Category: ALDOUS HUXLEY


Por Iñaki Urdanibia

«Nuestra fe en el dogma del progreso como algo inevitable es tan fuerte, que ha sido capaz de sobrevivir a dos guerras mundiales, y continúa floreciendo a pesar del totalitarismo y el renacimiento de la esclavitud, los campos de concentración, los bombardeos atómicos. El progreso de la ciencia es uno de los factores determinantes implicados en el paulatino declive de la libertad, así como en la centralización del poder, que han tenido lugar durante el siglo veinte».

Se preguntaba el bueno de Kant si la humanidad iba hacia mejor, y respondía tiempos después, pretendiendo haber hallado un signo claro (en sus palabras:signum rememorativum, demostrativum, pronosticum), que el entusiasmo que mostraban los espectadores de la revolución francesa era la prueba de que los humanos avanzaban por el buen camino armonioso: el de la fraternidad, la solidaridad, etc. No seguiré por esa senda ya que la realidad no parece haber dado la razón al ilustrado, si bien éste no se refería al progreso técnico, económico, etc., sino al moral, en el que, por cierto, tampoco es que se den muestras de mayores maravillas.

Menos optimista se mostraba Aldous Huxley (1894-1963), aunque la cosa no resida en mantener esta mirada esperanzadora o su contraria la pesimista, sino en mirar la realidad de frente, que es lo que hacía el autor británico, autor de memorables novelas, entre las que su distópica Un mundo feliz* alcanzó máximo relieve, esquinando otras reseñables como Contrapunto, La isla, por nombrar un par de ellas, ampliando su actividad al campo del ensayo en que los temas tratados se abrían en amplio abanico por el misticismo, el pensamiento oriental, sus experimentos con las drogas, y otras cuestiones inscritas en su actualidad; la presentación del autor que realiza en el Prefacio del libro que traigo a esta página, José Ardillo da cumplida cuenta de esta poliédrica mirada y actividad.

Ahora ve la luz, de la mano de El Salmón, una recopilación de artículos relacionados con el desarrollo científico y tecnológico y sus peligros, «El precio del progreso». El volumen recoge cuatro ensayos fechados entre 1946 y 1962, que dejan ver con claridad la mirada crítica que el intelectual mantenía con respecto al nuevo dios, la adoración a la ciencia y al pretendido progreso, que con las promesas de ser el camino directo al paraíso, no hacían sino conducir a una sociedad dominada tanto en el terreno social como político, por unos dictados que suponían, a pesar de sus lindas promesas, serias amenazas para la emancipación de los humanos. Los ensayos presentados vienen a ser un grito de alarma y una propuesta de giro para evitar el camino del desastre que ya se palpaba, y que, a pesar del tiempo transcurrido y los cambios tecnológicos y otros experimentados desde entonces, sigue estando al orden del día.

Se han de tener en cuenta las fechas de sus ensayos, dos fechados en 1946, uno en 1947, y el final en 1962 que podría tomarse como una mirada hacia atrás, a modo de balance. La segunda guerra acababa de finalizar y el pensador, en caliente, entregaba su diagnóstico, que leídos hoy pueden producir ciertos resabios de ocasión pedida, ya que los presupuestos humanistas y pacifistas no se cumplieron, continuando el mundo en su alocada carrera, nada digamos con respecto a la descentralización que reclamaba, ya que su contraria, la centralización, conducía a un mayor control por parte de unos pocos del destino del resto; resultando, por otra parte, que tal fenómeno que se producía en el terreno de la ciencia la tecnología se contagiaba a la espera del poder gubernamental.

La veneración con respecto al desarrollo tecnológico no guardaba, ni guarda, correlación alguna con avances en el terreno de la moralidad. Ya desde las primeras páginas están presentes ciertas distinciones entre progreso biológico y tecnológico, y el moral, lo que lleva a suponer que no es igual el progreso humano en sus expresiones como la bondad, la felicidad y la creatividad, que los avances producidos en el campo de la ciencia, que por añadidura dejan fuera de campo los valores, entre otros, digamos que los espirituales. Muestra que son habituales las llamadas a limitarse en beneficio de los colectivo y por el mañana como si tanto lo uno como lo otro se diese en beneficio de la mayoría, en vez del de unos pocos.

