Ellen Hill y comienza su segundo Ripley . De viaje en México no hacen sino discutir, esa turbulenta relación será el eje sobre el que girará su Mar de fondo. Se publica El talento de Mr. Ripley; la escritora lanza algunos guiños que conducen a identificarla con su personaje.

1956 : La novela de Ripley queda finalista del Premio Edgard.

1956-1958: se enamora de una redactora publicitaria, Doris, y se va a vivir con ella…publican un libro de rimas infantiles: Pat hace las ilustraciones. El libro se lo dedica a su madre Mary Highsmith. En 1957 recibe el Grand Prix de Littérature Policière por la edición francesa de El talento de Mr. Ripley. Publica por primera vez en la prestigiosa revista Ellery Queen´s Mystery. En 1958, empieza a cantar en un coro de la iglesia presbiteriana, y reaviva una discusión con Dios que venía manteniendo desde sus veinte años. Aun viviendo con Doris, mantiene una relación secreta con una dibujante publicitaria, Mary Ronin, quien a su vez vive con otra mujer.

1959: Escribe Ese dulce mal, basándose en sus sentimientos hacia Mary Ronin. Otra vez dedica el libro a su madre. Su agente madame Jenny Bradley vende los derechos cinematográficos de El talento de Mr. Ripley para filmar el clásico de René Clément, A pleno sol. Conoce a la escritora Marijane Meaker con quien mantiene un breve relación (de ella da cuenta ésta en su Un amour des années cinquante) . Realiza un viaje de promoción a Europa con su madre que está atravesando un profunda depresión: las discusiones entre las dos son de órdago; Mary se hace pasar por la escritora ante unos periodistas, para luego decir que solamente fue una broma. Pat le escribe un primo suyo diciendo que un psiquiatra daría otra interpretación al hecho. Viaje con su expareja Doris: Marsella, París, Grecia…

1960: reanuda su relación con Marijane Meaker, yéndose a vivir con ella. Seis meses de turbulencias. Se publica Ese dulce mal, pero son rechazados algunos otros libros ya que según el comité de lectura de una editorial en las obras «hay un aire malsano lo que hace acabar con una sensación de profundo asco ».

1962: Se traslada definitivamente a Europa. Varios amoríos e inicio de la escritura de El grito de la lechuza…en la novela mata a una novia, la inspiración es clara: acababa de dejar a Marijane Meaker. Padece rubeola lo cual le ayuda a dedicarse más plenamente al trabajo. Ese mismo año comienza a escribir La celda de cristal, fruto parcial de una correspondencia con un preso de una cárcel de Chicago. Obsesionada con su nuevo amor por Caroline Besterman, e incapaz de centrarse en la escritura, se traslada a Londres para estar cerca de Caroline, quien, por cierto, está casada.

1963 : viaje a Lisboa y realiza una escapada a Londres para estar con Caroline; aventura de la que el marido de esta está al corriente. Es tal su enamoramiento que cambia el testamento dejándole la mitad de sus bienes , la otra mitad a su madre y sus manuscritos a una compañera de estudios del Barnard College. Era habitual en ella modificar su testamento.

1964 : publica Las dos caras de Jano, obteniendo la Daga de Plata, premio otorgado por la Asociación de Escritores de Literatura Policiaca del Reino Unido.

1965 : Empieza a tomar notas para La máscara de Ripley. Viaja a Venecia que le sirve de inspiración para su novela veneciana : El juego del escondite. Al año siguiente viaja a Túnez, viaje que le sirve de inspiración para su El temblor de la falsificación. Pat y Carole se separan. Se publica Suspense: Cómo se escribe una novela de intriga.

1967: Lanza críticas violentas hacia su abandonada Carole. Se traslada a Francia en donde compra varias casas; alguna de las cuales le supone ruptura de amistad con una “socia” y hasta algún pleito ante los tribunales. La novela de inspiración tunecina le sirve para dejar asomar opiniones políticas contradictorias , en el momento en que transcurre la Guerra de los Seis Días. Tras arduas negociaciones , cambia de editor en Alemania, lo que le llevará, al final de su vida, a nombrar administrador de su legado literario a Keel y Diógenes Verlag, que sin lugar a dudas hicieron mucho por promocionar la obra de la escritora.

