Por Iñaki Urdanibia.

Este pasado viernes, día 17, cesó la luminosa escritura del cantor antillano.

«Como en tu época, Omeros, como las islas

y los hombres, así también nosotros y nuestros juegos »

« Que esta página capture la luz última…»

Versos desbordantes que expresaban vivencias personales, llenos de calor y color, y de viajes como los del incansable personaje homérico, mas la geografía pintada es otra, siempre presente el Caribe lo cual no quiere decir que Derek Walcott, quien recibiese el premio Nobel de literatura en 1992, parase quieto en su natal Castries, Santa Lucía, isla antillana en donde había nacido en 1930, sino que se desplazaba con su persona y su inseparable pluma a Boston, yendo de allá a Roma, o de Tahití al Caribe, como lo dejaba ver en algunos de sus libros. Se entrecruzaban en su escritura el idioma inglés – su padre era un pintor de procedencia británica – y sus orígenes africanos (nieto de esclavos), permitiendo también algunos cameos de algunos poetas celebrados como clásicos: Keats, Chéjov, Auden o Celan (y hasta algunos guiños a los personajes uliseanos de James Joyce). Y sus versos navegaban por el mar, la mar, inundado de vivos colores, sin dejar de lado la flora y la fauna que florecen en las tierras que forman las orillas del océano; usando sus poemas de una narrativa extensa en cada uno de los versos épicos que beben de las fuentes clásicas de la luminosidad y el calor de su tierra de origen, a la vez que hunden su inspiración en los mitos locales de las Antillas británicas, del mismo modo que Yeats cantaba los de sus isla natal, u otro Nobel isleño: Seamus Heaney….poemas de colores, olores y sabores que colman las sensaciones y que abren al abanico de temática cultural. Significativo en este orden de cosas su poema épico Omeros (1990 / publicado en edición bilingüe, en traducción al castellano de José Lluis Rivas, Anagrama, 1994), su obra más célebre y celebrada, verdadera novela en verso, difícilmente encasillable, como su obra toda, en las diferentes corrientes e –ismos que pueblan el continente literario. « ¡ Talassa! ¡Talassa! ¡ El golpe sordo de ese azul que eco a / en el corazón ¡ Yendo hacia el puente aéreo del Este en La Guardia, / confundí el salpicado de un tejado pintado de verde con el mar. / Y mis orejas, ese momento, eran conchas que captaban el rugido / de un ejército bruñido revolviendo montones de arena / en avalancha de cangrejos, hacia la caracola de Jenofonte. » (Verano , edición bilingüe, Huerga y Fierro editores, 1999; traducción de Vicente Araguas).

En la obra de inspiración homérica que he nombrado, el narrador, alter-ego del propio Derek Walcott, es un aprendiz de brujo que ha nacido allá pero que vive en Boston, ha viajado por todo el mundo pero vuelve a casa para visitar a su madre viuda; las corrientes le arrastran y se ve como engullido por los torbellinos marinos del mismo modo que se siente obnubilado por los poderes de la seducción encarnados en Helena. Antígona está exiliada en América y se da, desde el inicio, del extenso poema una encendida rivalidad, entre pescadores locales, por el amor de una mujer que en este caso es una negra criada antillana. La Helena aquí presente es el ejemplo de la belleza creada por los dioses, ama perdidamente a Aquiles pero al final le deja por Héctor…el movimiento domina, el tiempo se reblandece y se desliza por todos los siglos pasados, y el amante desdeñado comienza un viaje físico e iniciático que acaba con él en las costa occidental de África; otra odisea completa, en paralelo, la de Aquiles, la del colonizador blanco, que también cautivado por Helena, coincidiendo que así se llamó anteriormente la isla, acaba convirtiéndose, impulsado por el nombrado amor, en un experto en la historia del lugar y de sus batallas.

