Category: MICHEL ONFRAY


Por Iñaki Urdanibia

El filósofo normando es un todoterreno, cualidad que demuestra en sus incursiones que superan con creces los límites de la filosofía para ampliarse a la literatura, la historia, la política, el gusto en sus diferentes esferas, los viajes, y el arte al que ya había dedicado diferentes textos salpicados en sus diarios hedonistas y en otros libros más centrados, sobre Jacques Pasquier, Monsu Desiderio, Valerio Adami, etc., y de manera especial, más amplia, en Le crocodile d´Aristote, editado en Albin Michel, en donde presentaba una historia de la filosofía a través de la pintura y del que dí cuenta con motivo de su publicación (TRES EN UNO: MICHEL ONFRAY | LA ESCUELA DE GUAJARA https://laescueladeguajara.wordpress.com/2020/01/27/tres-en-uno-michel-onfray/ ). Ahora en la misma editorial y con el mismo lujo en lo que hace a ilustraciones que reproducen fielmente las obras que presenta, entrega «Les raisons de l´art», cuya faja reza, y traduzco, una iniciación al arte de Lascaux a Koons.

Más de cien imágenes, de pinturas, esculturas o publicaciones facsímiles, acompañan al texto que tiene la pretensión de servir de introducción al mundo del arte, de la contemplación e interpretación de las obras. Frente a las voces que rechazan el arte moderno como un sinsentido cuyo único destino debería ser la basura, Michel Onfray subraya que la interpretación de las obras ha de ir acompañada para que se pueda obtener el fruto debido de una formación, un bagaje que facilita el acceso a ver más allá de una ojeada superficial, otorgando importancia a algunos detalles que conservan cierto símbolos y significados que hacen que el acceso a lo representado cobre mayor pertinencia. Dos ejes recorren la travesía: por una parte, el rechazo absoluto por parte del autor de las clásicas y canónicas definiciones del arte como intento de representar lo bello, y por otra parte, la constatación que las obras no depende de la voluntad del autor sino que son fruto del espíritu de la época. Con respecto a lo primero, aclara el autor que el concepto de belleza es un invento tardío, nacido en el siglo XVIII, y así su aplicación a las obras se ha realizado a posteriori sin tener en cuenta la intención que guió a los creadores en el momento de realizar sus obras, privilegiando el sentido como guía de la creación; ya desde las primeras páginas, refiriéndose a las pinturas rupestres, descalifica las interpretaciones al uso que responden más que a cualquier tipo de objetividad a las teorías preconcebidas de los intérpretes, lo que hace que tales interpretaciones respondan a la visión del teórico que clava su idea a la realidad, haciendo que – según estos – las pinturas prehistóricas serán representaciones cósmicas, de la relación de las constelaciones (Chantal Jèze), relacionadas con el chamanismo (Jean Clottes) o influenciadas o guiadas por cuestiones de índole sexual, la muerte (Bataille).

Resulta destacable la vena pedagógica del normando, ya bregado en las tareas de profesor, en el liceo profesional y más tarde en las universidades populares puestas en pie por él, universidades de acceso libre para la que no se requería ninguna titulación sino únicamente el ánimo de aprender filosofía y otras materias, ahora según el propósito expresado por Onfray su intención es crear una universidad del arte, en la que se introduciría a los asistentes en tal materia, tarea que realiza en esta obra dechado de claridad, en la que se visitan las obras, se entregan las claves interpretativas, deteniéndose en cuestiones de orden simbólico y de época, deseando así cubrir un hueco que se da en los planes de estudios reglados, desreglados en lo que hace a esta materia, lo que supone que una gran cantidad de futura visitante de museos o galerías o bien no lo haga o bien lo haga sin la debida formación. Onfray no se priva, es marca de la casa, discutir con coraje muchas de las interpretaciones al uso, a la vez que muestra sus fobias y sus filias: entre las primeras la habitual repetición, y en consecuencia degeneración del radical gesto de Marcel Duchamp con sus readys mades, que supuso una crítica y ruptura con las ideas anteriores, relacionando arte con museo, haciendo que el arte consistiese en la exhibición en museos de objetos de uso cotidiano; la repetición y el rizo del rizo hasta el desborde y la extenuación hace que las obras que repiten el gesto no tengan ningún valor crítico sino que resultan meras copias sin fuerza ni originalidad. Entre las segundas destacan a todas luces las fotografías de Joan Fontcuberta. Esta tarea crítica desvela aquello que, a su juicio, no es más que impostura y negocio, y que en el mercado del arte guía las exposiciones, de unas obras en detrimento de otras, independientemente de su calidad, sin obviar el enorme poder de los medios de comunicación a la hora de vender la moto, de lo bello, lo correcto, lo in.

No me duelen prendas en calificar la obra de brillante y útil, ya que indudablemente ayuda a la interpretación no solamente de las obras presentadas sino de las variaciones del gusto a lo largo de la historia, dependiendo reitero, del Zeigeist, espíritu del tiempo, en que surge las obras como expresión de dicho espíritu. Ayuda en la tarea la prosa del autor, plasmada en una forma de expresarse accesible y suelta, lejos de cualquier forma de academicismo o tecnicismo. Del mismo modo facilita la tarea los significativos títulos, trece, que se asocian con diferentes épocas y el tipo de arte que predominaba en tales tiempos (y traduzco): El impulso vital, La gracia, El verismo, La edificación, La alegoría, La inmanencia, El parecido, Lo dionisíaco, La reacción, La abstracción, La conceptualización, Lo icónico y Lo espectacular. El orden va de Lascaux como consta en el título y avanza por el arte griego y luego por el romano, la omnipresencia medieval del cristianismo y la negativa representar los sagrado por algunas corrientes de éste y por su antecesor, el judaísmo, el Renacimiento, luego se abre paso los paisajes y los objetos como centro del arte, el reflejo de la realidad como centro de gravedad del quehacer artístico, el tiempo de las grandes movilizaciones y la lucha del nacionalsocialismo contra el denominado arte degenerado, la travesía que va de la figuración al arte negro – recuperado por los artistas de la abstracción, por encima del desprecio y marginación a que le habían sometido los misioneros y sus acompañantes armados -, pasando por la abstracción, antes de ocuparse de esta última, se visita el arte que se desarrolla en la Unión soviética, la revuelta de Duchamp, y posteriormente Lèger, di Chirico, Matisse, Modigliani, para concluir con un encendido elogio del arte del nombrado Joan Fontcuberta.

Onfray, lector de Lucrecio

Ya en una de sus primeras obras, La sculture de soi. La morale esthétique (1993), obra que obtuvo el Prix Médicis de l´essai, Onfray cruzaba el arte con el arte de vivir, en busca de «una figura que cristalizase el estado en el que una ética puede considerarse, no lejos de la estética…»; son varios los ejemplos de personajes que han supuesto, así los ha reivindicado al menos, cierto modelo de comportamiento en su vida: Orwell, Thoreau, Epicuro, los cínicos, etc. Ahora le toca el turno a Lucrecio, del que ya había hablado en su primer tomo de su Contre-histoire-Las sagesses antiques, «La Conversion. Vivre selon Lucrèce», que coincide con una nueva traducción al francés del De rerum natura del pensador y poeta romano*, La Naissance des choses, de la que ha realizado el prefacio.