1968: conecta con los ambientes parisinos ( Janet Flanner, Nathalie Sarraute…), iniciando una relación de un año con una joven periodista. Inicia la escritura de La máscara de Ripley; nuevo enamoramiento de una parisina que responde al nombre de “Jacqui”, de la que toma algunos rasgos para su libro sobre Ripley. Al año siguiente visita al matrimonio Koestler.

1970 : Pat duda en volver a Estados Unidos. Viaja a Nueva York y a Fort Worth y sus batallas con su madre son continuas hasta el punto de que la madre en una carta le escribe que, según su médico, si se hubiese quedado tres días más estaría muerta. Comienza la escritura sobre una obra sobre la situación de corrupción en Estados Unidos, Rescate de un perro. Mientras ha vivido en Francia ha recibido ayudas de todo tipo por parte de su editor de Calman-Lévy, quien le presenta a James Baldwin y a la hija de la escritora Colette, a quien admiraba. Se traslada a una cabaña en Moncourt, en donde ha comprado una casa, al lado de un par de periodistas irlandeses… como de costumbre la cercanía empaña las relaciones de amistad.

1971: La ahijada de Pat de trece años, hija de una amiga de la universidad, pasa quince días con ella, viajando a Londres y a otros lugares. La misma escritora se define a sí misma como “ malvada hada madrina”, “vieja bruja” y “ madrina negligente”. Unas amigas le visitan en Moncourt, y si quieren comer han de comprarse ellas la comida, al tiempo que han de soportar alguna que otra broma: por ejemplo, el lanzamiento de una rata muerta por la ventana de su dormitorio. Abandona al editor que había publicado sus obras en Estados Unidos, debido a que no le gusta realizar correcciones. Comienza a tomar notas para El amigo americano.

1972 : muere su padrastro, y solicita que le hagan la autopsia; mantiene ciertas disputas con su madre sobre la propiedad de ciertos objetos que ella decía que el fallecido le había regalado.

1974: el director Losey muestra interés por alguna de sus obras, y aunque no alcanzan un acuerdo, traban unos estrechos lazos de amistad. Wim Wenders y Peter Handke le visitan, mostrando su admiración hacia sus obras. Comienza a proyectar un libro que daría como resultado final El diario de Edith. Visita a su madre y ve la casa hecha un desastre y a su madre cada vez más deteriorada…Mary no come, la perra tiene sarna, duda de la salud mental de su madre.

1975: comienza la escritura de El diario de Edith. Viaje de promoción a Estocolmo y su primera preocupación es conocer el precio del alcohol y la tasa de alcoholemia permitida. Arde, por un descuido, la casa de su madre que es trasladada a una residencia. La escritora es tenida al corriente por un sobrino, y aun manteniéndose al margen aporta dinero para los cuidados de Mary. Asiste como ponente a una serie de seminarios organizados por la Asociación Suiza de Profesores de de Inglés… establece algunas amistades que resultarán duraderas. Muere su padre, desde luego Pat no viaja para asistir al funeral. Al año siguiente El diario de Edith es rechazado por una editorial.

1977: Wim Wenders rueda la película basada en El amigo americano…que a Pat no le gusta ni un pelo. La escritora y su ilustrador , Roland Topor, ganan el Grand Prix de l´Humour Noir en Paris por Pequeños cuentos misóginos. Hans Geissendörfer rueda una película basada en La celda de cristal. Claude Miller filma una película basada en Ese dulce mal. Se publica El diario de Edith a ambos lados del charco simultáneamente.

1978 : es elegida presidenta del jurado del Festival de Cine de Berlín; la cosa no va bien ya que lo suyo no es trabajar en comité, además de que aceptó el trabajo a regañadientes. Se enamora de la actriz y diseñadora de vestuario Tabea Blumensschein; la relación es breve y Pat queda destrozada ya que en tal mujer había hallado como un espejo, según señalaba, el propio yo de su juventud. Tal dolor le durará largos años. La última relación sentimental de su vida será la que entabla con una joven profesora de inglés francesa.

1980 : la administración tributaria francesa lleva a cabo una inspección en su casa, sospechando evasión de impuestos. Tal visita le altera sobremanera. Parece ser que este episodio le impulsa a residir en Suiza.

