Category: MARY McCARTHY


Por Iñaki Urdanibia

Mary McCarthy (Seattle, 1912- Nueva York, 1989) fue una destacada novelista, escritora de viajes y crítica, además de ejercer como profesora de las universidades de Bard y Sarah Lawrence.

«Una idea, no una situación concreta o un episodio que ansiaba contar, fue así como empezaron todos mis libros y relatos. Excepto El grupo. Que seguramente también partió de una idea. Sí.»

Mary McCarthy, carta a Arendt: París, 9 de junio de 1964

«El grupo me gustó mucho, muchísimo, es muy diferente de tus otros libros, menos duro y más triste a la vez; es la explicación definitiva de aquel período, pero visto a una gran distancia. Has ganado en perspectiva, mejor aún: has llegado a un punto tan alejado de tu vida anterior que ahora todo encaja en su lugar. Tú misma ya no estás implicada directamente […]soberbiamente escrito y que es a menudo desopilante»

Hannah Arendt, carta del 16 de setiembre de 1963

Mary McCarthy (Seattle, 1912- Nueva York, 1989) fue una destacada novelista, escritora de viajes y crítica, además de ejercer como profesora de las universidades de Bard y Sarah Lawrence. A los seis años quedó huérfana siendo educada por unos familiares, en un ambiente en el que se codeaban el protestantismo, el catolicismo y el judaísmo, como de dejaba ver en su Memoria de una joven católica, publicada por Lumen en 1977. Se licenció en la elitista universidad de Vassar en 1933, pasando a ser crítica y cronista de The Nation, The New Republic y Partisan Review. Residió en París durante algún tiempo. Su inclinación hacia la izquierda era pública y notoria, no disimulando sus simpatías por Trotsky, o viajando al lugar de la agresión en plena guerra de Vietnam, escribiendo varios telas sobre tal incursión bélica de su país.

No cabe duda de que la mujer escribía sobre lo que conocía, adquiriendo sus obras unos tintes claramente autobiográficos. El libro que ahora publica Impedimenta, «El grupo», novela a la que había dedicado once años de esfuerzos, entre 1950 y 1960, se publicó en agosto de 1963; una autobiografía ruda, la historia de ocho chicas de la universidad de Vassar, de la promoción de 1933, años de la presidencia de Roosevelt, promoción a la que ella pertenecía; todas ellas, obligadas a adaptarse al mundo violento que representaba el New Deal. La tirada inicial del libro fue de setenta mil ejemplares, llegando a superar los cinco millones de ventas, permaneciendo en las listas de best sellers del The New York Times durante casi dos años, lo que convirtió a Mary McCarthy en una escritora reconocida. La salida a las librerías de la obra armó gran revuelo, coincidiendo con el enorme revuelo supuso el libro de su amiga Hannah Arendt en la que se recogían las crónicas sobre el juicio a Eichmann publicadas originalmente en el The New Yorker, en febrero y marzo: El el caso de la novelista los insultos alcanzaron amplio calado, encabezados por Norman Mailer, siendo Arendt de las pocas voces que salieron en defensa de la escritora, al alabar la novela que retrataba a la perfección el periodo de profunda crisis que atravesaba América, novela que, por otra parte, desentonaba con las habituales proclamas laudatorias sobre el país de las barras y estrellas. Todo el ambiente que se creó puede palparse en la correspondencia entre Hannah Arendt y ella, editada por Lumen en 1998, bajo el título de Entre amigas, libro al que pertenecen, por cierto, las dos cartas que encabezan este artículo..

Si en el anterior libro publicado por Impedimenta, Oasis (1949) la escritora vertía una visión satírica sobre los sueños utópicos liberales (*), en la presente ocasión en la novela publicada en 1963, no falta tampoco la vena satírica acerca de aquellas jóvenes que, en su ingenuidad, creyeron que podían combinar los dos mundos: el que deseaban y aquel del que eran herederas. La novela sigue las vidas de un conjunto de muchachas (Kay, Dottie, Pokey, Helena, Libby, Priss, Lakey y Polly), condiscípulas de universidad, centrando la mirada en la elección que estas realizan entre la emancipación y la vida profesional o la familia tradicional, en los años treinta del siglo pasado. Un coro de voces narran sus vivencias en torno al logro de la independencia por medio del trabajo, sin pensar en depender de algún príncipe azul, y sus concepciones sobre el amor, la maternidad y los anticonceptivos, lo social, lo político y lo sexual, en ruptura con los tabúes de la época, que es lo que, por cierto, incendió el ambiente; suponiendo los retratos una toma de pulso al pensamiento de la época de una franja social determinada, la de unas mujeres universitarias con sus problemas y con los entusiasmos y esperanzas que fueron truncándose al chocar con el principio de realidad; cada cual con diferentes situaciones, dudas y posicionamientos; un abanico de posturas que van desde la firmeza de Kay, que sin embargo es la primera en casarse y enfrentarse a la quiebra de sus principios, vaivén significativo que inicia el libro con su boda y es seguida hasta su entierro en los momentos de inicio de la segunda guerra mundial. Llegado el momento el horizonte soñado parecía irse derrumbando, con el temor patente de acabar cediendo ante la repetición de lo mismo, replicando con mayor o menor fidelidad los valores de sus progenitores.