Señala Huxley la importancia que ha de jugar la educación que ha de suponer la reconciliación de los individuos consigo mismo, con sus semejantes y con la sociedad en su conjunto, sin olvidar la naturaleza. No es ajena a su mirada la incursión en el terreno de la política, permitiéndose distinguir entre los malos gobiernos y los buenos, siendo los segundos los que promueven la libertad, la creatividad, al contrario que los primeros que lo que hacen es fomentar la bajas pasiones como el odio, la venganza, y, por supuesto, la obediencia al jefe de turno. Repaso pasa igualmente a la importancia de los medios de comunicación, a la sumisión de los periodistas y, más en concreto, a la radio como medio de difundir las ideas dominantes, dedicándose a vender las bondades del desarrollo científico-técnico, ocultando al tiempo que tal desarrollo es una de las causas el declive de la libertad al conducir a la centralización del poder ; ideologías y teorías políticas que devienen en nuevas formas de religión aunque estas sean laicas. Por contra, no se priva a la hora de recurrir a Lev Tolstói, de mostrar su respeto al Tao, y más en concreto, a las posturas no violentas propuestas y practicadas por Gandhi, y su concepto de satyagraha (amor a la verdad, mientras que la no violencia sería ahimsa; como maneras de actuar evitando los modelos que propugnaban la imposición y la violencia, siendo tal camino el único del que se puede esperar revoluciones verdaderas que no se conviertan en lo contrario de lo prometido.

Destaca igualmente la importancia que se ha de otorgar a la pluma y a la voz a la hora de oponerse a la centralización del poder que discurre a la par que el gigantismo y el elitismo que acompañan al avance de las máquinas, que suponen precisamente cantidad de desempleados, provocando un estado de inseguridad y temor en los ciudadanos, dándose la paradoja de que las masas exigen mayor centralización al exigir protección al Estado…Subraya igualmente los cambios de mentalidad que todos estos fenómenos producen; la adoración de la ciencia suponiendo una creciente reducción de la diversidad y la identidad. Pueden adivinarse a lo largo de la lectura ciertos tonos que convierten a Aldous Huxley en avanzadilla en lo que referente al campo de la ecología y a lo anti-nuclear; del mismo modo alerta sobre el uso de insecticidas, y similares, en el campo de la agricultura, lo que supone serios peligros para la salud de la humanidad.

Concluye la presentación del panorama en curso con una llamada a la ciencia con conciencia, recurriendo a la conveniencia de un juramento de respeto a loa intereses de la humanidad a modo del hipocrático de los médicos, haciendo suyo el propuesto por el Dr. Wiltfish: «me comprometo a utilizar mis conocimientos para el bien de la humanidad y contra las fuerzas destructoras del mundo y los propósitos despiadados de los hombres; y que trabajaré junto con mis compañeros de cualquiera nación, credo o color para estos nuestros fines comunes».

¡ Así, Aldous Huxley!

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1932: «Un mundo feliz» •

Por Iñaki Urdanibia

Hace noventa años que vio la luz uno de los libros distópicos que más marcó el futuro de las utopías negativas, las cacotopías o como se quieran calificar, inspirando a otros escritores. La novela además de ser pionera mantiene una rabiosa actualidad debido a que centra su mirada en aspectos relacionados con la biología y sus usos, y abusos, y el biopoder que domina los cuerpos – estudiada por Michel Foucault y por la senda abierta por él por Giorgio Agamben o Roberto Esposito -, cuestiones que, como digo, inciden en asuntos que hoy están en el rabioso (grrrrr) orden del día.

