Category: MARYSE CONDÉ


Por Iñaki Urdanibia

A no ser que con posterioridad se publiquen inéditos, y de Pirineos abajo libros no publicados, la escritora guadalupeana ha fallecido tras una larga enfermedad a la edad de noventa años, de modo y manera que su voz se ha callado, aunque sus obras permanecen como grito contra el racismo, el colonialismo y la violencia.

Acababa de leer su último libro publicado por Impedimenta y de escribir estas líneas, que pensaba que verían la luz la semana que viene; adelanto su publicación como homenaje a la potente escritora.

Vaya una aclaración del título ya que qué duda cabe que puede sorprender: no le duelen prendas a la escritora nacida en Guadalupe, provincia francesa perteneciente a los eufemísticos DOM / TOM… territorios o departamentos de ultramar, Tiens!, a la hora de reivindicar un cierto canibalismo, señalado por la propia Condé, que se da por parte de los propios colonizados a la hora de emplear además de la lengua, las formas de escritura del colonizador… podría hablarse de una relación recíproca y sino que se lo preguntase, por ejemplo, a Pablo Picasso y su inspiración en el arte africano, o los colores imaginativos de ciertas escrituras, nada digamos de músicas. Dicho esto, ha de añadirse que el título de este, su último libro, emplea el término: «Historia de la mujer caníbal», editado por Impedimenta. En la novela asoma como es habitual en la escritora de Condé el combate contra el racismo, la segregación y la violencia, en los que siempre llevan la peor parte las mujeres; no se tome, no obstante, la expresión como una narración panfletaria o similar, sino que el denominador común señalado se presenta de diversas, y originales, formas literarias en sus novelas, y en esta en concreto de manera desbordante.

Podría afirmarse sin titubeo algunos que la escritora conoce el suelo que pisa, ya que su condición de mujer negra, le ha supuesto ciertas experiencias nada agradables en diferentes países, de los numerosos en los que ha vivido, al igual que la protagonista de esta novela, Rosélie Thibaudin, nacida en la isla de Guadalupe y habiendo vivido en Francia, en algún país de África, en Estados Unidos, hasta finalizar viviendo en la Ciudad del Cabo, sin obviar que también ha vivido en Japón. Muchas geografías, ninguna raíz que le una de manera especial con ninguna parte: así pues, de muchas parte y de ninguna, o de todas, en una constante búsqueda de identidad, o al menos de sentirse cómoda. Lo dicho hace que la realidad narrada alcance una extensión que rebasa las fronteras para situarse en una nivel de generalidad ineludible. Está casada con Stephen, hombre cultivado donde los haya, profesor de universidad, especializado en literatura irlandesa, en contraste con el absoluto desinterés de Rosélie por tales asuntos, lo que no quita para que ell dediqué no pocos momentos a su afición: la pintura.

Un día Stephen sale de noche a por tabaco, acción ciertamente imprudente teniendo en cuenta la violencia latente que se da en la ciudad sobre todo a horas nocturnas, y no vuelve a casa ya que es asaltado por unos delincuentes que le asesinan; para entonces la pareja llevaba veinte años unida. El encargado de investigar el caso se mosquea ya que el hecho le resulta algo oscuro, la salida nocturna y el ataque padecido…la respuesta al pretendido misterio no se aclarará hasta las páginas finales de la novela. La mujer se encuentra sola y decide dedicarse como médium, como consta en la tarjeta que reparte en algunas tiendas: «Rosélie Thibaudin, médium. Especializada en casos imposibles». Su carácter expansivo y su capacidad para crear lazos amistosos hace que su labor resulte exitosa, no tanto por las posibles adivinaciones propia de tal tipo de seres, ya que al fin y a la postre su dedicación va a ir más por el lado de los masajes y las relaciones terapéuticas, terreno en el que obtiene cierto éxito con algunos de sus clientes en males relacionados, en especial, con la angustia, el insomnio o traumatismos varios.

