Category: RAYMOND ROUSSEL


Por Iñaki Urdanibia

« Locus Solus » ( 1914 )

« La figura central de Locus Solus, Canterel explica allí un procedimiento, y esta vez no se puede dejar de reconocer ya no el procedimiento, sino la relación de éste con el conjunto del lenguaje de Roussel: el procedimiento del procedimiento»

Michel Foucault

Desde las primeras páginas , en la que se anuncia una visita a la villa, Locus Solus, del científico e investigador, que vive rodeado de colaboradores en sus laboratorios de engendros disparatados que sirven para los usos más insospechados, estamos a principios del mes de abril, entramos en un desfile guiados por el anfitrión, Martial Canterel en el que la realidad se ausenta por momentos en rincones y extrañas estatuas de cuyo origen y significado da cuenta el propietario a sus invitados: la primera de ella el Federal semen-contra cuyo origen se halla en Tombuctú, localidad de partida de todas las aventuras y exploraciones; las escenas descritas se asemejan a sueños o, me atrevería a decir, al fruto del puro delirio (de lirium = salirse del surco); no es extraño que los surrealistas vieran en las historias del escritor ciertos parecidos de familia con lo que ellos trataban de realizar, o que el imaginativo Perec jugase, en un claro guiño, con el título de la obra transformándolo en Soli Loci (soliloquio) [ciertos contagios de Roussel pueden verse en el recurso a dos series de claves fonéticamente próximas: palabras en m-r o en p-r, en su Je suis né, por ejemplo]. Además de reivindicar el peso de la obra rousseliana sobre su escritura, dedicó un texto específicamente a él, Roussel et Venise, en el que se puede leer: «más allá del delirio y de algunos accesos maníaco-depresivos, el fantasma de incorporación es difícil de diagnosticar. Se esconde eficazmente con más caras tales como la “normalidad”, la “ personalidad”, o la “perversión”…» (algunos han señalado que bajo la máscara de Roussel reflexionaba también sobre sí mismo). Parece que avanzamos por un parque temático, cuya finalidad según su organizador es la de exponer los avances de la (mejor tal vez, su) ciencia, lo que va provocando nuevas historias, balanceándose algunas de ellas entre el mito y la leyenda, encabalgándose las unas con las otras, en medio de unas situaciones y lugares repletos de unos límites borrosos en lo que hace al principio de realidad, podría sentirse la tentación de comparar lo presentado con las obras de René Magritte o de Giorgio de Chirico por nombrar un par de significativos pintores [a Marcel Duchamp no le dolían prendas a la hora de nombrar como inspirador de su Gran vidrio al escritor: «es Roussel quien, fundamentalmente, fue responsable de mi VerreLa mariée mise à un par ses célibataires, même. Fueron sus Impresiones de África las que me indicaron a grandes líneas el camino que debía adoptar. Esta obra que yo vi en compañía de Apollinaire me ayudó enormemente en uno de los aspectos de mi expresión. Vi inmediatamente que podía recibir la influencia de Roussel. Pensaba que en tanto que pintor, era más conveniente ser influido por un escritor que por otro pintor. Y Roussel me mostró el camino»]. La novela funciona como un chiffonier que guarda en sus cajones diferentes y dispares historias que explican el origen de algunas estatuas, obras varias, e inventos, explicados paso a paso; en un doble movimiento: primero descripción detallada y luego explicación del guía de los diferentes momentos de construcción, invención, tanteos, etc. Podría darse la razón al editor de la novela cuando escribe en la contraportada que «las novelas de Raymond Roussel son puzzles gigantescos de imágenes e historias con una extraña lógica carnavalesca», siempre que se añada que al final sobran piezas (no digo que sea material de desecho ¡ cuidado!) a la hora de completar un pretendido cuadro… o tal vez el añadido que sugiero no sea más que fruto de la pérdida personal dentro del laberinto rousseliano.