Tras homenajear a uno de los más brillantes traductores de la obra del latino, versión que es la utilizada por él, y tras narrar su travesía biográfica sobre cómo accedió al poeta y filósofo latino, libro que «le cambió la vida», según anuncia de entrada, inicia la lectura del poema lucreciano. Se arreglan cuentas con las versiones que sobre Lucrecio, personaje del que prácticamente nada se sabe a no ser aquello que se pueda extraer de su texto, y de manera muy especial con las falacias y mentiras de san Jerónimo, tan caritativo él.

Ya la dedicatoria de De rerum natura, a Memmius, muestra que el propósito de la obra es convertir la vida de dicho personaje con la pretensión de que abandonase su vida disoluta para alcanzar una vida de sosiego y feliz. Los casos de ciertas conversiones, a través del acceso a un libro a un contacto con dios, son visitados: así el de Saúl, que devino san Pablo y el de Agustín de Hipona cuyas lecturas le llevaron a cambiar de viuda y entregarse a la difusión de la religión cristiana. A partir de ahí el libro se detiene en distinguir la filosofía griega y sus abstracciones conceptuales y metafísicas y la romana más centrada en servir como guía para la vida, lo que hace que sea más propicia para la conversión, estado al que se accede después de conocer cuestiones que hasta entonces había sido desconocidas e ignoradas. Si señala algunas diferencias entre Epicuro y Lucrecio, en especial en lo que hace a la vida frugal hasta lo monástico propuesta por el griego además de la condena de la poesía por parte de éste, subraya las diferencias esenciales que Lucrecio mantiene con Platón y también con Aristóteles, basadas en el materialismo que era extraído de la observación de la realidad, del uso de la razón, y de la intuición, no gratuita, resultante del conocimiento. En los versos del pensador latino no hay lugar para los dioses, ni para las ilusiones metafísicas, sino que sus posturas resultan de lo empírico.

Se muestra en la obra, que va salpicada de certeras y amplias citas que confirman la interpretación del lector que es Onfray, la importancia en la visión lucreciana de los átomos, de sus diferentes tipos, que dan lugar en sus combinaciones a diferentes objetos, desde los astros a las piedras, pasando obviamente por los humanos, y se subraya la importancia del clinamen como impulso vital que podría semejarse en, su caída vertical, al Deus sivre natura de Spinoza. El clinamen sería una especie de motor, de causa primera que crearía los diferentes cuerpos y seres de la naturaleza. La aplicación de esta concepción atómica tiene aplicación a los aspectos relacionados con la comunidad, con la vida pública y con el amor, con la propuesta en este último caso de la pareja ataráxica, que huya de las pasiones desatadas que suponen una distorsión de la mente para lograr una unión que, en su sosiego, lleve hacia la imperturbabilidad y la felicidad, consecuencia del dominio de las pasiones. Las reflexiones acerca de la muerte, como final de la vida y a apertura a nuevas formas de existencia, nada que ver con una vida más allá o cualquier forma de transmigración, sino como transformación atómica de la vida y de la materia; de ahí que Lucrecio hiciese suya aquella afirmación de Epicuro acerca de que a la muerte no se la ha de tener ya que cuando ella está nosotros ya no estamos, y viceversa, cuando nosotros estamos, ella no está. Denunciaba Lucrecio el temor a la muerte como sentimiento paralizante y castrante de la propia vida, y como mera suposición de lo que viene después, como si tal cosa se pudiese medir desde las coordenadas de la existencia vital, actual.

La visión de Lucrecio, amén de inmanente y materialista, deja ver una visión trágica que supone tensión entre lo bueno y su contrario, del mismo modo que el pharmakon griego que curaba y/o mataba, es decir, que cualquier avance suponía a la vez un caminar hacia la decadencia, en una aplicación de la entropía; mecanismo dialéctico que negaba el progreso, concepción lineal propia del cristianismo y de las religiones laicas, y que se ve puesto en aplicación en la génesis expuesta por Lucrecio y explicada por Onfray, que señala el origen de las cosas, de los sres vivos, de los elementos, e incide que los que son considerados pasos adelante en la evolución y desarrollo de los humanos, llevan consigo algunos aspectos contrarios que resultan negativos, al fomentar ilusiones vanos y deseos guiados por el lujo, la molicie, etc.

No seguiré desvelando los entresijos del pensamiento lucreciano, ni de los vericuetos del libro, que concluía con el relato de la enfermedad de la peste que solaba a los humanos, narrada de manera detallada, y sombría, por Lucrecio, lo que puede tomarse como alegoría del final nada feliz de la vida, más en la medida de que la naturaleza no depende de la voluntad de los dioses ni de los humanos, sino que tiene su vida y su muerte propia, y el ma´uso de ella, conduce al agotamiento de la Tierra lo que se traduce en la disminución de su faceta creadora.

En las posturas lucrecianas, Onfray señala algunas iluminaciones avant la lettre, que le emparentan con el ecologismo, con el impulso vital de Henri Bergson, con el evolucionismo y el transformismo de los Darwin y Lamarck, y también con la visión nietzscheana acerca del tiempo cíclico frente al lineal.

Evitaré transcribir el resumen del poema lucreciano en 26 puntos con el que Michel Onfray cierra su lectura, que realmente es un ejemplo de concisión y de claridad explicativa.

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Un poeta, filósofo y científico intempestivo

+ Lucrecio

«De rerum natura / De la naturaleza»

Acantilado, 2012.

608 págs. / 29 €.

Estamos ante un texto de cincuenta años antes de nuestra era. La publicación ahora de la magnífica traducción del erudito Eduard Valentí Fiol, con una jugosa presentación del profesor inglés Stephen Greenblatt, es de aplaudir ya que este texto que había sido editado por Bosch en 1976 llevaba tiempo agotado. Obra clásica en la que se dan cita la poesía, la filosofía y la ciencia, asomando intuiciones que luego han sido retomadas en la posteridad por Montaigne, Gassendi, Bruno, Newton, Bergson, Einstein, Darwin, Freud o Marx.

El libro resulta sorprendente por las teorías que en él se mantienen, teniendo en cuenta la época en que fue escrito, y por el atrevimiento que el autor mostraba al enfrentarse a las creencias de su tiempo, en lo religioso y en lo que hace a la explicación de la composición y funcionamiento del mundo, amén de por la condena de algunos espectáculos y enfrentamientos plenos de violencia que en aquellos tiempos eran moneda corriente; alabado por algunos escritores como Ovidio o Virgilio, luego tras la conversión del emperador Constantino y la oficialización del cristianismo como religión dominante, el escrito de Lucrecio fue desterrado del campo del saber y obviamente del de la edición. Los santos padres de la Iglesia no podían permitir el materialismo atomista del seguidor de Epicuro y los epígonos del Jardín; considerados como auténticos cerdos por su hedonismo. Sus postulados negaban cualquier creación por parte de un ser superior y defendían la existencia de átomos y vacío; los primeros se movían y llegaban por medio del azaroso clinamen lo que hacían que se diesen cruces y nuevos compuestos. El cuerpo y el alma desaparecen a la vez y no vive el uno sin el otro, la reivindicación del más puro inmanentismo y del más acá frente a las ilusiones del más allá, adelantándose a las explicaciones spinozistas, sobre la naturaleza, a las de Feuerbach en lo que hace al surgimiento de la religión como creación humana; no es dios el que crea al hombre sino éste el que crea a aquél, movidos por la debilidad, la impotencia, la ignorancia y el temor a la muerte y a los incontrolables fenómenos naturales, sin olvidar el élan vital (impulso vital) de Bergson y su «evolución creadora», y…

La cuidada edición bilingüe nos introduce en este pensamiento complejo, verdadera arma contra las falacias religiosas y sus explicaciones misteriosas e imposibles. Lucrecio pertrechado de la razón intenta explicar el mundo y lo hace con un verbo hermoso en el que se citan las más bellas metáforas y otras figuras literarias así como ocurrentes analogías que sirven además para orientar el modo de vida alejado de las falsas promesas, conscientes de los límites de la existencia y la manera de alcanzar la ataraxia en la vida individual al tiempo que en la de las relaciones. Un ateísmo militante, un materialismo no mecanicista, una ética como forma de vida hedonista, pero sin equivocar placer con desmadre y pasión desaforada.