1981: viaja a Estados Unidos con el fin de estudiar la cuestión del fundamentalismo cristiano que le servirá para escribir un libro con tal telón de fondo: Gente que llama a la puerta. Una semana entera viendo programas de telepredicadores. Se traslada a Suiza, provisionalmente, ya que la douane francesa le exige que viva seis meses en Francia y seis fuera del país. Intenta vender su casa de Moncourt.

1983. Publica Gente que llama a la puerta, y realiza viajes promocionales a Londres y París. Comienza a trazar el argumento de El hechizo de Elsie. Una editorial de literatura lésbica estadounidense compra los derechos de Carol, para la que escribirá un nuevo prólogo. Viaja a Nueva York, Estambul, etc.

1985: a partir de entonces no tiene editor en Estados Unidos. Elabora una lista de cosas que le gustan y que no le gustan. Entre las primeras: « tener televisión en casa…la gente que cree que verdaderamente hay un dios que tiene control sobre todas las cosas, …los fascistas, los rateros…»; entre las segundas : « las navajas suizas, las cosas de cuero, construir cualquier cosa con madera, las obras de Kafka…estar sola».

1986: es operada de un tumor canceroso en el pulmón… haciendo que dejara de fumar por miedo. Vende su casa de Moncourt, la que más tiempo ha tenido en su vida: dieciséis años…el mismo día de la venta quiere volver a comprarla. Envía una larga serie de cartas en las que critica a Israel al International Herald Tribune; la mayoría de ellas publicadas con alguno de los cuarenta seudónimos que utiliza. Revisión médica que hace que al conocer el resultado de que no se ha reproducido el tumor…encienda un cigarro de inmediato.

1987: Catástrofes se publica en el Reino Unido. Compra una casa y la diseña su “Casa Highsmith”, versión de la vieja casa de huéspedes en la que había vivido su infancia. Claude Chabrol escribe y dirige una adaptación de El grito de la lechuza. Consigue una editorial que publique sus obras en Estados Unidos y cambia de editorial en Inglaterra. Curiosamente aparece simpática en unas entrevistas radiofónicas en New York Book Beat.

1988: según escribe Ripley roza la locura, y comienza a escribir su último Ripley en peligro. Viaja a Tánger a visitar a un pintor que vive en el apartamento de Jane Bowles, estableciendo una estrecha amistad con Paul al que había conocido ligeramente en Nueva York. Recibe el Prix Littéraire del Festival de Cine Estadounidense de Deauville ( Francia). Se muda a otra casa.

1990: recibe la Orden Oficial de las Artes y de las Letras de Francia.

1991: Su madre muere a los noventa y cinco años.

1992: Empieza a escribir su última obra Small g: un idilio de verano. Viaja a Estados Unidos para promocionar Ripley en peligro; hace una lectura en una librería neoyorkina, y hace gestiones con el fin de dejar su casa suiza en herencia y donar grandes cantidades a Yaddo, la comunidad de artistas y escritores en la que había pasado algún tiempo. Lectura en el festival de Harbourfront, en Toronto. Restablecida la correspondencia, tras veintiseis años de silencio, con su antigua novia, Marijane Meaker, pasa tres días en su casa…la visita no funciona.

1993: le diagnostican una anemia grave y le dicen que deje de beber; pasa tres semanas sin hacerlo.

1994: último viaje de promoción a París.

1995: muere en el hospital de Locarno. Seis semanas antes de morir había cambiado su testamento, nombrando a Daniel Keel , que era su editor y representante en todo el mundo, administrador de su legado literario. Deja sus bienes y derechos de autor a Yaddo. Se encuentran sus cuadernos y diarios en el armario de ropa blanca.

Una personalidad singular

No resulta baladí acercarse, ante la complejidad desasosegante de las obras de la tejana, a su persona; así pues, tras los bastante pormenorizados datos biográficos presentados, me permito dar unas pinceladas para aproximarnos al peliagudo carácter de la señora, ya que aunque pueda parecer lo contrario, Patricia Highsmith introdujo en sus historias y en sus personajes muchos aspectos tomados de su biografía y de su personalidad; a lo que se puede /debe añadir que el interrogante surge en cualquiera que se acerque a su prosa : ¿quién puede escribir semejantes y retorcidas situaciones y tan singulares personajes?. No es cosa de hallar una relación causal mecánica, entre modo de ser y escritura, pero…algo hay, o parece haber.