La travesía que tiene ciertos aires de viaje iniciático, va a desplazarse a lo largo de siete etapas en las que la sorpresa de los visitantes va a mantenerse en un continuo uy, ante el mundo creado por Canterel: desde la estatua del niño elaborada con barro ennegrecido a algún otro monumento, que van acompañados de historias africanas en las que asoma con fuerza el poder de las creencias en el seno de los individuos pertenecientes a una comunidad o tribu, que se mueven entre el temor y el respeto a los gobernantes y la convicción de los poderes que poseen ciertos objetos, en una manifestación clara del animismo ambiente. La continuación nos conduce a una explanada en la que una compleja máquina, a modo de asfaltadora, soltera, compone un mosaico con dientes, humanos, de diferentes colores y tonalidades, cubiertos por una cripta; las descripciones son de una precisa puntillosidad – entre pistones, válvulas, aerostatos, varillas, lentes, espejos, etc. -, deteniéndose posteriormente en otro ingenioso invento para extraer dientes sin dolor y sin los peligros de la anestesia, tampoco queda exenta de su creatividad la capacidad de prever el tiempo sin error con tiempo de antelación… no es extraño que se haya hablado de la escritura de Roussel como arte visual, si bien en su detallismo hace que si se siguen sus descripciones pueda provocarse en el lector una sensación de trampantojo o al menos de confusa perplejidad. Una vitrina con cadáveres bien conservados en un líquido denominado resurrectina, que representan los momentos estelares de su existencia en el mundo de los vivos, sin obviar la lista de sucesos dignos de ser rememorados (aventura de Alejandro Magno, una declaración de san Juan sobre Pilatos, un relato oriental del poeta Gilbert, una leyenda lombarda, un pasaje mitológico en el que el protagonista es Atlas, Voltaire en momentos contradictorios y de duda, anécdota acaecida al pequeño Richard Wagner / luego vendrá otras lista de muertos.vivientes), más adelante veremos el diamante gigante, lleno de agua, que contiene unos pistones que alcanzan a elevarse por medio del oxígeno aprehendido del ambiente… en una fauna, por decirlo de algún modo, de una mujer danzante, la cabeza de Danton rescatada del cadalso y sometida a cierto tratamiento, o un gato sin pelo. Muertos a los que se les da, parte de la, vida, con algunas de su capacidades por medio del vitalio, la resurrectina (por cierto, el efecto funciona en la medida que uno se ve acompañado del otro: relación doble) y los experimentos en un agua, aqua micans, a la que se le ha hecho poseer mayor grado de oxígeno lo que hace que se pueda respirar dentro de ella; y la pertinente anotación de Foucault: «todos los aparatos de Roussel – maquinarias, figuras de teatro, reconstrucciones históricas, acrobacias, pases de prestidigitación, combinaciones, artificios -, de un modo más o menos claro, con mayor o menor densidad, no sólo son una repetición de sílabas ocultas, no sólo la figuración de una historia que debe ser descubierta, sino una imagen del procedimiento mismo. Imagen invisiblemente visible, perceptible pero descifrable, dada en un relámpago y sin lecturas posibles, presente en una irradiación que rechaza la mirada». Y un aluvión de máquinas aéreas, mazos volantes, cristales, paletas, gotas de agua aérea, águilas y niños, racimos de uvas luminosas, vapores esculpidos, hipocampos…

Procedimientos y mecanismos inverosímiles acompañan la visita, y la capacidad del escritor de dejar volar su imaginación plasmando el vuelo con una precisión casi matemática, hasta el punto de parecer que no esté sino retratando modelos increíbles pero con tal precisión y exactitud que nos lleva a caminar por una realidad paralela, fantasmagórica, abismalmente diferente a la que conocemos. Precisamente su capacidad descriptiva, y neutra con respecto a cualquier tipo de valoración, es lo que atrajo a los autores del nouveau roman, y, muy en concreto, a Alain Robbe- Grillet, su jefe de filas. Esta inventiva y capacidad bien ha podido servir a escritores posteriores, y me vienen a la cabeza Jorge Luis Borges o el propio Italo Calvino, en algunas de sus paradójicas historias; eso sí en el caso del francés con cierta fe en la tecnología y la ciencia, consecuencia de la época en la que imaginaba y escribía, que albergaba cierta confianza en los poderes salvíficos de tales quehaceres humanos y en un ideal de la capacidad emancipadora de los seres investidos de sabiduría, considerando el arte y la ciencia como complementarios… luego vendría la primera guerra, y… la segunda y la honda crisis de confianza en el desarrollo científico y su carácter prometeíco y en otras esferas de la acción de los humanos.

Del mismo modo que algunas obras literarias han tomado una base, a modo de árbol, de un edificio, un lugar, etc., del que surgen ramas en forma de historias (me viene a la mente el edificio de Perec en su La vida instrucciones de uso, o El puente de los tres arcos de Kadaré, o el Almirantazgo de las Sirtes de Julien Gracq, o todavía El puente sobre el Drina de Ivo Andric o… el tarot en Calvino, o… En esta ocasión el escritor opta por una travesía que en su decurso va a ir abriendo nuevas sendas, nuevas pistas, nuevos relatos e historias, que se sostienen en sus propia diseminación, sin tendencia a concluir en un denominador común que complemente las diferentes historias; la travesía es la que unifica, y el narrador con sus cuentos el que va entregando historias y más historias a cual más llamativa y sorprendente. Justo es decir que anteriormente ya había habido algunos autores que habían explorado geografías y seres y máquinas imposibles, o casi, como Wells o Verne, por nombrar a los más célebres.

La obra fue llevada a la escena teatral provocando la estupefacción y hasta el hartazgo del público que se consideraba timado, posturas que no era compartida por los asistentes de la peña del surrealismo que dieron muestras de su alborozo…Salvador Dalí llegó a afirmar que la obra más genial que conocía, mientras que Louis Aragon nombraba al autor como presidente de la república de los sueños.

Obra marginal, que ha sido encasillada de bien diferentes maneras – además del barrer para casa de algunas de las corrientes en las que me he detenido que la consideraban como una de las suyas – desde la ciencia ficción, realmente fantástica, a la literatura de humor, para reír que decía el risueño Clément Rosset, sin obviar quienes vieron en Roussel la capacidad de hablar de la nada, por los pagos de la insignificancia, contradiciendo aquello de que de la nada, nada se puede decir…pues el ser es y el no-ser no es que decía el filósofo griego, como respondiendo contracorriente a aquella pregunta que planeó por cierto pensadores modernos: ¿Por qué el ser y no la nada? Desde luego imposible tratar de hallar mensaje o ideología de tipo alguno, pues en la prosa rousseliana la palabra es la que domina, en él se da la toma de la palabra; aspecto que compartía con algunos escritores de su tiempo como Lautréamont o Mallarmé. Roussel hace mundos y artefactos con palabras, asemejándose en ello al funcionamiento de las artes plásticas en las que prima la figura sobre el discurso, y la sensación sobre la razón.

