Por Iñaki Urdanibia
Nota previa: he conservado el tono coloquial de lo que sigue, debido a que es parte de lo que sirvió de presentación a la lectura del libro en una tertulia que se celebraba en la rive gauche del Urumea, en Arteleku allá por 2006, creo recordar.
+ Un Puente sobre el Drina (1945)
[Editorial Debate, 1996]
En la concesión del prestigioso galardón literario, el Nobel de 1961, tuvo mucho peso esta novela. El protagonista fundamental de ella es el Puente que se alza en Visegrad(Bosnia) sobre el río Drina. El escritor nos lleva desde el momento de su construcción en 1516 por orden de un visir otomano hasta setiembre de 1914, fecha en la que el Puente es en parte destruido. Custodios guardianes de su conservación, constructores y reconstructores, destructores… de todo habrá, como en la viña del señor.
La construcción que une las dos orillas del río, une a quienes habitan separados en las distintas riberas. El Puente va a ser testigo mudo de todo lo que acontece en aquellos lares, y las disputas que mantienen periódicamente la pluralidad de etnias – con sus distintas religiones: ortodoxos, católicos y musulmanes, y culturas – que allá confluyen. Tiempos de armonía entre unos y otros, y también épocas de cruentos enfrentamientos. Tensión que sacude hasta la misma cimentación de la construcción que como mandaban los cánones encerraba en sus paredes personas que allá habían sido emparedadas (leyenda balcánica presente en Ismaíl Kadaré, en su El puente de los tres arcos o en algún cuento de inspiración oriental de la exquisita escritora belga Marguerite Yourcenar). Las aguas pasan entre sus arcos como la Historia y a su paso se mantienen indiferentes al quehacer de los humanos que por allá pululan con sus hábitos, sus cuitas y sus enfrentamientos. El Puente sirve de nexo de unión entre identidad y diferencia, y por momentos de separación.
Distintos episodios van dando cuenta, poliédrica, de la vida que allá se desarrolla, de la génesis de las iras y odios que parecen acumularse, o permanecer en estado latente, hasta hacer que por momentos las aguas claras del Drina se vuelvan turbias y… hasta rojas… como de manera profética – y fatalmente premonitoria – lo anunciase a mediados del siglo XX, el escritor bosnio, serbio, yugoslavo… que no pudo llegar a ver la posterior disgregación de su unido país, y el baño de sangre que lo asoló en la década de los noventa… allá en los pagos del río Drina.
Derivas a partir de los puentes
Los puentes han jugado – qué duda cabe – un papel esencial en la vida de los humanos, para salvar los arañazos profundos, abismales, provocados por los rabiosos zarpazos de Satán en la tierra, logrando así unir lo que quedaba separado… y por hacer boca diré que de los puentes ha hecho uso el cine (que se lo pregunten al director del Puente sobre el río Kwait o al de los Puentes de Madison)… e indudablemente que se lo pregunten también a los trabajadores que pueden aprovechar de uno soleado, o a quienes se ven forzados a vivir bajo los acogedores arcos de algunos de ellos…
Los puentes unen, si bien también es cierto que sirven para delimitar fronteras y, en consecuencia, pasar a suponer señal de separación. En las fronteras así, se puede afirmar que confluyen ambos aspectos: la separación y la unión. Me vienen a la mente ciertas reflexiones francamente atractivas que se han dedicado a elogiar las fronteras, como lugares de contacto, de encuentro, de horizontes nuevos que nos abren a los otros, y en dicha cercanía es en donde se puede empezar a conocerlos y a entenderlos. 1) El escritor José Luis Sampedro en un precioso texto que fue el discurso leído ante la Real Academia Española, el día 2 de junio de 1991, con motivo de su nombramiento, texto titulado Desde la frontera (Aguilar, Madrid, 1995), se reivindicaba como ser fronterizo: de nacimiento, de profesión y de ideología; 2) desde otra óptica geográfica bien distante, Michel Warscharwski – judío nacido en Strasbourg y emigrado a Jerusalem – se ha convertido en un ser fronterizo hasta el peligro (ha ido a parar varias veces a la cárcel precisamente por contar con amistades peligrosas que son las del otro lado de la frontera, por supuesto); en su brillante libro-testimonio En la frontera. Israel-Palestina: testimonio de una lucha por la paz (y pongo el subtítulo para situar ya la geografía. Publicado por Gedisa, Barcelona, 2004) explica en él como optó hace tiempo por mantenerse en contacto con ambos lados de la frontera para tratar de establecer lazos de unión y concordia(por cierto, su mujer abogada de profesión se convirtió en defensora de palestinos… para qué quieres más…). Mas volvamos a los puentes.