El cuadro de aquellos años de crisis, recuérdese la resaca del año 1929, está realizado con finura estilística y con una honda penetración psicológica , en el que los límites entre la verdad y la falsedad, la teoría y la práctica, la imaginación y la realidad se tambalean… La novela fue llevada a la gran pantalla por Sidney Lumet en 1966.

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* )Mary McCarthy toma el pulso a la utopía – Kaos en la red 21 de mayo de 2019

Por Iñaki Urdanibia.

Una incisiva e irónica novela de la escritora norteamericana.

Toda utopía (no suelo/lugar ) a lo largo de la historia ha acabado en topos (suelo/lugar), en lo tópico típico, en vez de la eutopía (lugar feliz) que prometía , por el contrario, las promesas de un orden nuevo han solido finalizar en un espejo deformado de la situación que se dice combatir. Podría añadirse a lo anterior que si la utopía, en sus propuestas literarias (Moro, Campanella…), se presentan como proyectos totales, rígidos y acabados y se pretendiera llevarlos a la práctica tal cual, como si de un prêt-a-remplir se tratara, desembocaría con toda seguridad en sociedades uniformizadas y uniformadas, regidas por unas reglas de excesivo orden, etc., etc., etc… así las cosas, o bien se niega cualquier valor a la utopía ( como horizonte regulador al modo de las ideas reguladoras kantianas… como si), o bien se apuesta por utopías abiertas y plurales que no respondan a planes preconcebidos diseñados y llevados a la práctica por los expertos de turno, que se supone que son quienes tienen la clave y la llave del futuro. De las utopías de derechas, que las hubo y las hay, hoy no toca que me voy… aunque baste señalar que el sello purista y excluyente apuntaba a horizontes paradisíacos para unos, los de raza pura y otras yerbas organicistas e higinenistas, en las antípodas de ls pretensiones universalistas de las anteriores; no sigo.

Valga este fugaz, y como tal simplificador, preámbulo, como acercamiento a la novela de Mary McCarthy (1912-1989), «El oasis», recién editada por Impedimenta, novela en la que se describe la puesta en pie, o los intentos de hacerlo, de una comunidad que sus promotores pretendían bautizar con el nombre de Utopía.

Estamos en los años cuarenta en las montañas de Nueva Inglaterra y un grupo de animosos intelectuales urbanitas son quienes tratan de construir en aquellos alejados pagos un oasis que se guíe por valores y condiciones de vida diametralmente opuestos a las que funcionan en la sociedad en general y que sirviesen de modelo para exportar a zonas más amplias: para unos, será una escapatoria, para otros el intento de crear una comunidad armoniosa, para los de más allá era la búsqueda de una especie de refugio anti-nuclear, y para alguno, todavía, el modo y manera de hacer negocio además de cumplir con el deseo de ayudar y colaborar con los demás.

Lo que resulta claro desde el principio es que los problemas surgen por doquier, dándose un enfrentamiento entre dos tendencias bien definidas: los pragmáticos y realistas y los puristas. Tales diferencias se van a traducir tanto en los objetivos a perseguir como en los criterios de selección que permita o impida el ingreso indiscriminado de nuevos miembros a tal comunidad; mientras uno se muestran abiertos, otros ponen el acento en cuidar las ideas de los posibles nuevos miembros para evitar desviaciones o labores obstruccionistas que ponga en riesgo el proyecto. Los enfrentamientos, no obstante, residen más en cuestiones prácticas, relacionadas con la convivencia que en cuestiones de índole teórica o ideológica, en las que se han de incluir las disputas de pareja, las que de uno u otro modo se convierten en espectáculo para todo el resto de componentes de la comunidad lo que hace que las parejas no puedan tratar de solucionar sus diferencias à deux, ya que las miradas de los demás pesan e interfieren impidiendo la intimidad, al convertirse en objeto de la mirada y el juicio de los demás, y en coartada para mantenerse firmes en los desaires sin arreglar las cosas. La novela que fue publicada inicialmente en Gran Bretaña suscitó no pocas chanzas debido al despelleje que en ella se hacía de los ambientes de izquierda en EEUU y las permanentes peleas que en el seno de ella se organizaban. Diferentes personajes pueblan las historias: la pareja Kary y Preston a la que antes he aludido sin nombrarla, un ser estricto y confiado en si mismo Will Taub, que según se cuenta en la presentación era el vivo retrato de uno de los compañeros sentimentales de McCarthy (que, por cierto, se casó cuatro veces y tenía un comportamiento sexual abierto que le valían críticas de ninfomanía y otras lindezas escandalizadas), quien, por otra parte, viéndose retratado en el libro trató de retirarlo de la circulación… Otros personajes componen la fauna de la comunidad: Joe Lockman quien con algunos otros la emprende a perdigonazos con unas personas que se acercaban para coger algunas fresas, lo cual supuso algunos serios desacuerdos en el seno de la comunidad ya que tal comportamiento rompía con cualquier criterio de hospitalidad, etc., o las decisiones de rompe y rasga del fogoso Macdougal Macdemont.