Banda sonora

John Zorn – Ponce – Locus Solus – YouTube

Bibliografía

Breton, André, Antología del humor negro, Anagrama, 1991; pp. 253 – 265.

Bellos, David, Georges Perec une vie dans les mots, Seuil, 1994.

Blanchot, Maurice, L´Entretien infini, Gallimard, 1969; pp. 487- 497.

Caradec, François, Raymond Roussel, Fayard, 1997.

Deleuze, Gilles, Michel Foucault, Minuit, 1986.

Deleuze, Gilles, “Raymond Roussel ou l´horreur du vide” in L´île déserte et autres textes. Textes et entretiens 1953-1974, Les Éditions de Minuit, 2002; pp. 102-104. [Referencias al escritor pueden hallarse salpicadas a lo largo de su obra, en Diferencia y repeticiónLógica del sentido, los dos tomos de Capitalismo y esquizofrenia, sus dos tomos dedicados al cine o en algunos artículos retomados en algunas recopilaciones. Cfr.: Deleuze et les écrivains. Littérature et philosophie (sous la direction de Bruno Gelas y Hervé Micolet), Éditions Cécile Defaut, 2007].

Deleuze, Gilles, Michel Foucault y el poder. Viajes iniciáticos I, Errata Naturae, 2014.

Foucault, Michel, Raymond Roussel, Siglo XXI, 1973. [Las referencias a Roussel aparecen en otras obras y artículos: así, en La folie, l´absence d´oeuvre, recogido en Dits et Écrits I, Gallimard, 2001; pp. 440-448 / Dire et voir, chez Raymond RousselDits et Écrits I; pp. 233-243 / Dejando de lado algunas referencias más pasajeras en su Enfermedad mental y personalidad. Paidós, 1979, o en sus dos volúmenes de Historia de la locura en la época clásica. FCE, 1967].

Gros, Frédéric, Foucault et la folie, PUF, 1997; pp. 86-111 [Curiosamente en el índice de nombres del libro no consta el de Roussel al que, sin embargo se dedican amplias explicaciones, siguiendo la senda de los análisis foucaultianos ].

Meschonnic, Henri, Célébration de la poésie, Verdier, 2001.

Pellegrini, Aldo, Antología de la Poesía Surrealista, Editorial Argonauta, 1981.

Queneau, Raymond, Aux confins des ténèbres. Les fous littéraires, Gallimard, 2002.

Robbe-Grillet, Alain, Le voyageur, Christian Bourgois, 2001.

Rosset, Clément, Faits diverses, PUF, 2013, 1985.

Rosset, Clément, Les philosophes et leurs sortilèges, Minuit, 1985.

Roussel, Raymond, Locus Solus, Gallimard, 1963.

Roussel, Raymond, Impresiones de África, Siruela, 1990.

Roussel, Raymond, Locus Solus, Capitán Swing, 2012. [Contiene la introducción de Jean Cocteau y una serie de epílogos de Robert Desnos, Paul Eluard, André Breton , Michel Leiris, Michel Butor, John Ashbery, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Alain Robbe-Grillet, Philippe Sollers, Maurice Blanchot y Clément Rosset].

Sciascia, Leonardo, De parte de los infieles. Autos relativos a la muerte de Raymond Roussel, Mondadori, 1992; pp. 77-114.

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Algunos artículos publicados :

Coronación en África

Raymond Roussel

Impresiones de África

Siruela, 1990.

El escritor francés (1877-1933) era un ser de los que se dice que se les ha de dar de comer aparte. Cercano por su modo de escribir al dadaísmo, y reivindicado por lo surrealistas y más tarde por los miembros del OuLiPo.

El que avisa no es traidor y así no está de más señalar que la lectura de sus obras, y de ésta en concreto, exige atención al ser un cúmulo de historias que se disparan en diferentes direcciones, y en las que se nos da a conocer a variopintos personajes, muchas veces parecidos a los títeres de un teatro de marionetas, por no recurrir a la galaxia zombi, seres extraños hasta la cercanía de la imposibilidad.

La novela que se fue publicando originalmente, por entregas, en 1909 y posteriormente en formato libro al año siguiente, es publicada ahora acompañada de un texto del autor, a modo de introducción, que tiene un gran interés tanto en lo que hace a su método de escritura , además de que da cuenta de algunas circunstancias existenciales, todo ello con el tono de quien ante el rotundo fracaso explica la incomprensión que lo ha provocado.

Estamos ante un navío que naufraga en las costas africanas; allá son capturados por miembros del ejército de Talú VII. En su detención y mientras esperan ser puestos en libertad se dedican a preparar distintos números para un espectáculo que se titulará La gala de los incomparables. La libertad la conseguirán con posterioridad a la representación de dicha obra .

