Por Iñaki Urdanibia.

Lectura de una novela de Miguel Ángel Asturias.

«Cuando escribí El Señor Presidente no pretendí escribir una novela política. Quería mostrar la atmósfera de desolación y terror y la miseria en las calles. Quería que quien leyese El Señor Presidente sintiera odio, repulsa hacia tal situación. Lo importante es conseguir crear en la conciencia del lector un determinado estado de ánimo en relación con el problema. A esto es a lo que llamo literatura de combate. Nuestra literatura nunca ha sido gratuita. Ha sido de lucha. Una literatura invadida por la vida»

Continuando las lecturas que inicié en el artículo en el que me centraba en la novela – digamos que – inaugural de Ramón de Valle-Inclán, la siguiente en orden cronológico, que es el que me va a guiar en esta modesta exploración, sería la novela del guatemalteco Miguel Ángel Asturias: «El Señor presidente» ( 1946). «Cualquier lector de futuro recuperará al Miguel Ángel Asturias narrador y comprobará la excelencia de una obra inmortal, siempre aceptando lo precario de la inmortalidad literaria», afirmaba el creador de Carvalho, quien, por otra parte, consideraba al escritor americano como «el fundador del boom latinoamericano»; había hecho sus primeros pasos en la escritura como periodista, actividad que compaginaba con sus estudios en París, asistiendo en la Sorbona a los cursos del profesor Raynaud sobre la mitología latinoamericana. Fue en aquellos años, los treinta del siglo pasado, en los que Asturias finalizó prácticamente la novela que vería la luz años después, animado por Paul Valery que había calificado sus Leyendas como historias-poemas-sueños.

El éxito de «El Presidente» fue inmediato, no solamente en su país sino también en México, en Argentina en donde dos ediciones se agotaron con rapidez, y en otros lugares, lo que supuso que la novela cobrase fama en toda América; en Francia consiguió el Premio Internacional del Club del Libro. Fue este éxito inicial el que impulsó a Asturias a continuar por la senda narrativa: Hombres de maíz ( 1949), Viento fuerte ( 1950), y El papa verde a la que años más tarde siguieron otras, al igual que poesías, obras de teatro y ensayo. Luego vendrían el Premio Lenin de la Paz y al año siguiente, en 1967, el Premio Nobel de literatura, destacando la Academia sueca «sus obras de alto contenido colorístico, arraigadas en el individualismo nacional y en las tradiciones indias».

La novela tomaba pie en un cuento que había escrito años antes: Los mendigos políticos, cuento que amplió y rescribió. El punto de partida de la novela deja ver la huella del relato mentado, ya que somos situados en el Portal del Señor, lugar en el que se reúnen los pordioseros, los mendigos y gentes desocupadas para pernoctar en los pórticos. La novela adopta con rapidez una clara tonalidad de denuncia ante la asfixiante atmósfera que estaba viviendo su país, y que, por supuesto, también le alcanzaba a él. La musicalidad toma la página por medio de reproducción de sonidos, palabras repetidas, onomatopeyas y el mundo de los sueños también se adueña de las historias alguna de ellas realmente escalofriantes como las que reflejan la vida en la cárcel.

Si más de una vez se ha asociado esta novela de Asturias con la de Valle-Inclán, es de justicia señalar que así como el gallego inventaba un personaje estableciendo un cruce entre varios que habían existido, el guatemalteco no tenía más que pensar en el brutal Estrada Cabrera y sus siniestras andanzas en el poder…. y adoptar una mirada ultrarrealista. Negaba, por otra parte, con énfasis cualquier influencia de la obra del gallego sobre la suya, ya que según aseguraba él había escrito con anterioridad la suya.

