Category: WALTER BENJAMIN


4767061-dessine-moi-benjamin

Por Iñaki Urdanibia

Un par de libros, de corte bien diferente, se inspiran , retratándolo, en el singular pensador germano.

Si hubo un pensador inclasificable en aquellos oscuros tiempos este fue el berlinés que -en palabras de Susan Sontag- había nacido «bajo el signo de Saturno» y que dispersó sus ensayos por los lares de la crítica literaria, de la historia, de la filología, de la estética, de los movimientos culturales ay artísticos y un largo y derivante etcétera. Un verdadero « buscador de perlas», que dijese su amiga Hannah Arendt, que cual trapero tenaz buscaba y rebuscaba en las ruinas de la historia los signos que podían servir para tratar de definir épocas y bases culturales. Eso sí, siempre acompañando su existencia el cheposillo de los cuentos germanos, como símbolo de la figura del gafe que parecía coincidir de manera absoluta con la manera de ser de nuestro hombre hasta el punto final de Port Bou. Pues bien, como decía, un par de libros dejan ver la huella, y hasta la presencia icónica, en uno de ellos, de su irradiante figura.

Una novela premiada

La cita de Walter Benjamin, en exergo, que abre la novela finalista del Premio Herralde 2015, « El instante de peligro» de Miguel Ángel Hernández ( Anagrama, 2015) marca el tono : « articular históricamente el pasado no significa conocerlo “ como verdaderamente ha sido “. Significa apoderarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro ».

Un profesor universitario, Martín Torres, convencido de que la universidad ha dejado de ser un templo del conocimiento para convertirse en un mero espejo de la burocracia y la exigencia de los intereses de la producción, recibe ciertos materiales fílmicos de una artista, Anna Morelli, que pretende recomponer por medio de las imágenes en un balanceo entre la identidad y la memoria. El profesor desencantado tanto en lo profesional como en lo amoroso, acepta la invitación de participar en el proyecto de la artista nombrada; para ello ha de desplazarse a un campus norteamericano. Su mente se mueve , como un alocado péndulo, entre la inutilidad del arte, frente a sus compañeros de centro universitario, y los interrogantes que la tarea encomendada le origina en unos momentos en los que la sequedad creativa parece acosarle por todas las esquinas, y muy en concreto en el nivel personal.

Su labor va a consistir-según sus propias palabras- en « imaginar una historia posible, poner, como decía Walter Benjamín, palabras a las imágenes que han perdido su pie de foto» , y su empeño le va a conducir a tratar de hallar huellas del pasado y «las energías revolucionarias de los objetos» que observa en los materiales que le han sido entregados y que intenta comprobar in situ , para enlazar el paso del tiempo, las sombras pretéritas, y entroncar con la presencia desparecida en el torbellino del devenir.

En el desempeño de su tarea dos obstáculos se le cruzan de manera constante: sus cuitas personales ( sus amores y sus sueños) que le asaltan y las relaciones con los diferentes colegas, muchos de ellos creyendo todavía en lo que hacen y convencidos igualmente de los criterios de utilidad y eficacia que parecen haber invadido los pagos académicos.

Con referencias constantes al pensador alemán , a veces explícitas y otras como simples guiños, avanza la historia, con cameos del quehacer de los Warhol, Warburg, Barthes y con amplias dosis de reflexiones sobre el arte, sus creadores y la multiplicidad temporal, que influye-junto a los avances de reproducción técnica- en la heterocronía…

Interesantes lecciones, por medio del género narrativo, las que se reciben en las historias, reflexiones y rumias del profesor de historia del arte.