La gala es narrada con anterioridad a la presentación de los personajes y sus particulares circunstancias. Es tal el orden inverso de lo narrado que el propio escritor recomendaba leer en primer lugar la segunda parte para posteriormente enfrentarse a la primera. Pasen y vean…

El espectáculo está servido y en él hallamos pistas de la genealogía de la tribu, conoceremos al enano Philippo que con cada palabra escupe oleadas de saliva, un gusano que interpreta música, al ictiólogo Martignon capaz de interpretar de varias maneras al tiempo, o al charlatán Lelgoualch cuya tibia le sirve de instrumento musical, una artista italiana que hace flipar al personal con sus declamaciones, o un príncipe que responde al nombre de Savellini que llevado por su cleptomanía roba a los delincuentes, e… innumerables máquinas e ingenios sorprendentes tanto en su aspecto como en sus aplicaciones; sin evitarnos la asistencia a escenas bestiales de castigo a los condenados, y otras. En fin, decía Michel Foucault en la excelente monografía que dedicó al autor que «Roussel, no es posible dudarlo, es pariente cercano de todos los inventores, acróbatas, cómicos, ilusionistas, que forman la pequeña colonia de cautivos de Talú, pariente próximo sobre todo del universal Martial, que reina en el jardín de Locus Solus. Es el ingeniero siempre alerta de estas máquinas de repetición. Pero también es esas máquinas mismas» (por cierto en una de sus obras Pierre Janet, habla del trabajo terapéutico realizado con Martial, manera de referirse a Roussel).

Resulta digno de ser destacado que la obra fue llevada a los escenarios siendo recibida con clamoroso disgusto del publico que consideraban o bien que era la obra de un loco, o bien que era una tomadura de pelo… o ambas cosas a la vez. No eran de esa opinión ciertos asistentes que aplaudieron a rabiar y que tuvieron sus más y sus menos con el resto del defraudado respetable: Apollinaire, Dubuffet, Duchamp, Picabia… todos ellos, como se puede ver, pertenecientes a los ambientes surrealistas.

«Locus solus»: un libro singular de un singular escritor | Kultura | GARA Euskal Herriko egunkaria

«Locus solus»: un universo de palabras e historias – Kaos en la red

Por Iñaki Urdanibia

Acercamiento a un singular escritor y a su obra.

«Ha abierto en el lenguaje literario un espacio extraño, que podría calificarse de lingüístico, si no se tratara de la imagen invertida, la utilización invertida, encantada y mística»

(Michel Foucault)

«Con Lautréamont, Roussel es el más grande magnetizador de la época moderna. En él el hombre consciente extremadamente laborioso se enfrenta sin cesar al hombre inconsciente extremadamente imperioso. La magnífica originalidad de la obra de Roussel opone un desmentido cargado de significación y alcance, inflige una afrenta definitiva a los partidarios de un realismo primario atrasado»

(André Breton)

A la hora de poner título a esta líneas he dudado entre introducir la faceta de escritor del personaje o dejarlo en algo más indefinido y amplio, y ello debido a que la excentricidad, que comienza por ex como exquisitez, abarcaba al personaje en su totalidad; he dudado igualmente en colocar el artículo masculino el, pero podía resultar excluyente como si sólo él fuese el único excéntrico. Si uso el artículo singular, que no impide sino que induce a una interpretación al tiempo numeral, indefinida y abierta, es debido a que no es él el único caso que en el mundo se da en lo que respecta a seres excéntricos, variopintos, especiales, o… raros; ahora bien, dentro del ranking literario, en concreto, el francés ocupa, por méritos propios, un lugar destacado. Lugar en lo alto y avant la lettre que le fue otorgado por los surrealistas o, más tarde, por los juguetones miembros del OuLiPo.

Si desde joven, a los diecinueve años según contaba, había tenido una revelación, sintiéndose poco menos que predestinado a ocupar un lugar relevante en el campo de las letras, no pudo gozar la fama y la celebridad en vida, mas sí desde luego tras su muerte al convertirse en luminaria de algunos ambientes de las letras (André Breton, Robert Desnos, Michel Leiris… más adelante Michel Butor, Alain Robbe-Grillet), de las artes (Marcel Duchamp, Jean Dubuffet, Alberto Giacometti…) y deviniendo objeto de interpretación y estudio por parte de filósofos (Michel Foucault, Gilles Deleuze, Clément Rousset…) y por seres difícilmente clasificables en el seno de los dos conjuntos nombrados, y me refiero de manera directa a Maurice Blanchot o Roland Barthes que elogiaba la labor subversiva de Roussel y de Lautréamont en lo referente a las fronteras entre las nociones de poesía y narración, a cuyas obras considera como “textos”, hechos completos de discurso sin referencias posibles a contenidos – psicológicos, realistas – o a formas – líricas, estéticas -, etc. (Langages n.º 12, 1968; p. 7). Si entre los citados, en el campo de la filosofía, hago ocupar el primer puesto al autor de Vigilar y castigar, es debido a que él fue quien le sacó del purgatorio en el que se hallaba el singular escritor: si ya en su Historia de la locura había visitado al caballero, en 1963 publicó su trabajo monográfico sobre él, Raymond Roussel (traducido siete años después en Siglo XXI / Argentina). [No cabe la menor duda de que la edición de Capitán Swing del libro que provoca estas líneas, Locus solus, es digna de elogio, tanto por la introducción como por los epílogos en los que se deja ver las opiniones de distintos críticos, escritores y pensadores].

