Por Iñaki Urdanibia

Estamos ante un libro y un cúmulo de historia que no dan tregua desde que se abre el volumen. «Huérfanos de Dios» de Marc Biancarelli, nacido en Corsica en 1968, editado por Armaenia. Por aquellos pagos reina la violencia desatada que enfrenta a diferentes bandas de bandoleros por lograr mayores cotas de implantación para sus fechorías y a ellos con las fuerzas del orden, Bleus y Voltigeurs; los paisanos viven en el hambre y la más absoluta de las necesidades, en la misa medida en que la desconfianza hacia los demás se va asentado.La lucha no puede considerarse como una lucha de liberación nacional ni nada que se le parezca, sino lo que mueve a los protagonistas es conseguir suculentos botines para subsistir, ganando áreas de influencia; deviniendo tales enfrentamientos en enfrentamientos entre bandos y bandas. Como el efecto propio de un espejo los bandidos, salidos de medios populares, van a pasar de simpatizar y favorecer a los débiles a replicar los modos y maneras de los grupos policiales y similares… dice el protagonista del libro: «soñábamos que vinieran a ayudarnos, pero ya éramos para ellos unos extranjeros, tanto como los gendarmes y los acantonados. Y nos volvimos contra ese pueblo al que habíamos imaginado liberar, y que era el nuestro », al dirigir la violencia contra quienes no colaboraban motu propio con ellos, inactivos e indecisos.

Este es el escenario en el que se va a desarrollar la acción, una venganza que una joven, Vénérande, cuyo hermano ha sido desfigurado y a quien han cortado la lengua los sanguinarios bandidos de los Santa Lucía, trata de llevar a cabo, mas viendo que tal empresa no resulta posible llevarla a cabo ella sola, ha de recurrir a un anciano, asesino a sueldo, Ange Colomba, cuyo mote daba cuenta de su maldad, L´Infernu. El hombre de entrada responde con la negativa a la propuesta de la chiquilla, pero la oferta de la joven es suculenta, y al final Infernu, acepta ya que la suma de dinero podía servirle para retirarse y buscar la paz en algún alejado convento; eso sí, pone algunas condiciones acerca de cómo ha de llevarse a cabo la operación, tras diversos tiras y aflojas, ya que la tenacidad de la muchacha ea potente, los dos emprenden el camino de búsqueda, tras los primeros y bestiales pasos dados por el anciano con el fin de conseguir información acerca de la banda nombrada.

A lo largo del camino el anciano cuenta a la joven las mil y una peripecias vividas, a la vez que le relata batallitas y fatales desenlaces de algunos de sus compañeros de fechorías. Avanzan por las montañas que han sido escenario de venganzas, ajustes de cuentas y enfrentamientos varios con el resultado de muertes, y de huidas a otras costas y ciudades; conocemos a algunos valerosos miembros de su peña y también algunas traiciones. Estos relatos se ven perlados con reflexiones de Infernu que muestra un deseo de cambiar de vida tras el permanente trasiego por los bordes del abismo, tratando así de hallar lo que de humano puede anidar en su interior. Las lecciones ofrecidas por el viejo dejan ver los valores del honor, la palabra dada y otras yerbas que ha ido aprendiendo a lo largo de agitada existencia.

En esas tierra dejada de la mano de Dios, en que habitan como almas en pena, qué penas de alma, esos huérfanos a los que el supuesto creador ha arrojado al mundo, y hasta pensando en crear la maldad ha dado forma y materia en algunas de las personas que pululan por los historias.

Y a lo largo de la travesía el anciano ofrece lecciones a la joven sobre la vida, y sobre lo divino y lo humano, en un viaje que retrata la agitada vida del anciano y los recuerdos de sus andanzas; un intenso y violento periplo por el tiempo y por el espacio… con un final inesperado, en ese cúmulo de historias en las que el a quien hierro mata a hierro mata es dominante.

Marc Biancarelli no se priva a la hora de describir en su absoluta crudeza los actos violentos que se suceden, ampliando la mirada a los miembros de la banda, de Thédor Poli, con la que había trajinado Infernu; y las leyendas que sobre lo pasado se han narrado elevando a algunos de los protagonistas a seres cercanos a la heroicidad, no desde luego la santidad… pintando el escenario corso, de Cerdeña o Toscana, que desde luego no es paradisíaco, como lo venden las agencias turísticas, sino que se asemeja más al nombre del protagonista…contagiando la lectura unos resabios apocalípticos.