Category: PAUL CELAN


Por Iñaki Urdanibia

Un día como hoy, 20 de abril, de hace cincuenta años el poeta Paul Celan puso fin a su vida en el XV arrondissement parisino… en noviembre, el 23, de este año hubiese cumplido cien años

«Esta palabra que se ha de circuncidar, que se ha de circuncidar por alguien, a alguien, esta palabra que hay pues que dar, y dar una vez circuncidada, entendámosla como abierta. Como una herida, diréis. Sí y no. Abierta ante todo como una puerta abierta al extranjero, al otro, al prójimo, al huésped o a cualquiera»

Jacques DerridaSchibboleth

«CON LOS PERSEGUIDOS en tardía, no / silenciada, / radiante / alianza»

Paul Celan

Y el silencio tomó cuerpo cuando el poeta acabó arrojando su desasosiego al Sena en un lluvioso mes de abril… ¿“Autoadivinación” como dijo alguien, premonición, larga rumia, pudiera decirse tal vez? Ahí está su poema escrito en 1962 que parece adelantar lo que de hecho sucedió años después: «Del sillar / del puente, del que / él rebotó / hacia la vida, en vuelo / de heridas, – del / puente Mirabeau». Hay profundas heridas que el tiempo no cura, afirmación que parece confirmada por la decisión del poeta quien puso fin a una existencia salpicada de altibajos depresivos, puso fin a una vida mutilada. Y Henri Michaux escribió a modo de kadish: «Paul Celan se encontró en el camino de la vida con grandes obstáculos, muy grandes obstáculos, algunos casi insuperables […] En él lo que era grave, era demasiado grave […] una sonrisa que había pasado por mil naufragios […] La cura que la escritura le proporcionaba no era suficiente […]. Se nos ha ido. Claro que podía escoger. El fin no será tan largo. A flor de agua, el cadáver tranquilo».

Ya había servido el puente a los poetas: así, Guillaumme Apollinaire: «Bajo el Pont Mirabeau discurre el Sena / Con mis amores / Por qué me lo recuerda/ Primero era el placer alegría después la pena / La noche va trayendo su momento / Van pasando los días yo me quedo».

Una poesía, la de Celan, hecha del balbuceos, de tanteos, de onomatopeyas que hizo desdecirse a Adorno acerca de la imposibilidad de escribir poesías después de Auschwitz; habla Derrida de «errancia espectral de las palabras. Esta retornancia no viene a las palabras por accidente, tras una muerte que les llegase a unas o se les ahorrase a otras».

En recuerdo de este aniversario, reúno varios artículos publicados sobre el poeta, que pueden servir de acercamiento a su vida y a su obra, amén de sentido homenaje.

¿Poesía después de Auschwitz?

+ Paul Celan

Obras completas

Trotta. Madrid, 1999.

Célebre resulta la repetida admonición de Adorno de que escribir poesía después de aquel acontecimiento sin respuesta – del que hablaba Maurice Blanchot – que quedó unido al nombre de Auschwitz («refutación de la doctrina especulativa hegeliana: todo lo que es real es racional, todo lo que es racional es real», en palabras de Jean-François Lyotard), el hacerlo decía el pensador frankfortiano era una impostura, recordando en su parecido a la prohibición camusiana de escribir sobre flores en los tiempos que corrían… Luego hubo de rectificar el autor de la Dialéctica negativa, y no sería aventurado afirmar que mucha culpa de ello la tuvo el poeta que traigo a estas páginas: Paul Celan.

¿Tan frívolo resulta escribir poesía, que ya desde Platón, fue actividad fue desterrada de la polis por dañar a ésta? La poesía de Celan, marcada por «una clara tendencia al enmudecimiento» -según su propia expresión- está en las antípodas de cualquier forma de formalismo preciosista y querubínico, o de cualquier modo de huida con respecto a los intereses de los humanos. Sus versos están hechos de la voz entrecortada del silencio y el dolor. Las palabras son buscadas con ahínco, hasta el punto de que podría decirse que el poeta espera a que lleguen, y las pule, retoca y hasta maltrata diría, con el propósito de hacerlas expresar con precisión el estado de un ser tensionado que quiere expresar lo inexpresable. Dos tensiones le fuerzan: por un lado, el horror impuesto por los nazis, que tan de cerca le hirió ( su familia casi en su totalidad quedó diezmada, y él hubo de padecer los lager); y, por otro, la utilización de la lengua de los verdugos (el alemán) – lenguaje que por otra parte era el materno -, pero tratando de huir de sus redes , de ahí los versos entrecortados, balbuceantes, sincopados… hasta la onomatopeya. La poesía de Celan refleja esta sequedad, plasmada con carencia de sintaxis, y en permanente búsqueda, ensayo, tanteos, hablando sin separar «el no del sí», ya que «verdad dice quien sombra dice » (cercano está el verso de J.V. Foix que hablaba de ir a la oscuridad para ver claro, o el machadiano). ¿Cómo encontrar palabras para expresar el horror? ¿Cuáles para escapar de la lengua usada por quienes cometieron semejantes atrocidades? ¡Poesía del silencio!