Una novela gráfica

De corte bien diferente es la obra de Frédéric Pajak, « Manifiesto incierto. Con Walter Benjamín, soñador abismado del lenguaje», editado por Errata Naturae. En el libro se entrecruzan la vida, las variopintas andanzas y las ideas del propio Frédéric Pajak, la acertada aproximación al pensador acompañante , que es retratado tanto en lo que hace a sus viajes, a sus ideas como a su imagen, sin obviar las incursiones en otros personajes ( Duccase, Beckett, Toller…) y acontecimientos históricos ( la revolución alemana de 1918). Podría decirse que la maestría del autor logra que los diferentes niveles señalados hagan masa y avancen bajo la bandera del mismo espíritu, anunciado desde un inicio por el propio Pajak: « evocación de la historia borrada y de la guerra del tiempo, tal es- expresándolo de manera desarticulada- el propósito del Manifiesto, que se abre con este primer volumen…».

Los certeros dibujos van acompañados con un discurso fragmentario que acompaña, a modo de clarificadoras notas a pie de imagen, las andanzas del pensador alemán y del propio dibujante, escritor y editor.

Las historias contempladas no tiene desperdicio ya que la movilidad de Benjamín le hizo viajar a Moscú, Capri, Ibiza en una búsqueda sin descanso del punto preciso desde el que observar el mundo, y los artistas, a la par que tratando de hallar su propia identidad creadora ( entre el psicoanálisis, la política, el arte, la filología, la literatura…) en un viaje sin retorno, con la compañía permanente de las ruinas y objetos del pasado, y el persistente empeño por conciliar lo inconciliable: el marxismo y el mesianismo judío , sin abandonar por ello los tintes filo-anarquistas que le convertían en un singular pensador cuyas ideas no podían ser encuadradas en escuela alguna y que siempre se posicionaba del lado de los sin voz, tratando de reparar la injusticia cometida con las víctimas de la historia , con los perdedores y marginados …no more heroes!

El seguimiento realizado es digno de aplauso y la obra invita a la lectura y relectura en la medida en que las ideas , y los tanteos, de Walter Benjamín son certeramente retratados, con el trasfondo de la catástrofe que asomaba por el viejo continente…desde el sur italiano al norte germano. La figura del solitario Benjamín cual “judío errante” cargaba con sus afanes coleccionistas( de libros y juguetes)es resaltada por los sombríos dibujos presentados que aumentan, si cabe, la magnitud de la tragedia que se avecinaba a nivel individual y colectivo; mas no queda ahí la cosa ya que las ideas se extienden al presente con la propia vida nómada( tanto en los profesional como en lo geográfico) del escritor que no se limita a dibujar/retratar al personaje al que recurre como compañero de viaje, sino que muestra como su vida viaja bajo la abarcante huella de él…viendo cómo « llega el Dolor…llevándose consigo al Orgullo y la Felicidad», en este reino de la estupidez en el que domina la atomización de los individuos , convertidos en solitarios discípulos del gregarismo y alineados bajo la bandera de la intolerante tolerancia que embiste contra las singularidades y los comportamientos que se salen de la consagrada norma.

14290056-1

Por Iñaki Urdanibia.

El 26 de setiembre de 1940 Walter Benjamín puso fin a sus días en la población fronteriza de Port-Bou. Ese mismo año había escrito, al calor del fuego que se ponía al orden del día, sus tesis <<Sobre el concepto de historia>>; obra clave en el quehacer de este pensador inclasificable, siempre <<bajo el signo de Saturno>> que dijese Susan Sontag.