Del autor poco se sabe y resulta significativo que sólo se conozcan algunas breves palabras de san Jerónimo que como no podía ser de otro modo lo ponía a caldo. Según la caritativa posición del santo, Lucrecio estaba loco de atar y había llegado a tal estado debido a la ingesta de un filtro amoroso administrado por una bruja; el libro, que-según el santo- reflejaba el estado mental del autor, lo escribió en sus escasos momentos de lucidez… ¡vaya por dios! A Lucrecio podrían aplicársele las palabras que él dedicaba a su admirado Epicuro: «no le detuvieron ni las fábulas de los dioses, ni los rayos, ni el cielo con sus amenazante bramido, sino que aún más excitaron el ardor de su ánimo y su deseo de ser el primero en forzar los apretados cerrojos que guarnecen las puertas de la Naturaleza».

Diré por último para quienes se muestren temerosos ante tal tipo de lectura que nadie se arrepentirá, ni se perderá siguiendo a este maestro pues sus imaginativas palabras son claras como la luz del sol.

Por Iñaki Urdanibia.

Algunos textos y reflexiones en torno a la muerte.

Sirvan estas líneas como modesto homenaje al amigo Mikel Arizaleta Barberia, fatalmente fallecido hace unos días, el día 21… Decía Epicuro en su Carta a Meneceo que «la muerte nada es para nosotros, puesto que mientras nosotros somos, la muerte no está presente, y cuando la muerte se presenta, entonces no existimos»… algo es para quienes quedamos con el dolor de la pérdida.

Michel Onfray

«Una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar que piensa de la muerte»

(Jorge Santayana)

Que nadie se llame a engaño, el bulímico filósofo normando en su último libro, «Le deuil de la mélancolie» (Robert Laffont, septiembre 2018) no ofrece su visión filosófica de la muerte, aunque esta aparezca a lo largo del libro; el libro, obviamente, está escrito por un filósofo y en parte viene provocado por el guiño que la Gorgona le lanzó en forma de AVC (Accidente Vascular Cerebral) este mes de enero pasado; a ello se ha de sumar el antecedente que se produjo cuando antes de cumplir los treinta tuvo un infarto, la mirada fulminante de la Gorgona que se llevó a su madre, a su compañera, Marie Claude, y a su padre.

Como digo, el libro no es un libro de filosofía sino que es, como el mismo Michel Onfray señala, un relato íntimo, indicativo en este orden de cosas es que no conste al principio, como en sus obras suele ser habitual, la perceptiva cita de Nietzsche. Hábito es también en su obras filosóficas comenzar refiriéndose a algún episodio biográfico. En esta ocasión su vida – más bien su historial clínico – es el que es abordado con detalle y con descarnada sinceridad, del mismo que muestra la expresión de sus sentimientos, y avatares existenciales, con respecto a las muertes de sus seres queridos ya nombrados.

El libro está escrito con furia, con ira y, hasta me atrevería decir que, con abierto resentimiento. No seré yo, desde luego, quien se lo reproche ya que tras leer todo lo que cuenta, no es extraño que la mala uva aflore hasta los bordes de cierta misantropía. Si las cosas son como él las relata, y no parece honesto poner en duda su palabra, no es extraño que Onfray esté escamado con el mundo en general y con algunos sujetos concretos en particular. Y voy por partes, sin entrar en muchos detalles que bastantes da él.

Todo comenzó el 27 de enero, cuando al llegar de Caen a la parisina estación de Saint-Lazare, sintió algunos síntomas extraños, pérdida de visión, tambaleo al andar, sintiéndose como atravesado por una luz anterior, agujereado, perforado en el cerebro… Ahí comenzó su rocambolesca travesía entre diferentes galenos, cuyos diagnósticos, iban desde alteraciones debidas a la tensión, a no tomar los medicamentos que tenía recetados con la regularidad horaria exigida, alguno le mandó al oftalmólogo alegando que era cuestión de la vista, hasta hubo alguno que creyó hallar la causa en problemas de la próstata, etc.; y por supuesto, los consejos de rigor: vida sana, deporte, alimentación sana, nada de alcohol, las horas debidas… Ese peregrinaje desbrujulado finalizó cuando los responsables del programa televisivo en el que iba a intervenir viendo su estado, le pusieron en la pista de un médico que diagnosticó: AVC. La cosa no queda ahí, ya que los comportamientos de los doctores que habían fallado, resulta grotesco por decirlo suave y no recurrir a término de más hondo calado: ya lo decía yo, pero no se lo dije a usted, para no asustarle, el uno, el otro que le exige los doscientos cincuenta euros que le debe por la consulta (el médico no aceptaba el pago con tarjeta), no se corta el primero de ellos en exhibir su dilatado currículum y su prestigio contrastado, entre sus pares, en tantos años de experiencia… llega el descaro a decir que gracias a él que le mandó a donde el doctor equis (cosa que era mentira podrida) estaba vivo, y ante alguna pregunta de Dorothée, la compañera del paciente, le responde de manera airada que a ver si va a poner en duda su saber, ella que no tiene ni idea de esos temas, y que todo lo que él hizo es tratar de evitar el desánimo del paciente usando la diplomacia (léase la mentira), etc., etc., etc.

El siguiente paso lo da recordando los treinta y siete años de vida en común con Marie Claire, los últimos diecisiete en lucha contra el cáncer diagnosticado. Además del dolor experimentado por las idas y venidas a consultas varias, en las que hubieron de escuchar un cúmulo de indelicadezas, las duras sesiones de quimio… hasta el fallecimiento, en paz, de Marie Claude en 2013; homenaje sentido con un discurso fúnebre que él fue incapaz de leer que está escrito con el corazón exaltado por el amor y el dolor por la pérdida. Dicha pérdida le supuso igualmente la pérdida de los amigos comunes que comenzaron a no invitarle a distintas celebraciones… y hasta la venta en plan ganga a una pobre señora, más bien una señora pobre que diciéndole que ella le compraría la casa pero que no tenía suficiente, señora que al poco sacó unos suculentos beneficios al vender la casa que había comprado a bajo precio. Un inmenso dolor le acompañó y el corazón gravemente herido le condujo – según él mismo cuenta – a ponerse fino en comidas, bebidas, hasta el punto de llegar a engordar alrededor de quince kilos en un tiempo récord, con las duras consecuencias no con respecto al engorde físico sino a las secuelas en el terreno de su salud.