Un verdadero acontecimiento supone la publicación de la Obra completa del poeta. Edición completa en todos los sentidos: una presentación de Carlos Ortega plenamente medida, la traducción impecable de José Luis Reina Palazón recoge – salvando las innúmeras dificultades del verbo celaniano – el espíritu de los versos (sin desmerecer para nada las parciales versiones de Valverde, Siles, Valente, Fernández-Palacios o Sánchez Pascual), el carácter bilingüe del libro, los textos en prosa que tan bien sirven para conocer los entresijos de la poética del autor (en especial, el Meridiano).

Ahora tenemos la ocasión de paladear («¡Toma esta palabra – mi ojo la dice al tuyo! / ¡Tómala, dila como la digo, / dila como yo, dila despacio, / dila despacio, demórala, / y tu ojo – mantenlo abierto en tanto todavía!») la desconocida poesía de ese ser atormentado que no veía la poesía como reflejo especular de la realidad, sino que la complejidad de ésta había de ser como una botella arrojada al mar. Poesía no explícita, si se exceptúan algunos de sus primeros poemas, pero tampoco hermética; poesía que – ¿desgraciadamente? – tiene siempre un sentido, muchas veces difícil de captar, y muchas también ligado a anécdotas o acontecimientos, objetos, etc. que se cruzaron en la vida del poeta. Cada palabra tiene su sentido – simbólico o no -, cuyo problema consiste en saber interpretar, de ahí el desamparo y la ardua tarea del lector. Versos raspados, exprimidos, retorcidos, sin adornos, plenos de simbolismos varios, pegados a la vida, a los hombres (Hölderlin, Adorno, Heidegger, Éluard, republicanos españoles, anarquistas, socialistas, judíos,…) y a sus heridas, y… a la muerte.

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Datos

Nacido: 23 de noviembre de 1920 en Czernowitz, entonces ciudad búlgara.

Profesión: poeta, traductor y profesor.

Premios: Bremer Literaturpreis en 1958

Georg-Búchner-Preis en 1960.

Muerte: Se arroja al Sena el 20 de abril de 1970 en París.

Poesía y vida

Como ya ha quedado señalado, en nadie como en Celan se da una unión muy estrecha entre vivencias existenciales y obra poética. Nacido el 23 de noviembre de 1920 en Czernowitz (Rumanía), su país cayó primero en manos de los rusos, después de los nazis. Uno de los episodios que no le abandonó durante toda su vida fue la barbarie que estos últimos impusieron, a causa de la cual murieron sus padres, ambos en campos de concentración nacionalsocialistas (él a causa del tifus, ella de un tiro en la nuca). Paul se culpabilizó por no haber forzado a sus padres a esconderse, él lo hizo y logró escapar. Uno de sus más célebres poemas da cuenta de la maldad (Fuga de la muerte): de noche, de día… siempre el hombre que juega con las serpientes silba a los perros y a sus judíos…la muerte (negra leche). Desde joven plurilingüe, lector empedernido, y preocupado por causas solidarias. Todo lo dicho le marcó mucho en lo personal (heridas del alma que no curarán a pesar de la psiquiatría dura), en lo profesional (traductor y profesor) y en lo temático que reflejaba los aspectos recién señalados ( la barbarie, la lengua, el exilio…).

Tras huir de su país e instalado en París, este permanente exiliado, siempre acosado por sus persistentes obsesiones, acepta, en 1967, verse con su admirado Heidegger – filósofo de la poesía – con la pretensión de preguntarle sobre su actitud ante el exterminio nazi. El silencio del filósofo, lo recoge un poema (Todtnauberg ) en el que describe el insatisfactorio encuentro en la cabaña de la Selva Negra.