Convertido en un poderosos faro poético que alumbraba sus cantadas Antillas y más allá de ellas, con un luz pertrechada de muchas voces poéticas de la tradición occidental, y en un abierto enfrentamiento con la visión colonialista del imperio británico, reflejando un universo en el que los nómadas y los inmigrantes adquieren una presencia destacada. Una luz la que irradian sus poemas que son llamativos colores que podrían traducirse casi en pintura, como si los versos fuesen creados con pinceles, alimentados en una paleta de amplias gamas nutridas en todas las variantes posibles de la cuatricomía ampliada ; «Penetra el marco de la ventana. Su mirada es la tuya./ Un lienzo listo, un espejo empañado, esta página blanca / de la que surge un dibujo. Su retrato respira. / desde una niebla blanca. Pissarro viejo, / mientras estamos duplicados a los ojos del otro./ Soportar la aflicción sin que se vaya el cariño / parece haber sido el acuerdo en esos ojos, / cuyas lentes captan un sol de invierno que destella / sobre las mansardas y el rígido humo de las chimeneas » (Pleno verano. Poesía selecta. Vaso roto Ediciones , 2012. Traducción de José Lluís Rivas). Son composiciones poéticas que van de la épica a la elegía, entreverándose la narrativa, la poética y la mitología local y universal, pues la deuda con el escritor griego autor de la Odisea y la Ilíada, es neta y clara.

No cabe duda de que las islas del Caribe ya tienen quienes las escriban, Derek Walcott ha de ser incluido en el conjunto de cantores que prestaron su pluma a aquellas tierras, a aquellas aguas que separan lo que unen en la relación archipielágica, Lezama Lima, Ernesto Cardenal, Pablo Neruda o Alejo Carpentier, por no ampliar la nómina. Adoptando en el caso de la voz que ahora ha callado, la grandiosidad y los impulsos abarcadores del segundo y del tercero de los nombrados…poemas de creación, de mirada detenida y detallada en aquellos lares en los que el mestizaje se convirtió desde hace siglos en moneda al uso; confluyen así en su escritura, que se comporta como un absorbente esponja, diferentes lenguajes y tradiciones que se sitúan más allá de la geografía y el tiempo, como si sobre ambos ejes planease a su aire, mas sin olvidar que sus palabras , y frases, se anclan en la tierra y en el mar, en sus diferentes zonas y sus distintas expresiones y fuentes étnicas y culturales. Una escritura que recurre a la metonimia y a la metáfora y que logra una simbiosis entre las personas, las cosas, los edificios, las plantas y los seres marinos en una confluencia que empuja a acercarse a una visión cuasi-panteísta del mundo, por las fronteras de los elementos de Empédocles o la naturaleza de las cosas lucreciana… «y los remos avanzaban como arañas sigilosas sobre la reticulada calma / del sol, por detrás de sus propias pestañas. Y de pronto, gorrión furioso, / un mayordomo de iglesia bajo a saltitos las escaleras. Le picoteó un brazo »…. « Ahora las islas se sienten más lejos que algo sacado de las Geórgicas. / El arce y el olmo se aproximan. Pero las palmas requieren traducción »; somos llevados a aquéllas islas que son todas las islas y conoceremos las huellas de las invasiones de los poderosos galones colonialistas , de los indígenas anulados, d los esclavos y los indios llevados a la desesperación y la desaparición pura y dura. « Provincias, protectorados, colonias, dominios, gobernadores / generales, caballeros negros, virreyes con plumas de avestruz, / desiertos, selvas, puestos militares de montaña, todas las zonas…».

Derek Walcott, una colorida escritura que representaba como una sedimentación entre un aquí, su isla antillana, y un en otra parte, que es las tendencia a la asimilación y la huella – a través de la lengua y la educación – de la cultura e historia occidentales…en una fusión ejemplar que une lo local con lo universal y la travesía histórica, que queda recogida a las mil maravillas en su « El testamento de Arkansas » (Visor, 1994), traduciendo los gritos del Caribe en un rumor del universo.

Y…Derek Walcott se ha ido allá por « las azules crestas de las olas, a las órdenes / de un dios, y él , sometido a la voluntad de su pico, / vio al ave zumbar al encrespado Atlántico y se sintió camino