En la presente ocasión, ya desde el título, se nos anuncia el que luego, al pasar de las páginas, va a ser el eje de la novela. Un puente concreto que une las dos orillas de un río, al tiempo que, si se me permite y no pretendo jugar con las palabras, en el libro hay fronteras y puentes al por mayor, internos y externos, no solo el majestuoso puente de piedra que da nombre a la obra, o el otro de madera que también se nombra (¿Dranz?) sino a otro tipo de puentes – si se quiere imaginarios y/o simbólicos – que el autor de manera magistral lanza entre los distintos islotes de este archipiélago que lleva por nombre Un Puente sobre el Drina. Sabido es que los islotes que componen la unidad archipielágica están unidos por el mismo elemento que los separa: el agua. Andric se dedica a establecer sólidos – al tiempo que sutiles y sinuosos- puentes a través de tres siglos, entre distintas generaciones que habitan en las proximidades del puente, entre lo colectivo y lo particular, entre lo macro y lo micro, entre la Historia (con mayúsculas) y las historias(con minúsculas), entre el amor y el odio, entre las distintas ideologías, tradiciones, religiones que por momentos conviven y en otros momentos parecen lanzarse al cuello, lo cual viene a suponer el puente que se traza entre convivencia y enfrentamiento, entre el diálogo y la incomunicación, entre lo nuevo y lo viejo, entre la innovación y la tradición, entre unas culturas y tradiciones y otras, entre opresión y resistencia… y podríamos seguir ad nauseam: podríamos hallarlos en los pares norte/sur, este/oeste, bajos fondos/ puente y centro, ideas renovadoras/conservadoras, industrialización y sus consiguientes resistencias o esperanzas eufóricas de futuro… ¡y así!
Y es que estamos ante un rico mosaico al que trata de acercarnos Ivo Andric (en quien por cierto también confluye una enigmática y plural pertenencia: en solapas y otros lugares en los que se da información sobre él, se puede leer: escritor serbio, serbocroata, bosnio, yugoslavo…) y lo hace – digo lo de acercarnos – trazando puentes logradísimos como buen arquitecto de la escritura. Así en el acercamiento que nos ofrece el autor recurre con maestría a distintas técnicas para hacernos más cercana la presentación de la localidad visitada, que no supone un encierro en los estrechos marcos de una pequeña aldea, lo cual sería una literatura de parroquia o de minarete, si se quiere, que convertiría a Andric en un mero escritor tradicionalista, folclórico o como quiera llamársele sino que su ubicación local se despliega – tendiendo puentes – hacia lo universal, pues los temas abordados son – por suerte o por desgracia – constantes que pueblan la historia de la humanidad en todas las latitudes que en el mundo son, y que, en consecuencia, salpican a/en los libros de historia, y también empapan – y hasta sirven de materia prima – a las narraciones literarias, y ejemplos sobran en la historia de la literatura universal desde el poema babilónico de la creación, o el de Gilgamés, o la Biblia, hasta la literatura más actual (Tolstoi, Guerra y Paz, Buzzati, El desierto de los tártaros, Vassili Grossmann, Vida y destino, Céline, «Viaje al fin de la noche», Vargas Llosa, Guerra del fin del mundo, Julien Gracq, El mar de las Sirtes, o casi toda la obra de Ernst Jünger toda…), pasando por Homero casi entero, y… así hasta pasado mañana por poner fecha al fin de los humanos; y que nadie tema que no soy ni profeta, ni futurólogo y espero que tampoco agorero.
