Por Iñaki Urdanibia.

Una rigurosa y documentada obra que saca a relucir lo que no aparece en los manuales de historia norteamericana.

Habitualmente el conocimiento, por denominarlo así, de los indios es el que ofrecían las películas de indios y vaqueros; obviamente los primeros eran los malos y los segundos, los buenos, los civilizadores. Entre los primero no se hacían mayores distingos, o al menos servidor no se enteraba de ellos, y así se oían diferentes nombres: tribus, apaches, navajos, sioux, comanches… Al fin y al cabo estas distinciones no tenían mayor importancia ya que lo fundamental era que quedasen presentados como salvajes, bárbaros, delincuentes, gente – por llamarla así – que mostraba su atraso, su idiocia y sus costumbres que rozaban lo infantil, pues no demostraban mayor madurez a no ser en lo que hace a matar a los pobres colonos que por allá llegaban…bandas desorganizadas y chillonas…

Pues bien, la cosa parece, naturalmente, como bastante más compleja, y la necesidad de matizar parece digna de ser tenida en cuenta. Pakka Hämäläinen (Helsinki, 1967), profesor en distintas universidades (California, Oxford…) y destacado especialista en el siglo XIX norteamericano, es autor de un libro, «El imperio comanche» (Península, 2018) que da una visón rigurosa, documentada y nada habitual – colonialismo invertido – en lo que hace a la nación comanche; significativo resulta que más de doscientas páginas – de las setecientas de las que consta el volumen – sean ocupadas por las notas, la bibliografía y el índice onomástico. Lejos de las características negativas con las que iniciaba estas líneas, el autor da cuenta de una sociedad estructurada con sus formas de cultura y política realmente desarrolladas. Si en principio era una tribu de cazadores recolectores con el paso del tiempo se reconvirtió deviniendo una civilización que plantó cara a los grandes imperios coloniales, británico y españoles y desplazando a otras tribus indias, manteniendo sus relaciones económicas, mercantiles, y tratando de conservar su identidad contra viento y marea hasta su definitiva derrota. Desde los desfiladeros septentrionales del reino español de Nuevo México, se trasladaron – adoptando la cultura del caballo – desde las Grandes Llanuras del centro, a lo largo de tres generaciones, hasta convertirse en los «señores de las llanuras meridionales», en las tierras del ya nombrado Nuevo México, sudeste de Colorado y Kansas, todo Oklahoma y bastante del noreste y sudeste de Texas… de cuarenta y cinco mil miembros que llegó a contar en su momentos de mayor esplendor pasó a los diez mil actuales. El autor se centra en la historia que no cuentan los manuales e incide en la reinvención de los comanches que se erigieron en punta de lanza contra los contingentes europeos que trataban de adueñarse de las tierras haciendo que éstos pasasen a una postura de defensa para mantenerse ante el auge del imperio que florecía. El Sudoeste estuvo entre mediados del XVIII y medidos del XIX bajo el dominio de la comanchería, que se apoderó de diferentes tierras, materias primas para cuya explotación se servía de mano de obra europea y de otras tribus indias a las que dio el estatus de hermanas, adoptivas… y que también eran utilizadas como mano de obra, muchas veces en régimen de esclavitud. Esa potencia de fuerza era económica a la vez, ya que ellos llegaron a controlar todas las relaciones mercantiles y comerciales a la vez que extendían su cultura y su lengua ampliando su zona de influencia, la fortaleza interior se reflejaba en su fortaleza exterior. Esta dominación se traducía en la zozobra de los colonialistas españoles, europeos e incluso mexicanos.

Así como diferentes historiadores y especialistas han destacado el poder de ciertas culturas indígenas ( aztecas, incas y otros pertenecientes a civilizaciones precolombinas), hay otros que han quedado en la sombra, como los powhatan, los haudenosaubnce o los lakoa, por no mencionar los comanches que es en los que centra su escrutadora mirada Pekka Hämäläinen. Hurgando en la génesis y desarrollo en los pasos que estos dieron frenando a las fuerzas colonialistas y neutralizando a otras fuerzas locales. En esa lucha contra las potencias colonialistas europeas (francesas, británicas, hispanas…) nunca siguieron el modelo de imposición del colonialismo europeo. El carácter nómada, frente al sedentario por usar el lenguaje deleuziano, suponía que la implantación de los comanches de plasmará en un modelo rizomático, sin recurrir a un modelo arbóreo con una autoridad central y centralizada, ni un intento de implantar unos cánones culturales y morales, arquitectónicas, etc.; todo se traducía en una diseminación plasmado en un gobierno informal frente a unas supuestas estructuras formales y rígidas. El ascenso y asentamiento de los apaches vino favorecido por la expansión de los hispanos, los franceses y los (norte)americanos hacia otros horizontes lo que dejaba, por decirlo así, una espacio vacío. El verse rodeados, los comanches, hacía su supervivencia francamente difícil, más esta concentración forzada acabó convirtiéndose en un factor a su fortalecimiento, manteniendo unas redes de dominio fluidas y flexibles frente a la inflexibilidad de los colonos euroamericanos, siendo su propósito, a diferencia de los intereses colonialistas, coexistir, controlar y explora más que extenderse.

Pekka Hämäläinen hace un seguimiento de este sistema-mundo que sería a cierto nivel el núcleo del modelo que luego adoptarían otras ideologías, y prácticas, expansionistas, llegando en algunos momentos a resultar dominante, hasta con respecto al dominio colonialista hispano la presencia dominante comanche.

El análisis detallado que plantea la obra, además del planteamiento histórico que nos hace entrar en las interrelaciones que se establecían allá entre diferentes pueblos y los mestizajes que se producían, sirve bien para extraer lecciones a cuestiones que perduran acerca del colonialismo, los clichés sobre los pueblos indígenas y los cambios históricos, y de manera muy especial en los condicionamientos que este imperio, ignorado por la posterioridad, provocó en el asentamiento en el nuevo poder… con el punto destacable de que el proceso y las transformaciones es realizado desde ambas ópticas: desde la de los comanches y sus reconversión, y las de los colonialistas.

Un potente trabajo de investigación, podríamos decir que riguroso trabajo de campo, que desvela algunas cuestiones ocultadas o tergiversadas, siempre del lado de los vencedores que, al final, son quienes escriben la historia.