Aun siendo, como queda dicho, una rara avis dentro del campo literario lo que explica la atención que se le ha prestado y de la que acabo de señalar, no está de más tener en cuenta la coyuntura en la que realizó sus obras, momentos de crisis cultural y de consiguiente búsqueda de nuevos lenguajes, ensayos que se dieron en diferentes ramas del arte, a esa coincidencia de época se debe añadir la particularidad lúdica – por calificarla de algún modo- -de su manera de escribir, procedimiento le llamaba en su explicativo texto: Cómo escribí algunos libros míos (editado por Siruela, podría decirse que como prólogo a sus Impresiones de África, 1990); tal procedimiento podría resumirse como la búsqueda de alguna palabra que tuviese similitud fonética, u otra, con una palabra inicial para a partir de ahí comenzar la escritura del texto; demos paso a sus propias explicaciones: «Desde muy joven escribía relatos breves sirviéndome de este procedimiento. Escogía dos palabras casi semejantes (al modo de los metagramas). Por ejemplo, billard (billar) y pillard (saqueador, bandido). A continuación , añadía palabras idénticas, pero tomadas en sentidos diferentes, y obtenía con ello frases casi idénticas», a continuación pasa a explicar en detalle tal modo de combinar , desvelando su punto de partida en algunas de sus obras (*) No hace falta dar muchas vueltas para ver en tal dispositivo cierta cercanía con lo que posteriormente hicieron algunos miembros del nombrado OuLiPo; a esto se ha de sumar la primacía que el singular escritor daba a la imaginación por encima de la realidad, haciendo que aquélla fuese la materia prima de su escritura, amén del derivar de sus historias desconectadas, aspecto que atrajo la simpatía de los surrealistas, y, muy en especial de su gurú, André Breton, quien en su interpretación iba más lejos al tratar de hallar una clave explicativa del modo de escribir de Roussel por los pagos de lo esotérico; no hace falta ni decir que en el caso del autor que nos ocupa los sueños no juegan el papel primordial en que se basaban los surrealistas, del mismo modo que tampoco era ninguna forma de escritura automática tan cara a los seguidores de Breton (**). Con respecto a este aspecto, Breton señala que «incluso el prestigio de lo imaginario en su obra, y la “gloria” que valió a su autor, tanto según sus propias palabras como según las de su médico Pierre Janet, residen en presentar a la imaginación del lector imágenes vírgenes de toda representación de lo real».

La particularidad de Roussel es que él iba por libre, rehuyendo, a pesar de las invitaciones, unirse a cualquier tipo de grupo o movimiento; eso sí, del mismo modo que del simbolismo al surrealismo, y algunos coletazos posteriores, se ponían en solfa los modos consagrados en lo literario y en lo artístico, haciendo que con su actividad, llevada al extremo, dinamitaban el acto mismo de escribir, pintar o esculpir, aspecto en el que coincidía nuestro hombre. Algunos lo hacían de manera sistemática como Isidore Ducasse, Marcel Duchamp o hasta, con sus particularidades, el mismo Raymond Roussel, y más tarde Dubuffet y su iniciativa de art brut…

Su disparada imaginación que le llevaba a crear curiosas máquinas, con palabras, para los más variopintos menesteres hizo que algunos le comprasen con Jules Verne; curioso cuando menos resulta la diferencias abismal en lo referente al carácter viajero de ambos: Roussel no cesó de viajar mas nunca habló de lo que vio en sus periplos , cosa que no es extraña si en cuenta se tiene que permanecía encerrado en su camarote sin salir o recluido en su caravana, por calificarla de algún modo, vehículo que se hizo fabricar en aquellos tiempos en que tal tipo de vehículos no existían; al contrario, Verne viajó muy poco y sin embargo no hizo otra cosa que hablar de viajes. La lista de manías – que su riqueza le permitían realizar – podrían ampliarse: prendas que no usaba más que una vez, algunas que usaba dos y después arrojaba à la poubelle (seguramente se las arrojaría alguien), etc.

Escritura la de este genio del que hablaba Jean Cocteau que ya en el título de su primera obra, Doublure (doble, suplente) dejaba ver su método de bifurcaciones, de derivas, deshilvanes varios …

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(*) Como queda dicho, Roussel influyó en todas las corrientes de vanguardia que le siguieron y resulta difícil hablar de algún movimiento literario de relieve en el siglo XX sin contar con su presencia; de manera muy especial puede verse la constatación de lo que digo en el surrealismo y en los miembros del OuLiPo. Subrayando el carácter juguetón y de dejarse llevar por el azar, Robbe-Grillet recuerda una anécdota narrada por el padre de Micel Leiris: «Roussel contaba a un amigo uno de sus procedimientos para inspirarse: con un imperdible, clavaba al azar una de sus puntas en un diccionario, abría el volumen en esta página y la clavaba de nuevo cerrando los ojos para elegir una palabra en este página, etc.»; en diferentes entrevistas y ensayos no oculta su admiración por Roussel y algunas otras rara avis, como Blanchot, que «desde luego no eran populares, ni por su número de lectores, ni incluso, como se diría hoy, por la superficie mediática que ocupaban. No había lugar para ellos en lo que se llama “literario”…»