Decía, de todos modos, que Andric tiene sobrados recursos literarios como para hacernos partícipes – vellis nolis – de la óptica que nos entrega el omnipresente y omnisciente narrador que sin pedirnos permiso, y haciendo uso de coletillas que nos integran en su visión privilegiada( «si se tiene en cuenta que… veremos, o aceptaremos…»/ o «como sucede siempre con los jóvenes, con los humanos… con la religión o con lo que sea…»… / paso del plural informativo que aceptándolo, a falta de mejor, da al lector una sensación de objetividad que le hace aceptar, sin chistar, el paso al plural como incluyéndose él mismo. Podríamos añadir otras como: «se debe decir», «como sucede», «como hacen»… dan estas expresiones, impresión de verdad pura amén y además como queda dicho nos convierte en cómplices en cooperadores de su visión omni)… No hemos de olvidar que los ángeles son mediadores(por cierto qué bellas páginas han escrito sobre ellos Michel Serres y, en otro terreno más mediológico, Régis Debray, y hasta Rilke pero dando otros sentido a esos seres imposibles), mediadores – digo – que con sus alas nos entregan el mensaje divino con vaselina – si se me permite la expresión -, y en el libro se recurre a ellos en el precioso relato del surgimiento de los puentes(según se señala como leyenda musulmana), o se habla de los ángeles rebeldes para referirse a los estudiantes que llegan en las vacaciones al pueblo y traen nuevas teorías, nuevas costumbres, nuevas formas de ver las cosas (al modo de los nihilistas rusos narrados por Turguénev en su Padres e hijos… o, al fin y al cabo, defienden el puente contra los ataques persistentes de las hadas malignas de las distintas orillas o los demonios (siempre negros, se ha solido hablar de los demonios rojos) que embisten contra el pilar central de la construcción… dándose la casualidad de que en un accidente laboral el azar hace que el accidentado sea el único negro que hay por allá, y que para más inri quede sepultada solo su parte inferior, mientras que la superior queda sobresaliente, al descubierto… Inmediata surge la asociación entre la visión mítica presente en las leyendas, los mitos, y la filosofía occidental (¿hay otra?)… Metáfora vertical que sitúa arriba el Bien (sol) y abajo la ignorancia (oscuridad) – no hay más que ver la alegoría de la caverna platónica – o la teoría del alma del autor de El banquete, la ubicación y las funciones que les otorga: alma racional(cabeza), alma irascible (tórax), y alma concupiscible (abdomen)… o san Pablo que dejaba claro que el espíritu es fuerte y la carne es débil (privilegio del espíritu sobre el cuerpo pecaminoso)… o Plotino que hablaba del luminoso Uno que ilumina a la confusa pluralidad (emanentismo), obviamente el Uno está arriba y la confusión abajo… en línea directa vendría san Agustín(con su metáfora luminosa y vertical de la Ciudad de Dios)… y si se me apura hasta los ilustrados…que situaban las Luces como el instrumento para evitar la ignorancia del vulgo (por no hablar de la de los negros, oscuros ellos, que como dijese el equilibrado Kant, en De lo bello y lo sublime, con éstos bastón…) ¡y no sigo!. ¿Está claro no?… arriba el cielo, abajo el infierno… Cosmos que doma al Caos. Orden frente a desorden.
