Lesung aus Kafkas frühen Werken durch Reiner Stach und Franz Schuh im Rahmen der Salzkammergut Festwochen in der Hipphalle in Gmunden. Dieses Bild zeigt den Literaturwissenschaftler, Autor einer Biografie über Franz Kafka und Publizist Reiner Stach

Por Iñaki Urdanibia

Obra que da un visión amplia de aspectos nada conocidos del escritor, que echan por tierra muchas de las visiones elevadas a leyenda.

Tanto su escritura como la propia figura de Franz Kafka han dado lugar a mucha literatura, interpretaciones, retratos que le han considerado como un certero anunciador de incendios, como un profeta del proceso de burocratización de las sociedades, también se han propuesto interpretaciones psicológicas, religiosas o políticas; aun quedándome corto, dan idea de semejante abundancia y pluralidad, algunos nombres que tengo a mano y que señalo: Gúnther Anders, Benjamin Balint (Kafka en los tribunales – Kaos en la red), Walter Benjamin, Roberto Calasso, Elias Canetti, Josef Cérmák, Pietro Citati, Gilles Deleuze et Félix Guattari, Frederic V. Grunfeld, Luis Izquierdo Moreno Claros, Gustav Janouch, Michael Löwy, Marie José Mondzian ( Kafka y la deconstrucción del imaginario colonialista – Kaos en la red), Marcel Reich-Ranicki, Álvaro de la Rica, Joachim Unseld, Klaus Wagubach… y no sigo.

No he nombrado en la amplia, e incompleta, lista a un autor que merece un lugar de honor entre los estudiosos: Reiner Stach (Rochlitz, Sajonia, 1951), del que acaba de ver la luz un sabroso «¿Éste es Kafka? 99 hallazgos», obra que fue precedida con la publicación, en Acantilado, hace cinco años por una detallada y rigurosa biografía, en dos volúmenes: Los primeros años. Los años de las decisiones. Los años del conocimiento.

No es tarea fácil dar pormenorizada cuenta de todo lo que se descubre en el libro poliédrico, ya que el número de noventa y nueve píldoras, muchas de ellas pueden ser catalogados de pildorazos, se extienden por diferentes aspectos de la persona, la vida y la escritura del praguense. Anotaciones de sus diarios, borradores de cuentos proyectados, primeras versiones luego retocadas para su publicación, cartas a su editor, a su hermana y otras, opiniones de sus novias y amigas (Milena Jesenská, Felice Bauer, Dora Diamat,…) y amigos como Max Brod, que luego sería el albacea de sus obras, y de compañeros de estudios, que se acompañan de curiosas fotografías, nos plantan ante una mirada diferente acerca del personaje, una mirada alternativa.

A través de todo ello podemos conocer sus fobias y sus filias, su afición a la natación y a la gimnasia, hasta el punto de soñar con ser campeón olímpico de la primera de las disciplinas deportivas nombrada, algunos comentarios picantes que muestran que Kafka no era ningún mojigato, la recepción de su obra por la crítica y por la prensa en general, algún premio de prestigio compartido por maniobras de Brod, la participación en algunas trampas escolares, inventos de aparatos que ya habían sido inventados no sabiéndolo él, asuntos laborales en la compañía de seguros de accidente en la que trabajaba, su tuberculosis galopante y las posibles soluciones, pura broma, que sus familiares llegaron a creer sin caer en la cuenta de que el 1 de abril se celebraba en Austria el día de las inocentadas. La mala suerte de que cuando iba a ser condecorado por su labor con los heridos de guerra, el imperio austro-húngaro se fue al garete, la elaboración de una guía de viajes ideada junto a Max Brod que no llegó a culminar, con el mismo amigo, ideó un negocio que pensaban que iba a convertirles en millonarios y que fracasó desde el inicio. Entramos en alguna lectura pública de su En la colonia penitenciaria, que resulta intragable a no pocos espectadores, siendo él, junto al lector del relato( Franz Kafka, avisador de incendios – Kaos en la red), el único que permanece en la sala. Sus estudios con el fin de aprender la lengua hebrea, y una utopía de obreros con resabios sionistas o si se quiere anarquistas, las vaciladas acerca de su jefe del trabajo, también somos puestos al corriente de su relación con el dinero, respondiendo a los dos extremos: agarrado y espléndido hasta las cartolas, su gusto por la cerveza, sus flirteos y sus relaciones con prostitutas; referencias sobre su célebre carta al padre, sus notas acerca del personaje de Samsa, y sus viajes, la primera vez que subió en metro, no en su país en el que todavía no existía, sus manías a la hora de escribir, los detalles de su escritorio, sus gozos y sus llantos, sus canciones preferidas, su contemplación de algún cuadro, su interés por las historias de indios, fundamentalmente de los amazónicos, aunque luego mostrase su deseo de ser pielrroja, algunas falsificaciones de firmas, entre otras una de Thomas Mann… En fin, todo un abanico de escenas, agrupadas en ocho apartados (Peculiaridades, Emociones, Leer y escribir, Sainetes, Ilusiones, Otros lugares, Reflejos y Final) que sirven para conocer de cerca a este genio de las letras, desmontando las diferentes leyendas que en torno a su figura se han difundido.

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P.S.: Y ya puestos a…, más sobre el escritor:

Siguiendo la pista a Kafka – Kaos en la red