Dura fue la vida de este inquieto personaje, muy en especial en su último año de vida. Estaba exiliado en París desde el año, 1933, en que los nacionalsocialistas alcanzaran el gobierno. Allá trabajaba, en las salas de la Bibliothèque Nationale  que parecían su despacho; tampoco se privaba de su ejercicio  de flâneur en busca de los ruinosos pasajes parisinos que le iban a servir como ejemplo clarificador de la esencia de la modernidad; precisamente las tesis escritas el mismo año de su muerte, responden al impulso  del avance de la barbarie, van a ser como un aviso del inminente desastre-él que coincidía con Rosa Luxemburgo en la disyuntiva <<socialismo o barbarie>>- que avanzaba por la vieja Europa. El texto pretendía, por otra parte, constituir el <<armazón filosófico>> de su obra futura: <<Paris, capital del siglo XIX>>, libro que nunca llegó a escribir, y que se quedó en el <<Libro de los pasajes>>. En el año del que hablo, las autoridades kolaboracionistas de Vichy apretaron el cerco sobre los alemanes escapados de su país, más si eran judíos, y más todavía si eran marxistas. Walter Benjamín cumplía todos los requisitos enumerados para ser recluido en un campo de concentración a expensas de su destino posterior, como así lo fue en el de Nevers. Del encierro pudo librarse gracias a la influencia de sus amistades francesas, de allá se trasladó hasta Lourdes-por allá andaba su hermana Dora- en donde estuvo escondido algún tiempo antes de partir para la costa mediterránea. En la embajada americana de EEUU, de la ciudad costera, consiguió la visa para trasladarse a tal país . La salida del barco era en Lisboa y para llegar a tal puerto debía atravesarse el país bajo la bota franquista. La travesía de los Pirineos la hizo por la ruta Líster, guiada por Lisa Fittko que relataba, en su << Mi travesía de los Pirineos >>, cómo Benjamín, vestido de negro e inseparable de una maleta negra, mostraba frecuentes signos de fatiga, sentándose cada dos por tres; cuando alguno de sus acompañantes  trataba de ayudarle  ofreciéndose a llevarle la maleta éste se aferraba a ella comentando que aquello debía  salvarse a toda costa. La peregrinación alcanzó Port-Bou,  siendo interceptados allá por los policías franquistas que viendo que no tenían papeles de salida del estado del que venían les condujeron a una pensión para pasar la noche con la promesa de ser devueltos al día siguiente a las autoridades del país vecino. Allá, en la noche, sobradas dosis de morfina pusieron fin a la vida de Benjamín; había dejado escrita una carta en francés, fechada en Port-Bou el 25 de setiembre de 1940: << en una situación sin salida, no tengo otra elección que acabar. Es un pequeño pueblito de los Pirineos en donde nadie me conoce que mi vida se va a acabar>>…. Al día siguiente la policía franquista había olvidado por lo visto la amenaza del día anterior,   impresionados tal vez por la muerte de nuestro hombre, aunque quizá la  amenaza no fuera más que una posible forma de sacarse unas pesetas suplementarias; el caso es que dejaron partir al resto de quienes habían pasado la frontera con Benjamín. Estos antes de partir dieron sepultura, frente al mar, en el cementerio de Port Bou a Walter Benjamín, a quien acompañó hasta sus últimos instantes el <<cheposito>> de las leyendas infantiles, haciendo de él un ser dolorido, un ser  gafado. De los importantes papeles que llevaba en su inseparable maleta nunca más se supo, si bien algunas interpretaciones mantienen que eran tal vez una versión última de las tesis de las que hablamos. Con anterioridad había hecho llegar una copia a Hannah Arendt y otra a Adorno y Horkheimer; curioso resulta cuando menos que en 1991 Giorgio Agamben- editor y traductor al italiano de las obras del alemán- hallase una versión de las tesis que a las dieciocho añadía otra tesis( XVIIIa). ¿Sería la última copia, aumentada, la que llevaba Benjamin en Port-Bou, y de la que allá se perdió la pista?

