Por Iñaki Urdanibia

«Cierto día cogí un libro, lo abrí… Cada renglón poseía vida propia. He ahí, por fin un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el dolor se entremezclaban con soberbia sencillez. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal, como imprevisto. Se titulaba Pregúntale al polvo. Tendría una influencia en mis propios libros durante toda mi vida»

                                           Charles Bukowski

Cualquiera que se haya acercado a la escritura del escritor norteamericano de origen italiano John Fante(1909-1983) estará de acuerdo conmigo en que no le falta coña que combina, en su desparpajo, con el retrato, que puede considerarse poco menos que de sus propias vivencias, de los ambientes humildes y del desprecio xenófobo sufrido por las minorías; a una de ellas pertenecía él que más de una vez hubo de soportar las chanzas acerca de los macarronis. El escritor vio que su obra pasaba sin pena ni gloria, y solamente tras su muerte fue rescatado del limbo de las letras, jugando en ello un papel destacado Charles Bukowski al que no le dolían prendas a la hora de reivindicar el peso que Fante había tenido en su obra.

Stephen Cooper, biógrafo del escritor, en una de las visitas a la viuda de Fante y tras mucho perorar, consiguió que la señora le abriera las puertas de la habitación secreta en donde se guardaban manuscritos, borradores y otros materiales del escritor. Entre ellos Cooper halló dieciocho escritos que habían sido publicados en revistas ya desaparecidas, no habiendo sido posteriormente vueltos a publicar; Cooper se puso a la labor y los recopiló en este volumen que ahora es publicado en Anagrama: «Hambre». En los textos que se presentan se puede ver al escritor en plena forma, mostrando una potente crudeza que casa con su sorna y con su expresión cuidada. No se anda con remilgos Fante y entra a retratar escenas domésticas a la brava, tomando el pulso a las atmósferas que se respiraban en las familias que presenta, familias con problemas para salir adelante por falta de recursos económicos lo que hace que el ambiente familiar sea tenso, pues sabido es que cuando la pobreza entra por la puerta el amor sale por la ventana…En esta onda vamos a conocer a un muchacho que estaba convencido de que su hermano iba a ser papa, cuando de hecho no era sino un chivato de tomo y lomo, además de un mentiroso compulsivo, los guiños al meapilismo se deja ver con creces; o una madre que trataba con mano dura, durísima, a sus hijos, declarando un arrepentimiento, con ocasión de la muerte de uno de ellos atropellado por un coche, promesa que incumpliría a las primeras de cambio, asistimos igualmente a las violentas broncas matrimoniales que mantienen en vilo a la abuela y a los hijos de la pareja que escuchan temerosos tras las paredes, o también una familia que contrae deudas con el tendero del lugar, deudas que van en aumento de manera constante, atrasándose el pago una y otra vez; el padre, albañil, se las veía y se las deseaba para conseguir trabajo y su mujer debía aguantar el trato despectivo y despiadado del tendero, por lo que para evitarlo trataba de convencer a su hijo para que fuese él a la tienda. En este, como en algunos otros, aparece Baldini, personaje clave en las creaciones de John Fante, siendo la máscara tras la que se presenta él mismo. Conocemos también a un traficante de alcohol que es mal visto en el seno de la familia, siendo el padre muy amigo del delincuente que ha de soportar los dardos de la abuela que no aguanta su presencia; todo parece haber cambiado cuando dicho sujeto se presenta en la casa con regalos para todos diciendo además que el delinquir es cosa del pasado, lo que hace que se le acoja con los brazos abiertos; ha llegado a la casa con un elegante Packard que es admirado por los miembros de la familia, rogándole los pequeños que les dé una vuelta, cosa a la que accede pero que luego no puede cumplir ya que se lía a pegar tragos con el cabeza de familia y al final no está en condiciones de cumplir su palabra; tampoco faltan los textos en los que se presentan las dudas y cavilaciones de algún escritor, transparente guiño a la propia actividad y preocupaciones de Fante. El denominador común que se puede extraer, que de hecho se extrae, de los cuentos recopilados es de unos seres que han llegado a aquel país, para tratar de vivir mejor, pero que se sienten inadaptados y rechazados, lo que hace que vivan como en una burbuja separada de aquellos que son considerados auténticos ciudadanos americanos, teniendo como eje la propia familia, cuyos miembros no no pocas veces conviven en espacios reducidos. Unas condiciones de vida realmente precarias tanto en lo que hace a poder económico para la simple supervivencia como en lo referido a las relaciones que resultan, al fin y a la postre, endogámicas, sintiendo el rechazo y la marginación por parte de los demás. Recuerdo al leer sus páginas algo que leí recientemente en un libro sobre el racismo (Racismo. Una breve introducción de Ali Rattansi, Alianza, 2021, p.23), con respecto a los colores de la piel, como criterio de distinción jerárquica, que hacían que en el colmo del supremacismo super-blanco a los italianos no se les considerase blancos del todo, del mismo modo que a los irlandeses, etc., al no ser como ellos wasp, blancos, anglosajones y protestantes. Pintura de situaciones que se asemejan a las propias de la ley de la selva en la que los más fuertes se imponen a los más débiles, no existiendo para estos últimos ninguna defensa ni legal ni de ningún tipo lo que supone vidas fracasadas que favorecen las relaciones violentas. Si ya antes aludía al personaje de Baldini, como álter-ego del escritor y protagonista de varias de sus novelas más relevantes (John Fante y Arturo Bandini, dos en uno), cuatro en concreto, es la paradigmática figura del derrotado que cae cada vez más en los hondos abismos de la derrota; lo que queda claro es que en varios de sus relatos coinciden los nombres propios de algunos parientes suyos, muy en concreto sus hijos, en el relato que da título al libro, Hambre, lo que conduce a pensar que precisamente la propia vida de Fante es la materia prima de sus historias, quedando reforzado por ser Los Ángeles, en los años treinta, el escenario de prácticamente todos los relatos presentados. Y… la odisea de unos inmigrantes filipinos, o un cántico a personalidades y fenómenos norteamericanos: música, beisbol u otras señas de identidad que se mezclan con los potentes dardos al almirante en jefe del ejército imperial nipón, responsable del bombardeo de Pearl Harbor, o las pinceladas de un escritor que intenta re-emprender el vuelo

