Por Iñaki Urdanibia

Emilio Sánchez Mediavilla (Santander, 1979) pasó un par de años, entre 2014 y 2016, en aquella isla, junto a su pareja, Carla, que había sido destinada allí por su trabajo, y fruto de su experiencia es el libro que ha sido galardonado con el primer Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez: «Una dacha en el Golfo ».

En el libro el periodista cántabro, y editor de Libros del K.O., narra las circunstancias de su marcha al lugar, a aquella isla situada entre Irán y Arabia Saudí, país con el que le une un puente de veinticinco kilómetros. Además de las cuestiones cotidianas y de índole personal, la obra se abre a un acercamiento a la política, a la cultura ya las costumbres que allá se estilan, aunque más bien cabría decir se imponen. La mayoría de la población pertenece al chiísmo, mientras que el poder y sus instituciones están en manos de sunitas; que ponen cortapisas de cara al acceso a puestos de al administración a quienes no sean de tal rama del islam [las explicaciones acerca de las diferencias entre ambas corrientes y su genealogía nos son ofrecidas en páginas posteriores]. Los gobernantes y sus instrumentos, policía y demás, moran con desconfianza y actúan de malos modos con quienes critican o se oponen a los dictados del poder, considerándolos meros títeres de Irán, por la coincidencia en lo que hace a las creencias religiosas.

En la plaza de la Perla, así denominada aunque su constitución no responda fielmente a su denominación de plaza, fue escenario en febrero de 2011 de muestras de rebelión contra la dictadura del todopoderoso rey Hamad. Las movilizaciones nos son presentadas recurriendo a las voces de algunos protagonistas y represaliados. Ya que lo que al principio fue una fiesta, en el que no se cesaba de corear Yusqut Hamad (abajo Hamad) fue convertido por obra y gracia de la brutal represión, traducida en muertes, heridos, encarcelados o exiliados, con algunos de los cuales se entrevistó el periodista para completar el cuadro. La represión fue coordinada por medio del CCG( Consejos de Cooperación del Golfo) que supuso la entrada de los tanques saudíes, al tiempo que se justificaba la represión difundiendo buls acerca de la presencia entre los movilizados de terroristas de Hezbolá y otras falacias difundidas por la televisión oficial en la que presentaba al rey Abdalá de Arabia Saudí bailando la danza guerrera beduina con el rey Hamad. Estos también difundían que los rebeldes querían que el país se convirtiese en una provincia más de Irán. La represión fue implacable del mismo modo que lo es la dictadura que considera subversivo a quien no alaba al régimen. El poder de éste es tal que se dice que de los treinta islotes que componen el territorio del país, de las cuales los ciudadanos solo pueden visitar tres ya que el resto son propiedad de la familia real. Tampoco que ausente de la mirada de Sánchez Mediavilla los príncipes, papel destacado ocupa el figuras Nasser, y otras luminarias del deporte que viven a cuerpo de rey, siendo obsequiados los primeros por automóviles deslumbrantes de alta gama, etc. Los ejemplos de la represión sobre deportistas son narradas, ampliando el foco a otros países de la zona (Iraq, Libia)en la que las derrotas deportivas son castigadas sin limitaciones. En el caso de Bahréin, el nombrado Nasser se encargó directamente de condenar a los deportistas que habían participado en las movilizaciones, anunciando a bombo y platillo que no tendrían escapatoria… Hasta tal punto llegaba su implicación que se habla de su participación directa en la aplicación de torturas a los detenidos. Tales hechos fueron denunciados ante tribunales británicos, mas el príncipe no fue molestado en sus frecuentes visitas al Reino Unido. Las denuncias del comisión de la verdad no deja lugar a dudas con respecto a la represión y la historia de rapiña de la familia en el poder, y muestra también la vista gorda que se presta a tales hechos por parte de otros países, entre ellos los occidentales guiados por sus intereses económicos; quedan desvelados los lazos establecidos por la bota colonialista y algunos de sus más crueles personajes que encabezaron la represión en distintos lugares han sido fichados por los gobernantes de la isla para llevar a cabo la represión; destaca en esa tarea un tal Henderson que fue conocido como el Carnicero de Bahréin , obviamente por sus sangrientos méritos.

La mirada del periodista se abre a diferentes aspectos haciendo que se nos ofrezcan datos acerca de la población del país (1.2000.000), las diferentes lenguas y las separaciones que se dan por diferentes barrios y zonas, dependiendo de los orígenes de quienes allá habitan, entre los cuales un número importante es indio y de otros orígenes asiáticos. Con respecto a la lenguas se ofrecen algunas precisiones que van de lo fonético, lo cual ocasiona algunos equívocos y no pocas situaciones divertidas… del mismo modo que el periodista nos hace entrar en la academia en la que él trataba de aprender el idioma. Llamativa también resulta los detalles acerca de la represión que es ejercida por maderos cuyo acento responde más al árabe de otros países que al propio de las víctimas; trae a colación Sánchez Mediavilla un significativo chiste al respecto : «puedes esperar que te detenga un paquistaní, te interrogue un jordano, te torture un yemení y te juzgue un egipcio. Al menos puedes esperar que tus compañeros de celda sean bahreinís» .

Se nos presenta a alguna mujer ejemplo de feminista árabe liberada, Joumana Haddad, y tal ejemplo sirve para adentrarnos en una descripción sobre el papel de las mujeres, la valoración que de ellas se tiene y las clasificaciones que de ellas se pueden establecer dependiendo de las ropas que usan (abaya, hiyab y nicab) del mismo modo que se señalan algunas medidas gubernamentales que , aprovechándose del rigorismo chií, encaminadas a luchar contra «el oscurantismo fundamentalista chií», postura cínica que no hace sino ocultar el fundamentalismo sunita y las leyes patriarcales que no reconocen la igualdad de género… Las relaciones laborales también son visitadas con su kafala, que hace que los empleados emigrantes, asiáticos y africanos, sean considerados y tratados como menores de edad, al depender del empleador; la mano de obra emigrante, podría decirse con más justicia esclava, es emigrante en los países del Golfo, constatado con cifras al apoyo que no son suministradas.

Y entre las cuestiones de índole personal en las que no son presentados los círculos de amigos, los bares en los que alternan y otros menesteres, Emilio Sánchez Mediavilla nos hace saber que frente a lo que nunca había hecho por acá, allá se vio involucrado en algunas discusiones, digamos que, teológicas debiendo escuchar las chanzas de unos creyentes con respecto a las creencias de otros, en una lógica propia de el dios más verdadero es el mío, el de los demás: qué ridiculez… Eso sí que el autor no tenga «ni la más remota idea de qué es la Santísima Trinidad» es comprensible, mas no lo es tanto que luego añada, en la página 154, que «salvo el nombre de una de las carabelas de Colón»… aun siendo tres, la Santa María, la Pinta y la Niña, no veo ni rastro del padre, el hijo y el espíritu santo… vamos digo yo.