Category: FIODOR DOSTOYEVSKI


Por Iñaki Urdanibia

«Me he contentado con llevar al extremo aquello a los que vosotros nunca os habéis atrevido más que a quedaros a mitad de camino»

Dostoievski

«El hombre es un enigma, yo me ocupo de este enigma porque deseo ser hombre»

Dostoievski

«El único psicólogo que me ha enseñado algo»

                                Nietzsche

«El mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos»

                                Stefan Zweig

Refiriéndome al Gran Inquisidor, texto presente en su Los hermanos Karamazov, traía a colación algunas opiniones que me permito recuperar: «En un texto célebre Ítalo Calvino refiriéndose a los clásicos, señalaba, entre otras cosas, que una de sus insoslayables características era su duración, la permanencia de su capacidad e interpelar a nuestro hoy. Podría completarse las condiciones propuestas por el italiano con algunas propuestas acerca de los buenos libros, que más allá de los gustos y distracciones, personales, ponen el listón alto: así – y sin ningún afán por pasar lista – no me resisto a recurrir a algunas frases de algunos clásicos; Gustave Flaubert afirmaba que «se puede juzgar la belleza de un libro por el vigor de los puñetazos que os ha dado y al tiempo que habéis necesitado para recuperaros». Parecida era la opinión de Franz Kafka, y cito de memoria: «un libro que merece la pena es aquel que te sienta como un puñetazo en toda la boca… un libro debe ser el hacha que rompe el mar helado en nosotros», siguiendo con el símil del boxeo, dice el luso Antonio Lobo Antunes, clásico en vida, que «los malos libros son aquellos que nos dejan la cara y el estómago intactos. En general venden más por eso mismo, pero no nos tiran a la lona. Cualquier gran libro nos tira a la lona y le quedamos agradecidos por eso, puesto que vivimos a ras de tierra y no logramos levantarnos del suelo sin ayuda».

Sin lugar a dudas las novelas del ruso pueden incluirse sin pestañear en el conjunto de obras que cumplen los requisitos mentados. Su lectura inquieta, al darse cita en su prosa, lo mejor y le peor de los humanos, desplazándonos al cielo y al infierno en momentos que resultan desasosegantes. El escritor, como un avezado entomólogo, penetra en las profundidades del alma de los humanos, y pone al alcance lector las pasiones que allá anidan, las tristes en especial; «seres humanos contradictorios,inseguros, atormentados, capaces de inclinarse hacia el cielo más elevado y haci el infierno más profundo».

Vienen estas líneas precedentes provocadas por un librito, lo bueno si breve…, cuya lectura resulta recomendable a todas luces. «El universo de Dostoievski» de Tamara Djermanovic (Belgrado, 1965), editado oportunamente por Acantilado, y si digo oportunamente es debido a que este año se cumplen un par de aniversarios: su nacimiento en Moscú en 1821 y su fallecimiento en 1881, aunque también es verdad que no se ha de esperar a efeméride alguna para acercarse al escritor ruso. La profesora muestra su dominio y la habilidad para hacerlo accesible a cualquiera que esté interesado en la obra del autor, sin que lo dicho suponga simplificación alguna, ya que el ensayo está documentado con precisión rigurosa.