En lo que hace a los primeros, André Breton le dedicó algún sesudo ensayo diciendo que el escritor era «surrealista en la anécdota», tiempo más tarde Michel Leiris, cuya familia había tenido relación con el padre de Rousset y que se convertiría en especialista y hasta en difusor de la obra del autor, anotaba en su diario que era necesario hacerle entrar en el campo de la literatura, a la que había sacrificado todos sus bienes, y dejar de considerarle meramente como un excéntrico. Y frente a quienes subrayaban la locura del escritor, no está de más señalar que su obra no parece compatible con cualquier forma de alienación mental, si bien el psicoanalista Pierre Janet que le trató como paciente hablaba de él como un pobre enfermito que le aburría con sus ínfulas de escritor. En su escritura se da un flujo continuo de imágenes que bien puede ser considerado como cercanas al surrealismo y a la mecánica patafísica de los Alfred Jarry, Boris Vian et compagnie. Como ya queda nombrado la simpatía que alcanzó entre los seguidores del nouveau roman no son de extrañar si se tiene en cuenta el vértigo narrativo que se dispara en diferentes direcciones en sus historias y el detallismo descriptivo de los objetos, máquinas, etc. propias de un avezado fenomenólogo.

En lo referente a los oulipianos, muchos de ellos le consideraban como su verdadero precursor tanto por su método de escritura como por su concepción de la literatura. Si se siguen los problemas que planteaba François Le Lyonnais en el primer manifiesto de Lipo, en 1960, Roussel no puede encasillarse en el círculo de los analistas, quienes tomando obras clásicas del pasado las rehacían tratando de superarlas; sí que, sin embargo , podría verse su cercanía en el grupo de los sintéticos, que trataban de abrir nuevas vías no conocidas ni experimentadas anteriormente, y ahí si que sus explicaciones ofrecidas en su Cómo escribí algunos libros míos, o su búsqueda de nuevas posibilidades de escritura, utilizando palabras de dos sentidos diferentes, dispositivo que él calificaba como el procedimiento.

No todos los miembros de esta corriente admiraban a Roussel, o al menos no lo expresaban lo que no quita que fuese un común denominador para algunos de ellos, así el citado Le Lionnais le incluía, «de Licofron a Roussel pasando por los grandes retóricos la literatura experimental acompaña a la literatura sin apelativos». No compartía tal opinión otro de los pesos pesados del taller, Raymond Queneau que aun conociendo la totalidad de la obra de Roussel no le dedicó muchas líneas, lo que no quitaba para que considerase que frecuentando sus textos podía verse «una imaginación que une el delirio matemático con la razón del poeta…». El frecuente uso de paréntesis, dentro de otros paréntesis, que abundan en su Nuevas impresiones de África en especial, sirvieron indudablemente de modelo para algunos ejercicios oulipianos, muy en concreto en el caso de George Perec (recuerdo el sistema de muñecas rusas que utiliza en su Galería de un aficionado en donde un cuadro es reflejado ad infinitum en otros que repiten el primero). Precisamente Perec, en respuesta a una carta en la que un lector le preguntaba sobre la influencia de Roussel, decía : «resulta innegable en todo caso, que Roussel y Verne son mis maestros; y es probable que la imaginación obedezca a leyes más rigurosas que lo que se piensa: me parece, por mi parte, que la elección de una constricción formal tiene como efecto el liberar la imaginación, haciendo pasar a segundo plano la habitual preocupación por el realismo que asfixia un poco la novela contemporánea, permitiendo hallar estos arquetipos de la novela de aventuras con nacimientos múltiples y misteriosos, filiaciones , herencias, animales marinos, maldiciones pensando sobre los personajes, etc.».

Así, no cabe duda de que Roussel formaba parte de la biblioteca canónica del movimiento, en especial si se tienen en cuenta los aspectos relacionados con la fascinación de la forma, como trampolín para impulsar las historias; mecanismo seguido por Perec en su La vida modo de empleo o en su novela puzzle, W o recuerdos de la infancia, textos en los que la forma novela es puesta en duda, situando tales obras en un intento de romper los límites del género novelesco, en busca de nuevas formas. Se puede concluir diciendo que el oulipismo de Roussel, no podría comprenderse sin la rousselatría de los oulipianos… con sus disloques verbales, diversión filológica… formando parte de un revolución estética, lo que fue motivo precisamente de la incomprensión con la que fue recibida su obra por el común de los lectores.

(**) Significativo resulta el texto Cómo escribí algunos libros míos, ya que en él, expone sus técnicas poéticas al considerar que era el mejor medio para justificar su obra, rechazando así el desprecio con el que era recibida, además de tratar de servir de modelo para escritores de la posteridad; sin ignorar algunas pinceladas autobiográficas, que muestran su feliz niñez, sus depresiones y el tratamiento con el doctor Pierre Janet. Puede considerarse el texto como el testamento literario, en el que se descubre – tal vez tenga razón Foucault cuando viene a afirmar que oculta más que desvela en cuanto a la resolución – el método seguido en la realización de sus obras… «extraña relación con esta obra que descubre en su maquinaria, recubriéndola de un relato autobiográfico, precipitado, modesto e insolente […] como si no jugase su papel de guía más que en las primeras vueltas del laberinto».