Su solidaridad con los antifascistas hispanos, hace que varios «¡No pasarán!» salpiquen sus versos. Siempre la vida, y… los versos. Hasta que su vida se unió con la muerte en las aguas del Sena, al que se arrojó desde el puente ya nombrado (Mirabeau) en un poema; poema que está encabezado por la frase de Marina Tsvietáieva: «Todos los poetas son judíos».

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Paul Celan, hermeneuta de la noche

+Paul Celan

Poemas y prosas de juventud

Trotta, 2010.

+ Alexis Nouss

Paul Celan. Les lieux d´un déplacement

Le Bord de l´eau, 2010.

Con la bella expresión que consta en el encabezamiento de este comentario calificaba Ricardo Forster al poeta galitziano junto a Walter Benjamín y otros. Ya antes del desastre de los lager, en los que conocieron el fin prácticamente todos sus familiares, y que él padeció en varios campos de trabajo, Paul Antschel – nombre original y real antes de pasar a llamarse – Paul Celan(1920-1970) vivió la noche, bajo distintas caras, desde su niñez: nacido en un país periférico (austro-húngaro, rumano, ruso, germano) que casi no era, utilizando una lengua que se movía en los márgenes minoritarios… nada auguraba grandes alegrías ni esperanzas en la vida del futuro poeta.

Mucho dio que hablar este poeta que fue quien con sus entrecortados versos hizo desdecirse a Adorno sobre la imposibilidad de escribir poesía después de Auschwitz, él que visitó a Heidegger en su borda de la Selva Negra no hallando más que silencio por parte del maestro alemán, él que se arrojase al Sena desde el parisino puente de Mirabeau… que hizo que pensadores (Lévinas, Derrida, Deleuze…) dedicasen páginas a su oscura poesía, al encarnar «la realización de lo imposible, no solamente la escritura de la poesía después de Auschwitz, sino la escritura en sus cenizas llegando a “ablandar este aniquilamiento absoluto”» .

Los comienzos

Fue temprana la vocación literaria de Celan. Su empeño por dar cuenta de la vida por medio de la escritura se inició a la sombra de Rilke, Hoffmannsthal, Trakl, Hölderlin, Goethe, para luego ir adoptando un estilo propio que se iba adecuando de un poema a otro, como si cada uno de ellos tuviese su propio código; escritura de la vida. Hundiendo las raíces poéticas en su familia, en su tierra y en su lengua materna, combinada con el rumano, como si estuviese enredado con los cabellos de su hermana, de su madre, en una relación que constituyese una continuidad, y una estrecha comunicación que se da entre el yo que escribe y el tú que recibe la palabra; «hablo alternando la primera y la segunda persona; utilizando tanto una como otra, digo lo mismo… El Más-extraño es, en tanto que desconocido, lo sencillamente amistoso; y en el poema, lo más próximo, lo inmediato, entrando en el Más-extraño, deviniendo así lo absolutamente próximo ». De este modo el lector se convierte en receptor de una botella lanzada a la mar, a las olas del alma.

Ya se ve en los materiales que ahora acertadamente se publican algunas de las que van a ser constantes del quehacer de Celan; ven la luz muchos poemas y prosas poéticas que hasta ahora permanecían ocultos, si se exceptúa a los especialistas, y que pertenecen a textos escritos, entre 1938 y 1948, antes de que Celan se trasladase a París, tras ser pillado en Berlín por la nefasta Noche de los Cristales Rotos, como sangrienta expresión de un antisemitismo desatado.

Primeros versos teñidos de la experiencia del dolor acompañado de un desánimo sin límites o de una resignación desesperada… «palomas pulverizadas, potencias de las flores…» marchitadas con frecuencia por la inminente – y luego cumplida – amenaza de la Shoah, que se convierte en el eje fundamental sobre el que pivota toda su obra, toda su palabra, toda su vida y hasta su muerte – sin entrar en interpretaciones causales – a finales de abril en el río parisino (su cadáver fue hallado el primero de mayo). Metáforas oscuras, sombrías, en las que lo acuático es reflejo del desastre, y las derivaciones fluyen en una rumia permanente entre los humanos y los paisajes que les sirven de escenario.

