Por Iñaki Urdanibia

Unas vidas fuera del mundo y del tiempo.

Hay ocasiones en las que la realidad supera con creces a cualquier ficción por ficcionada que ésta sea. Es el caso que ocupa estas líneas que dan cuenta de un libro de Vasili Peskov, «Los viejos creyentes», editado por Impedimenta, que relata una historia que de entrada, y casi de salida, puede antojarse como increíble; una historia de supervivencia, el de una familia que fue disminuyendo en su número de miembros a lo largo de los cuarenta años que por allá anduvieron en huida del mundo (el demonio y la Cerne) con el firme propósito de mantenerse dentro de lo que los cánones que ellos juzgaban como los de la verdadera religión.

El helicóptero de los geólogos, en 1979, que eran los únicos que sobrevolaban la inhóspita zona, observaron, o creyeron hacerlo, un huerto en medio de aquel vacío; ciertamente acercándose más y descendiendo confirmaron que allá había una huerta y una cabaña en su cercanía habitada por una familia: padre, madre y cuatro hijos: dos chicas y dos chicos; ninguna otro asentamiento humano había en doscientos kilómetros a la redonda. Ante el aspecto de aquellos seres los recién llegado se quedaron pasmados, estado que tardó en desaparecer de su mente estupefacta, que al contrario iba acumulando, en la medida que entablaron relación más estrecha con ellos e iban conociendo sus costumbres, sus estrictas normas de comportamiento, mayores datos para la sorpresa.

Vasili Mijáilovich Peskov (Orlovo, 1930- Moscú, 2013), reportero gráfico y presentador de televisión a la vez que representante destacado y pionero del periodismo ambiental o ecoperiodismo. Cuando fue puesto al corriente de aquel lugar fuera del tiempo, no tardó en trasladarse allá y contactar con la familia de la que únicamente quedaban don miembros: Karl Ósipovich Lykov y su hija menor, Agafia. La madre de esta, Akulina Kárpovna, y los hermanos Savín, Natalia y Dmitri habían desaparecido ya; a los dos hermanos se les había hecho vivir en otra isba independiente de la del resto de la familia (tal vez para evitar el carácter insufrible de Savín y de paso las tentacions incestuosas). A través de las conversaciones que mantiene con aquellos viejos creyentes se entera de la historia que les ha conducido a la soledad y aislamiento de la taiga (en las páginas 48 y siguientes se exponen los pormenores que condujeron al cisma, a la ruptura entro de la iglesia ortodoxa: los decretos de Pedro I, su celoso Nikon, y sus enfrentamientos con Avvakum, etc. Diferencias acerca de los rituales (el modo de santiguarse…) y del modo de vida que debía seguirse para continuar la senda de Cristo, huyendo de las tentaciones y comodidades del mundo… los bosques son autosuficientes para vivir en la fe y mantenerse firmes en sus creencias, evitando todo aquello que no es permitido / está prohibido, palabras que el periodista y su guía Yerofei hubieron de escuchar una y mil veces ante la negativa a aceptar algunos alimentos que les ofrecían, o algunos utensilios que pudieran facilitar su dura existencia… no está permitido.

Peskov estableció estrechas relaciones con el padre y la hija que tras la desconfianza inicial se tornó en agradecimiento y en calurosa acogida, lo que no impedía que las conversaciones fueran interrumpidas por los obligatorios momentos de recogimiento y oración… relaciones y visitas que abarcan desde 1983 a 1989, cuando ya solamente quedaba con vida Agafia – su padre falleció en 1988 – que se negaba a ir a vivir con unos familiares que se prestaban a recibirla con los brazos abiertos, cosa que hicieron durante una fugaz visita, mas ella consideraba que aquellos parientes no cumplían las normas estrictas de los viejos creyentes que ella encarnaba a rajatabla; algo parecido sucedería cuando marchó de visita a una comunidad de monjas, cuyo modo de vida tampoco le satisfizo. Viaje que le hizo conocer ciudades, estaciones, edificios como colmenas… ¡cuánta gente!. Tampoco funcionaría un singular “matrimonio” con una pariente (ya fallecido el padrecito), del mismo modo que no llegaron a buen puerto otros intentos de socialización por parte de diferente pelaje, que salían rebotados a la primera de cambio. Eran ella y su padre, que no vio con buenos ojos que su hija se ausentara para visitar a sus parientes, los continuadores de quienes huyeron de las persecuciones iniciadas en el siglo XVII; aquellas comunidades persistieron durante doscientas cincuenta años, hasta que las colectivizaciones en los tiempos de Stalin dispersaron a sus miembros. La familia Lykov se instaló en el lugar a principios de la década de 1930 y allá tuvieron a sus hijos a los que trataron de educar en la sencillez, ligada a la naturaleza y a una religión superortodoxa.

Los artículos que Peskov en el diario ruso Komsomolskaia Pravda, cautivaron a los lectores lo que hizo que estos enviasen donativos y regalos para que se los hicieran llegar a los protagonistas de la historia… el agradecimiento de los receptores y la la recelosa cautela que mostraban a la hora de aceptar ciertas cosas por considerarlas tentaciones del diablo, los modos de vestir y los materiales que utilizaban para ello, materiales tomados directamente de la naturaleza… hasta cosas normales como las cerillas o ciertos alimentos que desconocía; se nos dan a conocer la vida de aquellos eremitas, que seguían un espíritu rigurosamente franciscano, que desconocía los hechos que en el mundo acontecía, y consideraban alguna de las historias que se les narraban, como mentiras o cuentos para niños: los aviones, estrellas móviles, la llegada a la Luna una mentira podrida,… el contacto con los geólogos, con el nombrado Yeroféi que llegó a abandonar su puesto de trabajo, en las prospecciones que allá se realizaban, para convertirse en cazador con el fin de estar más cerca de ellos… hicieron que los aislados conocieran alimentos, vestimentas, linternas, además de algunos animales domésticos (cabras, gallinas, perros y gatos,…) que anteriormente desconocían en aquellos lares poblados por ardillas, lobos, arces u osos…

Un verdadero trabajo de campo el que nos es entregado en este retrato de esta singular familia que provocó, como queda reseñado, un enorme interés entre los ciudadanos rusos y también entre etnólogos, lingüistas, médicos, etc. que se interesaban por las particularidades de aquellos seres…