Un inicial y somero acercamiento nos sitúa frente a una señora solitaria, misteriosa y huidiza, con claras muestras de estar afectada por una destacada fobia social. Bastaría con nombrar una serie de anécdotas para calificarla como una persona realmente RARA (y lo pongo destacado y con mayúsculas por lo genérico e impreciso del término, que sin embargo responde al modo de ser de la señora): coleccionaba caracoles como mascotas, esa amiga irredenta de los gatos, a uno de los cuales bautizó como Spider, precisamente; ella que en más de una ocasión fue calificada de mujer-araña por la manipulación que en sus novelas ejercía sobre sus lectores, era a la vez una mosca , como veremos en las líneas que siguen, ya que al fin y a la postre, ella misma era manejada por la araña-de su incontrolable carácter- que residía en su interior. Quienes le conocieron y tuvieron la ocasión de tratarla en la corta, y no tan corta, distancia coincidían en que era difícil de tratar, de humor cambiante, un ser huraño donde los hubiese, y con un trato ausente y en ocasiones despectivo; tales características se dejaban ver en las visitas de personas que aun habiendo sido invitadas no eran recibida con gran sentido de la hospitalidad, y hasta su extraño sentido del humor (negro negrísimo) que dejaba sorprendidos – cuando no molestos- a sus visitantes. Qué decir de su costumbre de guardar los premios y galardones conseguidos en el cuarto de baño, como muestra de que no valoraba en gran medida las valoraciones sociales.

Escribía Patricia Highsmith que «es inútil de tratar de encontrase a uno mismo en un estado estático, rodeado de las cosas, las opiniones y las cosas, las opiniones y las personas en las que uno piensa… El yo vivo se encuentra en constante flujo» , y los vanos intentos por encauzar estos flujos de sensaciones, opiniones, relaciones y cambios de humor, se plasmaban en la elaboración de listas, diarios y cuadernos en los que trataba de ordenar el caos que le asaltaba desde niña. Desorden provocado por constantes obsesiones que le asaltaban desde sus primeros años de existencia y que ella trataba de esconder bajo una dura coraza, tan delimitadora, y protectora como la de sus admirados caracoles, «ningún escritor revelaría jamás su vida secreta, sería como desnudarse en público». La escritura se convertía así en una válvula de escape, haciendo bueno aquello que ella mismo afirmase: «todos los artistas se dedican a esto por salud»; si se presta alguna pertinencia, aunque sea mínima a la afirmación, cuánto más podría resultar en una persona que se refería a sí misma diciendo que «las obsesiones son lo único que importa. Lo que más me interesa es la perversión, que es el mal que me guía».

Si hablamos de obsesiones , éstas se traducen en sus relaciones problemáticas con su madre, en su odio, a primera vista, para con su padrastro, los primeros impulsos afectivos y sexuales que ella los vivió con chicas, lo que le costó asumir, no solo por la prohibición con respecto a tal tipo de relaciones sino por la interiorización de su supuesta “anomalía”; su segunda novela, Carol – la única en la que no hay un solo crimen- tuvo un gran éxito en los ambientes lesbianos de Nueva York, la presentó bajo seudónimo y el éxito le impulsó a escribir novelas sobre amores entre chicas, labor que comenzó pero que posteriormente dejó en suspenso. Todo ello adobado con una permanente contradicción que le dominaba y que se expresaba en sus constantes cambios de humor, en el repentino giro de sus opiniones…que hacía que en su vida, y en su escritura dominase siempre «el dragón bicéfalo de la ambigüedad», que se comportaba como las dos cabezas de Jano, tirando cada una de ellas para un lado, en una puesta en acto de la unidad y lucha de contrarios, que dirían los otros, en dialéctico.