Mary MacCarthy era una escritora que huérfana temprana había ido a parar a casa de los abuelos paternos cuyas normas educativas y de vida, y sus acendradas creencias religiosas, eran de una rigidez férrea, lo que hubo de padecer la niña a la edad de seis años, hasta que le llegó la liberación al ser acogida, tras escaparse del ambiente retrógrado de su anterior hogar de acogida, por los abuelos maternos, con los que experimentó un cambio en lo referente a su libertad, y su comodidad existencial. Tras cursar los estudios en la universidad, a la sazón solo de mujeres, de Vassar, colaboró en diferentes publicaciones (The New RepublicThe NationHarper’s Magazine y la New York Review of Books) y también, y esta merece mención aparte, en la Partisan Review, revista que había sido órgano del partido comunista y que más adelante se convirtió en voz de la izquierda marxista antiestalinista y partidaria del modernismo, publicación en la que también colaboraba la que se convertiría en íntima amiga, Hannah Arendt.

McCarthy no escribía de oídas sino que la materia prima de sus escritos respondía a las experiencias vividas: así Memorias de una joven católica (Lumen, 2001), retrataba el periodo padecido en casa de sus abuelos; El Grupo (Tusquets, 2004), recogía sus vivencias en los ambientes universitarios de Vassar; en la presente ocasión la inspiración le vino de las innumerables disputas que se organizaban entre los miembros de la Partisan Review, cosa que le repateaba a la mujer que veía algunos desacuerdos que eran pura filfa pero que en medio de la discusión se convertían en un cúmulo de descalificaciones…

La jugosa introducción de Vivian Gornick nos acerca a la vida de la escritora y a algunas claves de su novela; en tal presentación se puede leer: «Cuando mis amigas y yo teníamos veintitantos años, en la década de los cincuenta, leíamos a dos escritoras – Colette y Mary MacCarthy -, por lo mismo que otras leían la Biblia, para entender mejor quienes éramos y cómo íbamos a vivir, considerando las limitaciones que nos imponían, constituían nuestro Libro de Sabiduría». Los elogios tampoco faltaron por parte de su amiga Arendt quien en una carta fechada el 10 de marzo de 1949 le decía a su amiga: «Estimada Mary: acabo de leer The Oasis y debo decirle que es un libro delicioso. Usted ha escrito una verdadera maestra. Me atrevería a afirmar, sin ánimo de ofenderla, que es mejor que The Company She Keeps, y no sólo eso, sino que está en otro nivel totalmente distinto. Muy cordialmente suya. Hannah» [la nombrada es primera obra publicada de la escritora americana , que es con la que compara Arendt era un libro de cuentos autobiográficos]. La extensa correspondencia entre ambas puede verse en: Entre amigas. Correspondencia entre Hannah Arendt y Mary McCarthy. 1949-1975. editada por Lumen en 1998.

Afirmaba quien fuera segundo compañero de la escritora Marguerite Duras, Dionys Mascolo, en un singular texto Sur le sens et l´usage du mot “gauche” (Lignes, 2011) que «está en la naturaleza de la izquierda estar desunida. Esto no sucede con la derecha, a pesar de que una lógica excesivamente ingenua pudiera hacer pensar. Es que la derecha está hecha de aceptación, siendo la aceptación la aceptación de lo que existe, el estado de cosas, mientras que la izquierda está hecha de rechazo» (traducido al lenguaje del poeta hernaniarra Gabriel Celaya: la insatisfacción es de izquierdas).

Las organizaciones que tienden a crear mundos nuevos, al por menor o al por mayor, se ven encerradas habitualmente en estados de auto-referencialidad que hacen que se muevan en unos niveles que acaban siendo absolutamente ajenos a lo que se cuece en otros ámbitos, sectores, esferas… dándose por otra parte tendencias a poseer la verdad y tachar al que se oponga a la línea supuestamente correcta o tenida como tal de traidor,renegado u otras lindezas, al igual que brotan como los hongos las disputas por el poder, disfrazadas de la justeza de la línea, prefiriéndose en no pocas ocasiones el ser cabeza de ratón que cola de león (¿la erótica del poder? Ya que en algunas opciones minoritarias el poder y las posibles prebendas brillan por su ausencia).

En fin, sin seguir por estos derroteros, lo que es claro es que la incisiva novela de McCarthy apunta a tales aspectos, según subraya su seguidora Gornick haciéndolo sin acritud; eso sí en un registro literario absolutamente ajeno a cualquier forma de panfletarismo.