Por Iñaki Urdanibia

Titulo este artículo del modo que lo he hecho como contrapunto a la nefasta expresión de «merienda de negros» (la doctísima RAE lo define como «Confusión y desorden en el que nadie se entiende»), cuyos tintes despectivos y racistas brillan con descaro, hasta tal punto funcionan los prejuicios y las ideas recibidas, provenientes de los tiempos de la esclavitud, que el ilustrado Kant, en su «Observaciones sobre lo bello y lo sublime», venía a decir, y cito de memoria, que con los negros se ha de recurrir al palo para que dejen de alborotar. ¡toma Ilustración!

Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, ha publicado la conversación entre Bell Hooks y Cornel West: «Partiendo pan. Vida intelectual negro insurgente». El libro traza un panorama en lo que hace a la situación de marginación de los negros, los prejuicios en torno a ellos, además de hurgar en las valoraciones o descalificaciones con respecto a los intelectuales comprometidos en la lucha por la emancipación, de la que ambos autores son destacados componentes, de quienes por cierto se ofrecen cumplidos retratos de sus respectivas actividades y maneras de enfocar las cosas.

Comienza el periplo señalando el fenómeno de divinización de personajes como Obama y Michel Obama o Hillary Clinton, y toda la cohorte de personajes, también entre los negros, que son venerados y ensalzados al no representar ninguna postura crítica, ni rebelde ante el estado de cosas; al tiempo se censuran obras, como algunas de las suyas, o se trata de ocultar sus mensajes, arrinconándolos, excluyéndolo de su participación en diversos foros, haciendo que se oígan unas voces mientras que otras son silenciadas.

Las cifras salen a relucir y así en la pretendida guerra contra las drogas, las cárceles se llenan, siendo la inmensa mayoría de los presos pertenecientes a la comunidad negra. Junto a esta situación que denota racismo y discriminación, la máquina de difamar también se pone en marcha, al difundir las maldades de los negros en lo referente al sexo, a su patriarcado proverbial, etc. No niegan los autores que algo de eso se dé en algunos casos, pero generalizar es mentir y el propósito de esto es marginar, excluir y crear ciudadanos de segunda, por no decir ofrecer la imagen de salvajes, cercanos al reino animal; esto no quita para que subrayen las grandes dificultades que tienen las mujeres negras de practicar el feminismo en el ambiente dominante de misoginia. Reivindican el papel de la iglesias como punto de unión y fraternidad entre los miembros de la comunidad. Las denuncias acerca del creciente número de depresiones en los miembros de la comunidad negra son ocultadas, dándose la circunstancia de que desde que florecieron las denuncias la situación ha empeorado a ojos vista.

Como ya queda señalado desde el principio se silencia a unos, vilipendiándolos, mientras que la escena y los medios son copados por los buenos. Por su parte los autores reivindican el amor, el diálogo permanente como manera de sanar la vulnerabilidad patente, de apoyarse y mostrar solidaridad hacia los más débiles. La propuesta de comunión y participación, presente en los rituales cristianos, son imagen de entrega, de creación de lazos, etc.; Partiendo el pan es un intento de enriquecer nuestra vida y construir una sociedad más justa a base de luchar con el pasado y el presente, la teoría y la práctica, la política y la espiritualidad» cierto es que resulta llamativo, por decirlo así, las expresiones, podría decirse plegarias, en lo que hace a pedir ayuda al Espíritu Santo y otras demandas piadosas, siendo cierto y así los señalan los autores que el espíritu religioso siempre ha estado presente en seno de la comunidad negra, como se puede ver con los ejemplos que aportan: Martin Luther King, Malcom X, y en el campo de la música, el surgimiento del godspell, o la imagen de ciertos cantantes como Marvin Gaye o Ray Charles. Lo dicho, no quita para ver que el sentido que ellos dan a la espiritualidad se sitúa más allá de iglesias e instituciones, basando sus posicionamientos en el servicio a los demás, asumiendo riesgos y sacrificándose; una ética de servicio que tiene en cuenta las clases sociales..

La pretensión de Bell Hooks y de Cornel West, es que su libro no sea sólo para negros ya que ellos afirman que reconocen la humanidad negra pero también la critican, a la vez que tratan por todos los medios zafarse del yugo intelectual que ha sometido a no pocos intelectuales negros en el pasado.

Por su parte, la mujer nombra, y denuncia, el ambiente que se vive en la universidad de Yale, donde ella trabaja, de celos, envidias, competitividad, zancadillas, sin obviar la asentada ideología corporativista que allá reina.

La alegría en la lucha que reivindican, y practican, les conduce a dar cabida a la memoria deteniéndose en la tradición y también en el presente, recordando las huellas dejadas por Luther King, Malcom X, o por Angela Davis, al tiempo que reivindican las obras literarias de Toni Morrison – que fue el tema de la tesis de Bell Hooks – , de James Baldwin, etc.

Destacable resulta en sus conversaciones el nombre de Foucault y su insurrección de los saberes sometidos, vía que ellos pretenden seguir; desmarcándose del mujerismo (womanism) y reivindicando la sencillez frente a la jerga academicista..

No se privan para concluir en destacar la importancia del jazz o de la afroamericanización de las músicas de los jóvenes blancos.

El libro entrega el ejemplo del compromiso de estos dos grandes amigos, la escritora y activista Bell Hooks (1952- 2021), y el filósofo y crítico social Cornel West (1953), al tiempo que en sus vivas conversaciones, que se presentan, ofrecen un repaso a aspectos de la cultura popular, del futuro y de los empeños colectivos a impulsar.