La novela avanza con pausa, mas sin descanso en lo que hace a las diferentes vivencias del pasado de la mujer, de sus filias y sus fobias, que se mezclan con sus reflexiones; terreno auto- que va a verse complementado con la aparición de diferentes personajes lo que hace que el abanico se abra a otros horizontes de experiencias e introspecciones varias, en el campo de lo cotidiano, de lo penal (mención especial, la mujer que responde al nombre de Felia, en prisión por haber asesinado a su marido), etc.. Por medio de esa dosificación se hacen patentes los problemas relacionados con el color de su piel, lo que le supone rechazo por parte de los blancos, dándose a la vez, por parte de los de su mismo color la consideración de ser una traidora; incómodo entre dos. Puede aplicarse al caso aquello -orden del dicho invertido- de que no hay bien que por mal no venga ya que hasta la desapación de su marido, ella siempre había vivido al amparo de algún hombre, haciendo que ella adoptase las ideas y opiniones del varón, no preocupándose mayormente por tener ideas propias, ni por expresarse con voz propia, y muerto Stephen y encontrándose ella sola va a darse la ocasión para replantearse su vida iniciar una carrera de realización, creándose una situación en la que sus potencialidades van a convertirse en actos, y en logros, siendo ella misma… con el telón de fondo, como ya queda insinuado, del racismo, de las parejas mixtas, la violencia en la Sudáfrica del post- apartheid… con la inmigración de seres que huyen de dictaduras varias , la pobreza, el sida… Maryse Condé, en plena forma.

Otros artículos sobre otras novelas de la autora:

¿Un regalo de Dios?

este artículo contiene dos enlaces que llevan, o deberían hacerlo, a dos recensiones de otros libros de la autora, de los años 2019 y 2020

En carteldelasrtesylasletras.worldpress.com se pueden encontrar los mismos artículos y alguno más

Por Iñaki Urdanibia

La editorial Impedimenta continúa publicando novelas de Maryse Condé, y con esta ya van cinco; algunas de ellas he leído y he comentado*. Alguien, o tal vez algunos y algunas, han solido afirmar que todo escritor escribe siempre sobre lo mismo, lo que obviamente no debe interpretarse como que se repite, sino que da vueltas a algunos asuntos y escenarios que le preocupan y de los que es conocedor. Es el caso de la escritora nacida en 1937 en la isla antillana de Guadalupe, si bien la mujer ha viajado y vivido, y trabajado, en diferentes países como Francia, en donde estudió, en diferentes países africanos (Guinea, Ghana y Senegal) y también en varias universidades de Estados Unidos (Berkeley, Harvard y Columbia), en los que ejerció como profesora de Lengua Francesa. Añadiré a continuación que los temas que constituyen la materia prima de sus obras son la huella del colonialismo, del racismo en los países colonizados, los padecimientos de las mujeres por el mero hecho de serlo, y como representación de los humanos en general, etc., etc., etc..