Con ello lo que quiero dar a entender, además, es el recurso que a las leyendas, los proverbios, los mitos, hace Andric ensamblando sin que cruja de ninguna de la maneras la Historia objetiva, cronológica, junto a las descripciones geográficas absolutamente objetivas y rigurosas como las de un manual o atlas… que se codean, mezclándose como lograda mayonesa, con la subjetividad de los personajes que por allá aparecen, que cuentan historias basadas en la tradición… distintas capas que no es que superpongan sino que se entremezclan – como digo – constituyendo la particularidad del modo de narrar de quien odiaba que se le encasillase como novelista histórico. Queda dicho: historia macro, historia micro(como la de Carlo Ginsburg, o la de los nuevos Annales – Braudel, Leroy Ladurie, Philippe Ariés… -) y hasta historia oral son las visiones que quedan plasmadas en la prosa del escritor balcánico en un todo que avanza – y este sería otro truco del escritor- con aceleraciones o reducciones de velocidad, y con repeticiones de palabras – que hacen que el ritmo del paso del tiempo se haga más lento o más veloz… y hasta marchas atrás en el recuerdo de los diseminados protagonistas que van dando cuenta de los hilos de unión que enlazan a unas generaciones con otras(a modo de avezado genealogista que establece un árbol genealógico de las mentalidades)… Lucha permanente entre el Cosmos ordenado y El Caos… Identidad y permanencia (Puente-Parménides: el Puente es el no-puente no es) frente a las aguas del Drina (movimiento confuso y continuo – Heráclito el del «todo fluye nada permanence» -.
Evitaré referirme, o al menos detenerme, en otros temas que asoman o planean por las páginas de la novela: el mito del eterno retorno (Pitágoras… Nietzsche… tiempo circular)… muertes, exposición de la crueldad y de la muerte… “tontos del pueblo”, inundaciones y otras catástrofes, demonio moderno que viene de la mano de los civilizadores del norte que junto al ferrocarril, los gramófonos y los coches traen el explosivo que colocan en el pilar central en el que ya había caído hincado el demonio “negro”, y contra el que había atentado aquel ser que luego sería empalado…tras confesar que había sido enviado por el Demonio (quod erat demonstrandum o como dirían los franceses CQFD, ce qu´il fallait démontrer)…
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Al hilo de la lectura de este libro de Ándric dos nombres me vienen a la cabeza: uno, común “profeta”, el otro propio “Sherezade”, y me explicaré.
Desde luego la obra escrita en los años de la segunda guerra mundial, y publicada el año de la finalización de esta (1945), arroja mucha luz sobre lo que posteriormente sucedió unos cuarenta años después de manera terriblemente cruenta en aquella furiosa explosión guerrera por aquellos lares. Muchos han sido, hoy todavía, quienes han vendido una imagen de plácido mestizaje en el que vivía desde tiempo inmemorial, por ejemplo, Sarajevo (vamos como la Escuela de traductores de Toledo)… Ivo Andric da sobrada cuenta de los frágiles, inestables y volubles lazos de convivencia y enfrentamiento que se sucedían cíclicamente dependiendo de quién fuese el invasor de turno (y las posibles cercanías ideológicas, culturales, religiosas o “civilizatorias”) y las posibles ventajas o desventajas que podía acarrear su presencia. En la prosa de la novela se pueden ver las diferencias religiosas(cristianos ortodoxos, musulmanes… y hasta judíos, fundamentalmente sefarditas, “marranos” expulsados por los muy católicos y, en consecuencia, caritativos Isabel y Fernando que tanto montaba la una como el otro; también llegan más tarde los azkenasis), culturales, etc. Es en esta medida en la que se puede leer esta novela del premio Nobel de 1961 como la obra de un “profeta” en la medida que podía verse en su escritura, y en embrión, lo que más tarde estalló, o al menos – mutatis mutandis – se le puede ver como un anunciador del incendio, por emplear una expresión utilizada por Walter Benjamin para referirse entre otros a Franz Kafka, Rosenzweig… que a su modo anunciaron con sobrada anticipación los años oscuros que luego arribaron.