Desde el inicio puede verse el camino por el que nos va a conducir esta guía: por la biografía y la obra que se cruzan, suponiendo la primera una fuente de inspiración para la segunda. Así conocemos las circunstancias del nacimiento del pequeño Fiódor Mijáilovich, la visita con su madre a la majestuosidad de una misa, y la impresión que le causó, al igual que se nos da conocer los caracteres de los padres, contradictorios donde los haya: la ternura de la madre y el rigor nervioso e irritable del padre, relaciones de oposición que trasladará a sus personajes. De ahí van avanzando las páginas siguiendo el orden cronológico de su vida y de la publicación de sus obras, desvelándose los acontecimientos vividos y la huella que en él dejaron, como la revuelta de los liberales decembristas, del mismo modo que vemos cuáles eran los autores que leía con voracidad (Schiller, Balzac, Proust, Hugo, Hoffman, Goethe, y…su adorado) Pushkin,; escritores que iban cargando su bagaje y que luego, haciendo suyas tales huellas pasándolas por su cedazo personal; escritores que se sucedían al abandonar unos y verse abducido por otros. Se forjaba así un estilo propio, el de un hombre superfluo, del subsuelo, que no respondía al calorcillo gregario del rebaño y que hubo de padecer los males de la soledad y del encierro siberiano también. Tampoco faltan las precisiones y los puntos sobre las íes acerca de algunos diagnósticos acerca de la salud del escritor. Todo ello con el recurso a las propias palabras del escritor además del que hace a otras fuentes.

La travesía nos hace conocer la idea que tenía Dostoievski con respecto a su quehacer, considerando que él era un realista, hasta el extremo, que trataba de reflejar en sus historias a los hombres de su tiempo y retratando, de paso, la sociedad y los cambios que en ella se producían. Con tales presupuestos vamos siendo acercados a sus diferentes obras, de las que se ofrecen los datos suficientes como para hacerse una idea de ellas: Pobres gentes, Apuntes de la Casa Muerta, Apuntes del subsuelo, El jugador, Crimen y castigo, El idiota, Los demonios , el Diario de un escritor y Los hermanos Karamazov. Y en este repaso vamos conociendo vamos conociendo las diferentes circunstancias de las novelas y se nos va ofreciendo el fiel retrato de sus protagonistas, la dualidad de algunos de ellos, los padecimientos de los seres encarcelados, un escribiente solitario de amargado, nihilista absoluto, que descubre las oscuridades de las apariencias racionales y las teorías que las sustentan (Vladimir Nabokov hablaba de lecciones de literatura rusa), sus problemáticas relaciones amorosas, Polina, que pueden verse plasmadas en diferentes protagonistas femeninas como Lizaveta, Paulina o Nastaya, o las historias de un príncipe puro e inocente rodeado de seres egocéntricos, o el rechazo a matar por ideales, nos hace entrar en el círculo de algunos luchadores populistas y sus disquisiciones justificativas, también la denuncia de los manipuladores de las creencias y su ferviente deseo de creer, en permanentes dudas acerca de la existencia divina…y al final siempre quedan unos resquicios para la esperanza y una defensa de la libertad y responsabilidades personales, patentes en unos personajes que nos interpelan y que la habilidad del escritor hace que el lector tienda a identificarse, para bien o para mal, con ellos.

Por Iñaki Urdanibia.

Lectura de una de las novelas fundamentales del escritor ruso, a los 150 del final de su publicación.

El libro fue viendo la luz, inicialmente, por entregas en El mensajero ruso, entre 1868 y 1969, año en el que concluyó, debiendo esperar para ser publicada en libro hasta cinco años después en que se editó en dos volúmenes.