Este inestable equilibrio, ese espíritu cambiante, se traducía en sus traslados tanto físicos (innumerables viajes y cambios de domicilio: entre Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Suiza), como en el terreno de las ideas (iniciales trabajos para una publicación judía, al tiempo que echaba pestes contra los judíos ; airado anti-semitismo, que algunos denunciaban en ella, que al tiempo le llevaba a defender y a apoyar hasta monetariamente a los palestinos- también semitas- levantados en su Intifada) y comportamientos (se ha hablado en más de una ocasión de la misoginia de la escritora- tomado como base sus Pequeños cuentos misóginos– , aunque más exacto sería quizá hablar de misantropía ya que desde luego los hombres, en masculino, no salían mejor parados-, que caricaturizaba a las mujeres en retratos negativos al tiempo que, en ocasiones, las elogiaba como a verdaderas diosas). Esto último se traducía en sus numerosas relaciones con personas de su mismo sexo, relaciones en las que funcionaba con una flor en una mano y una espada dispuesta a ser clavada en la otra. El final de casi todas sus relaciones acababan con ganas, reprimidas obviamente, de acabar con la otra estrangulándola. «A menudo me pregunto si es amor lo que quiero o si es el placer de la dominación… pues no puedo concebir una dominación sin amor ni un amor sin dominación»…aunque también es verdad que en otros momentos afirmaba que todo lo que hacía lo hacía por las mujeres…

La relación con su madre es realmente paradigmática, ya que al tiempo que la ayudaba hasta en lo material, no la podía soportar ni medio minuto seguido; conducta que era reversible ya que su madre tampoco es que la mirase con mayor aplauso: no le gustaba su modo de vida , ni sus amores lésbicos y cambiantes, etc., etc., etc. La relación entre ambas podría encasillarse dentro del campo de las patologías: según la escritora, en su madre veía su propio lado bueno y su propio lado malo, como si de un espejo se tratase y ello le sublevaba sobremanera, ya que observaba con claridad aquello que no le gustaba de sí misma y a lo que no podía resistirse como si ante una fuerza todopoderosa se hallase. Puede añadirse a ello, ciertos celos que acechaban a las dos con respecto a la otra, y la desconfianza mutua, entre otras cosas acerca de la salud mental de la madre con respecto a la hija y viceversa . De todos modos si no le gustaba que su madre le llevara la contraria, tampoco lo admitía en los demás ya que con las contradicciones propias que le asaltaban de continuo tenía cubierto el cupo.

Todos estos vaivenes emocionales, teñidos de una sobresaliente frialdad afectiva, de los que hablo, la llevaban a enamorarse y a desenamorarse cada dos por tres, finalizando las relaciones casi siempre con seres heridos y humillados por su espíritu dominante. Toda esta tensión hacía que su carácter se disparase en unas tendencias enfermizas hasta la neurosis, malestar que intentaba sanar por medio del recurso a litros y más litros de alcohol. Decían quienes le trataban que tenía una bebida apropiada para cada momento, mas para todos los momentos del día, y todos los días; y si en su casa casi nunca había comida a no ser pasta de cacahuetes o similares, no faltaban las botellas de vodka y otros licores en cantidad.

El espíritu contradictorio y cambiante también le empujaba a adoptar diferentes máscaras con las que ocultar su identidad líquida, para lo que su trabajo en el mundo del cómic le supuso una fructífera escuela, como los héroes enfrentados a territorios amenazadores, a la desesperada persecución de álter-egos, moviéndose en medio de truculentas fantasías, contagió de tales características a casi todos sus personajes y lo puso en práctica en su propia vida, en la que borraba archivos, trazos de su pasado (por ejemplo su propio trabajo en el mundo de los cómics).

Y los secretos y frustraciones de su siempre agitada mente, plasmados en sus cuadernos, quedaban incorporados en sus cambiantes personajes, inmersos en un malestar, casi metafísico, en las continuas tensiones entre la una y mil voces que se peleaban en su interior.

Y en medio de ese permanente baile de máscaras se movió esa mente perversa que contagió a sus venenosos personajes para bendición de sus lectores y para riqueza del mundo de la creación, mas para maldición de su siempre atormentado espíritu.

( ** ) Sobre el genero negro y afines

Resulta curioso que en las revistas monográficas, que obran en mi poder, dedicadas al denominado POLAR, etiqueta bajo la que en Francia se incluyen a los diferentes tipos de novelas, digamos que, policíacas o similares, no aparezca prácticamente, ni nombrada, Patricia Highsmith ni una sola vez; tal ausencia dice mucho a favor de la escritora, que evita las excluyentes catalogaciones, y de lo que no estoy tan seguro es de que hable a favor de los responsables de las publicaciones a las que me refiero… En el mercado hexagonal sus obras han sido publicadas en colecciones literarias generales (me refiero que no pertenecen, necesariamente, a las colecciones noir) de Calmann-Lévy , del mismo modo que lo han sido de Pirineos abajo ( fundamentalmente por Anagrama, Alfaguara y también en Alianza, tras las publicaciones iniciales en Caralt, Bruguera…).