En lo que hace a la habladora protagonista de las mil y una noches, Sherezade, que hablaba con una incontinencia logorreíca a fin de contar historias que alejaran la amenazadora muerte, el autor – y sus personajes – de Un Puente sobre el Drina se comportan como tal mujer, dejándonos ver ciertos mitos, ciertas leyendas y tradiciones y costumbres que se han ido transmitiendo de generación en generación, dando cuerpo a una singular cultura balcánica. Andric cuenta historias que engarzan con la marcha de los acontecimientos y con la vida de quienes por allá pululan… las palabras y los cuentos forman y crean creencias que en cuanto prenden en las masas cobran una fuerza material imparable (y perdóneseme la inspiración maoísta de la frase, por no hablar de los performativos de Austin y su hacer cosas con palabras. En un momento del libro se habla de la fuerza material que tienen las palabras…)… Semejante influencia de los mitos y creencias en la forma de actuar y de vivir de las gentes puede llevar a (re)pensar aquél dicho aristotélico de que el hombre quiere saber por naturaleza parece no siendo exagerado, ni desde luego descabellado corregir al estagirita para señalar que al hombre lo que realmente le gusta es creer y que le cuenten historias, historias… de las cuales algunas de ellas llegan a alcanzar la calificación de divinas, reveladas, trascendentes, y luego pasa lo que pasa… (al decir de algunos, Samuel Hungtinton y su choque de civilizaciones… no se puede apagar fuegos con gasolina, ni con napalm, ni… pero por ahí no sigo). Quizá hasta haya algo de cierto en aquello que dijese Georges Dumézil de que un pueblo que no ha tenido mitos es un pueblo muerto, es como una planta que no tiene raíces y en consecuencia no tiene marchita y se marchita… aunque también es cierto que los humanos no somos yerbas y en consecuencia nos podemos mover, mezclarnos… pero eso lo dejo para otro día .
En la recepción del premio Nobel Ivo Andric decía: «en miles de lenguas diversas, en las condiciones de vida más variadas, de siglo en siglo, antiguos relatos patriarcales contados alrededor de las chimeneas junto al fuego, tomados en sus manos por cuentistas modernos se publican en este momento en las casas de edición, y se venden en los grandes centros comerciales, se teje el cuento del destino del hombre, que los hombres dicen a los hombres sin fin y sin interrupción».
Otras salpicaduras
Ale menos de manera esquemática, y un tanto deshilvanada, quisiera señalar algunos hilos que pueden abrir otras vías de interpretación
Distintas vertientes:
+ socio-histórica
+ metafísica (Heráclito. Todo fluye + eterno retorno: «Siete años – dice pensativo y estirando las palabras Hamdi bey – ¡siete años! [hablan de Bunaparte]. En fin, ocurrió y se acabó… los cónsules dejarán Travnik. Se les mencionará un par de años más. Los niños jugarán a cónsules y escoltas a las orillas del río, montando sobre palos a guisa de caballos, y luego ellos también caerán en el olvido como si nunca hubiesen existido. Y todo volverá a ser como siempre ha sido, por voluntad divina». Crónica de Travnik, p. 472)/Parménides: El Puente es, el no-puente no es / Eterno retorno: «¿No encontramos en el pasado como en el presente fenómenos análogos, los mismos problemas?». Discurso al recibir el premio Nobel)… muertes debidas a ejecución escarmentadora… poste de roble… exposición de cadáveres o de sus cabezas… chivo expiatorio… hazmerreíres varios…
+ psicológica (multitud… se centra la mirada en el pensamiento colectivo, no en pensamientos individuales, de manera especial).
+ Puente: dominador del Caos, vida versus muerte… representa el sentido y el orden
+ Ir al pasado para resolver el presente («Según algunas concepciones escribir sobre el pasado vendría a minusvalorar el presente y, en cierta medida, dar la espalda a la vida» (Discurso).