Roussel se enfrentaba, a la par que Mallarmé lo hacía a la crisis de versos, a la crisis de la novela, pensando que escribir novelas al modo tradicional era puro intento fallido, lo que le empujaba a multiplicar las historias y acumular relatos con el propósito de tapar el vacío con el exceso de lleno. La obra responde al clima de cuestionamiento estético, y se erige así en ejemplo de la crisis que desde 1886 con el manifiesto simbolista se prolonga hasta el manifiesto surreralista de 1924.

Antes de partir para Palermo, que se convertiría en su destino definitivo, Roussel dio las indicaciones pertinentes a Michel Leiris para asegurar la publicación de su testamento; tenía la intención, por otra parte, de hacer llegar su manuscrito a una treintena de jóvenes admiradores como Breton, Aragon, Dalí o René Char. Al final la obra se puso a la venta en 1935, pasando sin pena ni gloria, con las esperanzas defraudadas , deudoras de la revelación que dice haber tenido a sus diecinueve años, de alcanzar la celebridad.

Allá expone, como ya queda dicho, su procedimiento , con lo que ofrecía a la crítica y a sus lectores cierta clave de interpretación, al jugar entre las posibles asociaciones entre un cuento que impulsa otro u otros. Técnica que va a hacer evolucionar sus dos grandes novelas: Impresiones de África en 1910 y Locus Solus en 1914. Juegos de palabras, deformaciones a partir de las que van a brotar nuevos textos ( Roussel ofrece diferentes ejemplos del las palabras de doble sentido que ha utilizado en sus diferentes obras)… Ciertos antecedentes podría hallarse, según los estudiosos, en Jules Verne, en Victor Hugo, Jean Rostand o el mismo Stephan Mallarmé, mas algunas de estas utilizaciones son empleadas al por mayor por Roussel. Las explicaciones no resultan clarificadoras en exceso, al limitarse a nombrar los puntos de partida pero no completando explicaciones sobre su trabajo de escritura; «es esencialmente un procedimiento poético. Es preciso saberlo emplear. Del mismo modo que con las rimas se puede hacer buenos o malos versos, se puede, con este procedimiento, hacer buenas o malas obras», y el escrito no da más explicaciones dejando la cosa en el aire sin aclarar los criterios a seguir.

En algunas incursiones violentas de imágenes incongruentes, que no vienen al caso, sí se aplican las normas del relato tradicional, algunos han visto la conciencia desdichada del escritor. El caso de Locus Solus y la representación que ofrece Martial Canterec de un mundo espantoso, desgracias y crímenes, se encadenan como para hacer gritar a la ausencia de ser en un arte, que moviéndose en el vacío que subrayase Gilles Deleuze, que resulta asfixiado por exceso de realismo y de simbolismo. Palabras forzadas, significados y sentidos abiertos a la infinitud, en un estado alucinado del lenguaje. En sus aclaraciones se da al tiempo una ocultación del procedimiento, para que este no asome en la superficie del texto y hasta desaparezca; lo explica claramente refiriéndose a un pasaje de Locus Solus: «el dado adornado de inscripciones “lo tuve, lo tengo, lo tendré” (L´ai-je eu / l´ai-je / l´aurais-je) proviene de la palabra diluvio (délugedé l´eus-je), siempre con el temor de que el procedimiento fuese descubierto», en una tensión permanente entre el desvelar y el ocultar quizá ahí se encuentre la lección poética de Roussel.

En fin, un testamento que es una recapitulación del fracaso personal, al tiempo que una apología de sí mismo, en los umbrales de la muerte… como si dirigiéndose a los lectores y críticos abandonase la vida preguntándoles ¿realmente estoy loco? Y cada cual en la lectura sacará sus conclusiones… aunque tal vez como dijese el biógrafo del escritor, François Caradec – por cierto perteneciente a la movida oulipiana – el loco no es el escritor sino el lector.

Raymond Roussel (1877 – 1933)

1877: Nace el 20 de enero. Hijo de un agente de bolsa, Eugène Roussel, y de Marguerite Moreau- Chaslon, hija de Aristide Moreau, fundador en 1854 de la Compagnie Génerale de Omnibus (antecedente de la posterior RATP: Red Autónoma de Transportes de París). Tenía un hermano mayor, nacido en 1869, y una hermana nacida en 1873. La madre hereda una propiedad en el selecto barrio de Neuilly.

1882: Primeros versos conocidos, en homenaje a su madre.

1883: La familia abandona el boulevard Malesherbes y se trasladan a un hotel.

1886: Entra a los nueve años al Liceo Janson-de-Sailly. Su tutor dirá: «alumno torpe, fracasará».

1887: Participa en varias representaciones de comedias, sainetes y charadas.

1890: Su madre decide que el muchacho abandone el liceo, cuando iba en tercer curso, para ingresar en el conservatorio; es admitido en el Conservatorio Nacional de Música.

1893: Su hermana Germaine, se casa con un conde. Ese mismo año Raymond es admitido en las clases de piano.

1894: Muere su padre.