En la presente ocasión se publica una obra de aires bíblicos: «El evangelio del Nuevo Mundo», desde el título que se confirma, desde las primeras páginas en unas circunstancias que coincide con las vivencias que se cuentan de Cristo, un cristo antillano; todo comienza cuando una mujer criada en la pobreza, Maya (más tarde Pascal será puesto al corriente de la identidad de su verdadera madre, mujer convertida al Islam, y que había cambiado su nombre por el de Fátima), señora que ha sido abandonada por su amante, Corazón Tejara, profesor universitario, tiene un hijo, que abandona al no poder hacerse cargo de él; lo deja en una cabaña que pertenece a una pareja, la familia Ballandra, que vive de los viveros que el marido cuida con mimo; Eulalie y Jean-Pierre han movido Roma con Santiago (más bien Lourdes y Lisieux) con el fin de tener hijos, lo que ha resultado imposible, el hallazgo del recién nacido, niño de una singular belleza, al que van a llamar Pascal, va a ser tomado, en especial por la devota mujer, como un regalo de Dios, que interpreta se ha desprendido de uno de sus hijos para entregárselo a ellos; la madre real, Maya, ya contaba haber tenido un sueño en el que se le anunciaba que iba a tener un hijo llamado a cambiar el mundo. Estamos en Fond-Zombi y la noticia del milagroso nacimiento va a extenderse como la pólvora. El descubrimiento del niño fue el día de Pascua, fecha sintomática, el niño fue bautizado, con una gran cantidad de invitados y con un fiestón de miedo; el bautizado con unos ropajes que le asemejaban a un querubín y con cantidad de niños ondeando banderas. Ese día, un señor vestido de manera llamativa se acercó a Eulalia y le regaló una bella flor, que le dijo que se llamaba Teta de Negra; la mujer extrañada se lo comunicó a su esposo que la calmó diciéndole que no se preocupase que él sacaría provecho de tal flor: así el Jardín del Edén, que así se llamaba el vivero, vio enriquecida su oferta al sumarse a las rosas habituales, Cayena, esa nueva Teta de Negra (más adelante, un aguafiestas le diría ser el verdadero creador del tal flor, ante el pasmo de Pascal que siempre había creído que era una invención de Jean-Pierre); tal flor le impulsó a que su negocio conociese un enorme éxito, hasta el punto de que Jean-Pierre fuese galardonado en un hotel, Rialto, cuyo propietario, italiano, había sido colega de Mussolini, y que ya en la isla, olvidadas sus fechorías, medrase hasta enriquecerse no sin ofrecer obras de caridad, como la creación de la Gota de Leche, para las mujeres abandonadas. Mientras tanto, a los cuatro años, fue matriculado en un centro escolar regentado por las hermanas Mara, que vieron que el niño no se plegaba a las esperanzas en él depositadas, ya que además de no brillar en los estudios, mostraba clara tendencias a juntarse con los menos favorecidos por la fortuna; solamente la actitud de Eulalie, y sus donaciones caritativas, hicieron que el niño no fuese expulsado del centro. Todo daba por pensar que Pascal estaba destinado a integrarse en el negocio del padre, la madre como mujer, a pesar de su labor estimable, quedaba en la sombra… el niño mostraba deseo de poner en marcha alguna guardería, aunque el al final comenzó a trabajar en el vivero de Jean-Pierre y Eulalie. Fue algo más tarde cuando conoció al hijo de un acaudalado sirio que dejó plantados a los dos hijos, José y el pequeño Alexandre, y a la madre. José cogió los bártulos y se marchó a otro barrio, Bois Jolan, llevándose a su querido hermano; Pascal comienza acompañarles en las tareas pesqueras proponiendo cambiar de aguas lo que, a pesar de las iniciales resistencias de José, supone un aumento exponencial de las capturas. Un día a Pascal un misterioso caballero le dijo que estaba llamado a convertirse en pescador de hombres. Pascal estaba convencido de que la gente no se equivocaba cuando pensaban que él tenía alguna misión importante que realizar en la vida; eso sí, todo apuntaba a que el muchacho tenía algo especial, y apuntaba a realizar cosas hors norme. Alguna escena lazareana deja ver sus poderes sanadores cuando al envejecido y artítrico Jean-Pierre que no podía ni moverse, recibe la orden levántate y anda… y ante la estupefacción del sesentón la cosa funciona, más tarde en la boda de la limpiadora del Jardín del Edén, esta se asemeja a la boda de Caná… El señor Jean-Pierre se había presentado por sorpresa, llevaban prácticamente un año desde que de mala manera Pascal les había abandonado , a Eulalie y a él. y el Jardín del Edén, con el fin de rogarle que volviese a casa, en especial teniendo en cuenta que a Eulalie le habían diagnosticado un cáncer. Pascal,no obstante, en vez de cuidar el jardín como el Cándido volteriano, opta por buscar el amor entre los humanos, vuelve , no obstante, a la casa en la que había pasado la infancia y en donde había recibido el cariño de Eulalie y ante las preguntas de ésta acerca de por dónde había andado, Pascal le responde que «misi prioridades residen entender el mundo, desentrañar su estructura más profunda». Pascal ya no era el de antes, sus bromas y su carácter risueño se habían acabado para dar paso a los tonos y poses propios de quien habla ex cátedra, lo que provocó que la admiración, rozando la veneración, anterior se transformase en odio. Harto del ambiente que se respiraba alrededor de él, en especial tras haber resucitado supuestamente al hermano Lazare, de su amante, María, que provocó oleadas de chanzas y desdén, a la vez que admiración hacia él, hasta el punto de movilizar a TVs de diferentes países que deseaban informar del milagro de la resurrección… desnortado en lo referente a sus ignotos orígenes, le dio por crear una organización bautizada como La Gaya Ciencia, en honor a Nietzsche, que se empeñaría por lograr la armonía y tolerancia entre los humanos, releyendo todos los textos revolucionarios y religiosos de todas las civilizaciones del pasado; la organización llegó a contar solamente con una docena de miembros, conocidos con sorna como los doce discípulos. E intercaladas algunas frases evangélicas: el que esté libre de pecado…, no soy digno de que entres en mi casa, mas una sola palabra bastará para sanarme, u os ruego que os acordéis de mí cada vez que comáis este plato (en la última cena antes de partir a Asunción, allá de aquellas tierras brasileñas vuelve con dos frustraciones no haber conocido a su padre que se había ido a la India y un tenso amor con una chica del ashram, Dios Escondido, Sarojini… mas con un conocimiento de, una nueva visión del mundo, de la India y sus costumbres a sumar a su bagaje); escaldado volverá a su casa y retomará la relación con Maria… y Judas como inseparable compañero y defensor de Pascal. Para más inri, la muerte de Eulalie, con un funeral que concitó la presencia de los más granado del lugar, conmovió sobremanera a Pascal, suponiendo el disparadero de su desasosiego y su mente inquieta, a lo que vino a sumarse el descubrimiento de su madre carnal.

