Por Iñaki Urdanibia
«La razón barroca teatraliza la existencia, juega con las apariencias y hace reinar por todas partes la lógica apasionada e indecidible de la ambivalencia, de las metamorfosis de imágenes, propia a cierta modernidad como escena»
Christine Buci-Glucksmann, La raison baroque
«Aceptada en principio tan sólo en la crítica de las artes figurativas, la noción se ha ampliado, extendiendo cada vez más su significado a todos los aspectos de la realidad cultural y moral, intentando incluso presentarse como una “categoría eterna” de la cultura; actualmente la atención sobre ella se ve estimulada [y la noción] se presenta hoy como profundamente estimulante, viva, intelectualmente activa. Una convergencia de intereses culturales, artísticos y morales el momento, una atención histórica y filosófica por parte de los investigadores nos conducen a un vivo interés por la noción y por sus significados»
Luciando Anceschi, La idea del Barroco
«El barroco actual surge del ecosistema que configuran una realidad compleja, una imagen compleja y un sujeto complejo, todos ellos en constante interacción transformadora que catalizan las tecnologías de la imaginación»
Josep. M. Català Domènech
Me ocupo en este artículo de un libro realmente potente, me atrevo a decir barroco, con sus pliegues, repliegues y despliegues, del catedrático emérito de Comunicación Audiovisual en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, editado por Shangrila : «Complejidad y Barroco. Arrebatos del sujeto».
Diré de entrada que no es fácil dar cuenta fiel de lo expuesto en el libro, que conste que no por ningún tipo de falta de claridad expositiva sino por el despliegue que encadena diferentes aspectos relacionados con la imagen, el lenguaje, el sujeto, y la cuestión del gusto, ampliando el foco a la actualidad en sus cruces y pliegues relacionados con el arte, la política y la economía…despliegue en rizoma que penetra por diferentes concepciones como mirada-imagen / imagen-mirada, imagen-tiempo, imagen-movimiento, imagen-pensamiento, hibridaciones varias, moviéndose, a pesar de la mala imagen de la imagen (redundancia al canto) y la peor prensa del Barroco, relacionando los sentidos con las palabras y el pensamiento. El libro muestra la tenaz labor de desmenuzamiento que practica el ensayista, sobre los aspectos referidos, y los que referiré, entreverando mente y cuerpo, sujeto y objeto, la mirada subjetiva del espectador, multiplicando las opciones de juego, más allá de la económica propuesta de la navaja de Occam… para lo que además del campo de la estética y la psicología, busca apoyo en el campo de la neurociencia.
El afeado Barroco, considerado en su momento como arte de lo feo, respondía a momentos de zozobra, de duda, de desencanto y depresión ante la complejidad del mundo. Si hace ya algún tiempo Omar Calabrese hablaba de nuestro tiempo como neobarroco, ligándolo a lo posmoderno; en sus palabras: «consiste en la búsqueda de formas – y en su valoración – en la que asistimos a la pérdida de la integridad, de la globalidad, de la sistematización ordenada a cambio de la inestabilidad, de la polidimensionalidad, de la mudabilidad. Esta es la razón por la que una teoría científica que atañe a fenómenos de fluctuación y turbulencia y un film que concierte a mutaciones de ciencia-ficción tienen una relación porque cada uno de los ámbitos parte de una orientación común de gusto», desde entonces la complejidad social ha crecido exponencialmente, impulsado con nuevas tecnologías hasta la llegada de la dichosa Inteligencia Artificial, lo que hace que la confusión, lo fragmentario y lo indescifrable haya aumentado hasta niveles más amplios, en un tránsito del predominio del dispositivo teatral a una sensibilidad arquitectónica, características que empapan las diferentes esferas del quehacer humano, convirtiendo en tarea harto difícil la interpretación de las sociedad, nada digamos de la propuesta de alternativas que se precien.
Tales características conllevan variaciones, o marcas, a la hora de la representación artística y otras, suponiendo a su vez cambios en las formas de subjetivización, y por consiguiente, en la concepción del sujeto, la importancia que cobra el cuerpo como componente esencial del sujeto, que es cruzado / conformado por diferentes hilos; esto hace que se haya de dar un replanteamiento en lo que hace a la concepción de éste, por supuesto alejada de cualquier forma de sujeto transcendental, al tiempo que enfrentándose a la negación del sujeto; el esquizoanálisis – esbozado por Gilles Deleuze y Félix Guattari – parece ofrecer una posible salida al impasse, una línea de fuga. Josep M. Català Doménech, deriva, no a la deriva, por pagos en que se entreveran la estética, la filosofía y, por supuesto, las artes visuales, en los tiempos en que el lenguaje deja de estructurar el inconsciente, como afirmaba Lacan, dando paso a la imagen (imagen-pensamiento /pensamientos-imagen / imágenes-interfaz), más ésta en su movilidad, podría decirse fractal, se muestra en un devenir constante. A lo largo de su peregrinación, el autor va acumulando informaciones y referencias, en un abigarramiento, niéguese las connotaciones negativas y de desorden, de análisis de diferentes pensadores y artistas, avanzando a la par por estudios de diferentes obras de arte, pictóricas, fotográficas, arquitectónicas, ilustradas con numerosas reproducciones, comparadas entre sí en algunos casos, que complementan su diagnóstico epocal, tiempos en los que «el neoliberalismo apuesta por la supuesta libertad de un cuerpo a merced de máquinas deseantes de fácil manipulación , en detrimento de un sujeto libre y dispuesto a generar pensamiento crítico», en unos aires de familia del dualismo cartesiano impulsado políticamente ya que «al capitalismo siempre le ha convenido ser cartesiano para poder explotar los cuerpos, cuando no podía llegar a las mentes».
Como ya queda señalado, el libro avanza abarcando diversos campos del saber, buscando, y lográndolo, detectar los rasgos comunes que sirven para el diagnóstico emitido. No se priva en este orden de cosas, el autor en retroceder a tiempos anteriores y a sus obras, con el propósito anunciado de, en vez de avanzar por acumulación del pasado al presente, caminar del presente al pasado, aprehendiendo la alargada y fantasmal sombra del Barroco y su complejidad, extrayendo los cambios en las formas de encarar la visualidad, de tratar de dar cuenta del laberinto actual, y sus consecuencias tanto en lo referente a la metodología como al campo de lo epistemológico.
Confiesa Josep M. Català Doménech que ha optado por el ensayo, casando con la complejidad en red propia del espíritu estudiado, para adentrarse en esta exploración por estos intrincados lares de los que podría decirse algo parecido a lo sentenciado por Octavio Paz: «una crisis espiritual caracterizada por la continua tensión entre el cuerpo y el alma, la fe y la duda, la sensualidad y la conciencia de la muerte, el instante y la eternidad. Esta discordia psíquica y moral se resolvió en un arte violento y dinámico, poseído por la doble conciencia de la escisión del mundo y de sus unidad, arte del claroscuro, contrastes, paradojas, retorcidas inversiones y centelleantes afirmaciones».
En el libro, Josep M. Català Domènech ofrece unas brillantes lecciones en las que se entrelazan, sin crujido alguno, la estética, las artes visuales, la iconología la filosofía, el psicoanálisis, sin obviar ciertas referencias literarias, en una toma de pulso del espíritu de la época por las vías que van desde la locura humana a la más gélida normalidad poshumana, y con numerosos invitados, de cuyos pensamientos, el autor da cumplida y atinada cuenta.
Libro apropiado, el que avisa no es traidor, para el desgaste del bicolor Janus.