Contexto de escritura

Esta obra, que expresa una angustia profunda ante el porvenir del género humano, fue escrita en el periodo de entreguerras . Se ha de tener en cuenta, por otra parte, que la crisis de 1929, que primero afectó a EEUU, se extendió con rapidez a los países europeos. De todos modos, coincidiendo con la primera guerra mundial, ya antes de la mentada crisis, se hundía el imperio zarista (no fue el único, ya que por aquel tiempo también cedió el seguro topos del imperio austrohúngaro y el del germánico) bajo el impulso de la revolución bolchevique, autoproclamada vanguardia del comunismo. Como respuesta a tal victoria, los defensores de los valores burgueses comenzaron a promover posibles barreras ante el peligro rojo si es caso recurriendo a regímenes dictatoriales. Tal clima vino a ser reforzado precisamente por la enorme crisis económica que se cernía sobre Occidente; y todo ello facilitó el ascenso vertiginoso del nazismo y el fascismo (sin olvidar el ascenso violento del franquismo, como representación local del fenómeno autoritario, revistiendo la particularidad nacionalcatólica) como salidas autoritarias que trataban de frenar la oleada comunista, y otras yerbas rebeldes. Así se perfilaron, como una de las señas de identidad más señeras del siglo veinte, las ideologías – y las prácticas – totalitarias, propuestas, que a pesar de sus enormes diferencias de orientación y de intenciones, etc.,venían a coincidir en conceder importancia a lo colectivo frente a lo individual, haciendo pasar a un plano remoto todo lo referido a derechos y libertades individuales, democracia, parlamentarismo… recurriendo a la adoración del Jefe, y la debida obediencia, acompañados de brutales recursos represivos.

Aun siendo de suma importancia lo señalado, para Aldous Huxley quizá revistiese más importancia si cabe, el debilitamiento patente, y creciente, de los valores morales, y civicos, en el continente europeo, y las crecientes deficiencias del sistema democático. La creencia en el progreso, en el carácter liberador del desarrollo científico, en suma, la esperanza de que los ciudadanos europeos mantenían con respecto a sus valores civilizatorios iban a hacer agua, al ver que la primera guerra mundial había sido el escenario de los desastres del progreso y de la ciencia (puesta en práctica de mortíferas armas de exterminio: carros blindados, gases, y otras bombas nuevas). En consonancia con la desconfianza que se extiende sobre las cuestiones aludidas, que servían de aglutinante ideológico hasta entonces, brota con fuerza una ola de escepticismo y de vacío, y un consiguiente repliegue en los límites individuales; la búsqueda del placer va a pasar a ocupar un primer plano. Este vacío, va a facilitar la subida de los totalitarismos y otras salidas autoritarias; del mismo modo que las innovaciones en el campo de la producción industrial, facilitadas y fomentadas por la ideología fordista, que a su vez puso en práctica las enseñanzas tayloristas, van a abrir las puertas a una sociedad cuyo eje va a ser el consumo, en primer lugar al otro lado del Atlántico. Coches, aparatos electrodomésticos, radio…surge un nuevo modo de vida (american way of life), lo que impulsa una economía supuestamente racionalizada en grado sumo y culminada en el consumo como objetivo máximo (se ha solido nombrar aquella época como segunda revolución industrial). Precisamente lo que para los defensores de esta corriente era lo deseable y evitaría el caos sería precisamente prestar más apoyo a dichas tendencias económicas hiperracionalizadas, bajo la batuta de los expertos técnicos y científicos, etc. para los críticos, como Huxley, todo esto no llevaba más que al desastre y la economía pasaba a convertirse en un fin en sí más que en un medio al servicio de los humanos.

Brave new world

Es el tal contexto en el que se escribe «Un mundo feliz», obra cuyo título va a ser tomado por Huxley de una obra de Shakespeare, La tempestad (Oh, brave new world, that such people in it: ¡Oh hermoso mundo nuevo, que alberga gente como ésta!). Este nuevo mundo admirable – expresión utilizada con absoluta ironía por el autor al titular la obra – se va a convertir en el menos admirable de los mundos, en el más detestable. La traducción francesa de la obra lleva el significativo título de Le Meilleur des mondes (El mejor de los mundos), que se asocia de inmediato al Cándido volteriano, en el que se critica la conformista y optimista filosofía de Leibniz(1646-1716), filósofo que mantenía que no pudiendo ser malo el Dios creador, el mundo resultaba el mejor de los posibles, teniendo en cuenta las causas que han ido provocando las distintas situaciones, tales causas han ido haciendo que las cosas siempre logren ser lo mejor…el papel de defensor de tales posturas corresponde , en el texto de Voltaire, a Pangloss que solo mira a una parte del mundo… Huxley se sitúa en las antípodas de tal postura.