La adoptiva madre le había aclarado sus oscuros orígenes, sin padre ni madre, lo cual le suponía el sentimiento de una inquietante singularidad, con respecto a los demás. En medio de la historia se van filtrando algunos aspectos que suponen una toma de pulso del lugar en el que importan más las supersticiones que las verdades, que los colores de la piel sirven para discriminar malamente, en donde los sacerdotes se convertían en padres sin que a nadie le llamase la atención ya que era la moneda al uso; vemos igualmente la invasión de cruceros, en las aguas que antes eran las propias de los corsarios, que traen una variedad babélica de lenguas, las aguas se ven tomadas por flotas pesqueras de gran calado, japonesas y chinas, que esquilman el mar, asistimos a las revueltas populares de los trabajadores que son reprimidas sin piedad por la gendarmería, envida por al alcalde el pueblo que a su vez es dueño de la empresa, Bon Kaffé: el impresentable Norbert Pacheco que es ducho en corrupciones y en enchufismos. Aprovechando un viaje del caballero a Japón para ampliar el mercado de su producto, Pascal es llamado por algunos trabajadores para pedirle ayuda con el fin de reformar las relaciones laborales y pacificar el caldeado ambiente.

Los rumores acerca de sus milagrosos poderes de curar, de conseguir cotas de pesca hasta entonces desconocidas, se habla de él como el hijo de Dios… inquieto por tales habladurías, mas convencido de que algo había, Pascal trata de buscar una salida a su destino para lo que se embarca hacia Brasil y más tarde a Estados Unidos con el fin de ofrecer su mensaje, que no tiene, y hacer cumplir sus profecía, que tampoco profiere… en tal búsqueda irá conociendo los misterios del mundo y sus miserias a las que trata de poner fin; en esa búsqueda de comunidad en comunidad, de viaje en viaje, pretenderá conocer realmente cuáles son sus verdaderos orígenes; conoce amores, imparte cursos de filosofía y hasta se aventura a escribir acerca de su visión del mundo… amado, odiado, encarcelado, de donde es liberado por su amigo, y tío, Espíritu Tejara siendo el resto de sus amigos presas del desánimo y de la desgracia. Siendo considerado hijo de Dios… algo deberá hacer. Las cosas no quedan inconclusas en el libro sino que se produce una reubicación de los distintos personajes, y alguna pareja que aparece como conejo en chistera. [No seguiré destripando la historia, las historias, y los numerosos protagonistas que van asomando y sus avatares, con vueltas y revueltas]… … …

Maryse Condé lo borda con una prosa sin abalorios y veloz que contagia los sentimientos que flotan en el ambiente, y en sus personajes, entregando una pintura en la que quedan claramente expuestos algunos de los males de este mundo en aquella isla del planeta que bien pueden ser extendidos en su presencia a todos los rincones del planeta habitado: racismo, misoginia, explotación, colonialismo y neocolonialismo, el dominio del Sur por el poderoso Norte, superexplotación de las riquezas de la Tierra, más en tiempos de globalización… cumpliéndose aquello que dijese el otro, de que nada de lo humano le es ajeno. Así, Maryse Condé.