Al padre, obrero agrícola, le recuerda y muestra su dolor ante su muerte, de ello había hablado ya en anteriores libros, mas es a su madre, digamos que interina, a la que dedica unas páginas enfurecidas… Su madre murió en accidente de coche cuando viajaba con un señor, puesto en abundantes copas, que la llevaba a casa tras haber servido ella en una celebración, tarea a la que se dedicaba, digamos que, al negro. Cuando esto sucedía, él estaba interno y allá se le dio la noticia del fallecimiento (de hecho estaba en coma en un hospital)… Muerta su madre, nadie desde la alcaldía, dominada por gente que se decía de izquierda, quiso dar un paso para aclarar la explotación a que era sometida la señora (sin papeles y sin seguridad social, ni nada de nada) por la gente pudiente (perdóneseme el eufemismo)… no removamos las cosas…

Todo esto es lo que narra con una prosa suelta y veloz que nos hace sentir cierta empatía, en la medida en que ello sea posible, con respecto al dolor del que escribe… que muestra, como queda indicado líneas arriba, una indisimulada furia hacia la impericia de los orgullosos profesionales de la medicina, y otros, contra la gente que va de una cosa pero vive de otra situada en las antípodas de la declarada, contra los supuestos amigos que en los momentos en que se les necesita desaparecen llamándose andana, y los amigos flojos que adivinando el final se acercan al enfermo como que con él hubiesen estado toda la vida… al final, un puñado de amigos y la constatación de que es sintomático que los ciegos recurran a los perros para que les guíen y no a los humanos.

Tanatología filosófica

Existe la costumbre de mantener un silencio total sobre la muerte como si ello fuese echar por tierra nuestra posible y deseable felicidad. Decía Montaigne – por la senda de Platón y Cicerón – que filosofar es pensar en la muerte mientras que Spinoza afirmaba que al contrario era pensar en la vida… luego ya se sabe existen esos juegos malabares que tratan de convencernos que no hay diferencia ya que la muerte es parte de la vida, vamos que son complementarias, por no hablar de quienes se empeñan en comernos la oreja acerca de la otra vida, la del más allá, que esa sí que es guay, y no la del más acá, que es un triste valle de lágrimas. En fin…

Acaba de publicarse un libro que me atrevo a recomendar para los interesados en estas cuestiones, que se quiera o no… a todos nos iguala, uno sin tener en dónde caerse muertos y otros con un solemne Dies irae, órganos, incensarios y toda la asfixiante vaina, pero vayamos al tema, que desbarro.

El libro al que me refiero es «Muerte y mortalidad en la filosofía contemporánea» de Bernard N. Schumacher (Herder, 2018). Resulta pertinente señalar que estamos ante una exploración de hondura, y el que avisa no comete traición.

Si, como decía, en la cultura occidental, y como reflejo de ello en el campo filosófico, se tiende a ocultar la muerte, a no reflexionar sobre ella como si el asunto fuese una pérdida de tiempo; pues bien, el profesor alemán coge el toro por los cuernos y se enfrenta al tema, juzgando, y argumentando, que el asunto tiene gran importancia no solo desde el punto de vista filosófico sino también desde el médico, ético, bioético, político etc., etc., etc.

El autor traza un mapa sobre diferentes asuntos relacionados con el tema y lo expone en tres grandes bloques: en el primero, nos acerca a la concepción y definición sobre la muerte, deteniéndose en diferentes posturas que van desde las que mantienen que la muerte se da cuando el organismo cesa de funcionar, aunque los límites resultan borrosos debido al mantenimiento de ciertas constantes vitales por medio de máquinas, hasta quienes señalan que únicamente se da la muerte cuando la auto-conciencia deja de funcionar, ya que según quienes tal postura mantienen, esto es lo que define a los seres humanos; distintas concepciones: muerte troncoencefálica, neocortical…  Los detalles son importantes, aunque planteados así de manera resumida puedan resultar huecos, ya que estos límites tienen importancia de cara al trasplante de órganos, y el temor tanto de familiares como de médicos de que se viviseccione al paciente cuando todavía no está realmente muerto. Se muestra cómo muchas veces las definiciones responden a cuestiones meramente pragmáticas que consisten en facilitar el camino a los trasplantes y a evitar posibles responsabilidades penales a quienes toman ciertas decisiones. Con alguno de los aspectos que he señalado surgen de inmediato algunas cuestiones problemáticas relacionadas con la ética y con la definición de individuo humano y persona humana, diferencia que puede desembocar en posicionamientos realmente aberrantes ya que podrían aplicarse tanto a recién nacidos, seres con malformaciones graves o sujetos con signos de disfunciones mentales graves; en el terreno de la ética surgen igualmente ciertas concepciones que se dejan guiar por el interés del paciente y en su defecto, ya que éste no esté en condiciones, a la familia, o hasta a algunas instancias sociales (ya que ciertos expertos juzga que las personas son sociales y desde este punto de vita, los intereses colectivos pueden primar sobre los individuales)… El autor, como hace a lo largo de toda la obra, expone las diferentes posturas, las contrapone y matiza aquellos aspectos que él juzga más problemáticos.

Tras estos ensayos de definición desde la antropología filosófica de la persona (terreno en el que se ve la confrontación entre posturas dualistas y monistas, optando el autor por una muerte personal que evite la huella lockeana de la auto-conciencia y el criterio moral como condiciones esenciales), como base para la aplicación de decisiones concretas, se pasa a un análisis pormenorizado de ciertos planteamientos, fenomenológicos y existenciales, que han cobrado importante presencia en los debates acerca del conocimiento de la muerte (con los límites entre la muerte propia y la observada en otros). En estas exposiciones se ven las posturas de Max Scheler que mantenía un conocimiento intuitivo de la muerte, que desdeña la observación y la inducción obtenida de otros casos, de Martin Heidegger y su estar-vuelto-hacia-la-muerte, que viene a suponer que el pensamiento sobre el fin es consustancial al hombre, es más vendría a ser una consumación de propio yo, aunque la llegada de la muerte –  que ciertamente está presente, como futuro, en toda vida – trunque los proyectos existenciales, poniendo fin a las infinitas posibilidades; por último, frente las concepciones intuitiva y ontológica se exponen las ideas de las posturas constitutivas, que vendrían a mantener que la conciencia del morir forma parte constitutiva de los humanos, (Martin Coche), para más en concreto, la de Jean-Paul Sartre que se inclina por un conocimiento inductivo de la muerte (que exige un rodeo por la muerte de otro), diferenciando entre muerte empírica y muerte propia, y ésta como límite, y las distinciones entre la mirada idealista y realista… exposición que sigue El ser y la nada, para subrayar cómo la visión sartreana considera la muerte como un hecho contingente procedente del exterior del la estructura del para-sí finito, concretado en un ser-para-los-otros, oponiéndose a la visión subjetiva que sostiene Heidegger. Como queda dicha tras la exhaustiva exposición de las posturas en liza, y sus derivaciones (en el caso de Heidegger, ciertos cortafuegos debidos a Jacques Derrida, Emmanuel Lévinas o Ernst Bloch), Schumacher expone los puntos débiles de tales planteamientos para situarse en el postulado de que es la muerte de otro la que desencadena la conciencia de la muerte y no una esencia inscrita en el ser humano, que es en donde parecen tropezar las anteriores posturas estudiadas.