1896: Obtiene el segundo accésit de piano. Es fotografiado en Milán, retrato que deseará que conste en la portada de todos sus libros póstumos. Escribe su primera novela, La Doublure; momentos de gran exaltación, al sentir una iluminación que le predecía ser una persona relevante en el campo de la escritura; a este estado sucederá una honda depresión.

1897: Se publica el libro. Examen en el Conservatorio. Aparecen varios relatos en prensa. Revisión militar que le considera apto para el servicio.

1898: Es llamado a filas, y es enrolado en el 72 RI, en Amiens, con el número de matrícula 11.943. Soldado músico, toca la tuba y el piano en casa del coronel.

1899: Muere el marido de su hermana en un accidente; Germaine se volverá a casar con un duque.

1900: Ve la luz otra obra suya, Chiquenaude.

1903: Un antiguo sirviente suyo es condenado por extorsión de fondos. Varios artículos de prensa ven la luz. Alquila un apartamento amueblado, en planta baja, en el bulevar Haussmann.

1904: Más artículos y obras publicados.

1906: Viaja a Egipto.

1907: Es nombrado oficial de la Academia, figurando en la primera edición del boletín, Bottin mondain.

1909: Sale por entregas en la prensa Impresiones de África, y poco después es editado en libro. Se le concede una medalla de oro de tiro con pistola.

1910: Se une, pura relación platónica, con Charlotte Dufrêne que le acompañará hasta el fin de sus días.

1911: Dieciséis representaciones de Impresiones de África en el teatro Fémina. Muere la madre de Raymond en su villa de Biarritz; inhumación en el antiguo cementerio de Neuilly.

1912: Venta de las colecciones de arte de la fallecida, correspondiendo a Raymond en el reparto de bienes, la villa de Neuilly. La villa de Biarritz queda en manos de él y de su cuñado. Otras representaciones de Impresiones de África, esta vez en el teatro Antoine acompañadas del habitual escándalo con la excepción de los aplausos clamorosos de sus fieles ( el caso de Marcel Duchamp es claro: «en 1911 asistí con Picabia y Apollinaire en el Teatro Antoine a la representación de Impresiones de África de Raymond Roussel. ¡Fue formidable! En escena había un maniquí y una serpiente que se movían muy poco, todo muy loco, muy insólito. No recuerdo mucho el texto. Lo que más me sorprendió fue el espectáculo en sí. Después leí el texto y asocié las dos cosas…Ese hombre fue un revolucionario, al nivel de un Rimbaud. Rompió con todo».

1914: Publicación de Locus Solus. Es nombrado oficial de la Instrucción pública. Movilizado y destinado al 19 escuadrón del tren de equipajes. Más tarde destinado al servicio de automóviles. Muere un sobrino suyo en el frente.

1919: Desmovilizado. Primer contrato de adaptación de Locus Solus. Viaje alrededor del mundo , en un proyecto inicial de emular la obra de Verne, La vuelta al mundo en ochenta días: Australia, Tasmania, Tahití (siguiendo el rastro de Pierre Loti), China, Japón, Estados Unidos.

1922: Primera representación de Locus Solus.

1923: Comida con Flammarion en su Observatorio; Roussel acude con un pastel en forma de estrella.

1924: Michel Leiris le invita a comprar un cuadro de André Masson. Publicación y representaciones de L´Etoile au Front .

1925: En el Salón del Automóvil es expuesta su roulotte. Su primer viaje con ella contabiliza tres mil kilómetros por Alsacia y Suiza.

1926: Representación teatral de La Poussière de Soleils. Compra una obra de Max Ernst. Viaja a Roma y a Austria; en la ciudad italiana Mussolini se interesa por conocer el innovador medio de transporte de Roussel.

1927: más representaciones teatrales de sus obras. Viaja a Turquía, Líbano, Siria, Palestina, Teherán.

1928: Nombrado caballero de la Legión de honor, miembro de las Assises del Sena. Vende su villa en Neuilly se va a vivir al hotel Ritz. Pide ayuda a su hermana, debido a sus adicciones, de las que será tratado en Suiza, y posteriormente en Saint-Cloud al mismo tiempo que Jean Cocteau que estaba en cura de desintoxicación de opio.

1930: Muerte de su hermana.

1931: Venta de sus propiedades en Neuilly a la caja de depósitos y consignaciones con la clausula de que cualquier calle que pase por aquellos terrenos deberá llevar su nombre. Adquiere un panteón – con treinta estancias – el el cementerio de Père-Lachaise.

1932Nuevas impresiones de África.

1933: Testamento. En junio junto a Charlotte Dufrène, viajan desde París a Palermo, contratando un chófer para la ocasión. El 13 de julio muere de un exceso de barbitúricos en la habitación 224 del hotel en el que estaban hospedados; diferentes versiones han circulado con respecto a su muerte: suicidio o sobredosis, y tres polos señalados por Foucault: la puerta que separaba su habitación de la de su acompañante y la llave entre ambas (a pesar de que que ésta no se usó ya que la puerta estaba abierta), versión más simbólica, desde luego, que la imaginada por Leonardo Sciascia que hablaba de ménage à trois entre el escritor su acompañante y el chófer; trece días después fue inhumado en Père-Lachaise.