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( * ) Enlaces que llevan a dos artículos publicados sobre un par de novelas de la autora:

Maryse Condé, Premio Nobel Alternativo 2018 – Kaos en lared 2 de febrero de 2019

https://archivo.kaosenlared.net/maryse-conde-sigue-contando-su-vida/ 2 de marzo de 2020

Por Iñaki Urdanibia

Si en los anteriores libros de la escritora Maryse Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, 1937), de los que di cuenta en esta misma red, Maryse Condé, Premio Nobel Alternativo 2018 – Kaos en la red , Maryse Condé sigue contando su vida – Kaos en la red, se tomaba su vida como materia prima, en esta ocasión, los temas por los que transita la escritora no se alejan de las huellas que en las mujeres dejó el colonialismo y su post, cierta despersonalización en lo referente a la cultura propia, la imposición de otras pautas lingüísticas, morales (del latín: mos, moris = costumbre) lo que provoca una división que conduce a una vida entre dos, en un balanceo en que a veces los limites se tornan confusos; los cantos propios y el criollo abandonados o mejor marginados al ámbito familiar. En las entregas anteriores se podía constatar el intento por parte de la protagonista de alejarse y desprenderse de los cánones que se le trataban de imponer en el medio familiar, lo que suponía el tratar de hallar una identidad personal independiente de la del rebaño. Añadiré a lo que digo, que los humanos no tienen raíces, quienes las tienen son las plantas, y así el ser humano es un ser nómada como lo es la protagonista de la última novela de la escritora presentada por Impedimenta: «La Deseada», mujer, Marie-Noëlle, que fue abandonada por su madre, Reynalda, que se marchó a la metrópolis, siendo cuidada por su nodriza, Ranélise y su abuela Nina; la nodriza, que en su tiempos se había dedicado a la prostitución, había salvado a la madre de la niña cuando la madre tenía quince años. A la joven le faltaba su genealogía y trataba de llenar ese vacío que las mujeres nombradas no le llegaban a colmar, entregándole únicamente retazos, con los que ir componiendo una visión un tanto fragmentaria e incompleta. La chica había nacido en la isla que da título al libro, lugar al que eran conducidos los maleantes y los leprosos a los que se quería aislar; quiso un obispo, que vio que la muchacha tenía madera para brillar en su futuro, quien propuso que la chica fuera llevada a una ciudad del archipiélago, para estudiar y desarrollar sus capacidades. Es obvio que la protagonista es el alter-ego de Maryse Condé, que estudió en París, vivió en diferentes países de África y en Estados Unidos en donde fue profesora de universidad.

La narración avanza y otros personajes y situaciones asoman hasta que un día su madre da señales de vida, enviando una carta a Ranélise, pidiendo que la niña fuese trasladada a Francia; así se hizo y allá fue, a una tierra desconocida, la joven en busca de su desconocida madre (Savigny-sur-Orge, Niza y París). Su madre, que trabajaba en los servicios sociales del ayuntamiento, vive con un hombre, Ludovic, y con un hijo, Garvey, con el que la recién llegada hace buenas migas. La madre parece indiferente a lo que sucede a su alrededor, lo que hace que Marie-Noël no halle el calor que esperaba; sea como sea, la chica comienza a conocer el pasado de su madre, y también el de su abuela, que servía a un joyero italiano que era un verdadero bandido que se aprovechaba de su mujer y de otras. Los retazos del pasado de ambas mujeres de las dos generaciones que le precedieron, va a ser completada con la suya propia; mujeres de vida hors norme, con maternidades no deseadas fruto de relaciones forzadas, modelo que en busca de sí misma va a seguir, a su modo, Marie-Noëlle; tres generaciones unidas por la sangre van a asomar por las páginas de una cruda intensidad y diferentes geografías que sirven de marco. Va a hacer alguna amiga en el colegio que le plantea planes alocados de huida en busca del paraíso al otro lado del océano, plan que al final funcionará de la mano de un joven músico de jazz, con quien se casa, que sueña con triunfar en Boston. Stanley, que así se llama el saxofonista, presta más atención a la música que a su joven acompañante; mientras él actúa en diferentes garitos, ella halla amor en otros colegas de su marido, entregado por entero a sus prácticas musicales. Marie-Noëlle va echando lastre y dejando de lado sus pesquisas genealógicas, de las que se va enterando de manera contradictoria según quién se las contase, y… emprendiendo el vuelo ejerciendo de profesora en la universidad de Columbia, lo que une a la escritora y a su protagonista, si bien en el caso de la primera con apoyo de su familia.

Y Maryse Condé, mujer de piel negra, salpica su prosa de referencias a tal aspecto que ha servido para diferenciar y para consolidar las jerarquías establecidas por el colonialismo y que persisten en los tiempos posteriores, llegando a contagiarse en los propios colonizados al subrayar las distinciones del propio color e intensidad del negro. La piel que envuelve los cuerpos y que es compartida con la descendencia, y el sello de una escritora que ha vivido y padecido las diferencias que excluyen y que en su momento pensó que podían ser sustituidas por una comunidad de iguales, de hermanos… Maryse Condé, una mujer escritora en continua búsqueda de sí, de su lugar en el mundo, persiguiendo la palabra justa que lo exprese en un acto de absoluta sinceridad, aspecto que se deja ver en sus escritos en los que desvela sus sentimientos, los recovecos de sus subjetividad en una entrega total.

