Por Iñaki Urdanibia

Novela de uno de los escritores más brillantes del actual panorama literario búlgaro.

Alex Popov (Sofía, 1966) es uno de los escritores más celebrados en su país (los numerosos premios dan fe de ello), además de ser miembro de PEN Club y promotor de algunas iniciativas culturales.

Muestra de su escritura desenfadada y crítica, que se combina con corrosivo humor, es la que está presente en su «La caja negra. Los perros vuelan bajo», publicada por Automática Editorial. En la novela, en la que planean ciertos toques surrealistas, funciona por parejas: entre las dos poblaciones que constan en el título de este artículo, entre dos hermanos, Ned y Ango, y otros pares, como el de dos sindicatos de cuidadores de perros, la Gente de correa y Dogsters, a los que han de añadir otros pares y subpares que se despliegan en multitud, BTE (Búlgaros que Triunfan en el Extranjero), GFAB (Gilipollas Fracasados Atrapados en Bulgaria), CTB (Club de los Búlgaros Triunfadores), CTM (Club de Triunfadores Muertos); con solo nombrar dichas siglas y su significado podemos ver que la cosa se trae en lo que hace al sarcasmo de las historias que se van sucediendo e intercalando por medio de capítulos alternos que se reparten entre los dos hermanos, y la narración de sus andanzas.

El punto de partida, que da título al libro, es la recepción en la capital búlgara de una caja negra en la que van los restos del padre de los dos hermanos, el catedrático Banov, que había fallecido prematuramente y en circunstancias extrañas en Filadelfia en donde era profesor de matemáticas en la universidad. Ned vive en la Gran Manzana y ha logrado ascender a la cima de Wall Street; su hermano tras haber fracasado en la editorial que había puesto en marcha en Bulgaria, se traslada al otro lado del charco, en donde se encuentra con su hermano después de quince años de separación. Con la pretensión de salir adelante, Ango, ha de comenzar por recorrer las calles, paseando perros; en tal tarea conoce a otros personajes que se dedican al mismo trabajo y que le proponen que se sindique en su organización de gentes de correa; grupo nuevo que ha de vérselas con el dominante en el sector, que por otra parte tiene lazos orgánicos y empresariales con una empresa de alimento perruno, Caníma. El otro hermano, Ned, tras haber metido la pata en su trabajo es enviado a su país, Bulgaria, con el fin de tratar de reflotar la sucursal que la empresa tiene por aquellas tierras de dios.

A partir de entonces, sin respiro ni descanso, las situaciones variopintas se van a suceder, haciendo que seamos introducidos en diferentes tramas y oscuros manejos, que hacen buena aquella copla de Evaristo de que del Este o al Oeste no hay dónde huir, si en cuenta se tiene que tanto en tierras búlgaras como estadounidenses money is money, y los negocios sucios (¿los hay limpios?)dominan por doquier.

Si Ned en su país de origen asiste temeroso al lugar en que está ubicada la empresa, lugar que está rodeado de trabajadores con pancartas de airada protesta es introducido en el ambiente, conociendo a un curioso personaje, Kurtz, que parece tener peso tanto en la dirección de la empresa como entre los trabajadores; el recién llegado trata de situarse en la compleja situación empresarial, que tiene por escenario la complejidad de un país salido del llamado socialismo real, en el que siguen dominando ciertos tics de los tiempos supuestamente pasados, eso sí, con vistas a implantar un mundo de negocios importado de los países occidentales. En la medida que Ned va adentrándose en los entresijos de los negocios, va conociendo ciertos hilos oscuros que atraviesan el tejido empresarial y también el social, aspecto que conoce al verse empujado a asistir a diferentes eventos y celebraciones. La muerte tomará la escena y con tal bagaje, e impresión , Ned volverá a su país a dar cuenta del estado de lo visto.

Mientras, Ango, que se ha quedado en la casa de su hermano, es invitado a un homenaje que la universidad va a dedicar a su fallecido padre, en tal sarao va a conocer a alguna mujer que le sirve de guía, y algo más, al tiempo que toma contacto con un ser cercano a su padre que, entre otras cosas, le entrega un coche enorme, la Gran Dama Blanca, que su padre le había confiado para que se lo entregase a sus hijos, descubrimiento de una herencia que será completada con algunas sumas de dinero nada desdeñables… En lo que hace al trabajo, se ve inmerso en aguas turbias, a lo que se ha de sumar que uno de los perros de cuyo paseo se encarga desaparezca, lo que va a suponer además de problemas con los dueños del can y también con los de la empresa, y ciertos contactos con singulares personajes que aparecen y desaparecen asomando en los lugares más insospechados y en defensa de las posturas más contradictorias, por lo insólito de ellas, ejemplar resulta en este orden de cosas la inefable Fiona; el descubrimiento de algunos negocios chungos, que le llevan a indagar, acompañado de su colaborador hermano, en algunas geografías en las que está instalada la empresa de fabricación de alimento canino, y su sistema realmente siniestro, que va a la par con los empleados no menos siniestros y dispuestos a recurrir a cualquier medio con el fin de defender la empresa y sus repugnantes sistemas de producción y sus caníbales materias primas. Acción que llevará a Ned al borde de la muerte, estado de umbral que será narrado de un modo realmente sugerente al dar cuenta de un estado algodonosa, entre la vida y el cese de ella, con los contactos de antiguos conocidos, muertos, y una posterior resurrección que le conduce a variar su vocación por las sendas numéricas transitadas por su difunto padre.

La acción no cesa, las situaciones variopintas se suceden, y las sorpresas que hacen que las cosas no sean lo que a primera vista parecen ser, hacen que la diversión esté servida, en una mirada en la que el mordiente crítico no se ausenta en ningún momento