+ En lo referente al papel que se asigna al Destino, pueden adivinarse ciertos parecidos con Grossman)
+ Asoman problemas con respecto a la modernización(algunos se muestran esperanzados con respecto a él/ otros resistiendo y desconfiando del optimismo de que todo va hacia mejor y además hay que acelerarlo con vuelcos o empujones revolucionarios…)
+ Podría considerarse como precedente del realismo mágico… escritura neomitológica (como en Latinoamérica, y otros países del Tercer Mundo…). Escritura de los pequeños pueblos, al margen u olvidados, no de los grandes países victoriosos…
+ Planean claros dardos contra el positivismo, racionalismo, progreso lineal e imparable(signos de la satisfacción de la mentalidad burguesa ascendente… se podría hablar hasta de historia hipotética – más en la onda del relativismo y desde luego nada que ver con mecanicismo economicista y productivista marxista alguno)…
Algunos aires de familia
Contacto con Ismail Kadaré (en sus cuentos sobre Kosovo, se habla del carácter de las gentes del lugar como el agrio yogur de la zona y se destaca la confusión de bandos cuyos componentes no saben tras qué bandera marchar: igualmente en El Puente de los tres arcos se recoge la leyenda de los emparedados como “protectores” del puente, en El nicho de la vergüenza, se narra cómo se exponen la cabeza de los muertos y torturados para escarmiento del personal…)
Recuerdo también cómo en alguno de sus «Cuentos orientales» la escritora belga Marguerite Yourcenar se detiene igualmente en esta leyenda balcánica… y hasta me atrevo a decir que hasta en alguna narración de Natalia Ginsburg también creo haber leído, etc.
Protagonismo del Puente: este protagonismo de construcciones, edificios, etc., puede verse en otros textos en que los edificios juegan un papel esencial: El Castillo de Kafka, el puente ya mentado de Kadaré. la Fortaleza en Esperando a los tártaros de Dino Buzzati o el Almirantazgo en El mar de las Sirtes de Julien Gracq… Por no referirme a La vida instrucciones de uso de George Perec.
Es claro que el protagonista es el Puente, pero en especial las personas – mejor diría las generaciones que se suceden – y que por allá deambulan. Arqueología… pero de capas mezcladas, blandas y permeables al modo de una hojaldre
Palimpsesto… Nubes que se deshilachan… se fusionan, y derivan sin rumbo con el principio de incertidumbre como guía, como cuerpos brownianos de la microfísica…
Y luego… se armó la de dios
No hubo jamás en el mundo dos opiniones iguales, igual que no hubo dos pelos o dos granos. Su cualidad más universal es la diversidad
(Montaigne, Ensayos II, p. 37)
Cada nación posee su propio fundamento de felicidad, del mismo modo que cada esfera tiene su propio centro de gravedad
(Herder)
Sin entrar en mayores precisiones, a la muerte de Tito(creo recordar que en 1980) las relaciones que al menos desde fuera parecían apaciguadas, se liaron a la carrera, así los enfrentamientos en Kosovo y en Bosnia se sucedieron de inmediato, al igual que en Montenegro, etc. Parecía como si una vez soltado el cinturón que a todos sujetaba, cada cual tendiese, en un acelerado movimiento centrífugo, a irse por su lado. Parece que habría que dar por buena aquella metáfora del ruso Isahiah Berlin de la rama doblada (título de un brillante ensayo suyo, obviamente teñido de ideología liberal, que habla sobre el nacionalismo, romanticismo y totalitarismo) con la que da a entender que una rama que ha estado mucho tiempo doblada por alguna fuerza que la sujeta en cuanto es soltada se sacude… (metáfora por otra parte deudora de aquella afirmación/ interrogación kantiana que venía a preguntarse cómo hacer del hombre una rama recta cuando su origen es una madera retorcida…). Así pues, como digo muerto el mariscal, aquello que había estado unido con una constitución federalista saltó dejando ver que no se acabó la rabia, sino que precisamente se desató y además de una manera furibunda. Los nacionalismos comenzaron a sacar a la luz la lista de agravios a los que – según ellos – habían sido sometidos por el poder de la Liga de los Comunistas y por su constitución, pretendidamente, respetuosa con las distintas nacionalidades, regiones, culturas, etc. Sabido es que un nacionalismo que se siente ninguneado o despreciado o agraviado con respecto a otros, tiene tendencias a saltar y de manera agresiva llegado el caso.
Todo da por pensar – y simplifico a pesar de que sé que hacerlo es “mentir” – que los nacionalismos fundamentalmente atravesaron dos etapas: una, en Europa, hasta la primera guerra mundial (1914-1918), con reivindicaciones muchas veces deudoras de una ideología romántica, volkiana a lo Herder, que reivindica la sangre y la tierra; la segunda, posterior, sería la correspondiente a la oleada reivindicativa de las colonias, desarrollada en el Tercer Mundo. Todo parece indicar que en el caso que nos ocupa estamos ante unos nacionalismos del primer tipo, apagados durante una partida de años debido al régimen socialista(las comparaciones son odiosas pero a cualquiera le puede venir a la cabeza automáticamente el veloz desmembramiento de la URSS).