 Un alertador del incendio

El <<pescador de perlas>>-que es como le catalogase Hannah Arendt-ya hacía tiempo que venía  avisando  del incendio que se cernía sobre Europa; si en su <<Sentido único >>(escrito entre 1923 y 1926),  gritaba desesperado a sus contemporáneos acerca de los negros nubarrones que amenazaban el futuro, titulaba así uno de los capítulos ( << advertencia del incendio>>), qué no decir de su afirmación en un texto sobre el <<surrealismo>>(1929) que visto conociendo  lo que luego sucedió parece fruto de la boca de un preclaro Isaías : << pesimismo en toda regla. Si, cierta y totalmente. Desconfianza con respecto al destino de la literatura, desconfianza en cuanto al destino de la libertad, desconfianza en cuanto al destino del hombre europeo, pero sobre todo tres veces desconfianza frente a las posturas acomodaticias: entre clases, entre los pueblos, entre los individuos. Y confianza ilimitada solamente con respecto a la I.G. Farben y con respecto al perfeccionamiento pacífico de la Luftwaffe>>. Quiso la siniestra realidad que las previsiones de Benjamin-cargadas de cierta sorna-  quedaran cortas frente a la barbarie que llegó, tampoco podía suponer éste cómo la empresa nombrada se iba a  encargar de crear y repartir a los asesinos el Ziklon B necesario para gasear a los judíos, ni de la magnitud de la tragedia, ni de a dónde llevó el espíritu “pacifista” de la aviación alemana. Sea como sea, la radicalización de su visión pesimista-hablaba él de <<organizar el pesimismo>>- vino provocada por la guerra, sí, pero sobre todo por el pacto Molotov-Ribbentrop que le anuló las pequeñas esperanzas que todavía mantenía con respecto al país de lo soviets, y por el amilanamiento conformista de los socialdemócratas.

En las tesis de las que hablo – verdadero testamento del pensador y texto esencial para conocer su pensamiento – se dejan ver algunos de los aspectos ya nombrados y otros muchos en esa simbiosis entre romanticismo, mesianismo judío y marxismo, que expresa su obra toda. La apuesta ciega por una idea de progreso que centraba la mirada en la técnica, en el desarrollo de la ciencia no podía llevar -según nuestro hombre- más que al desastre. Lo que le preocupaba era la defensa de esta idea no por parte de los enemigos sino también por parte de militantes  de las filas del pueblo: los socialdemócratas esperando, sin alterarse, a que la Historia cumpliese su ciclo(cuando las fuerzas productivas lo exigiesen vendría per se el cambio en las relaciones de producción, y cambiada la infraestructura, la superestructura en consecuencia se vería transformada), los soviéticos forzando el crecimiento de dichas fuerzas productivas, puro estajanovismo productivista, para conseguir el cambio buscado en un empeño mecanicista que el tan sobado “última instancia” se convertía en primera y decisiva. La apuesta benjaminiana no va a aceptar el optimismo de cara al futuro ineluctable, ni la confianza ciega en el sujeto llamado a encabezar la futura revolución; él apostaba por la voluntad de alcanzar la justicia, situándose al lado de los oprimidos, los perdedores…alejándose de los discursos victoriosos, del discurso de los vencedores que siempre habían enterrado las voces de los derrotados, de aquellos que podían haber dado otra alternativa a la historia y que pasaban-los perdedores- a ser el sujeto capaz de ver el futuro desde otra óptica.; eso quedaba expuesto en los <<pensamientos errantes>> en las iluminaciones de este incombustible coleccionista de ideas, de juguetes, de símbolos…materiales precarios como la vida misma de este mesiánico marxista, <<centinela mesiánico>>  decía Daniel Bensaïd, que se posicionaba con los de abajo: << todos los que hasta ahora han conseguido la victoria participan en este cortejo triunfal en el que los dueños de hoy marchan sobre los cuerpos de los vencidos de hoy>>.

Por medio de alegorías como el de la partida de ajedrez inicial, pasando por la interpretación del Ángelus Novus de Paul Klee como imagen de quien es un testigo que acumula en su mirada los desastres del pasado y a pesar de ser empujado a mirar hacia adelante tiene las alas paralizadas por el huracán del progreso, Walter Benjamín entrega unas reflexiones escritas al fragor del combate, pero que hoy mantienen una pertinencia total…y si no baste mirar el estado de excepcionalidad al que se ven sometidos los distintos oprimidos que en el mundo son: Guantánamo, y los múltiples guantanamitos que hacen que allá permanezcan sin identificación, sin que rija ley alguna a no ser la de la arbitrariedad más absoluta de quienes mandan, sin obviar las amplias extensiones del globo que padecen condiciones de vida similares(ideas ampliadas/actualizadas por las teorizaciones de Giorgio Agamben o Roberto Esposito por la senda reabierta por Michel Foucault). Un “materialismo histórico” sui generis que se empeña en poner en pie una teoría del conocimiento cuyo sujeto han de ser los perdedores, que se enfrenta al tiempo vacío y homogéneo posicionándose por el tiempo pleno, por el momento privilegiado(el kairós de los griegos) en un encabalgamiento entre presente y pasado, de un pasado no cerrado porque podía haber hecho que las cosas fuesen  por otro lado y porque todavía reclama con tenacidad sus derechos de ciudad, de presencia, de justicia; en una infatigable invitación a la reescritura , a la relectura de la civilización moderna. Una crítica de la idea de progreso que supone progreso para unos a costa de otros, etc., etc., etc. y que no lleva más que al desastre deshumanizador,  ecológico, etc.