Un desplazado

El poeta es expresión nítida de desplazamientos varios que van desde los geográficos y afectivos hasta los relacionados con las interpretaciones de sus poemas y el sentido que se traslada como él, políglota consumado (hablaba además de su materna lengua alemana, el yiddish, el rumano, el francés y el ruso) lo hacía de unos idiomas a otros en su extenso trabajo de traductor; en su correspondencia llegaba a habar de ser el único habitante del país llamado Celania, llegando a dudar de su si lengua poética no sería un idioma solamente suyo. El sentido, el tiempo, la lengua y la vida desplazadas en un continuo movimiento que muestra que siempre está en camino el poema y su autor. El desplazamiento le llegó hasta la pérdida desesperada de su firmeza, provocada por una calumniosa acusación de plagio que pretendía que Celan se había apoderado de unos versos que había traducido, desplazándolos a su propiedad,… no fue el menor de los dolores que acompañó al poeta, como expresa su amigo, y también gran poeta, Yves Bonnefoy.

En las ruinas de Babel se mueve Celan como espejo de la destrucción y al tiempo de la preservación; y será esto último lo que abre en su obra un horizonte ético y hermenéutico que se alza por encima de un nihilismo disolvente y ubica la mirada en una ruptura que permanece como profunda cicatriz en medio del siglo pasado. Tal herida no ha de interpretarse como una negación de sentido o anulación de toda temporalidad sino como una invitación a inventar una nueva temporalidad reconstruida con los materiales del pasado, a modo de receptáculo de momentos presentes cristalizados como lo intentase el «buscador de perlas» – la expresión es de Hannah Arendt – Walter Benjamín; Celan por su parte recupera voces – algunas deudoras de los libros bíblicos y de la lengua hebrea – y las entrega a un diálogo, reclamando atención a un vosotros, a la palabra dicha por un nosotros, llamando a prestar oídos a los muertos por parte de los vivos… buscando rescatar la lengua alemana – manipulada hasta las entretelas como mostrase Víctor Klemplerer – de manos de los verdugos, de los asesinos, evitando así que deviniese lenguaje de la barbarie. Poesía que en vez de mostrarse con una apabullante positividad, titubea y trata de penetrar en lo más hondo de los poetas que le antecedieron y prepararon el camino, en cierto modo, al desastre que llegó («lo que ha pasado»)…

«LEVANTAMIENTO DE PALABRAS, volcánico/ recubierto por el bramido de la mar».

Si Marcel Proust decía que los grandes libros están escritos en una especie de lengua extranjera, Deleuze afirmaba algo que se adapta como un guante a la poesía celaniana: «lo que hacen, es inventar un uso menor de la lengua mayor en la que se expresan… Un gran escritor es siempre como un extranjero en la lengua que se expresa, incluso si ésta es su lengua materna. Al límite, toma sus fuerzas en una minoría muda desconocida que no pertenece más que a él… No mezcla otra lengua a la suya, elabora en su lengua una lengua extranjera que no le preexiste». ¡Así, Paul Celan!

Por Iñaki Urdanibia

«…el poeta no es juez aunque juzgue; lo suyo no es sentenciar trazando una frontera que por definición no se puede encontrar, sino que lo suyo es hacer justicia a los muertos»

(Jean Bollack )

«Fuimos. Somos.

Somos una misma carne con la noche.

En los pasadizos, en los pasadizos»

(Paul Celan)

No parece tarea fácil narrar por medio del cómic la vida de un poeta complejo, cuya obra – parte importante de ella al menos – reflejaba la megalómana y asesina empresa puesta en marcha por las luminarias nacionalsocialistas; para ser más exactos, la cosa tiene más bemoles cuando la trayectoria existencial, ajetreada y de desplazamientos varios, de Paul Celan, es realizada tomando como eje vertebrador uno de sus poemas más inquietantes: Fuga de la muerte, que es, por otra parte, el título del retrato gráfico realizado por Fidel Martínez y editado recientemente por Edicions de Ponent.

Con indudables tonos expresionistas, propios de los más paradigmáticos del expresionismo germano, Fidel Martínez con una equilibrada combinación de los trazos negros sobre los fondos blancos, que hacen que se den espacios huecos y llenos de líneas en fuga que hace que entremos en la interioridad del poeta retratado. El juego de los colores a los que aludo logra que los sentimientos experimentados por el protagonista (sujeto-sujetado) afloren y penetren en la mente del lector, sin obviar el ritmo in crescendo que empapa la historia en la misma medida en que la bestia parda iba haciendo más insufrible la situación, no sólo de Paul Celan sino de toda la sociedad que le rodeaba. Es destacable que la economía de colores y medios expresivos consiga dar cuenta del pulso en caída libre de la personalidad del biografiado , en el que coinciden su condición de poeta, de judío, y, más tarde, de dolorido superviviente.

