Por Iñaki Urdanibia

A no ser que con posterioridad se publiquen inéditos, y de Pirineos abajo libros no publicados, la escritora guadalupeana ha fallecido tras una larga enfermedad a la edad de noventa años, de modo y manera que su voz se ha callado, aunque sus obras permanecen como grito contra el racismo, el colonialismo y la violencia.

Acababa de leer su último libro publicado por Impedimenta y de escribir estas líneas, que pensaba que verían la luz la semana que viene; adelanto su publicación como homenaje a la potente escritora.

Vaya una aclaración del título ya que qué duda cabe que puede sorprender: no le duelen prendas a la escritora nacida en Guadalupe, provincia francesa perteneciente a los eufemísticos DOM / TOM… territorios o departamentos de ultramar, Tiens!, a la hora de reivindicar un cierto canibalismo, señalado por la propia Condé, que se da por parte de los propios colonizados a la hora de emplear además de la lengua, las formas de escritura del colonizador… podría hablarse de una relación recíproca y sino que se lo preguntase, por ejemplo, a Pablo Picasso y su inspiración en el arte africano, o los colores imaginativos de ciertas escrituras, nada digamos de músicas. Dicho esto, ha de añadirse que el título de este, su último libro, emplea el término: «Historia de la mujer caníbal», editado por Impedimenta. En la novela asoma como es habitual en la escritora de Condé el combate contra el racismo, la segregación y la violencia, en los que siempre llevan la peor parte las mujeres; no se tome, no obstante, la expresión como una narración panfletaria o similar, sino que el denominador común señalado se presenta de diversas, y originales, formas literarias en sus novelas, y en esta en concreto de manera desbordante.

Podría afirmarse sin titubeo algunos que la escritora conoce el suelo que pisa, ya que su condición de mujer negra, le ha supuesto ciertas experiencias nada agradables en diferentes países, de los numerosos en los que ha vivido, al igual que la protagonista de esta novela, Rosélie Thibaudin, nacida en la isla de Guadalupe y habiendo vivido en Francia, en algún país de África, en Estados Unidos, hasta finalizar viviendo en la Ciudad del Cabo, sin obviar que también ha vivido en Japón. Muchas geografías, ninguna raíz que le una de manera especial con ninguna parte: así pues, de muchas parte y de ninguna, o de todas, en una constante búsqueda de identidad, o al menos de sentirse cómoda. Lo dicho hace que la realidad narrada alcance una extensión que rebasa las fronteras para situarse en una nivel de generalidad ineludible. Está casada con Stephen, hombre cultivado donde los haya, profesor de universidad, especializado en literatura irlandesa, en contraste con el absoluto desinterés de Rosélie por tales asuntos, lo que no quita para que ell dediqué no pocos momentos a su afición: la pintura.

Un día Stephen sale de noche a por tabaco, acción ciertamente imprudente teniendo en cuenta la violencia latente que se da en la ciudad sobre todo a horas nocturnas, y no vuelve a casa ya que es asaltado por unos delincuentes que le asesinan; para entonces la pareja llevaba veinte años unida. El encargado de investigar el caso se mosquea ya que el hecho le resulta algo oscuro, la salida nocturna y el ataque padecido…la respuesta al pretendido misterio no se aclarará hasta las páginas finales de la novela. La mujer se encuentra sola y decide dedicarse como médium, como consta en la tarjeta que reparte en algunas tiendas: «Rosélie Thibaudin, médium. Especializada en casos imposibles». Su carácter expansivo y su capacidad para crear lazos amistosos hace que su labor resulte exitosa, no tanto por las posibles adivinaciones propia de tal tipo de seres, ya que al fin y a la postre su dedicación va a ir más por el lado de los masajes y las relaciones terapéuticas, terreno en el que obtiene cierto éxito con algunos de sus clientes en males relacionados, en especial, con la angustia, el insomnio o traumatismos varios.

La novela avanza con pausa, mas sin descanso en lo que hace a las diferentes vivencias del pasado de la mujer, de sus filias y sus fobias, que se mezclan con sus reflexiones; terreno auto- que va a verse complementado con la aparición de diferentes personajes lo que hace que el abanico se abra a otros horizontes de experiencias e introspecciones varias, en el campo de lo cotidiano, de lo penal (mención especial, la mujer que responde al nombre de Felia, en prisión por haber asesinado a su marido), etc.. Por medio de esa dosificación se hacen patentes los problemas relacionados con el color de su piel, lo que le supone rechazo por parte de los blancos, dándose a la vez, por parte de los de su mismo color la consideración de ser una traidora; incómodo entre dos. Puede aplicarse al caso aquello -orden del dicho invertido- de que no hay bien que por mal no venga ya que hasta la desapación de su marido, ella siempre había vivido al amparo de algún hombre, haciendo que ella adoptase las ideas y opiniones del varón, no preocupándose mayormente por tener ideas propias, ni por expresarse con voz propia, y muerto Stephen y encontrándose ella sola va a darse la ocasión para replantearse su vida iniciar una carrera de realización, creándose una situación en la que sus potencialidades van a convertirse en actos, y en logros, siendo ella misma… con el telón de fondo, como ya queda insinuado, del racismo, de las parejas mixtas, la violencia en la Sudáfrica del post- apartheid… con la inmigración de seres que huyen de dictaduras varias , la pobreza, el sida… Maryse Condé, en plena forma.

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¿Un regalo de Dios?

este artículo contiene dos enlaces que llevan, o deberían hacerlo, a dos recensiones de otros libros de la autora, de los años 2019 y 2020

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