Por Iñaki Urdanibia.

Relatos autobiográficos de una escritora de Guadalupe que desvela las caretas del colonialismo, el racismo…

Este año pasado las cosas no han marchado como de costumbre en lo que hace al galardón de la Academia Sueca en el campo de la literatura; la concesión del premio fue aplazado debido a un escándalo sexual que provocó la renuncia de ocho de sus dieciocho miembros. Los organizadores del The New Prize in Literature 2018 trataban de llenar el vacío que se había creado, adjudicando un premio y posteriormente disolverse. Lo de “Nobel alternativo”, es una etiqueta creada por los periodistas de la que me sirvo para titular este comentario.

El modo de funcionamiento de cara a la elección del premio consistió en recavar la opinión de los bibliotecarios de Suecia sobre sus escritores predilectos: las respuestas dieron lugar a una lista de cuarenta y siete escritores originarios en su mayoría de EEUU, Reino Unido y Suecia, publicada la lista en la web de la Nueva Academia, esta fue sometida a votación en la que participaron treinta y dos mil personas. Entre los elegidos quedaron en lugar destacado el nipón Haruki Murakami (que declinó su candidatura, seguramente por ambicionar galardones más consolidados y prestigiados), la canadiense nacida en Vietnam Kim Thúy, el británico Neil Gaiman y Maryse Condé que fue finalmente a quien se concedió la distinción.

El nombre de la escritora guadalupeana Maryse Condé ( Pointe-à-Pitre, 1937) se había barajado más de una vez en las quinielas del Nobel, ahora la obra des esta profesora en Guinea, Ghana, Senegal, Francia y en la universidad de Columbia resulta premiada, amén de periodista (en la BBC) y presidenta del Comité del Recuerdo de la Trata de Esclavos , que se organizó en Francia, ha sido premiada e Impedimenta ha publicado, rauda y veloz, comme d´habitude, uno de sus más destacados y significativos libros: «Corazón que ríe, corazón que llora. Cuentos verdaderos de mi infancia». El subtítulo apunta a la verdad del contenido de la obra que reúne diecisiete relatos de sus vivencias, sus relaciones familiares y otras, resultando en este sentido no una novela de formación sino – y que me permita la boutade – de deformación, en la medida en que puede verse su combate por huir de la formación que se le pretendía imponer por parte de sus padres, en especial por parte de su madre, tanto en lo que hace a la religión, a las tradiciones y costumbres (las pertenecientes al imperio ya que el criollo y las costumbres de Guadalupe carecen de civilización), a la idolatría con respecto a los valores de la potencia colonial, la grande France, a la que no consideraban como tal sintiéndose orgullosos de su pertenencia e identidad, y a los modos y maneras de comportarse… para ellos los eufemísticamente llamados DOM-TOM son tan Francia como el propio Hexágono.

Estamos en los años cincuenta, en la capital del archipiélago de Guadalupe), y el estricto marcaje al que se le sometía con respecto a la educación a esa niña no esperada y de madre pasada la cuarentena (cosa que la madre oculta para luego campanearse), va a suponer supone – del mismo modo que hay resistencia donde hay opresión – un desmarque temprano por parte de la niña. Nacida en una familia de ocho hermanos, entre los que la niña ha de buscarse un hueco, sus padres se consideraban – como queda señalado – tan franceses como los franceses de pure souche, y hasta más, lo que les hace lucirse y tener una auto-estima, al menos aparente, desbordante, no solo en lo que hace a su francesidad, sino al espíritu de distinción y esmerada politesse, además de una especial atención a las apariencias y las formas su padre suelta coletillas en latín que a la niña le repatean y la madre se esfuerza para hacer que la niña, y todos los demás, vistan elegantes y muestren unos modales exquisitos; en concreto, Maryse ha de comportarse como una delicada niña tanto en el colegio como en las fiestas a las que asisten; igualmente no son bien vistas las relaciones estrechas con los sirvientes, pues hay clases, y hay que mantener esa distinción mostrando, precisamente, clase. La protagonista nos va dando a conocer, en distintos flashes, sus amistades (con Yvelise), la toma de conciencia de ciertas distinciones tajantes provocadas por el color de la piel, no solo entre negros y blancos sino entre los propios negros – más o menos intensidad – y los mestizos, y hasta comprueba el maltrato al que le somete una niñita, blanca ella, que en el parque la trata como si ella fuese un animal llegando a golpearla y dejando claro el desprecio debido al color de la piel (porque eres una negra)… más tarde, comprobará tales diferencias y minusvaloraciones en el ámbito educativo, en la propia metrópolis a dónde se trasladó a cursar su bachillerato y los cursos preparatorios en el liceo Fénélon y más tarde en la Sorbona; veremos igualmente como la muchacha destaca en decir sin cortapisas – lo cual le hace perder momentáneamente a su mejor amiga por escribir una redacción, que luego ha de leer en clase, en la que la amiga queda más bien mal parada, tanto en los físico como en lo intelectual. Nos habla también de un fugaz amorío, etc.