La novela está compuesta de tres partes: la primera abarca los días 21, 22 y 23 de abril; la segunda, los días 24, 25, 26 y 27 del mismo mes; y la tercera lleva por título. “ Semanas, meses, años “. Al inicio estamos en la plaza de la catedral y vemos reunidos a una serie de seres marginales. Uno de los seres que frecuentaban el lugar, el Pelele, era objeto de las continuas burlas de sus compañeros de pórtico, pues le reventaba que le dijesen de choteo: “qué, hoy te vas a acostar con tu madre”. Un desconocido, coronel, acompañado de varios policías irrumpió una noche en la plaza, todos oliendo que algo malo se avecinaba se abrieron del lugar en donde el único que dormía a pierna suelta era el nombrado Pelele, el caso es que acercándose al que dormía el recién llegado le mentó a su madre y tiempo le faltó al mendigo para saltar sobre él, «enterrarle los dedos en los ojos , hacerle pedazos la nariz a dentelladas, y golpearle las partes con las rodillas hasta dejarle inerte» [he cambiado los tiempos verbales para mantener el sentido de la frase]. La policía ante la baja sufrida comenzó las investigaciones y el primer paso que dio fue detener a uno de los que allá se reunían, conocido como el Mosco, la detención se llevó a cabo con el supuesto fin de averiguar quién había cometido el crimen político… tras contundentes interrogatorios el detenido acabó muerto, arrojado por los policías en la basura. Mientras, tras lo sucedido, el Pelele puso pies en polvorosa huyendo del lugar.

La policía trata que los mendigos detenidos y torturados sin contemplaciones hagan caer la responsabilidad del crimen sobre un par de personajes cercanos al presidente: el general Eusebio Canales y el jurista Abel Carvajal, a los que se quiere quitar de en medio. Por más que se les golpee, los mendigos siguen haciendo caer la responsabilidad de la muerte en el Pelele, mas el juez de turno cree que es imposible que el crimen sea obra de un simple idiota.

El Presidente mientras tanto inicia una serie de maniobras con el fin de que su hombre de confianza, Miguel Cara de Ángel, facilite la huida del general Canales en el momento en el que vaya a ser detenido; el mandamás que había sido el urdidor del montaje, al culpabilizar a dos seres a los que quería quitarse de encima, .pretende que Canales huya lo que demostraría su culpa.

El encargado de la operación acude a un café, el Tus Tep, regentado por una mujer conocida como la Serpiente, se encuentra con un policía, Lucio Vázquez, al que confía que va a raptar a la hija, Camila, del general Canales para facilitar la huida de éste. Más tarde el policía confiará a un amigo, Genaro Rodas, los planes de rapto; el tal Rodas, tras la ingesta de no pocos vasos, llega a casa y cuenta a su esposa, con pelos y señales, el plan que le ha sido contado y que él juzga alucinante ya que él sabe bien que el responsable de la muerte del coronel fue el Pelele, ya que él lo vio

La casa del general es asaltada por la policía, cuyos miembros arramblan con todo lo que pillan; para entonces Cara de Ángel entra a la casa ante de que llegue la policía y lleva a la hija del general al café. De mañanita la señora de Rodas corre a casa del general para ponerle sobre aviso de los planes de detenerle; llega tarde a lugar de autos con tal mala fortuna de que allá mismo es detenida por el juez que lleva el caso y que pasa a acusarle de cómplice del general buscado… allá comienza el calvario de la señora que es tratada con brutalidad y crueldad suma, con el fin de que diga en dónde se esconde el general, cosa que ella ignora. Separada de su hijito que necesita de su pecho… tras mucho suplicar se le entrega el niño que muere en sus brazos, al rechazar sus pechos ya que su leche ha adquirido el gusto de la cal que le han hecho rascar incesantemente con sus uñas. Mientras en el café Tus-Tep, Cara de Ángel retiene a Camila, mas al ver que la situación es ya irresistible trata de endosarla en casa de un hermano del general huido… sus tíos se desentienden ya que no quieren correr ningún riesgo.

En ese ir y venir Cara de Ángel comienza a sentirse atraído por la chica raptada, mas al mismo tiempo se siente obligado a cumplir los deberes para con la patria y para con su presidente, dictador al que el día de la fiesta nacional se le canta con fervor como: «el Señor Presidente Constitucional de la República, Benemérito de la Patria, Jefe del Gran Partido Liberal, Liberal de Corazón y Protector de la Juventud Estudiosa…».