Lecciones aportadas por un breve texto escrito en una situación concreta diferente, mas cuya genialidad es la actualidad que aún conservan. Reflexiones ofrecidas por un angustiado, clarividente e incalificable pensador que para unos fue un teórico de la historia de la cultura y del arte(Hannah Arendt), para otros un filósofo(Scholem), para los de más acá un <<marxista mesiánico>>, para los de más allá un moderno(Habermas) o un postmoderno(Lyotard), para los de acullá un judío a medias…o entero; de todas formas un filósofo que , como un incansable <<trapero>>, recolectaba fragmentos del mundo y con ellos tejía magníficos patchworks para uso de la libertad, de la justicia, de un futuro más humano.

Las huellas de un arqueólogo

Walter Benjamín (1892-1940) siempre ha sido considerado un filósofo y crítico de arte singular, unoutsider que a pesar de la profundidad, hermética, y la importante influencia de sus obras nunca ocupó ninguna plaza en los medios académicos. Sus pares, muy en concreto los miembros de la Escuela de Francfort, le tenían en gran estima por la profundidad de sus iluminaciones teóricas que brotaban como verdaderas chispas inspiradoras.

Desde niño Benjamin era un coleccionista empedernido: de juguetes, de postales, de libros, etc. Este afán de conservar objetos, como huellas del pasado o el anuncio del futuro, iba unido a su manera de enfocar el análisis de la sociedad y el arte; él mismo se consideraba como un <<arqueólogo de la modernidad>> y funcionaba por medio de tanteos y de muestras, para otros insignificantes,  de objetos, arquitecturas u obras artísticas como índices significativos para interpretar el presente, y el origen de éste, su conformación; senda que tomando como materia los archivos fue continuada por Michel Foucault tratando de realizar una <<arqueología del saber>>. Ese funcionamiento micro, puede verse reflejado en sus notas en distintos soportes que van desde servilletas de cafetería a cuadernos atiborrados de una letra microscópica y fragmentaria que, recuerda a los <microgramas>> de Robert Walser, que acumulaba en sus bolsillos.

Las figuras reivindicadas por Baudelaire del “trapero” y del “flâneur(paseante) fueron adoptadas por el pensador alemán que se hartó de pasear por París, por sus pasajes con el fin de, por medio de ellos, estudiar cómo tal ciudad era la <<capital del siglo XIX >> y de buscar en bibliotecas y archivos, signos del pasado que habían encauzado el presente que él padecía.

Una obra plural

Una obra poliédrica y de difícil abordaje debido al carácter diseminado de su quehacer que va desde el romanticismo y el barroco, al surrealismo pasando por diferentes escritores y pintores ( Baudelaire, Kafka, Brecht, Walser, Kruas, Valéry, Goethe, Klee,…), sin olvidar sus reflexiones sobre la violencia, sobre la historia o   <<Sobre la fotografía>> a la que dedicó reveladoras páginas en las que no se privaba de extenderse en cuestiones como el tiempo de exposición del objetivo y otras novedades técnicas que desplazaban ya algunas otras expresiones artísticas. Ejemplar de cara a conocer el modo miniaturista y rizomático de trabajar ,  resulta la recopilación  publicada hace unos ocho años por la valenciana Pre-Textos, en donde analiza el modo de posado de los modelos; el escenario en el que se realizan las instantáneas; los objetos de apoyo para lograr la quietud de los modelos ante el mucho tiempo que tenían que permanecer en la misma postura; los distintos decorados que habían de servir de acompañamiento  a los personajes retratados; y, muy especialmente, observa las miradas de los personajes, que tienen una labor -según señala- cercana a la de la medicina y del mismo psicoanálisis, pues provocan en el espectador una capacidad de ir más al fondo y  penetrar más allá de la imagen llana del rostro llegando hasta la propia mente del  ser representado.