La novela Pregúntale al polvo – publicada en 1039 – que junto a Camino de Los Ángeles, Espera a la primavera, Bandini y Sueños de Bunker Hill, tienen como protagonista a Arturo Bandini, es considerada quizá como su novela más lograda. Pues bien, en la presente recopilación, aparece un Prólogo para dicha novela, que es una verdadera joya para conocer el modo de escribir de Fante y las propias dificultades que acarrea el oficio de escribir, a pesar de soñar constantemente en la gloria, que fueron incrementadas por los problemas de salud… Arturo Bandini un ser que no encuentra su lugar en el mundo lo que le hace vagar de un lado para otro, con la pesada carga recibida de la educación religiosa en el catolicismo, como si estuviese en fuga permanente de sí mismo, y, por supuesto, de los demás que no se muestran acogedores con respecto a él, incluidas dos mujeres de las que se enamora, una camarera mexicana y una señora judía. no siendo correspondido, sin contar el desprecio de la dueña del hotel a la que no le gusta tener huéspedes extranjeros. Y Camila Torres esfumada en el desierto.

Su inspiración se ha solido asociar a sus antepasados en escritura y en sarcasmos, O.Henry o Mark Twain, si bien no cabe duda de que la pluma de Fante es más descarnada que la de éstos; Fante era abierto admirador de Fiodor Dostoievski y se le ha asociado con el realismo sucio de los Raymond Caver y compañía, dándose algunos resabios o aires de familia que podrían emparentarle, por momentos, igualmente con Raymond Chandler.