Camila cada vez más enferma, la señora de Rodas, Fedina, es vendida a una casa de citas, El dulce encanto, por algunos jerifaltes de la prisión que tienen suculentos negocios con diferentes personajes de la más baja ralea y del más alto status político; la señora dura poco allá pues se descubre que tiene escondido entre sus ropas el cadáver de su hijo… Fedina acaba siendo conducida a un manicomio. En tal lugar, en la casa de citas, Cara de Ángel va a toparse con una comandante de nombre Farfan, al que pone al corriente de los nefastos planes que con respecto a él prepara el Presidente…Esta muestra de magnanimidad al ayudar tanto a Camila como al militar nombrado viene a ser una especie de conversión y arrepentimiento del malvado personaje …

Vemos al general Canales en fuga y al otro acusado, Carvajal detenido y con su mujer desesperada tratando de lograr la absolución de su marido, mas nadie le recibe… El juicio-farsa se resuelve en un suspiro, y sentencia el fusilamiento del juzgado…

Cara de Ángel por su parte es convencido por un gurú espiritista de que se ha de casar con Camila; contraído el matrimonio la mujer mejora ostensiblemente en salud, mas no le dura mucho este estado ya que se entera de la muerte repentina de su padre que estando embarcado en la organización de la revolución murió de un ataque al ver una noticia – flasa – de prensa que hablaba de la boda su hija con un solo testigo: su odiado Presidente.

Las maniobras de este último no cesan y en vísperas de las elecciones encarga a Cara de Ángel una complicada misión, que este piensa que va a ser el modo de huir, plan que propone con su esposa que marcha a EEUU para esperar la llegada de su marido, mas éste antes de lograrlo va a ser detenido precisamente por el comandante al que anteriormente el había favorecido.

Cara de Ángel pudriéndose en la celda 17 del penal, acaba muriendo de pena al contársele – un carcelero desalmado- que su mujer mantiene relaciones con el Presidente… personaje que mueve, en la sombra y todo vestido de negro, los hilos con tal de mantener el poder y quitar de en medio a todos quienes puedan suponer un obstáculo Este permanecer en la sombra, por encima de todos, y decidiendo lo que todos han de hacer o qué va a ser de ellos supone que el personaje que da nombre a la novela y que es el protagonista principal se convierta en su ser misterioso, inaprensible, como si perteneciese a otro mundo desde el que marca sus dictados sobre éste, lejanía que calaba en la población que pensaba que su presidente era de otra pasta superior a la suya… verdadero dios de la vindicta, Tuhil, que domina sin piedad el destino de los humanos.

Qué duda cabe de que algunas novelas aclaran algunas situaciones más que algunos manuales de sociología e historia, podría considerarse el caso de esta novela que dan cuenta del terrible período que padeció Guatemala de 1898 a 1920, bajo la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, y así desde este punto de vista, puede considerarse la novela de Asturias como una denuncia, como un descarnado retrato que combina la cuidada forma literaria con la crítica política, todo ello aderezado por unas indudables tonalidades que dejan amplia cabida al indigenismo con sus leyendas, tradiciones, y… el lenguaje popular de la época, ya que como posteriormente señalaría el propio escritor la aceleración de la penetración de costumbres foráneas había transformado el habla de su país, y por extensión de otros de la zona… okey. La presencia del mundo propio del pueblo que señalo, convierte su novela en el retrato del pulso del sentir espiritual. Su búsqueda de raíces, no se olviden sus estudios en la capital del Sena y su complementaria tesis doctoral sobre el folklore guatemalteco, le conduce a sintonizar con el lenguaje popular al que suma el suyo, alimentado con sus amplias, lecturas; no se ha de obviar cómo el escritor trabajó intensamente en la nada fácil traducción del Popol-Vuhl – que por cierto aparece nombrado en la novela y cuyo espíritu planea sin disimulo alguno -, trabajo que completó con las lecturas y relecturas de los restos de la lírica aborigen de América central, proyectando luz sobre los mitos de los mayas quichés y su entreveramiento con los mitos hispanos. No juzgo descabellado recomendar la lectura de la novela de la que hablo con la de sus «Leyendas de Guatemala».

Si Miguel Ángel Asturias concebía la literatura como un arma que debía ayudar a emancipar a los humanos, la novela que hemos leído lo deja claro, ya que refleja aquello que él mismo dijese acerca de la literatura “invadida”; «para mí, la novela es el único medio de que dispongo para hacer conocer al mundo el dolor, las necesidades y las esperanzas del pueblo a que pertenezco. Y es lo que siempre he hecho. Esta es mi estética…».