Estamos en 2540 y los dirigentes del Estado Mundial han conseguido una estabilidad social desconocida hasta entonces, gracias a los adelantos que hacen que su dominación se convierta en permanente, las drogas (soma) y los espectáculos ofrecidos con absoluta gratuidad hacen que el pueblo se sienta feliz. Tampoco faltan las competiciones deportivas y la exhibición a espuertas de pornografía en las pantallas de las televisiones. Henry Ford, el poderoso empresario del ramo del automóvil, es considerado Dios y así queda demostrado al marcar las fechas haciendo constar AF= Anno Ford (la producción fordista fue iniciadaen 1908, erigiéndose en punto de partida a la hora de datar, siguieno el modelo de datación a partir de Cristo); el sexo es libre, en orgías obligatorias, el transporte se realiza por medio de helicópteros privados, y la intimidad no existe lo que hace que todo dios esté sometido a distintos sistemas de vigilancia. Existe una Incubadora Central – tecnología imperando – que crea y condiciona al tiempo que discrimina a los recién nacidos, clasificándolos en cinco jerarquías biológicamente determinadas a las que se sumaban algunas subdivisiones: Alfa, Beta, Gamma, Delta y Epsilón. Obviamente los seres humanos, si así pueden llamarse, no salían de fábrica con ningún tipo de espíritu crítico, quedándoles la realidad lejos de su percepción; los mecanismos paulovianos, de entretenimiento al por mayor puestos en marcha, condicionarán a los ciudadanos(¡por llamarlos así!), quienes a su vez eran sometidos a medios hipnóticos. Se había de evitar que los humanos pensasen en sí, y por sí mismos, y expresasen sus sentimientos ya que esto repercutiría en la sociedad toda, en la que el corazón no había de ocupar papel alguno. El Controlador que como su nombre indica era quien dirige el cotarro, deja claro que… la ciencia, el conocimiento y la verdad no es que sean valores obsoletos, sino netamente peligrosos y como tal habían de ser desterrados

Ya desde la primera página de la obra vemos los principales contenidos con los que nos las vamos a haber: «Un edificio gris, achaparrado, de solo treinta y cuatro plantas. Sobre la entrada principal se lee: “Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres”, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: “Comunidad, Identidad, Estabilidad”». Sociedad futura perfectamente organizada, en la que la tecnología va a jugar un gran papel en la reproducción, artificial, de los humanos, además de otros medios (hipnóticos – se emplea el método hipnóticos como forma de aprendizaje en el sueño -, y relacionados con las drogas, soma) – como queda dicho – que le mantendráa cada cual ocupando sin pestañear el papel asignado a cada casta, sometidas tales castas a una estricta reglamentación infranqueable que, sin embargo, será contravenida por algunos de los protagonistas que entran en contacto con un salvaje de nombre John, en el que confluen la naturaleza, la libertad y la diferencia… las infracciones de la ley se pagan y así Marx acaba en el destierro, John en la soledad de un faro, y Lenina, arrepentida, se integra en la organización social, organizada y vigilada por el Controlador. Lo esencial es que los ciudadanos estuviesen entretenidos en todo momento, se diviertesen al tiempo que se alienasen, alejados de la realidad.

Leo a Michel Foucault: «Qué fácil sería sin duda desmantelar el poder si éste se ocupase simplemente de vigilar, espiar, sorprender, prohibir y castigar; pero no es simplemente un ojo ni una oreja: incita, suscita, produce, obliga a actuar y a hablar»; precisamente viene al pelo la anécdota sucedida al recibir Huxley un ejemplar de 1984, que le envió el autor del libro, quien por cierto había sido alumno suyo, George Orwell, además de agradecerle el elvío, le señaló que el poder no podría resistir si sus armas fueran únicamente la represión, la vigilancia y el castigo, la bota en la cabeza no podía mantenerse mucho tiempo; señalándole que lo propuesto por él en su mundo feliz, parecía más adecuado: distraer y alienar podría ser la consigna y la práctica para evitar el descontento y fomentar el conformismo, la obediencia y la sumisión, postura que expondría igualmente en su posterior Nueva visita a un mundo feliz (1958).