No cabe duda de que le costó dar con el registro adecuado como dejaba ver en su diario y en sus cartas al editor en las que hablaba de las serias dificultades que estaba teniendo, aumentadas o provocadas, tanto monta, por la muerte de su hija, por los repetidos ataques epilépticos y por el alejamiento de sus país del que había huido escapando de los acreedores que le asediaban además de para cumplir el consejo médico de que le vendría bien un cambio de aires; el caso es que hubo ocho versiones o tanteos antes de dar con la forma definitiva de la novela. Distintas poblaciones alemanas y Ginebra que es de donde procede el viajero que vuelve a su país, protagonista de la novela; de camino a la localidad suiza, parada en Basilea en donde en el museo local la contemplación de un cuadro de Hans Holbein que representaba un Cristo doliente, conmovió sobremanera al escritor que más tarde colocaría una reproducción de la obra en su despacho de Rogoÿin, dejando ver la impresión padecida en la propia novela, al mostrar el nombrado la atracción que tenía por contemplar el cuadro, respondiéndole el idiota Myshkin que tal cuadro podía conducir a perder la fe (postura que reproduce la reacción del escritor, tras contemplar extasiado el cuadro, según relataba su esposa); si el cuadro, como digo aparecía en el despacho de Rogoÿin, posteriormente se da una descripción detallada del lienzo y de la desazón que su contemplación provoca (paginas 578 y 579; cito por la edición, en dos tomos, de Alianza) . No es nada nueva la admiración del escritor por la figura de Cristo y las dudas acerca de su divinidad, y de la existencia de ésta en general. Si la apuesta de Pascal era que era conveniente creer ya que si se creía en la existencia de Dios y éste existía no se sacaría de ello más que beneficios, mientras que si no se creía y existía tal vez podía suponer un castigo, mientras que en caso de que no existiese tal ser, nada se perdía si se creía( añadiría el que escribe, que la pérdida consistiría tal vez en modificar el modo de vida en aras a una fantasía, pero bueno…), si como digo esta era la apuesta pascaliana, Dostoyevski tenía serias dudas que combatía con la voluntad de creer, entre otras cosas ya que si Dios no existiese todo estaría permitido.

En medio de los problemas señalados y desde Florencia, en donde el escritor se convirtió en un compulsivo jugador con el fin de tratar de superar la miseria en la que vivían, Dostoyevski envía las primeras páginas de la novela en 1968.

En e tren que va de Varsovia a Petersburgo los diálogos se producen entre los viajeros del compartimento, dándose la causalidad que algunos conocen a los antepasados de otros y algunas vicisitudes de sus vidas; los encuentros van a darse de manera constante en esta obra en la que amplio número de personajes, unos cuarenta, puede resultar causa de despiste a lo largo de la lectura. Entre los viajeros se encuentra el príncipe Lev Nikolayevich Myshkin que se va convertir en el personaje central de la novela, deviniendo un modelo que funciona a modo de imán al que todos se arriman y al que él, en su ingenuidad y mansedumbre, otorga vías de solución a sus problemas, o provoca simpatías y odios a la par. Desde el principio se ve que Myshkin no tiene problemas a la hora de hablar de sus problemas, de su estancia en Suiza para curarse su enfermedad, un frecuente estado de idiotismo el que han de añadirse ataques epilépticos, relata a los demás sus avatares existenciales con una candidez que sorprende a quienes le escuchan… esto, al tiempo que la falta de hábitos en el trato con los demás y el olvido de las costumbres y normas de su país, hace que se halle como un pulpo en un garaje y que los demás se sorprendan ante sus silencios, su sinceridad, su humildad y sus palabras entrecortadas que, no obstante, distan de ser propias de un idiota… ya en el tren un sabelotodo (Rogoÿin) le encasilla sin ambages por su desconocimiento del trato con las mujeres, confesado por el príncipe, como un “genuino bobo de Cristo, de esos a quienes ama Dios”.