Por último, para alabarla o para desdeñarla, todos los estudios tanatológicos han reparado en las máximas de Epicuro acerca de la presencia / ausencia de la muerte, y de ahí surge el debate sobre los límites entre una y otra, y también sobre la maldad o bondad de la muerte, o hasta la neutralidad o indiferencia de ella; la influencia del filósofo griego se puede ver en el campo de la fenomenología que se halla con la imposibilidad de enfrentarse al hecho real, empírico, de la muerte, de la que solo se ven las consecuencias, observándose igualmente la huella ante la imposibilidad de imaginar la muerte propia, o en aquellos que mantienen los límites borrosos o la interdependencia entre vida y muerte, o todavía entre quienes ante lo peliagudo del problema o bien lo esquivan o bien lo juzgan solucionado con generalidades del tipo “la gente muere”…; otro enfoque que surge ligado a la aserción epicúrea es la de quienes consideran la muerte como un mal en sí mismo a las posturas más matizadas y relativistas que hacen depender la bondad o maldad de las circunstancias en las que ésta se dé…

Una obra ejemplar en la medida en que el autor se mueve, y nos mueve, como ágil ardilla por las diferentes ramas que se cruzan o se separan en referencia al asunto tratado, desde distintas ópticas… mas sin levantar insípida acta de lo que los demás dicen, sino aventurándose a matizar, criticar y avanzar los postulados que él juzga más adecuados y pertinentes. Verdaderas lecciones de tanatología filosófica que tienen la virtud añadida de implicar al lector en medio del debate, forzándole a filosofar al hilo de las ideas que se van exponiendo, contraponiendo, discutiendo… además de con los autores nombrados con muchos otros, como Wittgenstein, Kierkegaard, Nozick, Montaigne, Bernard Williams, Thomas Nagel, Lucrecio, Gadamer, Merleau-Ponty, etc., etc., etc.

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Por Iñaki Urdanibia.

Recensión de las últimas obras del dispar escritor normando.

Si en la anterior entrega se veía que Michel Onfray se había echado al monte, es una manera de hablar, en esta veremos cómo el normando no se achanta ante nada, y muestra un indudable arrojo a la ahora de abordar los candentes problemas de hoy, y de ayer. El sigue impertérrito su marcha, guiada por la búsqueda de la genealogía- herencia nietzscheana- con el fin de aclarar las causas de los problemas que enfoca y que presentan problema en nuestro hoy , y más allá de la moralina ambiente, reforzada por los dislates del petit Manuel Valls con su comprender es justificar, se agarra-según afirma, una y otra vez- a la prescripción spinozista: ni reír, ni llorar, sólo comprender.

1) Creo recordar que en alguna ocasión refiriéndome a Onfray he recurrido al dicho de Fernando Pessoa: por la boca muere el pez y Oscar Wilde, cambiando el nombre propio por el suyo, quizá resulte injusto; pero prodigarse tanto, de todos modos, por platós, estudios radiofónicos, revistas, aulas, congresos, etc., no parece que sea el modo de escapar a convertirse en una figura ciclotímica, que en su continuo movimiento y apresuramiento no mide con tino y se expone a desbarrar o crear múltiples malentendidos no sólo entre tirios sino también entre troyanos, y 2) en las páginas finales de Cosmos se recalca que lo importante es lo que se calla, en una enciclopedia, lo que no se dice…da la impresión que en su caso personal no hay huecos para lo no dicho, no hay lugar para el silencio, ya que de todo habla y de todo, todo, no se puede hablar y además por decirlo en dos palabras como el diestro de Ubrique es im posible.

Una vida

Su « Le miroir aux alouettes. Principes d´athéisme social » ( Plon, 2016) pretende ser, como él mismo señala, una autobiografía política, y cierto es que si en todas sus obras aparecen aspectos de su existencia, en las primeras páginas de esta nos traslada a sus pueblo natal, Chambois, y allá nos son presentados algunos personajes que jugaron un importante papel en su formación y en su posterior concepción de la política, guiada por la importancia de llevar una vida de izquierdas, no en el terreno de las palabras sino en la vida toda. Pierre Billaux, el peluquero, antiguo resistente en cuya casa tenía siempre un amplio surtido de revistas de actualidad, un profesor. Candidato socialista, Émile Legris que siempre se mantuvo en posiciones de izquierda, no como su partido, y lo mostró con una vida de autenticidad y compromiso. Por último, Marcelle Henri, militante comunista que fue su profesora en los tiempos de mayo del 68. Algunas lecturas le van reafirmando en su libertarismo ( Pascal, Bruckner y su libro sobre Fourier, Daniel Guérin, Proudhon, y algunas antologías de autores anarquistas).

El tiempo pasa y el derecho a voto es ejercido por nuestro hombre: Mitterand, Jospin, Besancenot, Bové, Melenchon ( de todos ellos solo parece salvar a Jospin y a su adorado Chévénement)…El desencanto con respecto al peso de las urnas y a los representantes políticos, le llevarán más si cabe a reforzar la importancia concedida a llevar un vida de izquierda. Podría decirse que a partir de ahí, el libro sigue hablando de él, pero en el escenario de la vida política francesa, de la que da un repaso que llega hasta la actualidad, y en la que no picas páginas son dedicadas a responder a las numerosas críticas que sobre él han vertido algunos gobernantes y sus domesticados medios de (in)comunicación.

Resumiendo resumidamente lo expuesto, pueden extraerse algunas ideas clave: la degeneración en caída libre de la izquierda, representada por Mitterand, maniobrero de derechas erigido en representante de la izquierda, que ansía el poder y para ello es capaz de recurrir a todo tipo de argucias, cambios sucesivos de camisa, etc. Del socialismo, del programa común, al tratado de Maastricht, en el descenso hacia las posturas liberales de supuesta izquierda, absolutamente coincidentes con la derecha liberal, todo juntos en unión defendiendo con uñas y dientes el sistema establecido. En la numantina defensa de lo existente se nos presenta la construcción de un cabeza de turco, en el que depositar todos los males y amenazas habidos y por haber, sobre el que verter todos los insultos y descalificaciones de modo y manera que ellos salen fortalecidos frente al enemigo común: su nombre el FN. De caerse de culo, con perdón, es el retrato que se hace de la genealogía de la operación para sacar a ese grupúsculo desde una situación de minoría minoritaria- urdida por Mitterand, en colaboración con los principales de comunicación, con el fin de dividir a la derecha – hasta convertirla en la fuerza que hoy es. Puntualiza la exactitud, o no, de las acusaciones que se vierten contra Le Pen hija y su partido ( extrema derecha, antisemita, antirepublicano …) y se hace una apuesta por usar las palabras con cierto rigor para no caer en las simplificaciones y las amalgamas ; en definitiva si el FN es todo lo que de él se dice habría que ponerlo fuera de la ley, si no es el caso, se ha de utilizar los términos con tino y no, cegados por la defensa del bipartidismo liberal, emplearlo de cualquier manera.