Sin entrar, como decía, en mayores profundidades y de manera esquemática, podrían señalarse varias fechas decisivas en el desarrollo de estos sentimientos nacionales en la zona: por de pronto – y hablo de memoria – se podrían datar los orígenes (Iván Gundulic de Ragusa propuso la unión de todos los eslavos del sur en una misma patria) del nacionalismo “yugoslavo” allá por el siglo XVII – ha de tenerse en cuenta además que las distintas nacionalidades se movían muchas veces impulsadas por la invasión de las distintas fuerzas dominantes, simpatía o antipatía hacia ellas dependiendo de si les podía favorecer en sus relaciones con las otras nacionalidades en disputa con las que se convivía, o mejor se cohabitaba cierto que pacíficamente cuando se quedaban solos; así si venían del Este, otomanos, turcos, vistos con mayor simpatía por los musulmanes allá instalados, si venía del norte, imperio austrohúngaro, cercanía por cultura y religión de algunos en detrimento de otros… si venían del Oeste, se podían levantar esperanzas de que pudiesen servir de freno al Este, etc… cuestión visitada de certera manera por el mismo Ivo Andric en su Crónica de Travnik, deteniéndose en la marea napoleónica -; volviendo de todos modos a las fechas importantes de las que había empezado a hablar, 1878 es esencial si se tiene en cuenta que se dan los acuerdos del congreso de Berlín y los estados serbio (ya en 1830 se había dado en tal lugar una autonomía que se acercaba cantidad a la independencia) y montenegrino son reconocidos por la diplomacia internacional; el imperio turco se va de Bosnia-Herzegovina, que queda bajo la administración austro-húngara. A partir de entonces la ideología unitarista yugoslava comienza a funcionar de varias maneras: algunos defendiendo el modelo de la unificación italiana de todos los pueblos subeslavos, mientras que otros juzgan más acertado organizar una relación federada o confederada entre los grupos mentados. Época, por otra parte, de surgimiento de partidos políticos que en aquel lugar se dejan llevar más por los sentimientos de pertenencia nacional que por cualquier otro baremo ideológico o político. Para entonces los nacionalismos serbio, croata y esloveno ya poseían una clara afirmación cultural, lingüística y folclórica, ya habían elaborado algún proyecto político, y dejaba de ser asunto de intelectuales para extenderse a amplios sectores populares… los nacionalismos macedonio y musulmán tienen un proceso más lento… y el caso albanés tiene sus particularidades (clara contraposición étnica con respecto a sus vecinos del norte, claras diferencias religiosas y culturales-lingüísticas, existencia de un estado albanés que, por otra parte, cobra creciente implantación en Kosovo… va a ser más leña para alimentar fuegos posteriores (es interesante en este orden de cosas los planteamientos “patrióticos” de Ísmail Kadaré que reivindica los mitos, la lengua albanesa como la primigenia, etc. de todos los demás grupos de aquel lugar).
En 1919, fundación de Yugoslavia. Téngase en cuenta que para entonces Serbia ya posee su propio estado, incluido además en el grupo de los ganadores de la gran guerra mientras que los demás se sitúan entre los perdedores, etc. Por ultimo, 1945 va a suponer al tiempo que el final de la segunda guerra mundial, la implantación del régimen comunista de Tito y la inauguración de una nueva Yugoslavia. Ya después… en lo que estamos.