Myshkin llega sin dinero y con unas ropas desgastadas, mas con el título de príncipe lo que le sirve de tarjeta de presentación al primer lugar al que se dirige al llegar a su destino, a casa del general Ivan Fyodorovich Yepanchin con cuya mujer, Lizaveta Prokofyevna parece unir cierto parentesco al recién llegado. Este explica al criado que le recibe su deseo de ser presentado al general y a su mujer, extendiéndose, ya en la espera, en todo tipo de consideraciones e historias que sorprenden al criado no solo por el carácter de dichas historias sino por ser tomado como contertulio lo cual seguro está le van a valer duras reprimendas por parte de los dueños. Denota también esta espontaneidad principesca una carencia absoluta de conocimiento de los hábitos con respecto a los debidos protocolos acerca de con quién se ha de hablar y con quién no, amén de de qué se ha de tratar. Recibido, en primer lugar, por el general, y tras presentarse y tras algunos titubeos a la hora de aclarar el motivo de su visita, el general tiene claro que se haya ante un hombre realmente extraño que está solo en la vida, que no tiene trabajo y que, sin embargo, puesto a prueba da sobradas muestra de ser un excelente calígrafo, por lo que el general decide ofrecerle algún puestecillo y dotarle de alguna asignación monetaria. La entrevista posterior con la generala y con sus tres hijas resulta esclarecedora donde las haya ya que ante las preguntas de la señora, Myshkin relata varias historias (sobre la contemplación de una ejecución, sus andanzas en Suiza y su estrecha y cordial relación con los niños del lugar, al igual que deja ver su espíritu solidario con una desdeñada mujer) que causan una atención hipnótica entre las oyentes, atracción que aumenta en la medida en que el narrador acompaña sus relatos con singulares reflexiones sobre lo divino y lo humano; estas páginas son ciertamente antológicas, más si en cuenta se tiene que ponerse en el pellejo de un condenado a muerte en los momentos previos a su ejecución no era algo imaginado por Dostoievski sino que respondía a sus vivencias personales, ya que en 1849 fue condenado a muerte por pertenencia a un grupo revolucionario, pena que le fue conmutada por la de trabajos forzados («la sentencia está ahí, y la horrible tortura está en que sabes con certeza que no te escaparás, y no hay en este mundo tortura más grande que ésta… ¿Quién dice que la naturaleza humana puede soportar esto sin perder la razón?… De una tortura y de un horror como ése habló Cristo. ¡No, no se debe tratar a un hombre de ese modo!»). Queda claro, por encima de todo la adoración que el príncipe profesa a los niños, y los consejos que se han de seguir a la hora de educarlos diciéndoles siempre la verdad, huyendo de hablarles como a lerdos que no entienden, etc. Esta postura le supuso no pocos sinsabores con el maestro y el cura del pueblo, y habladurías que habiendo llegado a oídos del doctor Schneider, que es quien se empeñaba en su curación, hace que éste afee su conducta y que, apremiado por la falta de medios, mande a Myshkin de vuelta a su país. De las conversaciones con la generala y las hijas se deduce – el mismo protagonista lo confiesa – que le molesta el trato con personas adultas y que se halla más a gusto con los niños, a los que considera más sinceros, espontáneos y sin doblez; al tiempo muestra sus destacadas dotes de fisonomista, al proponer el perfil psicológico de tallado, y certero, de las presentes.

Una mujer de una belleza sin par, Nastaya Fillippovna, va a convertirse en el centro de interés y deseo de diferentes caballeros, es un decir, que se sienten atraídos además de por su belleza por su forma de vida un tanto díscola con respecto con las normas al uso; Totski, un señor de cincuenta y cinco años, es su tutor y además ambos han vivido en pareja, ante el escándalo ajeno; otros personajes se la rifan tratando de conseguir sus favores y contraer matrimonio con ella… Es como si se hubiese abierto un mercado, en el que unos pujan por comprar la mercancía, la bella mujer, ofreciendo dinero en cantidad: en medio de todo este combate, unos intentan quitarse de en medio otros contendientes, mientras que algún otro intenta casar a la dama con otro con el fin de que deje de atormentarle a él con sus amenazas, rumores, leyendas, etc. El príncipe ya había oído hablar de la mujer cuando viajaba hacia Rusia, y asistiendo a una fiesta a la que asiste lacrème de la crème, se ve enredado en una propuesta de matrimonio con Nastaya Filippovna, al ser considerado por ella como un ser verdaderamente amoroso y desinteresado cuyo único propósito es ayudarla, mostrando una compasión si par, en medio de todas las bestias que la desean, que ponen billetes encima de la mesa con el fin de comprar a la señora, más en concreto, el ya nombrado Rogoÿin. La promesa de boda, que provoca una gran sorpresa en los presentes, y a pesar de los elogios de la mujer hacia el príncipe ella, al final se marcha con Rogoÿin. La mujer irrumpirá a lo largo de la novela de manera oportuna, o inoportuna según se mire, sorprendiendo con su altanería a quienes la ven, que sienten abierta animadversión hacia ella al sentirse incomodados.