En unas interesantes páginas, se explica su concepción de la filosofía , como deporte de combate, subrayando la distinción inicial que ya surge entre el quehacer popular entre la gente del pueblo, en las mismas calles, de Sócrates, frente a un Platón que la convierte en una actividad elitista reducida a un coto cerrado, la Academia. No hace falta ni decirlo de qué lado se sitúa él, que muestra su postura pringándose en la creación de universidades populares, gratuitas y que desde sus orígenes trataron de plantar cara a la amenaza potencial del manoseando FN, y su intervenciones públicas( sin obviar sus libros, claro está). No puedo resistirme a señalar que la defensa que hace de sus intervenciones televisivas-si bien, también es verdad que indica que deber limitar más sus apariciones- no resulta de recibo; es decir, la táctica empleada es decir que muchos de los que le critican es por envidia, ya que a ellos no les llaman, en su lanzamiento de balones fuera ( como quien sorprendido grita al ladrón para desviar las miradas), patética resulta la mención que hace a la coherencia de Deleuze…para luego afear su conducta, como también lo ha hecho en su afán de justificarse con Jankélevitch, Beauvoir, Foucault, Serres, Boutang y Schérer, Bourdieu, Guattari, Lévinas, Ricoeur, Derrida, Rosset…En fin, como se suele decir la mejor defensa es un buen ataque, y así ma autocrítco un poquito para criticar a los demás un muchito. Añadiré que, está claro-que como también se dice- Onfray demuestra no tener abuela, ya que entrar en comparaciones o equiparaciones con los nombrados…un poco de por favor ( oigo ya su línea de defensa y la de sus hagiógrafos: la cantidad de publicaciones cantan y las ventas cantan también…); por otra parte, dice que los filósofos señalados buscaban en sus escasas apariciones presentadores de su gusto( nada de eso es criticable sino al contrario apuntarse a todos los bombardeos, programas, de libros, de variétés, de debate…con cualquiera, con tal de aparecer….¿ para salvar al mundo?) . De paso se dan algunas indicaciones sobre la importancia de Twiter -excesiva su defensa sobre todo por los argumentos un tanto pueriles utilizados- y la brevedad de sus mensajes ( en fin, oye, que Cristo, Sócrates o Nietzsche hubiesen respondido a las medidas de caracteres que han de ejemplares en tal red social); de todos modos también aclara cómo cerró su cuenta de Twiter debido al trampeo y a perversas interpretaciones, tergiversaciones, insultos anónimos, amenazas….que llovía sobre él.

Varapalo a los periodistas y las cadenas ( de radio, televisión y papel) que no hacen más que repetir la voz de los amos , gregarizar al personal haciendo oyentes / lectores y espectadores brutos a los que vender las motos que sean necesarias. Los nombres propios no faltan( el ministro Valls y sus ataques propios de un chusquero, Laurent Joffrin y su Libération, France Inter….) y los ajustes de cuentas tampoco; motivos no le faltan ya que las continuas, y contradictorias , descalificaciones vertidas sobre él se ha convertido en deporte nacional ( hacer el juego al FN, islamófobo, cómplice de los terroristas del IS…).

Pasa posteriormente a elogiar al general De Gaulle, por su talla intelectual, por su compromiso con la République, por escribir bien y por mostrar un amor a su pueblo ( tanto en lo que hace a defender la soberanía como a sentirse cerca , y apoyado por él, del mismo modo que demostró-según Michel Onfray- que le interesaba más su país que el mantenerse en el poder ( como demostró con sus propuestas de referéndum que no gustaban para nada a sus compañeros de partido) y hasta llegó a proponer el reparto de la riqueza empresarial entre los obreros) . Compara al general-del que alaba su comportamiento para tratar de poner fin a la guerra argelina- con otros gobernantes de su partido( Pompidou , Giscard d´Estaing, Chirac, Sarkozy ), y de la izquierda ( Mitterand, Hollande, Valls), saliendo ganador ante esa banda de enanos que no tuvieron, ni han tenido, ni su talla y que no han buscado otro interés más que el de mantenerse en el poder. En fin, afirma Onfray que el general fue-al contrario de Mitterand- un hombre de izquierda acogido por la derecha.

La defensa que hace de la soberanía ante la dejación de poder a la comunidad europea, vía tratado de Maastricht, que fue tragado sin respetar la voluntad contraria de los ciudadanos y que no ha supuesto más que desgracias para los ciudadanos franceses. En todo esto juegan un papel esencial, que es disecado con detalle, los medios de comunicación copados por gentes con gran poder económico, que son quienes marcan las directrices de prácticamente todos los periódicos y cadenas de radio y televisión( TF1 convertida en modelo, o solo para otras cadenas privadas sino también para las públicas que siguen sus pasos) entregados a transmitir las consignas y visiones oficiales, mientras embrutecen a la ciudadanía convirtiéndola en apta para el consumo y para la invasión publicitaria que inundan las pantallas, en especial. …logrando así convertir a los ciudadanos en siervos obedientes que se ven introducidos en un juego de espejos que les engaña, llevándoles a aceptar la servidumbre voluntaria ( como a las aves la trampa que da título a la obra).

A partir del capítulo séptimo, especialmente en él y en la Conclusion, a mi modo de ver aparecen las cuestiones más discutibles y en que deja irrumpir con descaro las exageraciones, las mentiras, las tergiversaciones con respecto a diferentes fuerzas de izquierda y a sus personalidades públicas; al coincidir que el capítulo se centra en el islam y las relaciones que con y con respecto a él se establecen desde el poder y desde algunas fuerzas de izquierda, y que el siguiente apartado lo voy a dedicar al ensayo que sobre el tema ha publicado…dejaré la manifestación de desacuerdos para el caso.

A la hora de exponer su concepción del anarquismo, no expondré su principio de Gulliver ( aquí explicado con una fábula de un colibrí que colabora con su pequeña aportación en el sofoco de un incendio…) ya expuesto por él en varias ocasiones en otras obras, que vendría a suponer que cada cual ha de aportar su granito de arena transformador en la labor que desempeñe( él señala que con sus libros y sus clases en las universidades populares); aunque a decir verdad a veces sus posturas más parecen balancearse entre el Único y su propiedad stirneriano y el individualismo solidario-, para posteriormente pasar a elogiar a Proudhon, con tal fin , y con una mala fe de no creer, le compra con Marx, al que se le echa en cara sus orígenes burgueses, su boda con una joven procedente de la aristocracia, ser un estudioso que no trabajó en su vida, que tuvo una hija con su criada, que era mantenido por su amigo Engels-con el dinero de la plusvalía que se extraía a los obreros ingleses- , no tenía contacto con la lucha, ni con el pueblo, hacía trampas en el recuento de votos en la Internacional, nada positivo carga en el haber del autor de El Capital: ni su lucha, ni las brechas abiertas con sus escritos, ni sus huidas escapando de la policía de diferentes países…nada de nada; es más, en él ya estaba encarnado el futuro en forma de Lenin, Stalin, Mao o Pol Pot…en fin, también ha habido otros continuadores, frente al monopolio de la versión única que con indudable mala baba propone Onfray, los situacionistas ( muy en concreto Raoul Vaneighem), los marxistas-libertarios ( Daniel Guérin, al que dice que le abrió las puertas con algunas de sus obras, para más tarde darse cuenta de que Guérin era más comunista que anarquista…) , no hace falta hurgar mucho para hallar ciertas vías, enfrentadas al comunismo autoritario, con claras huellas marxistas ( Karl Korsch, Rosa Luxemburgo, Gustav Landauer, Antton Pannekoek..y las prácticas de, por ejemplo, el POUM. No sigo.

Como decía sus alabanzas a Proudhon van desde sus orígenes humildes, a su trabajo manual, su autodidactismo, a su presencia en las luchas que le hizo para con sus huesos en la cárcel…Dos varas, dos medidas: algunas acusaciones sobre su antisemitismo, su homofobia, su falocratismo y misoginia, defensor de la propiedad-él que había afirmado solemne que la propiedad es el robo- su influencia en un Cercle Proudhon que apoyaba al gobierno de Vichy…En fin, todo queda perdonado, a Marx nada se le atribuye ,ni nada se le perdona: ¡ culpable!