Alguien, muchos, han hablado de esta explosión nacionalista como cosa del pasado… visión absolutamente progresista – de corte netamente kantiano – de la Humanidad en marcha triunfal hacia mejor… Mucho se ha hablado igualmente de limpiezas étnicas con una comprensión de la palabra “étnica” con claras connotaciones peyorativas ya presentes en el propio María Moliner… Sea como sea en el caso de la ex-Yugoslavia es acertada la metáfora de la piel de leopardo o del tejido de lunares, o igualmente la de las muñecas rusas, matrioskas, que guardan una dentro de la otra… metáforas que indudablemente tratan de dar cuenta de la complejidad del asunto frente a las visiones absolutamente claras y distintas(¡muy cartesianas ellas!) que tanto consuelan a los listos y a los menos listos, prensa y políticos en lugar destacado. Es decir, aquí no hay fronteras netamente trazadas, la confusión también alcanza a los planos ideológicos y teóricos… se ha de tener en cuenta además el ya aludido derrumbe del “socialismo”, con lo que esto supuso de quiebra del Estado y las demás instituciones. Así las cosas, en aquel momento se dio una perentoria necesidad de redefinición de un “nosotros” frente a un “ellos”(los primeros acosados y supeditados frente a los otros acosadores y supeditadores)… de ahí a las teorías del chivo expiatorio(no hace falta haber leído a René Girard) o de cabeza de turco(nunca mejor dicho) no hay más que un paso… que muchas veces no hacen más que ocultar ciertas luchas interburocráticas que lo que pretenden es conservar ciertas cotas de poder y de dominio, bajo el banderín de enganche de la madre patria.
Buscando las causas, algunas de ellas ya apuntadas, no cabe duda de que un papel esencial juega la caída del bloque socialista (real) y la coincidente, y profunda, crisis económica que se dio en los ochenta y que hizo que las desigualdades de trato, sumadas a las existentes entre Norte (industrial) y Sur (agrícola)… pusiera más caldo de cultivo para las rencillas. Ha de tenerse en cuenta igualmente como en la primera experiencia yugoslava (1919-1939) se creó un cierto miedo – bastante justificado, por cierto – de una aplastante hegemonía serbia. Ha de añadirse a esto la escabechina que supuso la guerra civil y nacional a principios de los cuarenta que enfrentó a las distintas nacionalidades cada una de ellas con sus alianzas o simpatías por ejemplo los ustachi croatas – más nazis que los propios germanos, etc. – y con la ayuda y bendición de los otros países vecinos(que lo mismo apoyaban que al día siguiente les dejaban en la estacada…). Así pues, a pesar de ciertas visiones simplificadoras se podría hablar en el caso que nos ocupa de un desarrollo de guerras en la guerra.
El aparato militar reposaba, de manera harto destacada en la época titista, en jefes serbios, quienes por otra parte a la primera de cambio optaron por el recurso al uso de la violencia para evitar la amenazante disgregación, haciendo gala de ello con el castigo indiscriminado de la población civil… sin querer hacer recaer en los serbios, la responsabilidad única y exclusiva de las tropelías cometidas, sí que es constatable que las malas formas y las llamadas a lanzarse a la guerra si llegará el caso, vienen de lejos en el ideario del nacionalismo de éstos. Van a surgir los disputas por la herencia verdadera de la auténtica Yugoslavia. Además si sí que es cierto que es Serbia quien desencadena las hostilidades bélicas abiertas, hay un exterior y un interior en los ataques y en las defensas que hacen los pillados en terreno hostil… al final las víctimas de verdad son los pobres ciudadanos, la población civil que es utilizada como carne de cañón, como víctimas propiciatorias, etc.
Fronteras fluctuantes, bolsas, islotes (cfr.: mapas étnicos y guerreros, 1948)… lucha encarnizada por lograr corredores hacia el mar y hacia otros países, ocupación de territorios…
Ciertas valoraciones como si decir etnia fuese decir raza, o como si decir nacionalismo fuese igual a decir violencia… Las supuestas limpiezas de todos modos más que cualquier otro tipo de esencialismo de razas elegidas u otras siniestras gaitas estaba encaminada a lograr la unidad y evitar la creciente heterogeneidad… que muerto Tito muchas veces se reivindicaba como señal de oposición al fenecido régimen que había tratado de silenciar esas voces que ahora gritaban airadas.