Inesperadamente Myshkin recibe la noticia de que es el destinatario de una suculenta herencia, con el fin de formalizar el asunto se traslada a Moscú en donde, como los aviones tras las nubes , Nastaya Filippova aparece y desaparece, balanceándose entre el príncipe y entre el adinerado Rogoÿin. De vuelta a Petersburgo, el príncipe encuentra varias veces a Rogoÿin, que siente una honda amistad hacia él, al tiempo que le odia como contrincante con respecto a la mujer, llegando al punto de intentar matarle, objetivo que no logró al ser sorprendido por un ataque epiléptico de la víctima. La relación entre la mujer y Rogoÿin, no obstante, resulta problemática y tensa a todas luces… Estando el príncipe un tanto perdido, desorientado, se entera, y es invitado a asistir por la familia del general Yepanchin, de una reunión de notables, y no tan notables, en la localidad de Pavlosk, en donde se reúnen militares y sus familias, algunos borrachos de todo y lomo, bronquistas varios, funcionarios… El príncipe siente una firme atracción hacia una de las hijas del general y la general, la pequeña Aglaya, que se siente conmovida por las atenciones del príncipe lo que no obsta para que no pierda la ocasión para ridiculizarlo en público; es más hasta se llega a pensar en que entre ambos de da un profundo, y disimulado, enamoramiento, lo que rebota a la madre de la muchacha.

Por si los encuentros y las causalidades fueran pocos, a la casa en donde se hallan acuden una banda de hombres airados, algunos los consideran nihilistas o algo más radicales todavía, con una reclamación acerca de la herencia recibida por el príncipe, pretendiendo que quien de hecho debería haber recibido tal herencia es un tal Burdovski… a pesar de las ruidosas reclamaciones, queda al descubierto que todo es un montaje urdido por algunos con el fin de sacar beneficio, abogados sin mayores escrúpulos y un horda de descerebrados… las reacciones de descontento, y la resistencia a aceptar las evidencias van cediendo en intensidad; los arrepentimientos se suceden y ante todo ello, el príncipe sigue manteniendo una postura comprensiva y compasiva y hasta está dispuesto a ofrecer su amistad y su dinero al engañado Burdovski… ante el rebote de la generala Lizaveta Prokofyevna ante el espíritu conciliador y perdonador de Myshkin. Muchos de quienes habían participado en esta intimidatoria y ruidosa colla al ser perdonados, se sienten con derecho de invadir la casa del príncipe con el pretexto de festejar el cumpleaños de éste, que muestra su perplejidad al ver su casa tomada en su ausencia y la bodega vaciada del champán acumulado…Allí asiste a discusiones de alto voltaje sobre la tensión entre las tendencias de auto-conservación y la de auto-destrucción que anidan permanentemente en la humanidad, sobre lo divino y lo humano; el contagio del arrepentimiento y la expiación es expresado por varios de los presentes, ocupando un especial lugar ( nada menos que de la página 549 a 588) la lectura de una carta, a modo de confesión pre-mortuoria, de un ser que espera una muerte cercana, al tener una tisis galopante, en la que el protagonista, Ippolit, desvela sus sueños, sus andanzas y su elogio a la realización de buenas acciones, algo consustancial a una humanidad como es debido,… ante el pasmo de los sorprendidos presentes («en realidad, cada uno se hallaba en presencia de un singular fenómeno: nada había sucedido, y sin embargo todo pasaba como si alguna cosa muy importante hubiese acaecido»). Ejemplo palmario, entre otros, de uno de los ejes de todas las novelas del autor: las diferencias entre la imagen que los demás de hacen de uno y la que uno tiene de sí mismo, en búsqueda constante de la nobleza del alma («el hombre es un desconocido para él mismo y no sabe nunca lo que es capaz de producir bajo los efectos de una provocación nueva», se lee en Crimen y castigo). No le falta razón, y en esta obra queda confirmado, lo que dijese Mijaíl Bajtin: «la novela de Dostoievski está construida no como la unidad de una sola conciencia que habría absorbido, los objetos, y otras conciencia, sino como la unidad de interacciones de conciencias múltiples entre las que ninguna llega ser objeto para otra… lo que obliga a participar al lector» al verse implicado de una u otra forma… Novelas polifónicas y dialógicas en las que se oponen diferentes conciencias sin que se dé una salida de superación dialéctica.