De sus explicaciones sobre el gobierno anarquista, el Estado capitalista, el capitalismo anarquista, que Onfray pone en pluma de su maestro…pura inconsistencia: no vale con cambiar de nombre para que la cosa cambie que es lo que hace , ya en plan de trilero descarado, Michel Onfray …la tríada ( gobierno, Estado, capitalismo) están bien siempre que se pongan del lado de los pobres; el capitalismo nada de malo tiene: que unos inviertan para dar trabajo a otros y para crear riqueza nada tiene de reprensible…; así él se dice anti-liberal pero no anticapitalista(?). Nada comentaré de lo endeble de sus endebles equilibrios buenistas ya que desde las propias filas anarquistas-muy en concreto desde Le Monde libertaire– no se ha hecho esperar las airadas críticas …de Michael Paraire, Jean-Pierre Garnier, Bertrand Louart y otros muchos que le han criticado su amor a la tecnociencia, a sus falacias históricas, a sus elucubraciones pro-capitalistas…¡ De no creer, vamos!

El islam

Con el fin de no matar a nadie( me refiero a la extensión del artículo), tras el recalentón sufrido en la lectura anterior, quisiera dar cuenta de manera esquemática de su « Penser l´Islam » ( Grasset, 2016).

El libro que fue publicado previamente en Italia, para evitar su publicación con el aniversario de la masacre de Charlie Hebdo, y consiste fundamentalmente en una larga entrevista que concedió a la periodista argelina Asma Kouar. La entrevista es acompañada de una breve introducción en la que se ven algunas declaraciones suyas-en entrevistas y twiter- que hicieron que fuera vapuleado por todos los costados , y en una conclusión se incide en las broncas que suscitaron algunas declaraciones suyas tras los ataques del Bataclan, etc.

El libro sirve para una detallada puesta de los puntos sobre las íes, sobre el compasionismo promovido por los gobernantes y los medios de comunicación al unísono; el que se sale de la versión oficial son traidores, filoterroristas, …es el caso de Onfray, cuyas posturas al respecto resultan cabales donde las haya: quienes han declarado la guerra ha sido Francia que en su momento se unió a Bush padre y luego al hijo: bombardeos de Iraq, Afganistán, Libia, Siria, Mali…Onfray se pregunta cómo es posible esperar que si tú atacas ellos no van a responder. Antes se ponía el acento en que eran unos tarados aislados, con abundante currículo psiquiátrico y delictivo, que el islam no tenía nada que ver a pesar de los atacantes reivindicasen la venganza en nombre de Alá. Tras muchos vaivenes se decreta cuál es la postura adecuada: estamos en guerra, ellos nos la han declarado, ellos son terroristas, son unos bárbaros…se evita mostrar imágenes de los resultados mortíferos de las bombas francesas y las víctimas civiles, mujeres y niños, que ellas provocan en países lejanos. Ante esta primacía de las palabras huecas, que llaman a la unión patria con banderitas, velitas, y florecitas, y ante los ataques-realizados por ciudadanos franceses- enviar portaviones y toda la vaina. Onfray mantiene que la única salida es: retirarse de la acción criminal emprendida por los USA, usar la vía diplomática y tratar de hallar formas de diálogo con la otra parte. Ni llorar, ni reñir, solo comprender; este lema es el que guía a Onfray y el que le ha valido mil y una crítica por salirse de las prietas filas.

Imposible resumir la entrevista ya que abarca una enormidad de temas tanto de actualidad como de análisis de la propia doctrina musulmana, el enfrentamiento entre civilizaciones y las posibles vías de solución. Es obvio que hay diferentes rostros del islam: unos representan el ala tolerante, pacífica ( y se acogen a algunas suras de El Corán), otro mantienen la visión intolerante, guerrera, etc. Siendo esto cierto también lo es que algunas afirmaciones del libro sagrado de los musulmanes contiene algunas prescripciones machistas, misóginas, defensoras de la guerra y la tortura, decapitaciones, latigazos, palizas a las mujeres, homofobia latente, …que sería deseable acomodar a los tiempos modernos. Cuestiones como el laicismo, el relativismo, etc. son tratados en una animada, y por momentos hasta tensa, conversación.

Sin extenderme más sí que quisiera subrayar algunas posturas defendidas por Onfray que, una vez más, me parecen fruto de la mala fe, de unas innegables fobias, y de una falta de equilibrio notable: Ex abundantia cordis os loquitur…y dejándose llevar por el corazón , la boca o la pluma, se le calienta y…así. A la menor, en cuanto aparece la ocasión, aprovecha para lanzar pedradas a Sartre, a Badiou, a Roudinesco, …sin hablar de Marx o Freud, verdaderas bestias negras del caballero; en su libro en el que revisa la revolución francesa del que luego hablaré, llega a presentar a Eric Hazan como el editor de Badiou y Zizek ( ¿ es pecado editarles? ¿solamente les edita a ellos? ¿ y a Onfray quién le dita y a qué otros escritores publica el editor de Onfray?…).

Pues bien, 1) refiriéndose a la izquierda, digamos que, consecuente de su país, y las relaciones que ésta mantiene con algunas organizaciones y sectores del islam, no se corta a la hora de calificar a los líderes del PCF, del Front de Gauche, a algunos Verts, al NPA ( que además presentó en sus listas una joven con velo) de misóginos, homófobos, teócratas, y demás lindezas ya que según la singular mirada de Onfray todos ellos claudican ante las imposiciones mulsulmanas…¡Un poco de por favor! Baste leer, a modo de ejemplo, la última obra de Alain Badiou, una de las fijaciones de Onfray ( « Notre mal vient du plus loin. Penser les tueries du 13 de novembre ». Fayard, 2016), para leer que .« Daesh es una firma comercial que vende petróleo, obras de arte, algodón, armas, montones de cosas. debidos al saqueo y a la reducción y esclavitud de cautivos y cautivas . Y sus mercenarios son de hecho asalariados, con algunos privilegios suplementarios», no cortándose a la hora de afirmar que sus soldados mantienen unos postulados claramente fascistas; no dudo que habrá quienes mantengan la simpleza de quien ataca a mi enemigo es mi amigo… 2) no es lo mismo ser antisemita que ser antisionista, mezcolanza típica que se utiliza con el fin de defender el colonialismo y el apartheid del estado de Israel. En este terreno no podían faltar Badiou, ni Bensaïd a la hora de calificarles de cómplices de los negacionistas y de todos aquellos que quieren destruir el estado de Israel, la pasada es de varios pueblos, de los grandes. 3) Por algunas frases que suelta con indudable desparpajo, da la impresión de que os palestinos casi se merecían lo que les llegó debido al comportamiento infecto del Mufti de Palestina y su colaboración con su amigo Hitler ; de igual manera es una sandez malévola señalar que el abuelo de la responsable de comunicación de la Autoridad palestina era negacionista…De qui c´est la faute? Sûrmente la faute c´est à Rousseau! 4) Ante la pregunta sobre la islamofobia que planea con persistencia en el estado francés, Onfray se sale por peteneras, enredándose en cuestiones de etimología ( como en su momento lo hizo Oliver Rolin), y así escamotea la notable animadversión que existe en el Hexágono contra los musulmanes ( por su aspecto, por su modo de vestir…por su asimilación con los autores de los atentados…). No se da, desde luego, respuesta contundente alguna cuando se quema una mezquita que si arde una sinagoga…pues nada,, oye, que eso no denota islamofobia alguna ( que vendría a significar miedo al islam) sino misislam ( en paralelo a palabras que tienen el prefijo mis para indicar rabia a misoginia, misantropía…). 5) Con respecto a la reivindicación de las Luces, pues nada estupendo, que ahora en vez de proponer la radicalización de las Luces y sus representantes( Meslier, La Mettrie, Mapertuis, Hélvetius o D´Holbach) como proponía hace ya unos años en Les ultras des Lumières. Contre-histoire de la philosophie 4 . (Grasset, 2007), se haya pasado a la franja de los cristianos, más o menos, laicizados que es como los calificaba con condescendencia.