Hay de todos modos una frase que le dirige su hermano Sandrino: nuestros padres son un par de alienados, que al principio descolocan a la muchacha ya que no entiende el significado de la expresión y que con el paso del tiempo irá comprendiendo: la condición de colonizado que no toma conciencia de su propia identidad adoptando la de los dominantes como si realmente fuese la suya, sentimiento que, obviamente, se extiende a los aspectos culturales y también morales (del latín: mos, moris = costumbre). Ellos, los progenitores, como funcionarios antillanos, se vanaglorian de su condición, también cuando van de vacaciones a París con su prole, luciendo él su Legión de honor, sin sospechar que la gente les miraba pasmada ante el desfile.

Maryse Condé visita, en la distancia (el libro se abre con una frase de Marcel Proust: «Lo que la inteligencia nos devuelve con el nombre de pasado no es el pasado»), su niñez y juventud y lo hace entreverando humor y llanto, siendo lo segundo dominante en la medida en que dejan más huella en sus recuerdos, y en su propia conformación, los momentos dominados por la sensación de abandono (que le perseguirá más tarde en su vida parisina en la que se da una absoluta incomunicación con alguna de sus hermanas que allá habita), en una tensión que va de los elogios, y la despreocupación paterna, al espíritu inquisitorial materno…,tristeza que, más adelante, en la medida en que conciencia de los males del colonialismo y el racismo, hará que vea el comportamiento de sus padres, ajenos a tal toma de conciencia, como realmente fruto de una honda alienación, pues más allá de las bellas, y conformistas, palabras de sus padres, la realidad es la realidad y la terquedad de esta se plasma en los casos y situaciones de la vida a través de los que Maryse va tomando conciencia de que el color de la piel suscita, del desprecio que ella suscita, del dominio colonialista y el aplastamiento y ninguneo de la idiosincracia de los colonizados, tomando conciencia a la vez de la existencia de la lucha de clases… conciencia que le empujará, ya en la capital del Sena, a participar en la organización de algunos encuentros y conferencias contra el colonialismo. Su rebeldía, no obstante, le llevará también a no plegarse a los destinos previstos en el liceo: los de una negrita con talento. Dentro de esta gradual toma de conciencia se ve cómo se desmarca de algunos discursos asimilacionistas, revestida de la reivindicación orgullosa de la negritud como los del poeta Aimée Césaire sirviéndole en este camino la lectura de Zobel y el contacto con las ideas del psiquiatra martiniqués, afincado en Argelia, Franz Fanon y la llamada a la lucha de los condenados de la tierra si quieren liberarse de las cadenas de la dominación.

Lo dicho no ha de hacer pensar que nos hallemos ante un texto de combate, deudor de la típica langue de bois, sino que la prosa rebosa ternura, afectos, y se detiene en aspectos sensuales de la naturaleza, derivando por la belleza de algunas mujeres, sus sentimientos de cercanía con algunas sirvientes, el amor de la tata Julie, sus filias y sus fobias…

Una obra de fácil lectura escrita con brillo y sencillez que sirve para dar cuenta de la situación de Guadalupe en los años cincuenta y de la lucha de una mujer por abrirse camino entre su isla y la metrópolis, contra los vientos y mareas del racismo (huyendo de las componendas denunciadas por Fanon entre pieles negras y máscaras blancas), optando por la escritura elaborada con una resplandeciente lucidez.