En esta obra de 1958 e da a entender que lo previsto en su anterior obra parece que se podría concretar en plazos más breves que los inicialmente previstos, y esos que no llegó a ver le nivel que han alcanzado algunos de los rasgos señalados en la actualidad, las distracciones programadas que parecen tomar las pantallas, los diarios, etc. quedando la realidad real cada vez más lejos; en las primeras páginas de tal texto se lee: « cuando escribí Un mundo feliz, estaba convencido de que se disponía todavía de muchísimo tiempo. La sociedad completamente organizada, el sistema científico de castas, la abolición del libre albedrío por el condicionamiento metódico, la servidumbre hecha aceptable mediante dosis regulares de bienestar químicamente inducido y las ortodoxias inculcadas en cursos nocturnos de enseñanza durante el suelo eran cosas que se veían venir, desde luego, pero no en mi tiempo, ni siquiera en el tiempo de mis nietos…». Años después, poco antes de su fallecimiento, publicaría una utopía con el nombre de Island (La isla); en tal isla, de nombre Pala, reinaban las ideas de la filosofía budista, y un pájaro muy común, y respetado, en el lugar, el miná religioso o miná sagrado (Gracula religiosa) no dejaba de gritar: ¡Atención! ¡Atención!

Claves para la lectura

Realmente el libro es explícito en la exposición de la sociedad presentada. Es claro que estamos ante una utopia negativa, distopía o cacotopía en la línea que luego seguirán George Orwell, Georges Perec, Karin Boye, o Margaret Atwood, sin obviar los antecedentes de Evgueni Zamiatin, Karl Carek o G.H.Wells. Frente a las utopias positivas (o eutopías, discutibles por sus tendencias uniformizadoras y preprogramadas) de Moro, Campanella, y las anteriores a este creador británico del término (Platón, San Agustín, etc.) que prometen deseables paraísos, en este libro se viene a mantener que a mayor promesa de paraíso mayor, dominado por el imperio de la ciencia y la tecnología como signo de progreso, más grande es el infierno que se pondría en pie.

La actualidad del texto es sorprendente si se tiene en cuenta la fecha de su publicación, en nuestro hoy tan marcado por fenómenos como la clonación, los niños probeta, la mundialización, las biotecnologías, y otras yerbas de ingenieria genética y biológica, a lo que se ha de sumar la obligatoria felicidad domesticada que se vende por tierra, mar y aire…

Las clases sociales en la República platónica tienen una actualización – y una replica – en esta obra.

Las dos caras del progreso, del desarrollo científico… o Prometeo que se traviste en, o deviene, Frankenstein…La razón que se escora hacia la razón instrumental con los consiguientes expresiones de alienación, cosificación, reificación… deshumanizadoras. En este orden de cosas es necesaria que la ciencia vaya acompañada de la conciencia, de la que hablase Rabelais, en su Pantagruel, y reafirmase Edgar Morin quien por cierto escribió una obra con el significativo título de Science avec consciencie.

La propuesta huxleysiana, tal y como la expone en el prefacio que escribió para su obra, en 1946 («La revolución verdaderamente revolucionaria se realizará no en el mundo exterior, sino en el alma y la carne de los seres humanos»)… será proponer los cambios individuales más que los sociales, dependiendo los segundos de los primeros… reflejo de su creciente mirada desesperanzada.

Los aspectos de crítica a las propuestas utópicas, al economicismo que todo lo invade, a la ciencia que en vez de liberarnos a veces nos convierte en esclavos de ella, al materialismo que hace valorar más el tener que el ser,… ¿juega el salvaje John en la obra el posible papel liberador del ecologista, del buen salvaje rousseauniano…? Todos estos aspectos creo que saltan a la vista sin disimulo de ningún tipo en la simple lectura de la obra, y..algunos más.

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Aldous Huxley ( Goldaming 1894- Hollywood 1963)

+ Notas biográficas

Nacido en Goldaming, en Surrey, Inglaterra, en el seno de una familia ilustre e ilustrada. Su abuelo paterno Thomas Henry Huxley fue uno de los más importantes naturalistas ingleses del siglo XIX, y compañero de Charles Darwin; del que, por cierto, ya que… no me resisto a narrar una sabrosa anécdota: ante las teorías de Darwin el obispo de Canterbury, enfyrecido, dijo: del mono vendrá él, a lo que Thomas Huxley respondió: todos venimos del mono, menos el obispo que viene del burro [me he quedado descansado y sigo]. Su padre escribió biografías de sabios célebres y su madre fue una de las primeras mujeres que cursó los estudios en Oxford, diplomándose allá, y muy preocupada por los temas pedagógicos fundó una pionera escuela para niñas que alcanzó amplia notoriedad y enorme éxito. El hermano de Aldous, Julián fue uno de los biólogos más considerados del siglo XX y primer secretario general de la UNESCO. Como se puede deducir del ambiente familiar, nuestro hombre vivió en un entorno muy marcado por la cultura y por los debates científicos y filosóficos de la época.

