Por Iñaki Urdanibia.

Una potente novela premiada.

De rompe y rasga, no deja títere con cabeza, un buldozzer en cacharrería… cualquier expresión del tipo de las nombradas podrían definir las historias de Cristina Morales (Granada, 1985) que en su «Lectura fácil» (Anagrama, 2018) irrumpe desde el inicio como en tromba en punki de la primera hornada, convirtiendo el no hay futuro en ni presente tampoco; la escritora se alza intempestiva como una consumada aguafiestas. Ya la propia cubierta de la potente novela deja clara la orientación de su dardo, o mejor de sus dardos: ni amo, ni Dios, ni marido, ni partidos, ni de fútbol. Podría aplicarse a la escritora la figura que usase el misteriosos B. Traven para titular su revista: Der Ziegelbrenner (fabricante de ladrillos) para lanzarlos contra la complaciente sociedad bienpensante y normalizada, pues ella ha escrito una novela-ladrillo que se arroja al rostro del conformismo, que magnifica la razón normalizadora, reivindicando una razón trágica.

Bastardismo, bovarismo, son algunas de las etiquetas bajo las que avanza la escritora, como reflejos del nihilismo disolvente que asoma en las historias que va narrando, cuyas protagonistas son cuatro discapacitadas, y ya desde la centralidad de tales personajes el lector se ve interpelado y llevado a sentirse incómodo, o al menos descolocado. La danza de los malditos o malditas; y si me refiero a la danza es debido a que desde la primera página se menciona y a continuación asistimos a alguna sesión en la que en una guardería para adultos de la Barceloneta (GUAPABA), que se asemeja, en cierto sentido, a aquel mundo al revés que cantaba Violeta Parra, se ensaya con toques de domesticación. Frente a las miradas y actuaciones obedientes, hay otras miradas discordantes, disconformes, díscolas con respecto al gregarismo seguidista; las cuatro protagonistas, con sus respectivas voces, desentonan del ambiente adocenado general, mas sabido es que quien se mueve o se sale de las filas no sale en la foto, por decirlo en plan coloquial. Y se llega a un planteamiento de las diferentes maneras de encarar la alienación que hace temblar el mismo principio de contradicción, o de identidad, ya que la salida parece un callejón sin salida, pues si alguien no se da cuenta yace en la dicha alienación, si es consciente de estar en tal situación o si se opone a ella de todas, todas está pillado por las redes del entramado social que le empujan a tragar de uno u otro modo la situación dada. Así, la danza, con sus pautas y normas, como metáfora se amplía a la sociedad toda y a su reglado funcionamiento (consultas electorales, y la satisfacción que provocan en los satisfechos ciudadanos al cumplir este deber cívico y otros… por los bordes de la servidumbre voluntaria de la que hablase el amigo de Montaigne), tanto en lo que hace a los métodos de lectura fácil, como al tratamiento supuestamente de ayuda con quienes son diagnosticadas como discapacitadas intelectuales, como las diferentes medidas que se adoptan, de un buenismo paternalista, con el fin declarado de protegerlas… quien más te quiera te hará llorar.

Entramos en pisos compartidos, en ambientes okupas y acudimos a manifas y conocemos la atmósfera de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y entramos en asambleas del ateneo libertario, movidas que en su rebeldía siempre topan con domesticadores que pretender elevar al rango de consignas y órdenes nuevas ortodoxias, y nos las habemos con Nati (Natividad Lama Huertas), Patri (Patricia Lama Guirao), Marga (Margarita Guirao Guirao) y Ángels (María dels Ángels Guirao Huertas), a las que les unen ciertos lazos de parentesco y unas vivencias comunes en RUDIS y CRUDIS (residencias urbanas y rurales para personas con discapacidad intelectual), amén de una resistencia cerval a plegarse a las normas que se dictan como las adecuadas desde el romo sentido común. De una, Patricia, nos enteramos de que tiene algunos asuntos judiciales de por medio; otra, Marga, en ocasiones respondiendo al nombre de Gari, es una joven de sexualidad desfogada, que es quien presenta en una asamblea el caso del piso tutelado; asistimos a las declaraciones ante un juzgado con motivo de la pretensión de esterilizar forzosamente a una de ellas, también conocemos un fanzine (que aparece reproducido en facsímil) que se enfrenta sin ambages al orden neoliberal, asambleas en las que predominan los aires libertarios (hasta sus actas no son comunicadas), o la escritura de una novela autobiográfica siguiendo la castradora técnica que da título al libro (Nada de oraciones subordinadas, ni metáforas ni otros recursos retóricos. Método ideado en los países centroeuropeos con el fin de hacer accesible la lectura a gentes con problemas de comprensión, inmigrantes, etc.). Nati, que es quien mayores problemas parece tener muestra también su combatividad crítica ante los problemas que le provoca la aceptación de las normas sociales, en contraposición quien menor problemas parece tener, Ángels, es la que accede al mundo de la cultura y de quien podemos leer los diferentes capítulos de la novela, recuerdos y pensamientos, que sigue el método de lectura fácil.

La embestida en toda regla contra las normas de una sociedad patologizada que sitúa a los fuera de las norma, en el conjunto de diversas patologías, contra el heteropatriarcado monógamo que demoniza a quienes no comulgan con él y promoviendo una prostitución de la vida cotidiana. Ligada por contratos y deberes, en especial femeninos, ofreciéndosenos, en la ágil novela, el lado oscuro, ignorado, silenciado al ser encasillado habitualmente dentro de lo que las gentes de orden denominarían pensamientos aberrantes, apostando por un planteamiento rizomático en vez de arbóreo – por expresarlo en deleuziano – que todo lo clasifica y jerarquiza, la horizontalidad frente a la verticalidad que funciona desde los albores del pensamiento occidental (no hace falta recordar a Platón y el sol o Plotino y el Uno y sus metáforas, aprovechadas por el cristianismo y sus clasificaciones: tierra/cielo, más acá/más allá…), pluralidad versus unidad, avanzando por una clara senda libertaria.

Por momentos, en la lectura, se turnan la risa o la sonrisa, francamente seria ante la seriedad de los problemas abordados, con un sentimiento cercano a aquello que expresaba Stuart Mill, más vale Sócrates atormentado que cerdo satisfecho, o en la misma onda aquella afirmación de Gottfried Benn quien cuando le preguntaban por la felicidad, respondía que ésta consistía en ser idiota y tener trabajo.