En fin, que lo de Spinoza: nec ridere, nec iugere neque detestari, sed intelligere…queda muy bonito, pero detestar, detestar, lo que se dice detestar Onfray lo hace a troche y moche, y con unas fijaciones de libro ( no psicoanalítico, por supuesto).

Revisando la revolución francesa

Para no extenderme en demasía, que creo que ya lo he hecho, simplemente señalaré el esquema con el que se mueve Onfray en su revisión, por figuras, de la revolución francesa. El rey y frente a él, con sus más y menos, los Montagnards ( jacobinos) y los Girondins. El rey, bonachón. Los líderes de los jacobinos unos verdaderos bestias: Robespierre oportunista, cambiachaquetas, arribistas, oportunista y sanguinario; Marat, un verdadero despropósito al que únicamente le faltaba , como a los vampiros, alimentarse de la de todos los enviados a la guillotina ( cantidades industriales); Saint Just…por el estilo. Ellos engañaban a las enfurecidas masas, alimentando sus pasiones tristes, el resentimiento y el odio de los pobres. El impulso de la virilidad, de la violencia y de la testosterona. Frente a ellos el triunfo de la razón, de las mujeres, de la periferia frente a París, del buenrollismo, de la filosofía frente a la brutalidad de quienes usurparon la revolución, convirtiéndola en centralista, autoritaria, dirigida y violenta. Como representación ejemplar de lo dicho, son presentadas Olympe de Gouges, Manon Roland, Charlotte Corday, Théroigne de Méricourt y Germaine de Staël. Algunas de ellas avanzadas pioneras del feminismo, todas ellas-con sus más y sus menos en la onda girondina- acabaron su vida o bien en la guillotina o bien en la locura.

La innovación esquemática de Onfray tiene ya unos años: el negacionismo revisionista ha ganado bastantes enteros en los ámbitos académicos desde el giro de François Furet.: el acento puesto en las bestialidades, la guillotina, los apaleamientos, los casos de canibalismo, los baños festivos de sangre…¿ Ante semejante panorama, no hubiese sido mejor que la revolución no hubiese tenido lugar? Ya de paso, Onfray juega a los anacronismos y señala el culto a Robespierre y a los jacobinos como trampolín para la revolución autoritaria de los bolcheviques y todas las que vinieron.

Las simplificaciones, abundan , el maniqueísmo también, la moviola angelical funciona a todo gas…No me extenderé, allá cada cual con su revolución, Onfray por su parte, arrimando una vez más el ascua a su sardina libertaria, une los retratos de los buenos que desgraciadamente no ganaron y de los malos, malísimos, que vencieron dando lugar al terror. Su combatividad por defender sus posturas, alejadas de la versión oficial-establecida por historiadores comunistas o ex – le lleva a buscar prestigio en filósofas de prestigio, con tan poca, o desenfocada, puntería que a Hannah Arendt le hace decir lo contrario de lo que dijo: la ventaja de la revolución americana es que únicamente se centró en la reivindicación política , mientras las europeas-muy en concreto, la francesa- tomó derroteros indeseados por poner el acento en las reivindicaciones sociales…¡ Justo al revés de lo que le hace decir, el precipitado, o malintencionado, Onfray!

Para concluir

  1. A) Tal vez se deba a que mis lecturas( en especial Furet y Soubol) hayan sido de autores comunistas o ex – siempre con la defensa del modelo bolchevique en la mente- pero desde luego la visión que da Onfray además de simplificada es de un maniqueísmo que atufa. Desde las propias filas anarquistas también se ha criticado con firmeza sus posturas sobre los hechos revolucionarios que ya había dejado ver , salpicada, en su contra-historia, en su La Religión du poignard. Éloge de Charlotte Corday ( Galilée, 2009) o más tarde en su libro sobre la vida filosófica de Albert Camus ( L´ordre libertaire . Flammarion, 2012)

  2. B) El escribir a la contra no es garantía de nada más que-en pura tautología- escribir contra, no supone supuesta razón suficiente que confirme la rebeldía, la insumisión, la irreverencia, etc. Del mismo modo que escribir por supuestas buenas intenciones no supone hacerlo con rigor.

  3. C) No hay por qué coger en bloque todo lo que dice un autor, más difícil resulta con éste que salta en todas direcciones, sino servirse de sus obras como de una caja de herramientas: se toman aquellas que resultan útiles, se dejan reposar las que de momento no hacen falta, y…las que están oxidadas o estropeadas à la poubelle. En la presente ocasión la verdad es que la caja va quedar inutilizada.

Y…dos nombres propios:

Deleuze: decía hablando de les nouveaux philosophes: «LA ley, EL poder, EL maestro, EL mundo, LA rebelión , LA fe, etc. Puden hacer así mezcolanzas grotescas, ualismos sumarios, la ley y el rebelde, el poder y el ángel,. Al mismo tiempo, cuanto más débil es el contenido de un pensamiento, más importancia pierde el pensador, y más el objeto de enunciación se da importancia en relación a los enunciados vacíos ( “yo, en tanto que lúcido y valiente , yo os digo…»…suena tal vez, al menos en esta ocasión, a aquello que dijese el bueno de Alfonso Sastre de anarquistas à la violeta.

Chaminade : que se me perdone que traiga a colación un recuerdo de niñez / primera juventud que me ha venido a la cabeza al leer este libro. Por si alguien no lo sabe, y si a alguien le interesa, diré que el padre Chaminade fue el fundador de la compañía de María, conocidos como marianistas. Pues bien, en el cole los alumnos tenían un librito con las vidas y milagros de tan pío personaje, que ahora no sé si será ya beato, santo o supersanto…El caso es que en una de las estampas que ilustraba el libro de marras, a parecía el pobre padre, con babero y toda la copla, corriendo, perseguido por una serie de personajes amenazantes con palos, llegado a un cul de sac ( vamos, a una habitación sin salida), el reverendo se queda en una esquina cuando por la puerta entraban los desalmados, despeinados, sin afeitar, mal vestidos, con cara de bobos perdidos…se jodió; pues no, la virgen María le tapo con su virginal manto y los gárrulos se fueron por dónde habían venido. Nosotros niños, pasmados decíamos jodé que malos, con lo bueno que era el padre; los frailes endosaban su mensajes Y así, oye.

Más

El que quiera más, aquí van algunos enlaces de algunos artículos escritos en esta red sobre Onfray :

http://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/84538-michel-onfray-santo-o-villano

2014.kaosenlared.net/kaos-tv/100420-m-onfray-yo-y-nosotros-ética-y-estéticahttp://

2014.kaosenlared.net/kaos-tv/91825-michel-onfray,-contra-historia-de-la-literatura#http://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/50848-%C2%BFolvidar-a-freud#

http://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/2360-el-mayor-grado-del-ordenhttp://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/44228-la-historia-de-la-filosof%C3%ADa-seg%C3%BAn-onfray#

http://2014.kaosenlared.net/component/k2/44228-la-historia-de-la-filosof%C3%ADa-seg%C3%BAn-onfray.html?tmpl=component&print=1

http://2014.kaosenlared.net/secciones/94920-disputas-anarquistas#