Conste que no trato de menospreciar la calidad de muchos libros del denominado género negro, tarea -la de sacarle del purgatorio- en la que tuvieron su pionero mérito las opiniones de André Gide, André Malraux o más cerca de Luis Cernuda, que fliparon al leer a Dashiel Hammet o Raymond Chandler por nombrar a algunos de los primeros. Tampoco está de más otra puntualización al respecto: dentro de la etiqueta de “novela negra” se ha dado como en botica, y no me refiero a cuestiones de calidad literaria sino a subgéneros y tendencias.

Dentro pues de este acogedor cajón de sastre, se han solido incluir las novelas de detectives, con sus correspondientes investigaciones, novelas de criminales, de policías y ladrones…y también aquellas que guardan ciertos aires críticos, en las que se vislumbran algunos rasgos de la podredumbre social (corrupciones, mercados negros, chanchullos y complicidades de algunas instituciones…), con propuestas muchas veces que rompen con la imagen de los héroes ejemplares y modélicos, para dar protagonismo a anti-héroes y a aficionados, no profesionales, o a personajes amorales o… hasta inmorales, giro que venía a suponer un giro con revolcón con respecto a los valores dominantes de la sociedad bien pensante.

La denominación de “ novela negra “ tuvo sus orígenes en la revista The Black Mask, fundada en 1920; entre 1926 y 1936 cambió de dirección y de nombre, quitándole el artículo al inicial; bajo la dirección de Thompson abrió las puertas a la innovación introduciendo criterios de calidad literaria y enfoque crítico con respecto a la realidad social y política: ahí iniciaron su carrera Raymond Chandler y Dashiell Hammet, por ejemplo que iniciaron el estilo Hard-Bolied (duro y en ebullición). Inicialmente heredera de los Pulp magazine, (que habían tomado tal denominación debido al papel en que se imprimían y cuyos destinatarios eran las capas bajas de las clases populares), a mediados del siglo pasado fue absorbida por la prestigiosa Ellery Queen´s Mystery Magazine.

A mediados de los años treinta adquiere entidad un subgénero de la novela negra bajo la etiqueta de Crime Psychology. El protagonismo se desplaza de los detectives a los delincuentes profesionales o a los simples ciudadanos que por una u otra circunstancia se ven arrastrados a delinquir. El análisis psicológico de los personajes toma cuerpo , dentro de un contexto social. Dentro de este conjunto irrumpe con fuerza en 1949 Patricia Highsmith y su amplio bestiario. Dentro de otro subgénero, denominado Cook Story (en el que el protagonista recae en chicos de pandillas, o en delincuentes más o menos profesionalizados), se ha solido encuadrar a Highsmith debido a su personaje de Mr. Ripley ( cuya aparición primera data de 1970).

De todos modos es al término de la segunda guerra mundial cuando deja de aparecer como modelo el personaje bien educado y respetuoso con el orden y con los valores imperantes. En la implantación de esta corriente jugó un papel esencial la colección Série Noire de Gallimard. Los tonos realmente negros pasan a suponer el tiempo histórico y una geografía, inicialmente los años veinte en Estados Unidos, éstos como escenario de la acción, a lo que se va a ir sumando la importancia de los criterios literarios, y la impronta de crítica social y política, con abiertas denuncias a los valores dominantes que consagran o al menos hacen la vista gorda, de la corrupción , cobrando igualmente gran importancia el protagonismo de los típicos héroes (más bien anti-héroes) que surgen de la marginación y que contravienen las leyes… A la sombra de tal corriente también cobró importancia las Penitentiary Story y otras ramificaciones.