Dolor, culpa y soledad van a la par desde las dos primeras páginas del volumen que marca el tono: no hay a dónde huir, la falta de escapatoria que siente el protagonista acodado a la barandilla del puente: el parisino de Mirabeau es en donde puso fin a su vida, fusionándose con las aguas del Sena. Premonitorios

los versos que había escrito en 1962: «Desde el sillar / del puente, desde el que / se estrelló / en la vida, volandero / de heridas, – desde el / Pont Mirabeau».

La primera persona se adueña del relato, hablando el poeta consigo mismo sobre el dolor que la liquidación de su familia le provocó de por vida; primera persona de quien nació en la capital de la Bucovina, en Czernowitz, perteneciente al imperio austro-húngaro y tras la caída de este, anexionada a Rumania, y posteriormente presa de las ansias de expansión de las potencias vecinas, del este y del oeste. Los recuerdos de los sonidos de niñez y las relaciones familiares: una madre que le dejó entre otras huellas, además de las afectivas, las del amor a la lengua germana (lo que no quita, sea dicho al pasar, la permanente desconfianza celaniana hacia la tradición alemana, como lo dejaba ver hasta en un poema dedicado a un pensador al que admiraba, Walter Benjamin: Port-Bou- ¿Alemán?-: «Nibelungos de izquierdas, nibelungos / de derechas: / renanizados, refinados, / un descombro/ Benjamín / os nonea para siempre, / él dice que sí» ), lengua que con el tiempo pasaría a ser la de los verdugos; y un padre que de manera autoritaria trata de imponer a su hijo el cumplimiento de las obligaciones y rituales de sus antepasados, los judíos (al cumpleaños siguiente al cumplimiento de sus trece años le tocó participar en el sabat; leyendo el pasaje de la Torá que relata la confusión de lenguas como castigo divino ante la soberbia de construir la torre de Babel); significativo texto para un ser que dominaría varias lenguas y que convirtió la palabra en el centro de gravedad de su vida. De todos modos, en vez de plegarse a los designios paternos, el poeta se enrolará en las filas del comunismo y se volcará en el apoyo a la cusa republicana que en tierras hispanas es atacada por el fascismo internacional. En esos momentos asoma casualmente una mujer cuyo nombre es Margarete, como uno de los personajes del Fausto de Goethe, prestándose el encuentro repetido, en círculos militantes anti-fascistas, a unas escenas de amor en el plano de la amorosa ensoñación .

Los primeros ramalazos de furia anti-judía se respiran y las limitaciones en los centros de enseñanza y otros se deja notar. El poeta con el propósito de estudiar medicina se traslada a Tours, y a su paso por Berlín, asistirá a los asaltos destructivos de la noche de los cristales rotos. No tardó mucho en volver a sus país, del mismo modo que no tarda mucho en que éste sea invadido por las tropas germanas. El comienzo de la segunda guerra convierte su tierra en botín, reparto propiciado por los acuerdos del pacto germano-soviético, primero de los soviéticos que no se andaban con pamplinas y que comenzaron a hacer reinar el rígido orden estalinista que cedió el paso a la invasión de la Wehrmacht.

La plaga nacionalsocialista tomó violento cuerpo persecutorio, se instala el gueto para encerrar a los judíos y se inician los transportes en vagones de ganado a los campos de Polonia; y allí comenzó el infierno familiar y personal de Celan, dejando en él una honda huella que no abandonaría le de por vida como sucedió con muchos de sus contemporáneos. Su madre muerta de un tiro en Ucrania, su padre de tifus en Auschwitz. Él, que cuando se llevó cabo la redada, estaba ausente del domicilio familiar se libró del nefasto transporte hacia la muerte, y quedó, eso sí, confinado en un campo de trabajo de Moldavia, siendo liberado en 1944.

Asistiremos, por medio de las oscuras y tensas imágenes, el mundo de los campos y los aullidos y latigazos de los SS… Sumido en la culpa por haberse separado de sus progenitores y su hermana, Celan escribía y recitaba sus versos… Y hasta esa época abarca la historia que se nos presenta, cuyas últimas páginas en las que se suceden viñetas mudas pero que son gritos de dolor, resultan francamente conmovedora hasta el estremecimiento, con el final en el que el propio Paul Celan comienza la lectura de su Todesfuge / Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos de tarde

La bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche

bebemos y bebemos

cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho

Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe

que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete

lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines

silba ante él a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra

nos ordena tocar a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche

Te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde

bebemos y bebemos

Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe

que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete

Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho

Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad

agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules

hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche

Te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde

Bebemos y bebemos

vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete

Tu pelo de ceniza Sulamit juega con las serpientes

Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán

grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire

así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho

Negra leche del alba te bebemos de noche

te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán

te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos

la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul

él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú

vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete

azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire

juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán

tu pelo de oro Margarete

tu pelo de ceniza Sulamit

Hasta ahí, como digo, llega el logrado retrato de Paul Celan, realizado por Fidel Martínez, dando sobradas muestras de dominio de la pluma y de su capacidad de distribuir las imágenes con un ritmo envolvente en lo que hace al escenario histórico general y al paisaje interior del poeta, centrando por otra parte su relato en los acontecimientos claves de la vida de Celan, y haciendo que la imagen ofrecida dé certera cuenta del motor que impulsó su poesía. Dicho esto, añadiré que si Paul Celan, anagrama de Ancel, que es su apellido en rumano, había nacido en 1920, la presentación que aquí se ofrece dura hasta 1944… veintiséis años le quedaban de vida, de atormentada vida, provocada por su condición de superviviente, tormento que fue acrecentado por algunas acusaciones infundadas de plagio, por parte de Claire Goll, que preocuparon hondamente a nuestro hombre como aclara el poeta recién fallecido Yves Bonnefoy (Ce qui alarma Paul Celan).

Una vida repartida entre sus clases de alemán en l´Ëcole Normale Supérieure, sus traducciones para organismos oficiales en Ginebra, o las literarias al alemán del ruso, el francés y el inglés: Osip Mandelstam, Arthur Rimbaud, Paul Valéry, René Char, Emile Cioran, Shakespeare o Emily Dickinson entre otros. Sin olvidar sus idas y venidas a diferentes centros psiquiátricos.

Sus relaciones afectivas con la pintora Gisèle Celan-Lestrange con la que contrajo matrimonio y tuvo dos hijos, uno de los que murió al poco de nacer; afectos que repartió igualmente con la poeta Ingebord Bachmann con quien mantuvo una estrecha relación personal y también epistolar .

En estos años posteriores a su liberación del campo de trabajo tampoco debe obviarse sus relaciones-o falta de ellas – con un par de destacados filósofos: con Adorno, con el que a pesar de las citas programadas no funcionó, con harto dolor para el poeta que esperaba las opiniones de quien dijese que escribir poesía después de Auschwiz era una indecencia o una impostura para posteriormente desdecirse – en su Dialéctica negativa se lee: «el sufrimiento perenne tiene tanto derecho a exteriorizarse como el torturado a gritar; por eso hay que considerar como falso el que no se pueda escribir ya poesía después de Auschwitz » – al conocer precisamente la poesía de Celan (frente a la afirmación tan citada como incomprendida del alma mater de la escuela de Francfort parece que cobraba pertinencia lo que más tarde dijera Imre Kerstez: después de Auschwitz lo que había que hacer es escribir más poesía sobre Auschwitz); el otro filósofo que prestó atención a su obra poética fue Martin Heidegger, y con él llegó a establecerse un encuentro que alcanzó el nivel de lo mítico, el de la leyenda dando lugar a muchas interpretaciones que van desde George Steiner (La poesía del pensamiento. Del helenismo a Celan) a Hadrien France-Lanord (Paul Celan et Martín Heidegger. Le sens d´un dialogue). Encuentro, coincidiendo de una lectura de sus poemas que Celan realizó en Friburgo y a la que asistió el brujo de la Selva Negra. El encuentro, paseo incluido, se desarrolló en la célebre cabaña (die Hutte) que Heidegger poseía en la Selva Negra y el resultado ante el silencio del anfitrión fue el poema que lleva el nombre del lugar:

Todtnauberg

Árnica, bálsamo de los ojos, el

trago en el pozo de agua con el

balde de estrellas encima

en la

cabaña

allí, en el libro

¿el nombre de quién estaba anotado

antes del mío?

allí, en este libro

la línea escrita

con una esperanza, hoy,

en la palabra de un pensador

que llegue

al corazón

humus del bosque, sin aplanar,

orchis y orchis, único,

lo crudo, más tarde, durante el viaje

auto,

evidentemente,

quien nos conduce, el hombre,

él también a la escucha

las sendas a medio abrir

con palos en el pantano

humedad,

bastante.

Paul Celan, una vida y una obra de continuos desplazamientos – de los que hablase con tino Alexis Nouss -: desplazamientos geográficos, de lengua, de sentido, de tiempo, de vida… en un desasosegado y permanente trabajo de anamnesis.