Avanzando ya en sus estudios, primero en Eton y luego en Oxford, a la edad de dieciséis años, le sobrevinieron serios problemas en la vista que estuvieron a punto de dejarle ciego; tales problemas no le abandonarían a lo largo de su vida. Teniendo que abandonar sus estudios a causa de dichos problemas, hasta entonces encaminado por la biología y la medicina, optó por el periodismo, la crítica literaria y la literatura, aunque sin abandonar sus preocupaciones anteriores, lo que marcó algunas de sus obras, como por ejemplo la que presento.

Aproximadamente hasta finales de la década de los veinte escribió algunos poemas y algunas novelas brillantes y satíricas que alcanzaron cierto éxito. Pretende por aquellos años impulsar la liberación de los individuos, en el terreno de las costumbres, e igualmente frente a los distintos poderes. Su visión resulta ya pesimista con respecto al futuro de la humanidad y la cultura, a pesar de lo cual en su obra asoma especialmente el tono alegre y desenfadado. Contrapunto (1928) viene a suponer el fin de este primer periodo de su escritura y el ensayo de técnicas literarias que más tarde utilizará en Brave new world, su obra más celebrada. Mientras tanto contrajo un par de matrimonios: primero con una joven belga, María Nys, y al poco con una violonchelista y psicoterapeuta italiana, Laura Archera. Viviendo unos años en Italia y trasladándose posteriormente al sur de Francia, que es donde de hecho escribió la novela de la que hablamos..

En 1932, ve la luz su obra más célebre «Un mundo feliz» que supuso un giro en su escritura que se encaminó hacia la visión del oscuro futuro de la humanidad. Viviendo desde 1937 en Los Angeles, en 1949 publica Tiempos futuros donde imagina una situación post-atómica, culminando su negro retrato en Nueva visita a un mundo feliz (1958), en la que vienen – según él – a confirmarse las previsiones de su obra de 1932; a la vez que alerta contra las nuevas formas de totalitarismo y las nuevas técnicas que ya habían dejado ver sus sucias patas y que no hacían sino augurar nuevos sistemas para el aniquilamiento de los individuos y de cualquier forma de humanismo. Desde los años treinta hasta el final de sus días, tales preocupaciones le hicieron comprometerse por medio de artículos, conferencias, además de sus libros, en pos de una humanidad más libre, en contra de las distintas formas de dominación – económicas, técnicas, militares y políticas – y buscando alternativas en la descentralización y en hacer hincapié en las exigencias morales como ineludibles para mantener una postura pacifista cabal. Precisamente su pacifismo radical fue duramente discutido en los ambientes de los refugiados que juzgaban que su postura resultaba timorata ante la peste parda de Hitler y epígonos. Postura juzgada como incomprensiblemente blanda ante la brutalidad de la amenaza nazi, plasmada en invasiones y guerra. Parecía como si su experiencia traumática de la primera guerra mundial le hubiese marcado -como sucedió con otros muchos escritores como Gide, Giono Hesse, Russell,…- de manera absoluta en contra de las armas. Tras el fin de la guerra y en los años de la competencia entre las dos superpotencias, poseedoras ambas de las catastróficas armas atómicas, no dejó Huxley de alertar contra los peligros que acechaban al género humano.

Su perspectiva por alcanzar una humanidad pacificada y armoniosa, le llevó a buscar (¡Huxley no fue el único!) apoyo en ciertas doctrinas orientales (budismo, taoísmo…) intentando crear una síntesis entre la mirada científica de Occidente y las posturas espirituales y místicas de Oriente. Entre ambos polos, que marcaban su interés, se moverá resultando su obra un cruce de caminos entre la ciencia, la espiritualidad, la metafísica y hasta las experiencias con algunas drogas (Las puertas de la percepción, si mal no recuerdo, relata sus experiencias, en dichos asuntos, con algunos indios en Centroamérica, el peyote, la mescalina, etc., etc., etc.); siempre guiado por la obsesión constante de evitar el desastre y ayudar a los humanos a lograr una vida más digna, ajena a la opresión de los distintos poderes y a toda forma de alienación.

El autor de tan rica obra murió aquejado de un cáncer de garganta el 22 de noviembre de 1963.