Sea como sea sirve estas apresuradas líneas como presentación del panorama del género que tan diferentes máscaras ha adoptado (de misterio, detectivesca, criminal, suspense, thriller, etc. etc., etc.) en el que se ha encasillado generalmente a esta escritora tejana a la que si se tiene en cuenta aquello de que uno no es de donde nace sino de donde pace podría considerarse europea , que transitó a su modo por estas inciertas y borrosas fronteras, tratando de escapar de ellas como deja subrayado, por activa, por pasiva y por todas las ivas que se quiera, en su Suspense: «lo que he dicho es aplicable a la profesión de escritor en general, al menos al arte de escribir obras de imaginación. La etiqueta de suspense que tanto gusta a los libreros y críticos norteamericanos no es más que un obstáculo para la imaginación de los escritores jóvenes… estableciendo límites donde no debería haber ninguno» , añadiendo que «las desviaciones de los cánones habituales dan libertad de espíritu al escritor…» …la muestra quizá más potente de ello es el libro que hemos leído.

http://kaosenlared.net/patricia-highsmith-el-talento-de-una-escritora-arana/

Bibliografía usada

+ Patricia Highsmith, « El diario de Edith » (Alfaguara , 1982)

+ Patricia Highsmith, « Pequeños cuentos misóginos » (Alfaguara, 1983)

+ Patricia Highsmith, « “Suspense”. Cómo se escribe una novela de intriga » (Anagrama, 1986)

+ Patricia Highsmith, « Carol » (Anagrama, 1991 )

+ Gabrielle Rolin, Préface in Patricia Highsmith.« Dernières nouvelles du crime » (Robert Laffont, 1994)

+ Marijane Meaker, « Highsmith. Un amour des années cinquante » (Éditions de Fallois, 2003)

+ Joan Schenkar, « Patricia Hoghsmith . El talento de Miss Highsmith » (Circe, 2010)

+ Javier Coma, « Diccionario de la novela negra norteamericana » (Anagrama, 1986)

+ Le Magazine Littéraire nº 194 / avril, 1983: « Spécial Polar – ¡Vingt ans de littérature policière ».

+ Le Magazine Littéraire nº 344 / juin 1993: « La planète polar ».

+ Le Magazine Littéraire hors –sèrie / juillet-août 2009: « Le Polar d´Edgar Poe à James Ellroy».

+ Le Magazine Littéraire nª 519 / mai 2012 : « Le polar audjourd´hui ».

+ Lire, Hors-série, Polar , Juillet-aoüt 2009.

+ Lire hors-série, Polar, juillet-aoüt, 2010.

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Por Iñaki Urdanibia.

Veinte años del fallecimiento de la gran escritora.

Si entre las «damas del crimen» ( Agatha Christie, Anne Perry, Donna Leon,  Sue Grafton P.D. James, Barbara Vine (Ruth Rendell, tanto monta ) , Fred Vargas…) hay una mujer enigmática e inquietante, hasta el temblor, esta es Patricia Highsmith (1921-1995). La señora resultaba tan distante y su mirada tan gatuna como la  sus amados mininos. Esa distancia era reforzada por la escritora americana, afincada en Europa huyendo del ambiente asfixiante que padecía en su país que no coincidía para nada con sus ideas cercanas al ideario comunista, por su aislamiento, las dificultades que ponía de cara a aparecer en público o someterse a las preguntas y los flashes de los periodistas; el celo con que guardaba su intimidad reforzaba el misterio en torno a ella y la unía, en cierto sentido, a sus misteriosos personajes.

Cualquiera que haya leído los libros de la autora de «El diario de Edith» – y si nombro ésta no es casualidad, ya que saliéndose del habitual registro habitado por la escritora es una estupenda novela -habrá observado su ambigüedad que se balance entre el bien y el mal, haciendo los límites entre ambos algo francamente borroso y hasta intercambiable por momentos; resultando tal sensación contagiosa hasta el punto de  que el lector se siente atrapado e invadido por un impulso criminal irrefrenable ante los vomitivos chantajes a los que son sometidos algunos de los personajes que en sus novelas aparecen, y no me refiero en especial a las de la serie Ripley sino más en concreto a  «El grito de la lechuza», «La celda de cristal», «Mar de fondo» o «Ese dulce mal», por ejemplo; estos límites borrosos que señalo hace que la lectura de esta autora debería ser obligatoria en las facultades de criminología y de psicología .