Las intrigas se enredan en intrincado tirabuzón y el piadoso príncipe llega a casarse con Nastaya Fillippovna con el fin de salvarla, si bien esta no quiere arrastrar al bondadoso príncipe a los bordes de la decadencia y el oprobio, en los que ella anda sumida, lo cual provoca la huida de la esposa el mismo día de la ceremonia nupcial; la desorientada y desesperad dama vuelve a juntarse con Rogoÿin quien carcomido por la pasión y los celos acabá asesinando a la infeliz, lo que le supone una condena de prisión. El príncipe Myshkin perturbado y entristecido por la muerte de Mastaya Filippovna, sufre un potente ataque de epilepsia lo que hace que vuelva a ser ingresado…

La novela, en continuo renacimiento, presenta la atmósfera de los ambientes burgueses de la época, haciendo hincapié en la hipocresía que domina en tales dominios y las formas supuestamente educadas que tratan de evitar, con refinada delicadeza, el decir la verdad y verter la opinión sobre los demás y sobre los hechos que acaecen. Todo un muestrario de reacciones, familiares y otras, el lugar que ocupaba la cuestión femenina, son presentadas por el escritor ruso que pone de relieve el lugar discordante que ocupa el príncipe Myshkin, que no guarda las convenciones de los círculos mundanos en los que se ve sumergido, mostrando el camino de la prudencia, de la sinceridad que va acompañada de una proverbial candidez propia de la ingenuidad infantil; así pues, el príncipe está descolocado y su descoloque descoloca a los demás. Frente al artificio y el reino de los modales guiados por una supuesta prudencia, la prudencia del príncipe que no se priva de decir lo que piensa sin dejarse llevar por las pasiones tristes y es capaz también de reconocer algunos posicionamientos que tras algunos momentos de pausada reflexión considera injustos y dañinos para sus destinatarios. La sinceridad ligada de manera permanente con el amor hace que estemos ante la imagen de Cristo, que provoca desasosiego e incomodidad ante quienes le acompañan o entre quienes consideran su comportamiento como fuera de la norma por infrecuente, intempestivo y extraño con respecto a la moneda al uso. Él, por su parte, siempre dispuesto a perdonar aun con respecto a las faltas más clamorosas, ya que su ingenuidad la trasplanta a los demás considerando, en socrático, que los malos comportamientos no son fruto más que de la ignorancia, o de los despistes o extravíos momentáneos…lo que le hace , por otra parte, que prime su disposición a ver siempre los aspectos positivos de los demás. Un hombre bondadoso en medio de una jauría de seres en los que lo que predomina es el mal, las trampas, los engaños, las traiciones, las venganzas, etc., etc., etc., un cordero entre lobos, lo que hace que tan modélico personaje, con su penetrante visión de las cosas y de las relaciones, sea considerado además de un incauto, un idiota de tomo y lomo… lo que no está reñido con una afilada inteligencia sino completado, al menos en esta ocasión… dejadas de lado las etimologías, pragmáticas, semánticas y plurivocidades para otro momento.