La pluralidad de textos presentados acompaña a la pluralidad de los enfoques planteados, y a los detalles que dan pie al autor para emprender los análisis de los distintos aspectos relacionados con el surgimiento de la nueva técnica, que siguiendo el esquema marxista viene a suponer que los cambios en las fuerzas productivas van a venir a provocar unos cambios en aspectos superestructurales, haciendo que la representación artística se vea conmovida en su papel habitual. Así, a modo de ejemplo de esta diversidad  que señalo, se puede ver su conversación con una librera <<rústica>> de una exquisita librería parisina en la que pone el acento en la importancia del empequeñecimiento del objeto de arte, de las pinturas, esculturas o construcciones arquitectónicas, por medio de la fotografía,  para resaltar la belleza de lo observado; o sus comentarios a unas fotos que reproducen plantas en sus más nimios detalles, haciendo que el engrandecimiento convierta lo prácticamente inobservable por su tamaño micro en objeto analógico de distintos símbolos y objetos: míticos y/o fisiológicos.

Entre los textos presentados cabe destacar un par de ellos(o tres) en los que se encuentra expuesta una de las conceptualizaciones más celebradas del autor de una tesis sobre el  << Concepto de crítica del arte en el Romanticismo alemán>>, me refiero  a la idea de <<aura>>, que viene a ser lo propio del arte tradicional y que cede ante la aparición de los nuevos medios de reproductibilidad. En <<Pequeña historia de la fotografía>> formula por primera vez este concepto que va a ser esencial en su concepción estética, y lo hace deteniéndose en un retrato de Kafka de niño, y en discusión abierta con el surrealismo, y la <<liquidación del aura>> que éste opera en la fotografía(<<¿ qué es propiamente el aura? Una trama muy especial de espacio y tiempo: la irrepetible aparición de una lejanía , por cerca que pueda encontrarse>>). En un texto -presentado en el libro de manera fragmentaria, pero impecable- <<La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica>>, y que se publicó originalmente cuatro años más tarde que el anterior, Benjamin centra más su mirada en los fundamentos religiosos del arte, que guían la experiencia estética tradicional, contemplativa y fetichista; postura que se inspira en las tesis weberianas de la desacralización. Estos textos claves dejan ver a las claras que el origen del concepto que indico viene de la mano no de una reflexión general sobre al arte sino sobre el papel que juega el surgimiento de la fotografía. Unos años más tarde, en su ultimo ensayo sobre Baudelaire(<<Sobre algunos temas de Baudelaire>>), modificará todavía su teoría, <<la manera alegórica de ver las cosas reposa siempre sobre una realidad desvalorizada. La desvalorización específica del mundo de las cosas propia a la mercancía es el fundamento de la intención alegórica en Baudelaire…>>.

Y como es hábito en Benjamin avanzaremos-a modo de incansables <<flanêurs>>- por las calles de París, y nos introducirá por los recovecos de la obra de Kafka, además de aclararnos la tesis de la fotógrafa Giselle Freund-quien por cierto realizó un retrato célebre al propio Benjamin- que tan cercanas resultan a las suyas en lo que hace a la interpretación materialista, nos conducirá por los retratos ovalados de color sepia, por los debates con las vanguardias…y asistiremos a sus cavilaciones sobre la depreciación del mundo de las cosas, la inauguración de una estética de choque…el desencanto del arte.