Estas oscuridades, estas situaciones desasosegantes, estas incomodidades , a las que aludo acompañan igualmente a la figura de  la autora-o viceversa- de las historias y se transparenta en su propia imagen: solitaria y aislada, viviendo con cierta incomodidad su homosexualidad y mostrando un claro desprecio hacia sus amantes, hacia los seres de su mismo sexo (ahí están además de sus declaraciones, sus «Cuentos misóginos») e igualmente hacia los del otro; podría afirmarse que en el caso de Patricia Highsmith todo  lo humano le era ajeno, o al menos lo miraba con fría distancia hasta los bordes del mismísimo desprecio, los propios de una consumada misántropa; alguien que tuvo la ocasión de visitarla en su casa suiza contaba como les abrió la puerta y no les miró al morro durante toda la visita, comportándose con la indiferencia de quien no es consciente de la presencia de  los otros. Para acercarse a la vida de la escritora americana se puede recurrir a la biografía escrita por Joan Schenker, «Patricia Highsmith» ( Circe, 2010).

La autora de este detallado libro  nos presenta algunos  de los aspectos nombrados al igual que los problemas que la escritora tenía con el alcohol, el tabaco, etc. La escritora americana Joan Schenker entra al fondo de la vida de esa desconocida recurriendo a una abundante-y hasta ahora desconocida- cantidad de anotaciones personales de la escritora y desvela sus secretos, sus silencios, sus soledades y nos introduce en la psicología de esta especialista de las profundidades turbulentas de la psique humana.  Indudablemente estamos ante la biografía más completa de la escritora americana, en la “biografía definitiva” si bien también es verdad que la mirada de la biógrafa busca explicaciones causales en la mente de la biografiada, tomando base en  su vida atormentada: nace con sus padres recién separados, vida con su abuela, abandonada por su madre, más tarde con  esta y su segundo marido, con quienes las relaciones no resultaban muy fluidas que digamos; sus estudios le hacen establecer ciertas relaciones sociales pero su vocación literaria se ve frustrada lo que no le lleva a desistir, y sigue escribiendo hasta que en la década de los cincuenta  salta a la palestra de las letras con «Extraños en un tren». No fue baladí que algunas de sus obras fueran llevadas a la pantalla- muy concretamente las de la serie Ripley- lo que supuso, obviamente, una ampliación de su fama, de sus ventas, que iban acompañadas de unas críticas positivas . Posteriormente vendrá el salto, en los ochenta, al viejo continente y su definitiva instalación en él.

La vida, el carácter forjado a través de ella, son puestos en estrecha relación con la obra, estableciéndose-según Joan Schenker- una relación indisoluble que hace que los traumas personales de la escritora se traduzcan en las movedizas historias que escribió. No cabe duda de que desde su nacimiento en Texas en 1921, la escritora futura mira la vida de frente, sin temores ni ilusiones, por los abismos…los personajes corriendo sin pausa a su pérdida, como si se tratase de su salvación, o a la perdición de otros, sin escrúpulos ni descanso, absorbidos por una  «lógica loca» ( título de una de sus novelas).

Ahora que se cumplen veinte años de su fallecimiento, el 4 de febrero de 1995 en Tegna (Suiza), la editorial barcelonesa Anagrama ha iniciado la publicación de una «Biblioteca» dedicada a la autora; dos son los volúmenes con que se ha estrenado dicha colección que pretende recuperar a la escritora, cuyas obras, en su mayor parte, estaban descatalogadas o agotadas: «Extraños en el tren» y «Ese dulce mal» que no son mala manera de acercarse a la inquietante escritura de esta inquietante dama y verse inquietado por sus perturbadoras historias, siendo conscientes, eso sí, de que en cuanto se abre el libro poco humor va a continuar, pues somos atrapados -ella misma explicaba en ese «manual» para escribir novelas de intriga que lleva por título «Suspense» – por el temor, el temblor, la angustia, el desasosiego, y…hasta el mal cuerpo podría decirse, sin riesgo de caer en exageración alguna, ya que tale sentimientos serán los que camparán por sus respetos en la prosa de esta «poetisa de la aprehensión más que del miedo», tal y como la calificase ese gran escritor, explorador de los infiernos, llamado Graham Greene.

Así Patricia Highsmith, una escritura que presenta una galería de monstruos masculinos, asqueados de la vida, amargados cuya guía parece ser un nuevo cogito: «yo mato, luego existo», y aunque la escritora se empeñe en reiterarnos de vez en cuando , como para consolarnos e impedir que nos apartemos de la lectura, «que no es verdad», la duda subsiste, la angustia se prolonga, y …cada vez más nos adentramos por los laberintos del abismo.

Donostia a 3 de febrero de 2015